Río de Janeiro vive una inusitada ola de violencia desde la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016, que ha obligado al Gobierno del presidente Michel Temer a enviar unos 10.000 miembros de las Fuerzas Armadas para reforzar la seguridad en la región, con la perspectiva de que permanezcan allí hasta finales de 2018. Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los narcos se han cobrado ya unas 4.000 muertes en el estado de Río en lo que va de año. Entre las víctimas hay más de cien policías asesinados y alrededor de 630 personas que perdieron la vida por las llamadas balas perdidas.
La Rocinha, la mayor favela de Río de Janeiro donde habitan unas 60.000 personas entre contaminación, insalubridad y falta de seguridad, está ocupada desde la tarde del viernes por cerca de mil miembros del Ejército después de que se produjeran varios tiroteos entre facciones criminales que luchan entre sí por el control del tráfico de drogas en esa comunidad, situada en la zona meridional de Río.