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¿El último round del 'gallo menguante'?
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EL PRESIDENTE FRANCÉS AFRONTA SU OTOÑO MÁS DIFÍCIL

¿El último round del 'gallo menguante'?

Lejos, muy lejos, quedan en la mente de Nicolas Sarkozy los acordes de Asturias, de Isaac Albéniz, que sonaron en los pasillos del Elíseo el día

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¿El último round del 'gallo menguante'?

Lejos, muy lejos, quedan en la mente de Nicolas Sarkozy los acordes de Asturias, de Isaac Albéniz, que sonaron en los pasillos del Elíseo el día que fue entronizado presidente de la República Francesa. Tres años después, en el meridiano de su mandato como jefe de Estado, el que fuera el político-sensación en Europa afronta, como un boxeador contra las cuerdas, los continuos golpes que le asestan jueces, opinión pública y políticos internacionales.

El último crochet se lo ha llevado esta semana. Los sindicatos franceses han logrado paralizar el país una vez más en protesta por la reforma de la edad de jubilación que "el presidente menguante", en palabras de The Economist, quiere retrasar hasta los 62 años. Un golpe que se suma a la posible negociación con Al Qaeda por el secuestro de unos compatriotas en Níger y a los escándalos generados por la deportación de los gitanos y por el caso Bettencourt.

Algunos expertos creen que el jefe del Estado busca atajar en las encuestas el crecimiento del Frente Nacional, el partido de extrema derecha antes dirigido por Jean Marie Le Pen. En esta línea, el secretario general del Elíseo, Claude Guéant, indicó la semana pasada que la reacción adversa ante estas expulsiones es “algo más que bueno” de cara a los electores de la UMP, el partido presidencial. Sin embargo, los franceses sí perciben que el trato a la etnia gitana supone un deterioro de su imagen exterior. Así lo cree un 71% de la población gala, según una encuesta del diario Sud Ouest.

Jugando desde otra perspectiva, otros analistas piensan que la cuestión zíngara se asemeja a una cortina de humo. El escándalo Bettencourt y la reforma del sistema de jubilación han dejado tocado a Éric Woerth, ministro de Economía y uno de los hombres de confianza del presidente. Según informaciones publicadas por la prensa francesa, en 2007, el entonces tesorero de la UMP y marido de la ex contable de la millonaria heredera de L’Oréal, habría recibido una donación ilegal de 150.000 euros para financiar la campaña presidencial de Sarkozy.

“Está claro que Sarkozy espera de todo esto un rédito en términos de consenso electoral”, explica a El Confidencial, Alessio Bini, responsable de la sección de Europa de la revista de geopolítica Equilibri. “Ya en las elecciones parlamentarias de 2007 se verificó un hundimiento del FN y la mayoría de los votos perdidos fueron interceptados por la UMP de Sarkozy. Por lo tanto, es probable que uno de los objetivos electorales que está tras la expulsión de los gitanos sea el de reforzar esta tendencia de debilidad del FN”.

Sin embargo, son muchas las vergüenzas que tapar. En un episodio similar al Watergate, Le Monde acusa al Elíseo de ordenar a los servicios secretos interceptar el teléfono de la supuesta fuente de las filtraciones del caso Bettencourt. El diario galo sostiene en su denuncia contra el poder ejecutivo que éste violó el secreto de las fuentes y “varios artículos del código penal”.

“Aunque pueda ser verdad que se haya hecho esto con voluntad de distracción, me parece que el resultado no es tan satisfactorio: las investigaciones sobre el caso Bettencourt siguen adelante y ponen en dificultades a la UMP y a Sarkozy, mientras que las manifestaciones contra la reforma del sistema de pensiones son feroces”, añade Bini.

Lejos, muy lejos, quedan en la mente de Nicolas Sarkozy los acordes de Asturias, de Isaac Albéniz, que sonaron en los pasillos del Elíseo el día que fue entronizado presidente de la República Francesa. Tres años después, en el meridiano de su mandato como jefe de Estado, el que fuera el político-sensación en Europa afronta, como un boxeador contra las cuerdas, los continuos golpes que le asestan jueces, opinión pública y políticos internacionales.