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Puigdemont sí, sudaneses no: crisis en Bélgica por la oferta de asilo al 'expresident'
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Puigdemont sí, sudaneses no: crisis en Bélgica por la oferta de asilo al 'expresident'

La oposición pide la cabeza del secretario de Estado de Asilo y Migración belga, después de salir a la luz que varios sudaneses fueron torturados en su país de origen tras ser repatriados por Bélgica

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en Bruselas. (EFE)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en Bruselas. (EFE)

Tras poco más de tres años de convivencia tranquila, el Gobierno belga se tambalea. La tensión, que surgió con la llegada de Carles Puigdemont a Bélgica, vuelve a poner a prueba las costuras de la coalición “improbable” que lidera el francófono Charles Michel, a la sombra de los soberanistas flamencos de la N-VA.

Los ultimátums, las peticiones de dimisión y los rumores de elecciones anticipadas acompañan a la última polémica protagonizada por Theo Francken. La oposición pide la cabeza del secretario de Estado de Asilo y Migración belga, tras la apertura de una investigación después de salir a la luz que varios sudaneses fueron torturados en su país de origen tras ser repatriados por Bélgica.

No serían pocos los que en el Gobierno de Michel se alegrarían de despedirse de Francken. El secretario de Estado gestiona su cartera con una mano dura que roza la ideología ultra. Y sus desplantes han dejado en evidencia más de una vez al propio Ejecutivo.

placeholder El secretario de Estado belga de Migración y Asilo, Theo Francken, durante una entrevista en Bruselas. (Reuters)
El secretario de Estado belga de Migración y Asilo, Theo Francken, durante una entrevista en Bruselas. (Reuters)

Pero Francken es también un activo valioso para la N-VA y uno de los protegidos de su líder, Bart de Wever. Y el alcalde de Amberes, probablemente el político más influyente de Bélgica, ha amenazado con dejar caer el Gobierno si Francken pierde su puesto.

Francken, quien se ha convertido en una suerte de portavoz de la línea dura de la N-VA, fue quien invitó a Puigdemont públicamente a pedir asilo en Bélgica el día antes de que el catalán viajara al país en secreto. El gesto causó una gran tensión entre Bélgica y España, pero también dentro del propio Gobierno belga, que comprobó una vez más que la N-VA va por libre.

Hasta la llegada del 'expresident' y sus cuatro exconsejeros, la N-VA se esforzaba por ejercer de poder en la sombra, pero su influencia es cada vez más evidente, para disgusto del resto de socios de la coalición.

“El primer ministro se ha convertido en una marioneta de la N-VA”, ha lamentado Eric Van Rompuy, democristiano flamenco del CD&V

“El primer ministro se ha convertido en una marioneta de la N-VA”, ha lamentado Eric Van Rompuy, una de las caras visibles de los democristianos flamencos del CD&V, que forman parte de la coalición gubernamental.

Pese a ser la fuerza más votada en el país —es muy popular en Flandes y los flamencos son mayoría frente a los valones—, la N-VA tuvo que moderar su discurso, aspiraciones independentistas incluidas, para lograr encontrar socios con los que formar Gobierno. Un equilibrio que peligra ahora.

En pleno fuego cruzado, Michel dice que no se dejará intimidar por “chantajes, amenazas y las provocaciones”. Pero, al mismo tiempo, ha lanzado un tímido capote a Francken. Dice el primer ministro que la investigación sobre lo sucedido con los repatriados a Sudán no versa sobre su secretario de Estado, sino sobre los hechos en sí.

Una socorrida ambigüedad que en política suele ser el último refugio de quienes constatan que el consenso es inviable.

Tras poco más de tres años de convivencia tranquila, el Gobierno belga se tambalea. La tensión, que surgió con la llegada de Carles Puigdemont a Bélgica, vuelve a poner a prueba las costuras de la coalición “improbable” que lidera el francófono Charles Michel, a la sombra de los soberanistas flamencos de la N-VA.

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