A principios del siglo pasado, los coches eran auténticas obras de arte, coches únicos hechos completamente a mano por artesanos, carroceros y tapiceros construidos en base a los gustos de sus afortunados clientes. Y este es el caso del Phantom I fabricado en 1926 por Rolls Royce.
Su primer propietario, director financiero de Wolworth, quería obsequiar a su mujer, una gran amante de la historia y el arte francés del Siglo XVIII con un regalo espectacular y a juzgar por estas fotos, de verdad que lo consiguió. El coche ahora se subastará en Londres.