Es noticia
La estrella de Clegg no se apaga en el segundo debate
  1. Mundo
EL REINO UNIDO, EN CAMPAÑA

La estrella de Clegg no se apaga en el segundo debate

El objetivo era simple: averiguar si la Cleggmanía sobrevivía. Y en efecto, sobrevivió. El tercer hombre en discordia pasó con nota el segundo careo entre los

Foto: La estrella de Clegg no se apaga en el segundo debate
La estrella de Clegg no se apaga en el segundo debate

El objetivo era simple: averiguar si la Cleggmanía sobrevivía. Y en efecto, sobrevivió. El tercer hombre en discordia pasó con nota el segundo careo entre los aspirantes a Downing Street y demostró que su éxito no se debía al factor sorpresa. En el primer debate histórico en Reino Unido, Nick Clegg se reveló como la auténtica estrella. Y, a pesar de que anoche no consiguió una ventaja tan aplastante como la de la semana pasada, logró el empate que era de lo que se trataba.

La cita resultó ser mucho más interesante que la anterior. Gordon Brown y David Cameron sabían esta vez que no podían menospreciar al tercer candidato y mejoraron notablemente sus intervenciones. Tanto en fondo, como en forma. El líder tory consiguió remontar y volvió a demostrar sus habilidades como orador. El laborista, por su parte, logró mantenerse a flote –no estaba tan claro en un principio- y, según los sondeos que realizan a los allí presentes, fue el que más sorprendió.

A diferencia de la semana pasada, no se puede decir que anoche existiera un claro vencedor (tampoco un claro perdedor). Las primeras encuestas se dividían entre aquellas que daban una victoria a Clegg, aquellas que se decantaban por Cameron y otras en las que mostraban empatados en segundo lugar al conservador y al laborista.

Según un sondeo de YouGov, el conservador contó con 36%, por delante del liberal-demócrata (32%) y el laborista Gordon Brown (29%). Por su parte, ComRess, dio ganador a Clegg (33%) con Brown y Cameron con un 30%.

Aunque hubo espacio para cuestiones de ámbito general, el debate –celebrado esta vez en Bristol- se centró en política exterior. A priori, era el punto débil de la estrategia de los liberales, pero Clegg salió airoso de los frentes que tenía abiertos.

Europa tensó el debate

Uno de los puntos más peliagudos fue el referente a Europa. El joven político tenía todas las de perder debido a que en las islas su mensaje pro Bruselas no es bien recibido por los ciudadanos. Con todo, capeó bien el temporal. El premier fue atacado por no haber cumplido su promesa del referéndum  y la víctima acabó siendo el tory, al que le acusaron de haber alejado a Reino Unido de las grandes potencia por sacar a su grupo del Partido Popular Europeo para aliarse con partidos extremistas.

En inmigración, sin embargo, el líder conservador se llevó la gloria debido a su plan para poner un cupo. Clegg, que propone una regularización de los sin papeles y amnistías bajo determinadas circunstancias, recibió el mayor ataque por parte de Brown, que consideró las políticas liberal-demócratas una amenaza para la seguridad. La disputa fue aprovechada por Cameron para desacreditar una virtual coalición entre los dos partidos.

La posibilidad de un Hung Parliament –sin mayorías absolutas- fue uno de los puntos que más protagonismo se llevó. Cameron insistió en la nueva línea de flotación de su campaña: la falta de mayorías no conviene, el país necesita un cambio determinante. Clegg le dio la vuelta: en un momento crítico, los políticos deben trabajar juntos.

Los 90 minutos también encajaron preguntas sobre Afganistán y el programa de disuasión nuclear Trident, donde el “tory” y el laborista mostraron sintonía. De hecho, Cameron dijo “nunca pensé que diría esto pero estoy de acuerdo con Brown”.

A lo largo del debate el laborista copió la táctica de Clegg del primer careo. Al liberal le funcionó la fórmula de mostrar a los dos partidos mayoritarios como iguales cuando se enzarzaban en algún tema. Brown hizo una versión propia y en varias ocasiones dijo “son como mis dos hijos pequeños cuando discuten”. El premier jugó a ser el único líder con experiencia capacitado para sacar al país de la crisis, tema que volvió ayer a sacar a la palestra.

Cameron, por su parte, se mostró como la única alternativa real y una vez más advirtió al ciudadano de las nefastas consecuencias que tendría para el país un gobierno sin mayorías. El tory estuvo tenaz y, en determinados momentos, consiguió embaucar a la cámara.

Aunque el minuto de oro se lo llevó Clegg cuando se dejó llevar por el espíritu Obama. En respuesta a una orquestada campaña mediática de descrédito y al voto del miedo enarbolado por los conservadores declaró: “No dejéis que os digan que no se puede, se puede”.

En definitiva, el futuro de Reino Unido es más incierto que nunca. A pesar de que Cameron y Clegg luchan por los primeros puestos en los sondeos, las peculiaridades del sistema electoral no dan muchas posibilidades para que el liberal se convierta en el nuevo primer ministro. Las alianzas, por tanto, están abiertas, y a día de hoy no se descarta nada. De momento, lo único que hay claro es que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la carrera de Downing Street es a tres caballos.

El objetivo era simple: averiguar si la Cleggmanía sobrevivía. Y en efecto, sobrevivió. El tercer hombre en discordia pasó con nota el segundo careo entre los aspirantes a Downing Street y demostró que su éxito no se debía al factor sorpresa. En el primer debate histórico en Reino Unido, Nick Clegg se reveló como la auténtica estrella. Y, a pesar de que anoche no consiguió una ventaja tan aplastante como la de la semana pasada, logró el empate que era de lo que se trataba.

Debate Estado de la Nación Reino Unido