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¿Es la hora de que Boris Johnson se convierta en el líder de los 'tories'?
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el gobierno de theresa may se desmorona

¿Es la hora de que Boris Johnson se convierta en el líder de los 'tories'?

La dimisión del hasta ahora ministro de Exteriores británico tiene una explicación: espera suceder a Theresa May a la cabeza del Partido Conservador. Pero su renuncia puede haberle dado un respiro

Foto: Boris Johnson, durante una reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, el 18 de junio de 2018. (Reuters)
Boris Johnson, durante una reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, el 18 de junio de 2018. (Reuters)

Quizá toda esta crisis de Gobierno en Westminster haya sido por ahorrarse un taxi. Cuando los ministros llegaron el pasado viernes a la casa de campo de Chequers, se dijo que aquellos que dimitieran se quedarían sin coche oficial para regresar a Londres. Era entonces cuando se esperaba “sangre en la alfombra”, tal y como describían los rotativos. Pero tras una reunión de 12 horas, la 'premier' Theresa May anunciaba con tono victorioso que su Gabinete había consensuado, al fin, la propuesta que ha de entregarse ahora a Bruselas sobre las futuras relaciones comerciales con el bloque. El espejismo ha durado muy poco. La escena parece ahora de otra era.

En menos de 24 horas, la aún líder 'tory' se ha quedado sin dos de los pesos pesados de su Ejecutivo. La dimisión de David Davis como ministro del Brexit no manda precisamente un mensaje de confianza al otro lado del Canal de la Mancha. Antes de la cita de Chequers, el 'tory' euroescéptico había escrito a May una carta donde ya le adelantaba que no veía su plan “viable”. La química entre ambos había dejado de existir hace tiempo. Al fin y al cabo, es Olly Robbins —un perfil técnico al que no le gusta llamar la atención— quien representa realmente los intereses británicos en las conversaciones con el equipo de Michel Barnier.

Pero ¿Boris Johnson? ¿Qué busca realmente el excéntrico político con su dimisión como ministro de Exteriores? En su carta de renuncia asegura que no puede aceptar el hecho de que el Reino Unido se dirija a un “semi-Brexit con amplias partes de la economía atadas a la UE”. A lo que May se ha quedado un tanto “sorprendida”, ya que califica de “muy constructivas” las conversaciones que ambos tuvieron el pasado viernes.

Foto: David Davis, el ministro del Brexit, renuncia a su cargo. (Reuters)

La realidad es que, tras bambalinas, Johnson ha recibido mensajes de algunos de sus colegas que advertían de que si no movía ahora ficha, se olvidara de tener posibilidades para convertirse en el próximo líder de la formación. El que fuera alcalde de Londres es un puro estratega y no puede perder el que quizá sea el último tren para alcanzar el sueño que lleva persiguiendo tanto tiempo: mudarse a Downing Street.

Por pura estrategia, más que por convicción, acabó convertido en el protagonista de la campaña oficial pro Brexit durante el referéndum de 2016. Y también por pura estrategia, más que convicción, decidió abandonar en último momento la batalla por el liderazgo que se planteó cuando David Cameron presentó su renuncia. Si ahora ha tomado la decisión de marcharse, es que ve posibilidades de que la moción de no confianza contra May salga adelante. Se necesitan 48 peticiones formales de diputados 'tories' para que Sir Graham Brady, presidente del llamado Comité de 1922 —que representa a los conservadores sin cartera—, active una votación para revisar el puesto de la primera ministra.

El Partido Conservador mantuvo el lunes una reunión que se alargó hasta bien entrada la noche. Por el momento, May continúa sobreviviendo políticamente. Pero la espada de Damocles sigue amenazando un liderazgo en continuo escrutinio.

placeholder Theresa May, ayer, en Downing Street. (EFE)
Theresa May, ayer, en Downing Street. (EFE)

¿El fin de May o un comienzo glorioso?

Fuentes de la formación consultadas por El Confidencial aseguran que la mayoría de los diputados 'tories' y, lo que es más importante, la mayoría de los miembros de la Cámara de los Comunes —que es al fin y al cabo donde se deben aprobar las leyes y el acuerdo final de salida del bloque— quieren tener una relación lo más próxima posible con la UE. Por lo tanto, a día de hoy —aunque ya se está viendo que en política una semana es un mundo—, no creen que los euroescépticos más radicales vayan a conseguir un Brexit duro o incluso sacar al país sin acuerdo, lo que tendría catastróficas consecuencias para la economía, al menos a corto plazo. De hecho, si los 'brexiteers' ponen ahora en peligro las negociaciones con Bruselas, los 'remainers' pueden optar por apoyar a los rebeldes eurófilos incondicionales la próxima semana para mantener al Reino Unido en la unión aduanera en una importante votación sobre la nueva ley de aduanas.

Desde hace meses, una de las hipótesis con la que trabajan algunos de los enemigos de May es forzar su marcha para convertir a Johnson en primer ministro y a Jacob Rees-Mogg —líder de los 'tories' euroescépticos— en su responsable del Tesoro. Pero está por ver si tienen apoyos suficientes para ejecutar su plan.

A corto plazo, lo que los 'brexiteers' quieren es obligar a May a que cambie su hoja de ruta —que apuesta por crear un área de libre comercio para bienes industriales y agrícolas con el bloque, basada en un “reglamento común”—. Salir del bloque sin acuerdo es realmente el sueño para los euroescépticos convencidos. Pero la aún líder 'tory' no está dispuesta a mover una coma. Al menos así lo manifestó este lunes en la Cámara de los Comunes, donde aseguró que su propuesta para el Brexit sienta unas bases de negociación “responsables y creíbles”.

Foto: La primera ministra británica, Theresa May (d), y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (i), en el 10 de Downing Street. (EFE)
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En definitiva, los próximos días son cruciales. Todas las opciones parecen ahora creíbles. Por un lado, podría haber rebelión contra May, batalla por el liderazgo en el Partido Conservador o incluso elecciones anticipadas, un panorama del que viene hablando desde hace tiempo el 'lobby' pro UE, que en los últimos meses ha intensificado su campaña para que sea el electorado quien decida en un nuevo plebiscito el futuro del país.

Por otro lado, May podría haberse quitado, al fin, a dos ministros que siempre le han dado problemas, y al rodearse ahora de un Gabinete más leal, la recta final de negociaciones con Bruselas podría ser mucho más sencilla.

En definitiva, ¿es el final de su Gobierno o se trata de un comienzo glorioso? Ni siquiera en las míticas casas de apuestas del país se atreven a poner todo el dinero en una u otra opción.

Quizá toda esta crisis de Gobierno en Westminster haya sido por ahorrarse un taxi. Cuando los ministros llegaron el pasado viernes a la casa de campo de Chequers, se dijo que aquellos que dimitieran se quedarían sin coche oficial para regresar a Londres. Era entonces cuando se esperaba “sangre en la alfombra”, tal y como describían los rotativos. Pero tras una reunión de 12 horas, la 'premier' Theresa May anunciaba con tono victorioso que su Gabinete había consensuado, al fin, la propuesta que ha de entregarse ahora a Bruselas sobre las futuras relaciones comerciales con el bloque. El espejismo ha durado muy poco. La escena parece ahora de otra era.

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