Telefónica, víctima colateral de la crisis política italiana

La crisis política italiana, destinada a comenzar a resolverse hoy con la moción de confianza a la que se somete el Gobierno de coalición liderado por Enrico Letta, tiene consecuencias importantes para España más allá de las oscilaciones de la prima de riesgo y del peligro de contagio a ojos de los inversores internacionales. En los días previos a que Silvio Berlusconi tratara de tumbar al Ejecutivo exigiendo a los ministros de su partido que dimitieran, Telefónica, de forma callada, estaba a punto de lograr la ‘luz verde’ de Letta para hacerse con el control de Telecom Italia, de la que ya es accionista de referencia.

De lograrlo, se trataría de una adquisición con ribetes de hazaña, pues Italia saca a relucir todo su chovinismo cada vez que están en juego empresas de sectores considerados estratégicos. Bien lo saben en Abertis, pues Roma bloqueó en 2006 su intento de fusión con Autostrade. Según el entonces primer ministro, Romano Prodi, el acuerdo entre las concesionarias de autopistas provocaba un conflicto de intereses. En los repetidos intentos de Telefónica por comprar Telecom Italia, se encontró con respuestas similares, especialmente por parte de Il Cavaliere, quien no tiene empacho en alabar el liberalismo económico al tiempo que defiende la ‘italianidad’ de algunas corporaciones.

El presidente del gigante de las telecomunicaciones español César Alierta estará muy pendiente del resultado de la moción de confianza de hoy. Letta la superará si, como se espera, se fractura el partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL), y logra así el apoyo de, al menos, unos quince senadores de la derecha. Este parece ser el escenario más probable, pues ayer el secretario general del PDL, Angelino Alfano, abandonó la obediencia ciega al líder y pidió a los parlamentarios de su formación que votaran a favor del Gobierno. La actuación de Letta al negarse a aceptar la dimisión de los ministros ‘berlusconianos’ invita igualmente a pensar que el Gabinete podría seguir adelante. Lo haría a costa de la ruptura del PDL.

Alierta espera que el Ejecutivo sobreviva para no tener que empezar a negociar de cero con un nuevo Ejecutivo, que además tardaría un tiempo en tomar posesión y, probablemente, tampoco prolongaría su existencia más allá de la próxima primavera. Los deseos del presidente de Telefónica de que Letta continúe en el poder se explican porque, según los diarios italianos, habría alcanzado ya un acuerdo con él para que el Ejecutivo no aprobara nuevas leyes que dificultaran la adquisición ni utilizara su ‘acción de oro’ para bloquear la operación. A cambio, Alierta se comprometería a garantizar inversiones en la red telefónica italiana. Incluso ambos podrían haberse puesto de acuerdo en el nombre del próximo presidente de Telecom Italia. Sería Massimo Sarmi, actual consejero delegado de Correos en Italia, el que sustituyera a Franco Bernabé, quien podría formalizar mañana su dimisión, anunciada cuando cristalizó el interés de Telefónica por hacerse con el control de su participada.

“Los contactos de alto nivel que se han producido durante estos días entre Telefónica y el gobierno italiano podrían haber alcanzado un acuerdo en términos generales. Si así fuera, la evolución del contexto político corre el riesgo de hacer fracasar todo”, informaba el lunes Il Sole 24 Ore, el gran diario económico italiano. Cesare Pozzi, profesor de Economía Industrial en la Universidad Luiss de Roma, considera que,si el Gobierno de Letta sigue con vida, será poco probable que ponga impedimentos a la compra de Telecom Italia por parte de Telefónica. “Ya ha dicho que se trata de una empresa privada y que no va a intervenir, aunque no es cierto del todo. Hay mucha sensibilidad respecto a la gestión de una infraestructura tan estratégica como es la red. Para aclarar las cosas, Telefónica debería aclarar si tiene un proyecto industrial para Telecom Italia, pues hay temor a que sólo tenga interés en alguno de su sectores y vaya a vender los otros”, apunta el profesor Pozzi.

La parte de Telecom Italia que más interesa a Telefónica está en su presencia en América Latina, especialmente en Brasil, donde el operador móvil Tim tiene una gran presencia. “Espero que no se trate sólo de una operación con intereses financieros. Si Telefónica propone un plan estratégico podría ser interesante tanto para Italia como para España. Nuestros dos países están perdiendo muchas oportunidades para dialogar y desarrollar intereses comunes, económicos y políticos, tanto dentro de sus respectivos territorios como a nivel europeo”, propone el profesor. A su juicio, si prevalece el sentido común entre las partes, no habría problema ni siquiera con la cuestión de la red de telefonía fija, que algunos querrían que fuera recomprada por el Estado para garantizar su ‘italianidad’. Sería una operación estimada en 12.000 millones de euros.

Para Dino Bortolotto, presidente de Assoprovider, asociación que agrupa a pequeñas y medianas empresas de telecomunicaciones, sería descabellado que se utilizara dinero público con ese objetivo en lugar de liberalizar el sector y ayudar el desarrollo de “una auténtica competencia”. “A nosotros no nos parece mal que Telecom Italia pase a manos extranjeras. Esperemos que si se concreta el cambio de propietarios acabe de una vez el proteccionismo”, comenta. Bortolotto denuncia la labor de lobby que la principal empresa de telefonía italiana hace sobre los parlamentarios, lo que podría suponer un problema adicional para los intereses de Telefónica.

La empresa presidida por Alierta alcanzó la semana pasada el 66% de Telco, el consorcio formado junto a Intesa San Paolo, Generali y Mediobanca que controla Telecom Italia. La multinacional española tiene previsto subir al 70% en las próximas semanas y alcanzar en enero el 100% de Telco, siempre que la crisis política italiana se reconduzca y no tenga que lidiar con un nuevo Gobierno o, incluso peor, con el vacío de poder.