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Carlo De Benedetti, el Berlusconi de la izquierda italiana
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Carlo De Benedetti, el Berlusconi de la izquierda italiana

La historia personal y profesional de Silvio Berlusconi es uno de los mejores ejemplos del capitalismo familiar que vertebra la economía italiana. Si le hacemos caso

Foto: Carlo De Benedetti, el Berlusconi de la izquierda italiana
Carlo De Benedetti, el Berlusconi de la izquierda italiana

La historia personal y profesional de Silvio Berlusconi es uno de los mejores ejemplos del capitalismo familiar que vertebra la economía italiana. Si le hacemos caso a lo que el propio primer ministro dice, él mismo constituye un paradigma inigualable. La sociedad transalpina, sin embargo, ofrece otros casos de personas atrevidas y emprendedoras que han construido gigantescos emporios empresariales. Carlo De Benedetti es tal vez uno de los más destacados. Presentado en numerosas ocasiones como la antítesis de Berlusconi, De Benedettti ha seguido una trayectoria comparable a la de “Il Cavaliere”. Tan iguales y tan diferentes al mismo tiempo, era predecible que sus intereses chocaran en algún momento de sus largas vidas profesionales. Las disputas –dos de las cuales han acabado en juicio- han polarizado a ambos, que hoy se atacan mutuamente utilizando una apasionante mezcla de intereses políticos, económicos e informativos.

Cir contra Fininvest. El Grupo L’Espresso contra Mediaset. “La Repubblica” contra “Il Giornale”. De Benedetti y Berlusconi utilizan sus holdings, sus conglomerados mediáticos y sus diarios para erosionar siempre que pueden el terreno del rival. La pelea es añeja, se remonta a mediados de los años 80. Fue entonces cuando un joven Romano Prodi (que luego llegaría a ser primer ministro por dos veces y contrincante de “Il Cavaliere”) ocupaba la presidencia del Instituto de Reconversión Industrial y tuvo que dirigir la privatización del gigante agroalimentario Sme. El número uno en la puja era De Benedetti, quien había multiplicado la pequeña empresa de su familia hasta hacerse con un 5% de Fiat (porcentaje vendido al poco tiempo) y con Olivetti, que compró arruinada y relanzó hasta convertirla en un referente mundial.

Berlusconi, siempre con un privilegiado olfato para percibir las posibilidades de negocio, no se quedó con los brazos cruzados e intervino en la operación. Dado que la venta estaba ya prácticamente cerrada, utilizó una doble estrategia poco lícita para hacerse con Sme. El primer movimiento fue servirse de su amistad con el entonces jefe de Gobierno, el socialista Bettino Craxi, para que le favoreciese. El segundo fue aún más sucio: sobornó al juez que decidió quién se quedaba con Sme. Un tribunal sentenció en diciembre de 2004 que “Il Cavaliere” había pagado al magistrado para que le entregara la corporación en liza en detrimento de De Benedetti. Berlusconi no cumplió ninguna condena ya que cuando llegó el veredicto, el delito ya había prescrito.

Pese a que le robaron la cartera en el caso Sme, De Benedetti siguió con su ávida expansión, desembarcando en nuevos países y sectores. Así, estuvo a punto de hacerse con el control total de Société Generale de Belgique, uno de los mayores conglomerados empresariales europeos y hoy controlado por Suez. España no fue ajena a sus tentáculos. Durante unos años, firmas como NH Hoteles o el Banco Zaragozano estuvieron en su órbita. En su cénit, De Benedetti tuvo intereses millonarios en más de diez sectores diferentes y se ganó el respeto de la clase económica europea, donde era conocido como “Il Ingegnere”.

El segundo gran enfrentamiento con Berlusconi, que terminó de convertirles en rivales de por vida, se produjo con la venta a principios de los años 90 de Mondadori, la principal editorial italiana y una de las más importantes del mundo. “Il Cavaliere”, por entonces sólo un empresario, se había hecho con una parte del accionariado y ambicionaba aumentar su participación para controlar la empresa. De Benedetti se encontraba en una posición similar, lo que llevó a una repetición del caso Sme. Un juez acabó dirimiendo la disputa con una solución aparentemente salomónica. A Berlusconi le entregó la división de libros de Mondadori y el semanario “Panorama” y a De Benedetti el diario “La Repubblica”, la revista “L’Espresso” y algunos periódicos locales.

Como había ocurrido seis años antes con Sme, en el caso Mondadori el magistrado también estaba comprado por “Il Cavaliere”. Así lo dictaminó a principios de este mes un tribunal de Milán, que condenó a Fininvest (el holding de Berlusconi) a pagar 750 millones de euros a Cir (la corporación de De Benedetti) como compensación. El propio primer ministro también ha visto su nombre manchado en este proceso, ya que se le considera “corresponsable” del soborno al juez del caso Mondadori.

Ambas disputas empresariales explican en parte la inquina con que “La Repubblica” trata a “Il Cavaliere”. Desaparecido y acéfalo el centroizquierda, el periódico se ha convertido en la auténtica oposición al Gobierno. En la misma línea está el semanario “L’Espresso”, punto de encuentro de la izquierda italiana desde hace 50 años y hoy medio de referencia del “antiberlusconismo”. El primer ministro ha respondido denunciado en los juzgados a “La Repubblica” y pidiendo a los empresarios que no se anuncien en las publicaciones de De Benedetti porque, asegura, son “antiitalianas”. Éste se encuentra desde principios de año en un estado de semijubilación. Ha cedido a su hijo las riendas de su imperio pero se ha reservado para sí el nombramiento de los directores de sus medios. Aunque el mes que viene cumplirá 76 años, quiere seguir divirtiéndose jugando a ser el Berlusconi de la izquierda.

La historia personal y profesional de Silvio Berlusconi es uno de los mejores ejemplos del capitalismo familiar que vertebra la economía italiana. Si le hacemos caso a lo que el propio primer ministro dice, él mismo constituye un paradigma inigualable. La sociedad transalpina, sin embargo, ofrece otros casos de personas atrevidas y emprendedoras que han construido gigantescos emporios empresariales. Carlo De Benedetti es tal vez uno de los más destacados. Presentado en numerosas ocasiones como la antítesis de Berlusconi, De Benedettti ha seguido una trayectoria comparable a la de “Il Cavaliere”. Tan iguales y tan diferentes al mismo tiempo, era predecible que sus intereses chocaran en algún momento de sus largas vidas profesionales. Las disputas –dos de las cuales han acabado en juicio- han polarizado a ambos, que hoy se atacan mutuamente utilizando una apasionante mezcla de intereses políticos, económicos e informativos.