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Escándalos sexuales para callar a los periodistas díscolos en Marruecos
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Estrategia ligada al ministerio de Interior

Escándalos sexuales para callar a los periodistas díscolos en Marruecos

Aunque carezcan de fundamento, las acusaciones de delitos sexuales dificultan las reacciones solidarias con los directores y periodistas independientes hoy en día encarcelados o exiliados

Foto: Escenario del juicio a una periodista marroquí por presuntamente abortar. (EFE)
Escenario del juicio a una periodista marroquí por presuntamente abortar. (EFE)

"Ven tú cuando yo haya acabado [de hablar por teléfono]". Hafsa B., de 27 años, que se dedica al marketing en el diario digital marroquí independiente 'Le Desk', envió este mensaje de WhatsApp en la madrugada del 13 de julio al periodista Omar Radi, de 33 años, colaborador de esa misma publicación.

Ambos intercambiaban mensajes a pesar de encontrarse en el mismo recinto, el salón comedor del chalé del propietario y director de 'Le Desk' en Bouznika, a pocos kilómetros al sur de Rabat. En estos tiempos de pandemia, con una movilidad reducida, tres colaboradores del periódico se habían quedado a dormir, después de una sesión de trabajo, en la casa de Ali Amar, el responsable de la publicación. El director, su mujer y otra persona de su familia dormían en el primer piso y Hafsa B, Omar Radi y otro periodista en el amplio salón de la planta baja.

Omar Radi cruzó entonces el salón para juntarse con Hafsa B. y mantuvieron relaciones sexuales. Nadie en la casa de Bouznika, donde en verano se duerme con puertas y ventanas abiertas, escuchó gritos ni quejas esa noche ni tampoco a la mañana siguiente. Diez días después la joven se presentó, sin embargo, en la Fiscalía de Casablanca y denunció al periodista por haberla violado.

Foto: El puerto de Algeciras (Cádiz) en el marco de la Operación Paso del Estrecho (OPE) en 2019. (EFE)

"Pensaba, ingenua de mí, que Omar solo quería charlar", afirmó Hafsa B. en 'Atlasinfo', un diario afín a las autoridades de Marruecos que se publica en París, el único medio al que la joven dio una entrevista. "Sería renegar de toda mi educación pensar que, en una casa llena de gente a la que se me han invitado, con personas que considero como mi familia, puedo mantener una relación consentida encima del sofá, en mitad del salón", añadió.

"Desmiento las acusaciones de la denunciante; esa noche, ella y yo, mantuvimos en dos ocasiones relaciones sexuales consentidas", respondió Omar Radi en la página de Facebook de su padre. "He presentado a los investigadores elementos que confirman el consentimiento de la relación", prosiguió aludiendo a los WhatsApp.

"Nadie puede creerse que la formulación de esta denuncia maliciosa, justo en este momento, sea una mera coincidencia, un expediente separado del acoso judicial que padezco", concluyó Radi el texto publicado poco antes de su ingreso en prisión el 29 de julio imputado por "violación y agresión indecente con violencia". Antes de ser contratada por 'Le Desk', Hafsa B. trabajó para el grupo de prensa Barlamane que dirige Mohamed Khabbachi, de 62 años, exdirector de comunicación del Ministerio del Interior marroquí.

El régimen, que parece temer a la opinión pública internacional, promueve las acusaciones [de acoso sexual, contra disidentes] que la dividen

Omar Radi, periodista de investigación que ha cosechado algunos premios, es desde principios de año la nueva bestia negra del régimen marroquí. En marzo pasado ya fue condenado a cuatro meses, aunque no llegó a ir a la cárcel, por desacato al tribunal tras criticar en Twitter la severidad de una sentencia pronunciada contra jóvenes rebeldes del Rif.

A finales de junio fue imputado por ser "financiado desde el extranjero" por con un servicio secreto, el MI6 británico aunque el auto de acusación no le menciona. Puso así en peligro la seguridad del Estado marroquí. Radi, en realidad, solo redactó algún informe económico para una consultora dirigida por un exagente retirado del MI6. El juicio está previsto para el 22 de septiembre.

Cámaras ocultas y hackeo de móviles

Dos días antes de su imputación por espionaje, Radi había asestado, con la ayuda de Amnistía Internacional, uno de los golpes más duros de los últimos años a la imagen tolerante y plural que las autoridades de Marruecos pretenden dar. Demostró que su móvil, como el de otros opositores o periodistas independientes, había sido pirateado por los servicios secretos marroquíes con el programa Pegasus de espionaje israelí. La noticia fue publicada simultáneamente por algunos de los periódicos más influyentes del mundo. El Gobierno marroquí la desmintió.

Omar Radi no es una excepción. Los periodistas díscolos de Marruecos acaban con frecuencia involucrados en supuestos escándalos o agresiones sexuales. A finales de mayo fue detenido Soulaimane Raissouni, de 48 años, que de hecho ejercía como director de 'Akhbar al Youm', el periódico en papel más independiente de Marruecos. Una televisión afín al régimen, Chouf TV, estaba allí para grabar su apresamiento.

Un defensor de los derechos LGTB había denunciado a Soulaimane Raissouni en su página de Facebook. La Justicia marroquí se tomó, por una vez, en serio la acusación formulada por una persona gay aunque la homosexualidad es un delito que figura en el código penal. La Fiscalía actuó de oficio y Raissouni será juzgado el septiembre por "asalto indecente con violencia y secuestro" del activista LGTB.

placeholder Lalla Salma, en una imagen de archivo. (Reuters)
Lalla Salma, en una imagen de archivo. (Reuters)

La prensa oficialista denigra a los periodistas incómodos y, a veces, hasta anticipa los motivos por los que se acabarán sentando en el banquillo. Siete meses antes de que Raissouni fuese detenido, un diario del grupo Barlamane, vinculado con el Ministerio del Interior, publicó un artículo titulado: "Los escándalos de la familia Raissouni de los que hasta Satán se avergüenza". "Soulaimane, nos da vergüenza revelar tu comportamiento en Marrakech", escribía. "Incluso los animales se abstienen de caer en estas prácticas tan vergonzosas", añadía. Desde 2018, Baralamane dedicó nada menos que 60 artículos al periodista que dirige 'Akhbar al Youm'. A ese acoso mediático se añade el boicoteo de algunos anunciantes.

Hartos de este hostigamiento mediático, 110 periodistas marroquíes osaron, el 16 de junio, firmar un manifiesto en el que instan a las autoridades a poner un término a las calumnias que padecen las "voces críticas". "Cada vez que las autoridades la emprenden con una voz crítica, algunas webs y diarios se apresuran en escribir artículos difamatorios carentes de ética profesional y que incluso trasgreden la legislación sobre la prensa en Marruecos", denuncian. Esos diarios a los que se refieren son afines a Interior o a los servicios secretos han sido incluso utilizados, en marzo de 2018, para difamar a Lalla Salma, la esposa del rey Mohamed VI, cuando el matrimonio se estaba divorciando.

Acusadas de abortar

Nueve meses antes del ingreso de Soulaimane Raissouni en prisión preventiva, fue detenida su sobrina, Hajar Raissouni, periodista de 29 años, junto con su novio, Rifaat Al-Amine. Agentes de la brigada antivicio les echaron el guante cuando salían, el 31 de agosto de 2019, de la consulta del ginecólogo Jamal Belkeziz, a quien que también detuvieron. La pareja fue acusada de abortar y mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio y condenada a un año de cárcel. Solo permanecieron 47 días detrás de los barrotes, porque se armó tal escándalo que el rey Mohamed VI les indultó. La periodista Hajjar Raissouni había publicado en 'Akhbar al Youm' varios reportajes sobre la represión, a partir de mayo de 2017, de la revuelta del Rif.

El principal golpe contra ese diario díscolo las autoridades marroquíes lo asestaron el 23 de febrero de 2018 cuando nada menos que 15 agentes de la brigada antivicio irrumpieron en su sede para detener a su director, Toufic Bouachrine, de 51 años. En su despacho se habían instalado, sin su conocimiento, cámaras que grabaron las relaciones sexuales que Bouachrine mantuvo con redactoras y visitantes, algunas de las cuales le denunciaron.

El juicio estuvo salpicado de incidentes. Algunas de las supuestas víctimas se retractaron alegando que habían sido coaccionadas para denunciar al director por agresión sexual y otra de ellas resultó ser un agente del servicio secreto exterior marroquí (DGED), según el comunicado de la Seguridad del Estado belga que la expulsó del país por espionaje en julio de 2018. Afaf Bernani, una de las mujeres que se arrepintió de haber puesto una denuncia, fue condenada a seis meses de cárcel por falso testimonio y huyó a Túnez.

Aun así, Bouachrine fue condenado a 12 años de cárcel ampliados, más tarde, a 15. Un grupo de expertos de Naciones Unidas determinó, en enero de 2019, que la detención de Boucharine había sido arbitraria y señaló que el periodista padeció "acoso judicial" a lo largo de su juicio. Nunca se sabrá a ciencia cierta, pero quizás el editorial que le llevó a dar con sus huesos en la cárcel fue "Gobernar no es dar un paseo por el mar" en el que criticaba, en términos velados, al soberano alauí por estar de vacaciones y mantenerse en silencio durante la revuelta del Rif.

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"El régimen, que parece temer a la opinión pública internacional, promueve las acusaciones [contra disidentes] que la dividen" para dificultar así su movilización, escribió el periodista marroquí exiliado Hicham Mansouri en un artículo publicado en Orient XXI y titulado: "Marruecos: esa 'estrategia sexual' que lamina a los periodistas". El régimen "trabaja para impedir que surja una solidaridad con los acusados, desacreditando y satanizándoles, intimidando a los primeros que les respaldan, cortocircuitando las redes de apoyo (…)", recalca.

Mansouri, fundador de la asociación de periodistas de investigación, fue él mismo víctima de esa "estrategia sexual" que ahora analiza. Un tribunal de Rabat le condenó en 2015 a diez meses de cárcel por adulterio —mantuvo relaciones con una mujer separada, pero aún casada— y cuando salió de prisión huyó a Francia donde ahora reside.

"Ven tú cuando yo haya acabado [de hablar por teléfono]". Hafsa B., de 27 años, que se dedica al marketing en el diario digital marroquí independiente 'Le Desk', envió este mensaje de WhatsApp en la madrugada del 13 de julio al periodista Omar Radi, de 33 años, colaborador de esa misma publicación.

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