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Berlín ordena el cierre total: por qué esta ola está golpeando tan duro Alemania
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DE MODELO A FRACASO

Berlín ordena el cierre total: por qué esta ola está golpeando tan duro Alemania

El país surfeó la primera ola mejor que la mayoría en Europa, pero la segunda amenaza ahora con pasarlo por encima

Foto: Un homenaje a los fallecidos por coronavirus en Alemania. (Reuters)
Un homenaje a los fallecidos por coronavirus en Alemania. (Reuters)

Alemania, el país modelo de Europa durante los primeros meses de la pandemia, está naufragando ante la segunda oleada del coronavirus. Las últimas cifras de contagios confirman una sensación extendida en el país. Entre finales de noviembre y las primeras dos semanas de diciembre, han sido más de 20.000 e incluso más de 30.000 casos diarios, los números más altos registrados durante la crisis en Alemania.

Foto: Ciudadanos paseando por las calles de Fráncfort ayer. (Reuters)

A ello se suman cientos de muertes diarias, una evolución plasmada con un dato escalofriante este fin de semana: cada tres minutos muere una persona a la que se le ha detectado el virus en Alemania. Y aunque el total de casi 22.500 muertes dista aún de las 47.000 contadas en España desde el comienzo de la pandemia, el miedo a que la situación se salga de control ha forzado al Ejecutivo de Angela Merkel y a los estados federales germanos a anunciar medidas drásticas.

A partir del miércoles 16 de diciembre, Alemania volverá a un amplio cierre de la vida pública, similar al aprobado a finales de marzo. "Quiero pedir encarecidamente a todos que eviten los contactos que no sean estrictamente necesarios en los próximos días, para ayudar así a que nuestro sistema de salud no se sature", dijo Merkel, que ya había generado revuelo la semana pasada con un discurso emocional, poco habitual en ella, en el que llamaba a los ciudadanos a ser conscientes de la magnitud de la tragedia humana.

Las restricciones son ahora duras, pese a que Alemania sigue sin haber ordenado hasta hoy un confinamiento real de sus ciudadanos, como en otros grandes Estados europeos.

Foto: Imagen: El Confidencial Diseño.

Todos los negocios no esenciales permanecerán cerrados hasta el 10 de enero, y las vacaciones en jardines de infancia y escuelas se extenderán para abarcar ese mismo periodo, con algunas excepciones. Las restricciones también prevén la prohibición de reuniones públicas y la reducción de contactos a un máximo de cinco personas, con ciertas flexibilizaciones para los días de Navidad.

También se prohíben el consumo de alcohol en público y la celebración con petardos en Nochevieja. Esta última es una prohibición sustancial junto con las que limitan las reuniones durante la Nochebuena, debido a la tradicional afición de muchos alemanes de convertir las calles en un polvorín nocturno para celebrar la llegada del nuevo año.

Evitar heridos en los hospitales

El líder bávaro Markus Söder explicó que la prohibición de la pirotecnia obedece a un pedido expreso de los hospitales, ante el temor de que la robusta Sanidad germana se siga acercando al punto de colapso por el creciente número de pacientes de covid-19. "Si añadimos los heridos que suele haber cada año por los petardos, los hospitales dejarán de tener capacidades", dijo Söder, que compareció junto con Merkel y otros altos representantes políticos en Berlín para anunciar las medidas.

Es probable que la mayoría de la población acoja con estoicismo y disciplina unas restricciones que parecían ya inevitables, pero también las críticas y los lamentos están a la orden del día en un país habituado a despellejarse a sí mismo cuando algunas cosas se tuercen. En este caso, apuntando al tiempo perdido en los meses previos, cuando Alemania parecía haber encontrado una forma óptima de lidiar con la pandemia mientras esperaba la llegada de la vacuna. ¿Pero qué hizo el país ahora tan mal, después de haberlo hecho todo aparentemente tan bien?

placeholder Angela Merkel, en una reciente comparecencia. (Reuters)
Angela Merkel, en una reciente comparecencia. (Reuters)

La respuesta definitiva a esa pregunta no la conoce nadie, por ahora, porque si algo está claro es que la pandemia es capaz de desmentir todo pronóstico. Ni Italia aprendió todas las lecciones de una primera ola apocalíptica, ni Suecia consiguió capear rápido el temporal con su apuesta por la inmunidad de rebaño.

Los virus no tienen por costumbre respetar estrategias políticas ni tener miramientos con una u otra posición ideológica. A la espera de que las mejores respuestas las presente más adelante la ciencia, sigue siendo válida una premisa que, en Alemania, propuso con honestidad y agudeza intelectual el ministro de Salud de Merkel, Jens Spahn: que cuando haya llegado el momento, políticos y ciudadanos tendrán que perdonarse mutuamente muchos errores.

Fiasco del 'cierre light'

A la espera de mejores respuestas, la búsqueda de errores apunta en Alemania ahora sobre todo a los titubeos políticos para decretar el cierre total algunas semanas atrás, cuando los contagios empezaban a aumentar tras un verano plácido y la proximidad del invierno hacía prever una segunda ola más peligrosa que la primera. Errores en lo que respecta a la falibilidad humana, claro está. En el plano más natural de las cosas, es también plausible suponer que buena parte del descalabro actual en Alemania se deba simplemente a las bajas temperaturas. Al clima ideal para las enfermedades respiratorias.

A finales de septiembre Angela Merkel recibió aplausos, sobre todo en el extranjero, por sus advertencias de que la situación se podía salir de control hacia fin de año, apoyada en ciertos cálculos matemáticos. Si en algo falló, fue en que su estimación de unos 19.200 contagios diarios para las navidades se quedó corta.

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel. (Reuters)

Pese a los temores de la canciller, el Gobierno y los estados federales anunciaron un mes después únicamente un "confinamiento 'light" o un "cierre suave" durante noviembre, con la esperanza de reducir el número de contagios para que el país pueda celebrar unas navidades casi normales. El sector gastronómico y el de eventos culturales cerraron sus puertas, pero no tiendas y otros comercios. Fue "el mayor error de cálculo político del año", sentenció recientemente el semanario 'Der Spiegel'.

En la decisión, jugó un papel importante la pretensión de no perjudicar el periodo de las compras navideñas, el más lucrativo del año para el sector minorista. Y, adicionalmente al cálculo económico, estuvieron las dificultades políticas de Merkel para convencer a los jefes de gobiernos regionales de impulsar medidas más contundentes. El federalismo alemán hace necesario un acuerdo con los 'Länder' para aprobar una estrategia nacional efectiva.

Ni tan bien antes ni tan mal ahora

Si el sentido de responsabilidad política durante la primera ola condujo a un amplio consenso e incluso a un eficaz reparto de tareas (por ejemplo, para una estrategia de test coordinada a nivel regional), en las últimas semanas los conflictos de intereses jugaron en contra. Los estados más castigados por el virus, como Baviera, abogaban por más restricciones, mientras que los menos afectados las preferían evitar.

Foto: Imagen: Sergio Beleña.

El consenso se ha restablecido ahora por la gravedad de la situación. El domingo, el Ejecutivo de Merkel y los jefes de Gobierno regionales necesitaron solo una hora para ponerse de acuerdo. Alemania se va al cierre. Ocurre en momentos en que el país tiene una de las curvas de contagios que más crecen en Europa, pero sin que la crisis haya alcanzado las cotas a las que ha llegado en algunos países vecinos.

Es posible que dentro de algunas semanas, el análisis sobre la 'vía alemana' pueda ser más claro si las restricciones dan el resultado deseado. Para concluir, por ejemplo, que ni la estrategia fue tan buena durante la primera ola, cuando circunstancias como la suerte dieron a las autoridades germanas más tiempo y margen de maniobra, ni, por otro lado, la reacción es tan mala ahora que está llegando el invierno.

Alemania, el país modelo de Europa durante los primeros meses de la pandemia, está naufragando ante la segunda oleada del coronavirus. Las últimas cifras de contagios confirman una sensación extendida en el país. Entre finales de noviembre y las primeras dos semanas de diciembre, han sido más de 20.000 e incluso más de 30.000 casos diarios, los números más altos registrados durante la crisis en Alemania.

Angela Merkel