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El Ejército italiano aromatiza la lucha contra el opio con la ‘Ofensiva del azafrán’
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SE BUSCA ERRADICAR EL CULTIVO DE DROGAS EN AFGANISTÁN

El Ejército italiano aromatiza la lucha contra el opio con la ‘Ofensiva del azafrán’

Una de las batallas más importantes de la Guerra de Afganistán no se libra ni en trincheras ni en emboscadas. De hecho, los efectos más devastadores

Foto: El Ejército italiano aromatiza la lucha contra el opio con la ‘Ofensiva del azafrán’
El Ejército italiano aromatiza la lucha contra el opio con la ‘Ofensiva del azafrán’

Una de las batallas más importantes de la Guerra de Afganistán no se libra ni en trincheras ni en emboscadas. De hecho, los efectos más devastadores de esta batalla no se dan ni siquiera en territorio afgano, sino en las calles de una ciudad, cuando un camello pasa droga a un toxicómano. El extendido cultivo de opio al que está abonado una multitud de campesinos afganos es uno de los grandes quebraderos de cabeza de las autoridades militares y civiles.

La miseria hace resonar el estómago de los agricultores afganos, que cultivan droga por la ley de la oferta y la demanda. Ante este grave problema, las tropas italianas desplegadas en Afganistán preparan una gran ofensiva en la que no dispararán ni una sola bala. Algunos medios italianos, como Il Sole 24 Ore, la han bautizado como la Ofensiva del azafrán.

La iniciativa consiste en la distribución en siete distritos de la provincia afgana de Herat 60 toneladas de bulbos de azafrán valoradas en 330.000 euros. Un proyecto que intentará que estos agricultores sustituyan la peligrosa droga por sabroso azafrán. Se calcula que se podrán cultivar unas 30 hectáreas. La iniciativa transalpina comenzará a principios de julio y será realizada por soldados del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT).

“Una hectárea de fruta produce 1.200 dólares, una de opio, 4.500, mientras que una de azafrán puede alcanzar los 12.000”, explica a Il Sole el coronel Emmanuele Aresu, comandante del PRT. El problema radica en que el tiempo juega en contra de la operación, según el propio Aresu: “Los campesinos deben esperar tres años, por lo que también estamos trabajando en darles un apoyo durante este tiempo.

No es la primera vez que las tropas italianas, que evitan destruir los campos sin dar antes alternativas a los agricultores, centran sus esfuerzos en el azafrán. En 2008 se distribuyeron 18 toneladas de bulbos y cinco de fertilizantes, mientras que en 2009, fueron 20 toneladas de bulbos y fertilizantes. Una plantación que da sus frutos: Según el PRT, en Herat se ha pasado de 2.000 hectáreas de opio cultivadas en 2005 a unas 566 en 2009.

Mientras que baja el opio, sube el azafrán. De 16 hectáreas cultivadas en 2004 se pasó a 310 en 2009. Con una producción de cinco kilos de azafrán por hectárea. Además de dar la posibilidad de cambiar de cultivos, la iniciativa evita que los campesinos se enemisten con las tropas extranjeras presentes en la zona.

El opio afgano genera 65.000 millones de dólares

La batalla del opio deja unos 100.000 muertos anuales a lo largo y ancho del planeta, según estimaciones de las Naciones Unidas. El comercio de esta droga supone 160 millones de dólares de beneficios a los talibanes.

La ONU señaló en su informe ‘La amenaza transnacional del opio afgano’ que en el mundo hay 15 millones de personas que son adictas a los opiáceos. Un negocio que a nivel mundial supone 65.000 millones de dólares, una cifra superior al Producto Interior Bruto de 120 países.

"Resumiendo, la economía de la droga en Afganistán pone varios cientos millones de dólares al año en manos malignas, algunos con turbante negro y otros con camisas blancas", asegura el director general de la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) Antonio María Costa en el informe, en relación a la corrupción generada por la droga.

La medida del ejército italiano supone un paso adelante no sólo para erradicar el cultivo del opio. Los militares esperan que esta medida también ayude a sembrar el futuro de un país devastado por la guerra.

Una de las batallas más importantes de la Guerra de Afganistán no se libra ni en trincheras ni en emboscadas. De hecho, los efectos más devastadores de esta batalla no se dan ni siquiera en territorio afgano, sino en las calles de una ciudad, cuando un camello pasa droga a un toxicómano. El extendido cultivo de opio al que está abonado una multitud de campesinos afganos es uno de los grandes quebraderos de cabeza de las autoridades militares y civiles.

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