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Por qué Occidente debe apretarle las tuercas a Rusia de una vez por todas
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EUROPEAN COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS

Por qué Occidente debe apretarle las tuercas a Rusia de una vez por todas

Un enfoque más agresivo en algunos aspectos podría lograr más resultados que la idea ingenua de creer que por reiniciar la relación con Moscú, Rusia será más amable

Foto: El presidente ruso Vladímir Putin. (EFE)
El presidente ruso Vladímir Putin. (EFE)

El pragmatismo es una herramienta geopolítica muy útil. El envenenamiento de Alexei Navalni el año pasado y su encarcelamiento este año ha provocado que las relaciones entre Rusia y la UE y Estados Unidos alcancen nuevos mínimos. Sin embargo, tanto Washington como las capitales europeas siguen pensando en nuevas formas de lograr una buena relación con Rusia.

Y ha habido progresos: EEUU y Rusia han extendido el Tratado de Reducción de Nuevas Armas Estratégicas, mientras que Joe Biden y Vladimir Putin ya han anunciado su intención de “mantener una comunicación transparente y continua”. El alto Representante de la UE, Josep Borrell, visitaba Moscú a principios de mes para intercambiar información pero también para buscar formas de relanzar la amistad con Rusia.

Esto no significa que se estén “reiniciando” las relaciones con Rusia. Pero para avanzar -hay muchas formas de avanzar- primero se necesita entender en qué se ha equivocado Occidente la media docena de veces que ha intentado volver a empezar con Rusia.

Obituarios de los “reinicios” con Rusia

En la última década, tanto la UE como EEUU han intentado de manera tanto oficial como no oficial buscar nuevos acercamientos a Rusia. El primero, por supuesto, llegó con Barack Obama al frente. En aquel momento, el reinicio liderado por EEUU fue igualado por la UE, con la Asociación por la Modernización y el llamado “proceso de Meseberg”, impulsado por Alemania. Ambos fracasaron incluso antes de empezar. Incluso la anexión de Crimea y la guerra en el Donbás no acabaron con el apetito por seguir reiniciando la relación.

Foto: El opositor ruso Alekséi Navalni. (EFE)

Dos años después de la invasión de Crimea, en marzo de 2016, la UE planteó la iniciativa llamada “cinco principios” sobre Rusia, que hacía un llamamiento por un “compromiso selectivo”. En el verano de 2019, Emmanuel Macron volvió a tratar de relanzar la relación con Rusia. Sin embargo, todos estos intentos han fracasado. La pregunta es: ¿por qué?

¿Por qué no funcionan?

Occidente siempre ofrece un nuevo comienzo con Rusia pensando que los reinicios se basan en la idea de hacer concesiones mutuas, más o menos congelando el status quo en seguridad (también en el este de Europa), sumado a un sinfín de buenos gestos diplomáticos.

placeholder Emmanuel Macron y Angela Merkel. (Reuters)
Emmanuel Macron y Angela Merkel. (Reuters)

Rusia lo ve de forma distinta. Aunque no le importa llevarlos a cabo, no le gusta cambiar su política exterior. Más bien al contrario: insiste una y otra vez en ella. El pensamiento ruso tiene la teoría de que Moscú hizo demasiadas concesiones estratégicas de manera unilateral en los 90 y en los 2000 y ahora es el turno de Occidente. A Moscú no le interesa mantener el status quo, sobre todo respecto a sus fronteras. En su lugar, Moscú lo que quiere es volver a ganar -y no mantener- la influencia en su patio trasero compartido con la UE. Si Occidente quiere un reinicio, dice el pensamiento ruso, lo primero que tiene que hacer es retirarse.

Mientras que los ideólogos occidentales que abogan por estos reinicios se han chocado una y otra vez contra el muro de la política exterior rusa, Moscú ha encontrado la forma de sortear la política exterior de la UE y EEUU: aguanta hasta que llegue una nueva oferta para empezar de cero. Hasta cierto punto, cada nuevo reinicio reaviva la resistencia rusa para comprometerse: ¿Para que hacer concesiones si hay posibilidades de que en unos pocos años los nuevos líderes de los países occidentales ofrezcan un nuevo reinicio? Este enfoque de rebobinar y repetir le sugiere a Rusia que Occidente se está ablandando.

De protagonista a espectador

La cooperación con Rusia está estancada. Pese a las tensiones políticas sigue habiendo bastante diálogo con Moscú y, en algunos sectores, está aumentando. Las ventas de gas de Rusia a la UE han alcanzado nuevos récords en los últimos años. La inversión occidental en Rusia sigue subiendo. Occidente ha aceptado algunos intereses rusos en muchos temas. Por ejemplo, la ampliación de la OTAN con Ucrania y Georgia se ha congelado. La posición de EEUU y la EU en Bielorrusia o en la guerra entre Armenia y Azerbaijan también demuestra que Occidente prefiere guardar cautela y tratar de no molestar a Rusia. Viendo la política rusa en lugares como Libia, República Centroafricana y Serbia uno no puede decir lo mismo de Moscú.

Esta inexistencia de reciprocidad en el trato hace que surja la pregunta sobre cómo deberían reaccionar EEUU y EU a la mentalidad geopolítica de potencias como Rusia o Turquía. Como en el siglo XIX, lo importante es mantenerse firme. Las potencias se obligan a entrar en escena, se mueven rápida y agresivamente, marcan el territorio y luego lo usan para negociar e interactuar con otros actores regionales. Pero, a estas alturas y con más frecuencia la UE se ve expulsada de las crisis más sensibles, incluso aquellas que tienen lugar en su propio vecindario: Libia, Siria, el sur del Cáucaso, partes del África subsahariana.

Foto: Emmanuel Macron conversando con Vladimir Putin en junio de 2020. (Reuters)

La amabilidad y los “reinicios” no conseguirán que la UE pase de ser mero espectador a protagonista o actor importante. Solo la acción lo logrará. Rusia solo se verá incentivada a buscar un “reinicio” de las relaciones cuando se choque contra la muralla de la intransigencia occidental sin dejar de mantener la esperanza de que se pueda sortear esa intransigencia. Ahora mismo, ofrecer a Rusia un reinicio cada año solo les llevará a despreciar los intereses occidentales en el este de Europa o en Oriente Medio.

Paradójicamente, un enfoque más confrontacional en algunos aspectos, mientras se le ofrece abrir nuevas conversaciones, podría conllevar mejores resultados que los actuales “reinicios”. Eso significa que mantener la presión de las sanciones, desechar el Nord Stream 2 y estrechar lazos de seguridad con socios del este de europa puede llevar a unas relaciones más tensas pero a largo plazo más seguras para reencaminar la relación con Rusia. Es más probable que un enfoque “muscular” obtenga resultados que los ruegos diplomáticos y los intentos poco persuasivos de elogios geopolíticos, algo que Europa y el resto de Occidente han intentado repetidamente durante 10 años y han fracaso repetidamente.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Nicu Popescu y titulado 'Why attempts to reset relations with Rusia will fail'

El pragmatismo es una herramienta geopolítica muy útil. El envenenamiento de Alexei Navalni el año pasado y su encarcelamiento este año ha provocado que las relaciones entre Rusia y la UE y Estados Unidos alcancen nuevos mínimos. Sin embargo, tanto Washington como las capitales europeas siguen pensando en nuevas formas de lograr una buena relación con Rusia.

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