Pareidolia: cuando nuestro cerebro inventa caras que no existen

  • Pantalla completa
Pimientos aterrorizados
1 de 16
Comparte la fotografía

Pimientos aterrorizados

'Pokerface'
2 de 16
Comparte la fotografía

'Pokerface'

Hermanitos
3 de 16
Comparte la fotografía

Hermanitos

Lavadora mareada
4 de 16
Comparte la fotografía

Lavadora mareada

¿Hablas conmigo?
5 de 16
Comparte la fotografía

¿Hablas conmigo?

Baldosa feliz
6 de 16
Comparte la fotografía

Baldosa feliz

¡Qué hambre!
7 de 16
Comparte la fotografía

¡Qué hambre!

Señor del mal
8 de 16
Comparte la fotografía

Señor del mal

El pulpo peleón
9 de 16
Comparte la fotografía

El pulpo peleón

Altos vuelos
10 de 16
Comparte la fotografía

Altos vuelos

Impasible
11 de 16
Comparte la fotografía

Impasible

¡No me lo creo!
12 de 16
Comparte la fotografía

¡No me lo creo!

Me encuentro mal
13 de 16
Comparte la fotografía

Me encuentro mal

Yo soy tu padre
14 de 16
Comparte la fotografía

Yo soy tu padre

¡Holi!
15 de 16
Comparte la fotografía

¡Holi!

Nuestro cerebro ha evolucionado para reconocer patrones y caras. Gracias a ello nuestra especie ha alcanzado un desarrollo social muy superior al de otros animales, pero el —gracioso— efecto secundario es que vemos cosas que no existen.

El efecto de reconocer figuras donde no las hay recibe el nombre de pareidolia, y es muy común en forma de caras. Estos ejemplos demuestran que a veces nuestra mente puede jugarnos una mala pasada. No todo es lo que parece.

Tecnología