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Una desmoralizada Francia debe elegir un líder clave para el futuro de Europa
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SARKOZY PELEA A LA DESESPERADA CONTRA LOS SONDEOS

Una desmoralizada Francia debe elegir un líder clave para el futuro de Europa

La larguísima campaña electoral francesa llega a su fin y la relevancia de la cita es proporcional al cansancio de los electores. Con un presidente que

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Una desmoralizada Francia debe elegir un líder clave para el futuro de Europa

La larguísima campaña electoral francesa llega a su fin y la relevancia de la cita es proporcional al cansancio de los electores. Con un presidente que lleva meses actuando como candidato y un aspirante que enlazó la carrera por liderar el Partido Socialista con el asalto al Elíseo, los desmoralizados votantes  empiezan a mostrar señales de hastío: las últimas predicciones señalan que la abstención podría batir el récord histórico de 2002, llegando al 29% en la primera vuelta. El número de indecisos también es notablemente elevado, añadiendo un factor de incertidumbre a la elección del próximo compañero de Angela Merkel en la tarea de salvar Europa.

Nadie duda que Nicolas Sarkozy y François Hollande superarán este domingo la primera ronda, pero los porcentajes de voto y el resultado obtenido por el resto de candidatos (diez en total) serán decisivos de cara al duelo final del 6 de mayo. Aunque los últimos sondeos para la segunda ronda arrojan una contundente victoria para Hollande por 12 o, incluso, 16 puntos de ventaja, Sarkozy se aferra a la posibilidad de ser el candidato más votado en el primer turno para salir reforzado de la cita.

No obstante, los últimos datos no son halagüeños para el presidente francés, que lucha por no correr la misma suerte que tantos otros mandatarios europeos derribados por la crisis. Apagado su breve repunte de popularidad gracias a la gestión de la crisis del terrorista islámico Mohamed Merah, Sarkozy  ha perdido seis puntos en un mes bajando hasta el 24% en intención de voto, mientras Hollande se afianza en cabeza con un 29%.

Acorralado por las malas cifras, el aún presidente ha intentado captar votos tanto a la derecha como a la izquierda, tratando de conjugar propuestas como la progresista tasa a las transacciones financieras con el reforzamiento de su perfil más duro contra la inmigración. Sin embargo, esta serie de golpes de efecto para pescar en todos los caladeros ha acabado boicoteando su imagen de líder sólido y firme al mando de esa “Francia fuerte” que promete en su lema electoral. 

Mientras tanto, François Hollande, al que los medios apodaban Monsieur Normal por su bajo perfil, se ha esforzado en convencer a los franceses de que tiene madera de líder a pesar de no haber formado nunca parte de un gobierno ni haber ocupado un cargo público importante. Apelando a la renovación, Hollande trata de recoger el voto de castigo a Sarkozy evitando dar la sensación de que su ascenso se debe solo al desgaste de su rival.

Le Pen, Mélenchon y Bayrou, con mucho que decir

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A pesar de que solo hay dos hombres capaces de sentarse en el sillón presidencial, el resto de candidatos han estado muy presentes en la campaña y el nivel de apoyo que consigan en la primera ronda será muy influyente de cara a la votación final.

Por parte del derechista Frente Nacional, Marine Le Pen ha cosechado un notable éxito recogiendo el testigo de su padre con un rostro más amable, y a pesar del rechazo que provoca en una gran parte de la sociedad, su discurso centrado en el control de la inmigración y en la soberanía nacional (aboga por salir del euro) seduce al 17% de los votantes. Además, su visión ‘antisistema’ la convierte en una líder con mucho tirón entre los jóvenes, siendo la mejor valorada en la franja que va de los 18 a los 24 años.

En el otro extremo del arco ideológico, la sensación del final de campaña ha sido Jean-Luc Mélenchon, el candidato del heterogéneo Frente de Izquierdas que ha conseguido aglutinar a los electores que consideran demasiado moderado al Partido Socialista, al que el propio Mélenchon perteneció hasta 2008. Después de la gran relevancia mediática obtenida con sus encendidos discursos, podría llegar hasta el 15%.

En tierra de nadie, el centrista François Bayrou se presenta por tercera vez después de haber obtenido un 19% de los votos en las últimas elecciones, aunque esta vez se encuentra lejos de semejantes cifras y podría rondar el 10%. No obstante, el candidato al que se dirigirán esos sufragios en la segunda vuelta es una incógnita, por lo que podría tener un peso importante. Y es que, si bien Hollande puede contar con los votos de Mélenchon, mucho menos claro es que los votantes del Frente Nacional vayan a apoyar a Sarkozy después de los múltiples ataques que les ha dirigido.

Europa después de ‘Merkozy’

Con el continente sumido en una crisis cuyo horizonte aún parece lejano, las mayores diferencias entre Sarkozy y Hollande se han hecho patentes en su posición respecto a las ‘recetas’ impuestas por Angela Merkel. Mientras el presidente galo se ha convertido en un socio fiel de la canciller y pretende incorporar a la Constitución la ‘regla de oro’ contra el déficit, Hollande amenaza con bloquear el pacto fiscal si no se añade un paquete para reactivar la economía y el empleo. En el fondo de la cuestión, los franceses están obligados a decidir si prefieren colaborar en la senda trazada por Alemania o tratar de provocar un cambio de rumbo.

La larguísima campaña electoral francesa llega a su fin y la relevancia de la cita es proporcional al cansancio de los electores. Con un presidente que lleva meses actuando como candidato y un aspirante que enlazó la carrera por liderar el Partido Socialista con el asalto al Elíseo, los desmoralizados votantes  empiezan a mostrar señales de hastío: las últimas predicciones señalan que la abstención podría batir el récord histórico de 2002, llegando al 29% en la primera vuelta. El número de indecisos también es notablemente elevado, añadiendo un factor de incertidumbre a la elección del próximo compañero de Angela Merkel en la tarea de salvar Europa.