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Y mientras tanto, en las calles de Venezuela... no está pasando nada
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la eterna crisis política venezolana

Y mientras tanto, en las calles de Venezuela... no está pasando nada

La efervescencia política se ha traducido en apenas cambios en la vida cotidiana. Los venezolanos siguen con sus trabajos y, sobre todo, con la lucha diaria para conseguir productos básicos

Foto: Una mujer pasa frente a un mural del presidente Hugo Chávez en Caracas, el 4 de febrero de 2019. (EFE)
Una mujer pasa frente a un mural del presidente Hugo Chávez en Caracas, el 4 de febrero de 2019. (EFE)

Los políticos hablaron desde los estrados: España reconoció al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente encargado; el presidente Nicolás Maduro criticó al presidente de España, Pedro Sánchez; Juan Guaidó le dio las gracias a Sánchez. Los analistas, desde sus sillones o desde los platós, vaticinaron una guerra civil en Venezuela. Quienes están en España escribieron a los que están aquí, consternados: “Cuídate. Te vienes si hay [más lío]”. Y luego está la calle. Este lunes no hubo grandes manifestaciones. Ni a favor ni en contra de nadie. No salieron dos bandos (cada vez más desiguales) a enfrentarse. No pasó nada.

A primera hora, Pedro Sánchez reconocía a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Se había terminado el ultimátum de ocho días a Nicolás Maduro para que convocara elecciones presidenciales. Detrás, una ristra de países de Europa.

Al poco, Maduro declaraba que “de haber una invasión gringa en Venezuela, Pedro Sánchez tendría las manos manchadas de sangre”. Y hacía un llamado para que este miércoles se acuda a todas las plazas Bolívar del país (como nuestra plaza mayor) para recoger firmas en contra de Donald Trump. Justamente hoy que se cumplen 27 años del intento de golpe de Estado en que se dio a conocer Hugo Chávez.

Foto: Opositores venezolanos se preparan para la marcha del pasado sábado. (EFE)

Luego hablaba Juan Guaidó. Agradecía el apoyo de Sánchez y de Europa. Y explicaba que había toneladas de ayuda humanitaria en la ciudad fronteriza de Cúcuta que entraría al país a final de la semana. Aún no se sabe cómo ni con quién, aunque ya el Ministerio de Defensa de Colombia ha dicho que en su territorio no hay soldados estadounidenses. Tampoco se sabe si el Gobierno de Maduro dejará que entre ni bajo qué condiciones.

Y durante todo el día: nada.

Nada como que la señora Isabel Pino (49 años) relatara encogida, apenas vestida con un camisón roído, rascándose con nervios las uñas, cómo a su hijo Johendry Enrique Fernández (27) lo mataron las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) el 24 de enero en el barrio José Félix Ribas de Petare, el barrio (favela) más grande de Venezuela y uno de los más extensos de Latinoamérica. “Pasaba por allí, lo llamaron, él que no la teme, allá fue. Le pegaron dos tiros en el pecho. Dijeron que se había resistido a la autoridad. Mi muchacho... 30 hombres armados contra uno sin nada. No me quisieron enseñar el cadáver, lo reconoció su padre. Pero luego fui yo quien lo vistió para velarlo aquí en la casa unos días después”. En el salón de la casa, unas cajas del CLAP (kit de comida que da el Gobierno) y en una de las puertas, una pegatina rasgada de la primera campaña presidencial de Maduro. “Hasta el día 24 votaba por Maduro. Ahora, de esto no quiero ni hablar. Pero ¿qué más tengo que temer que me quiten? Si me han quitado lo que más quería y más me duelem que es mi hijo”.

placeholder Una niña juega en un columpio en las inmediaciones del Cuartel de la Montaña, este lunes en Caracas. (EFE)
Una niña juega en un columpio en las inmediaciones del Cuartel de la Montaña, este lunes en Caracas. (EFE)

Apagones, basuras y cadáveres

Nada como que a unos metros de la casa de la señora Isabel, más de 50 personas se agolpaban desde hacía casi 24 horas para esperar el gas y poder cocinar. Bajo el sol del Caribe, que es tan clemente como el que hay en Andalucía un día de agosto a las tres de la tarde.

En esas mismas calles donde se amontona la basura desde hace quién sabe cuánto. Ese tesoro para los muchachos que andaban rebuscando en ella en el momento exacto en que Guaidó hablaba en la Asamblea Nacional y anunciaba que la ayuda llegaría al final de la semana.

Al salir de Petare, en los alrededores del hospital Pérez de León, una multitud hacía cola a la espera de medicinas. En la otra punta de la ciudad, en la Maternidad Concepción Palacios, un montón de mujeres esperaban pacientes su turno para que sus hijos fueran atendidos. Muchas se quejaban de que lo duro no era la larga espera, sino el periplo posterior que habrían de hacer en busca de los medicamentos para sus bebés.

Foto: Venezuela sale a la calle. (EFE) Opinión
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En un supermercado, la gente se agolpaba porque había llegado harina de maíz para hacer las arepas. “Está a un precio más o menos, pero con esto resuelvo para los chamos”, decía una señora.

A las cuatro de la tarde, a la altura de El Paraíso, había un atasco. Unos metros más adelante, una inspectora del CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) levantaba informe del cadáver de un hombre que fue encontrado en el río Guaire flotando. Estaba semidesnudo, amordazado. Se desconocen las causas y lugar de su muerte. Se suma a una estadística de muertes violentas que desde hace tiempo no tiene una cifra concreta conocida porque el Ministerio Público no las da.

Las calles de Caracas: donde no pasa nada, aunque pase de todo.

Los políticos hablaron desde los estrados: España reconoció al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente encargado; el presidente Nicolás Maduro criticó al presidente de España, Pedro Sánchez; Juan Guaidó le dio las gracias a Sánchez. Los analistas, desde sus sillones o desde los platós, vaticinaron una guerra civil en Venezuela. Quienes están en España escribieron a los que están aquí, consternados: “Cuídate. Te vienes si hay [más lío]”. Y luego está la calle. Este lunes no hubo grandes manifestaciones. Ni a favor ni en contra de nadie. No salieron dos bandos (cada vez más desiguales) a enfrentarse. No pasó nada.

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