La situación para Ucrania se ha vuelto cada vez más complicada a medida que Rusia ha resistido y contraatacado con éxito, particularmente tras romper el frente en el norte de Járkov. Con su estrategia de desgaste, Rusia ha aumentado significativamente sus ataques con drones y misiles, saturando las defensas ucranianas. La escasez de suministros y la disminución del apoyo internacional han dejado a Ucrania en una posición difícil, obligándola a dispersar sus defensas y enfrentar la posibilidad de perder territorios recuperados previamente.

En respuesta, los aliados occidentales han autorizado el uso de armamento para ataques limitados dentro de Rusia, con el objetivo de debilitar las capacidades ofensivas rusas cerca de la frontera. Sin embargo, esta decisión ha sido recibida con advertencias de Moscú sobre posibles consecuencias graves. La falta de soldados y el agotamiento del espíritu de victoria en Ucrania agravan aún más la situación, mientras algunos países occidentales, como Francia, consideran la posibilidad de enviar soldados para evitar una derrota ucraniana, lo que podría escalar el conflicto a niveles más peligrosos.