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Las FARC y su insólito regreso al mundo: música y fútbol donde rugían las armas
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DENTRO DE LA PLAZA FUERTE DE LA guerrilla

Las FARC y su insólito regreso al mundo: música y fútbol donde rugían las armas

Las FARC abren al mundo uno de los campamentos más inexpugnables que ha erigido en 52 largos años de conflicto. Donde antes sonaban las armas, ahora centellean los 'flashes' y la música

Foto: Guerrilleros de las FARC juegan al fútbol en el campamento de los llanos del Yarí, Colombia. (Foto: Héctor Estepa)
Guerrilleros de las FARC juegan al fútbol en el campamento de los llanos del Yarí, Colombia. (Foto: Héctor Estepa)

Nosotros no nos vamos a desmovilizar. Al contrario, vamos a movilizarnos. Vamos a ir a las urnas y vamos a lanzarnos desde la estructura de gobierno más básica a la más alta de la República”. En las recónditas llanuras del Yarí, plaza fuerte histórica de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los guerrilleros tienen claro cuál va a ser el próximo movimiento de ficha sus líderes.

La aislada y calurosa sabana, a 24 horas de carretera de la capital, Bogotá, es el escenario donde la organización discute estos días, entre otros asuntos, cómo transformar una guerrilla creada a mediados del siglo XX en un partido político moderno. El punto principal de la semana es refrendar el acuerdo de paz alcanzado hace semanas con el Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, a falta de su aprobación en plebiscito el próximo 2 de octubre.

Los líderes guerrilleros no están solos: alrededor de 300 delegados de las unidades y frentes de todo el país han acudido a la reunión, constituida como la Décima Conferencia de las FARC.

Algo, sin embargo, la hace distinta de las otras nueve: los más de tres centenares de periodistas que cubren el evento, llegados de medio mundo. La guerrilla abre al planeta entero uno de los campamentos más inexpugnables que han erigido en 52 largos años de conflicto armado. Donde antes se escuchaba el ruido de las metralletas, ahora centellean los 'flashes' de las cámaras y la música de los grupos colombianos que han sido invitados para realizar conciertos en un improvisado, pero completo escenario.

Para la mayoría de guerrilleros es el primer contacto directo con el mundo en muchos años. Acostumbrados a no tratar con más personas que los integrantes de sus pequeñas unidades, además de moverse en unas pocas hectáreas de terreno, los integrantes de las FARC conversan estos días con personas de los cinco continentes. Y lo cierto es que se les ve con ganas. La relación no se reduce solo a entrevistas formales. Comparten espacio, comida, baño y partidos de fútbol en el fango con los extranjeros.

La participación política

Al habla Carlos, miembro del Estado Mayor del Frente 15 de las FARC, la autoridad en el campamento donde pernoctan muchos de los invitados, acomodado para la ocasión: “Hay que hacer una depuración. Las instituciones están podridas y eso es un lastre”, enfatiza el guerrillero, recio, de ojos achinados y semblante duro, pero con un discurso más elaborado que el de muchos de sus compañeros. Según los acuerdos de Paz, las FARC tendrán garantizados cinco diputados fijos en la Cámara de representantes y otros cinco en el Senado entre 2018 y 2022.

"Hemos ido a combates en los que un muchacho le apunta al puesto de la policía y se le han metido las bombas a la iglesia o a una casa. Nuestras armas no son tan precisas. Pedimos perdón público y estamos dispuestos a ofrecer una reparación"

No evade ninguna de las acusaciones formales que pesan sobre las FARC. Ni siquiera una de las más graves: la de favorecer el narcotráfico de cocaína, bien sea por el cobro de coimas a los campesinos que la plantan hoja de coca, o su propia distribución. “El narcotráfico es una cosa aislada a nuestro movimiento, a nuestra lucha. Nosotros hemos dicho que eso causa daño a nuestra sociedad. No vamos a estar de acuerdo con eso. Lo que pasa es que los colombianos se han visto abocados a acudir a ello como fuente de ingreso para su economía ya que no existe otra garantía para que ellos se busquen su sustento”, matiza Carlos, abogando por un plan nacional de sustitución de cultivos de uso ilícito que compense a los campesinos, algo incluido en los acuerdos de paz. Algunos de los presentes en la conferencia admiten el cobro de impuestos a los productores. Otros niegan totalmente la mayor.

El discurso de Carlos transcurre sin apenas titubeos. Se nota que está acostumbrado a arengar a la tropa. Se atreve a dar su opinión sobre las víctimas de las FARC: “Nosotros somos conscientes de que en la confrontación ha habido errores pero es que la guerra es deshumanizada. Nosotros somos un ejército irregular. Hemos manejado nuestras propias armas de una forma no convencional, con los medios que tenemos. Hemos ido a combates en los que un muchacho le apunta al puesto de la policía y se le han metido las bombas a la iglesia o a una casa. Son errores ajenos a la voluntad de esos guerrilleros. Nuestras armas no son tan precisas. A esas víctimas las hemos puesto en el centro del proceso que se está realizando. Pedimos perdón público y estamos dispuestos a ofrecer una reparación”, asegura.

En los últimos meses se han sucedido los actos conjuntos de perdón entre la guerrilla y sus víctimas. Para algunos familiares de desaparecidos esa petición de perdón ha sido suficiente. Para otros no.

¿Y los otros grupos armados?

El conflicto armado colombiano dista mucho de estar finalizado con el desarme de las FARC. En el país sudamericano seguirá operando el narco, bandas criminales integradas en buena parte por antiguos paramilitares y guerrilleros, y también otros grupos armados de extrema izquierda considerados por el Gobierno como terroristas.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) tomará el testigo de las FARC como la guerrilla más extendida por el país en los próximos meses. “Nosotros les hemos hecho un llamado para que abracen las banderas de la paz, visto que ahora hay unas garantías de que es posible salir de la confrontación armada. Una paz sin el ELN es una paz incompleta”, reivindica el veterano combatiente.

Para él, la paz es casi un hecho consumado: “Si gana el no en el plebiscito buscaremos otra forma de refrendar esos acuerdos, pero no vamos a ir a la guerra. Ya tiene que ser por fuerza mayor, es decir, que nos empiecen a exterminar nuevamente a base de plomo para que nos veamos abocados nuevamente a una lucha armada”, enfatiza. Una encuesta reciente le daba la victoria al sí con una esperanza de voto del 71%.

El temor a los paramilitares

Cerca del puesto de Carlos está la pequeña tienda de Nancy, una guerrillera de 26 años. Ella también dice buscar la paz. No sabe, sin embargo, a qué se dedicará cuando entregue su fusil: “Haré cualquier cosa que vaya en beneficio de nuestro país”, explica cuando se le pregunta. Es una constante en la tropa presente en los llanos del Yarí. Apenas unos pocos saben con certeza lo que van a hacer cuando dejen de ser combatientes activos.

Nancy es tímida, pero de ideales arraigados. Los de toda una veterana de las FARC. Que su juventud no conduzca a engaños: lleva 14 años en la guerrilla. Ingresó, según relata, de manera voluntaria, a los 12 años, debido a la situación económica de su familia en el ámbito rural. Contó con el beneplácito de sus padres. No les ve desde hace tres años: “Donde yo vivía había mucha guerrilla y decidí ingresar. Me gustaba su forma de vida. Vi la solidaridad que tenían con la gente necesitada”, comenta la combatiente.´

Pone en duda su seguridad cuando se desmovilice. Centenares de exguerrilleros fueron asesinados en Colombia en anteriores procesos de paz: “el único riesgo que hay ahora es el paramilitarismo. Es lo que más le preocupa a uno. Si vamos a hacer dejación de armas, el Gobierno tiene que darnos totalmente las garantías de que el fenómeno del paramilitarismo tiene que desaparecer. Para eso habrá unos verificadores”, comenta. Pablo ‘Catatumbo’, miembro del Secretariado de las FARC, confirmó que este punto es básico para que la organización llegue a desmovilizarse completamente.

Convivir con las víctimas

A su compañero de armas, Antonio, el “poeta del amor” del campamento, como le llaman amistosamente sus camaradas, lo que le preocupa es volver a convivir en el mismo lugar con víctimas de la guerrilla. Se ha preparado para cuando llegue el momento: “Hay que acercarse a esas personas con la mejor manera. Hacerles entender que a veces en el conflicto hay muertos de ambas partes”, explica el guerrillero de 25 años, con 10 de experiencia, el mismo tiempo que lleva sin ver a su familia, unos padres que en un principio no aceptaron el paso de su hijo a las FARC.

Antonio ha vivido lo más duro de la guerra. Ha entrado varias veces en combate. Ha estado a punto de morir, la última vez hace dos años. Parece mentira, a juzgar por su carácter jovial. También ha llegado a estar a cargo de rehenes. Niega que fueran maltratados, a pesar de las experiencias relatadas por secuestrados de las FARC que lograron su liberación: “ni los torturábamos, ni los amenazábamos”, asegura. “Es un ser humano que siente lo mismo que sentimos nosotros y les brindamos todo lo que consideramos necesario”, añade.

Dice que en su unidad todos están por la paz. No es algo que suceda siempre. Una veintena de miembros del frente primero decidieron no aceptar los acuerdos y marchar por su cuenta. Se teme que acaben formando una banda criminal: “eso se debe a cuestiones ideológicas. Pero eso no nos va a estancar ni torcer este proceso”, resume, sin querer extenderse más. Es un tema que genera controversia en los presentes en la conferencia.

Tampoco sabe qué va a hacer cuando deje las armas. Quizás estudie. O trabaje como obrero. Eso sí, tiene claro que seguirá subordinado al liderazgo de las FARC. Unos cabecillas que siguen estos días definiendo el paso a partido político de la guerrilla. De momento ya tienen el sí de 51 de las delegaciones presentes en la conferencia. Según lo expuestos por los comandantes en cortísimas ruedas de prensa, el apoyo es hasta ahora unánime. No parece lejano el día en que esos mismos líderes de la guerrilla aparezcan en una lista electoral.

Nosotros no nos vamos a desmovilizar. Al contrario, vamos a movilizarnos. Vamos a ir a las urnas y vamos a lanzarnos desde la estructura de gobierno más básica a la más alta de la República”. En las recónditas llanuras del Yarí, plaza fuerte histórica de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los guerrilleros tienen claro cuál va a ser el próximo movimiento de ficha sus líderes.

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