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Irán, EEUU y el acuerdo nuclear: Biden puede eliminar la píldora envenenada de Trump
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Irán, EEUU y el acuerdo nuclear: Biden puede eliminar la píldora envenenada de Trump

Teherán y Washington están cerca de llegar a un acuerdo, pero ambas partes deben dar y recibir para lograr los beneficios más amplios de un Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) renovado

Foto: Negociaciones del JCPOA en Viena. (Reuters)
Negociaciones del JCPOA en Viena. (Reuters)

Hace un año, Irán y Estados Unidos iniciaron esfuerzos diplomáticos para revivir el acuerdo nuclear de 2015 (el Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA), saboteado por completo por la administración Trump. Los últimos 12 meses de intensa diplomacia itinerante por parte de los gobiernos europeos han ayudado a Teherán y Washington a acordar los pasos técnicos necesarios para que ambas partes vuelvan a cumplir con el acuerdo. Sin embargo, ambos países todavía se encuentran en un punto muerto por cuestiones políticas. La última patata caliente es el debate sobre qué hacer con la designación de organización terrorista extranjera (FTO, en inglés) del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, una rama de las fuerzas armadas iraníes dedicada a salvaguardar el sistema islámico nacional) impuesta bajo Donald Trump.

Les ahorraré a los lectores la larga lista de razones por las que el acuerdo nuclear de 2015 es el mejor que uno puede razonablemente esperar. Lo importante es que proporciona un camino verificable para detener y reaccionar rápidamente ante una posible deriva iraní hacia una bomba nuclear. Este acuerdo no es perfecto y no hay duda de que los dirigentes tanto en Irán como en EEUU se enfrentarán a una ola de críticas dentro de sus países por resucitarlo. Pero se están dirigiendo por este camino porque sus términos siguen siendo el mejor compromiso que se puede alcanzar. Y, en cualquier caso, tras bambalinas, los que están a cargo en Teherán, Washington y las capitales europeas saben que sus respectivos planes B lucen espantosos.

Foto: El presidente iraní, Ebrahim Raisí, durante su reciente visita a Moscú. (EFE)

Con este contexto en mente, sería una tontería que Washington arriesgue su oportunidad de contener el programa nuclear de Teherán por negarse al levantamiento de lo que es, en gran parte, una designación simbólica del IRGC. Los funcionarios estadounidenses han señalado repetidamente que, independientemente de su pertenencia o no a la lista de FTO, los guardianes de la Revolución Islámica permanecerán en una larga lista de sanciones que hacen que sea muy poco probable que sus operaciones económicas atraigan nuevos negocios. Y, con sus últimas sanciones contra el programa de misiles balísticos de Irán, la administración Biden ha demostrado que puede hacer dos cosas a la vez. Además, la inclusión del cuerpo iraní en la lista ha hecho poco para asegurar los intereses estadounidenses. De hecho, los funcionarios estadounidenses han admitido que, desde su designación, los ataques de grupos respaldados por Irán en la región se han disparado en un 400%. Si la vía diplomática falla ahora, es probable que el IRGC sea aún más asertivo en la región, con el problema añadido de un programa nuclear en expansión a su disposición.

Irán ha sostenido durante mucho tiempo que, como cuestión de principios y orgullo nacional, quiere que se elimine esta designación contra una parte crucial de sus fuerzas armadas antes de volver al acuerdo nuclear. Esto no debería ser una sorpresa para la administración estadounidense. La lucha ha sido sobre lo que Washington puede obtener a cambio de esta decisión y, sobre todo, sobre si Joe Biden está preparado para aceptar las críticas resultantes.

Estados Unidos no debería esperar un gran gesto público de Irán a cambio de levantar la designación de FTO. Por ejemplo, es probable que Irán rechace propuestas para declarar públicamente que no se vengará del asesinato del general Qassem Soleimani durante la administración Trump. Estados Unidos sigue preocupado de que Irán pueda llevar a cabo operaciones contra exfuncionarios de alto nivel involucrados en la decisión de matar a Soleimani. Sin embargo, existe una preocupación considerable en Irán de que tal compromiso público establezca un precedente peligroso para que EEUU e Israel lleven a cabo futuros asesinatos sin costo alguno.

Foto: Las protestas por la muerte de Qassem Soleimani se sucedieron en diversos países de Oriente Medio (Reuters/Aziz Taher)

Teherán cree que ya ha cedido en algunos de sus términos de negociación críticos, como buscar reparaciones de Washington por los miles de millones de dólares en comercio que perdió como resultado de que Trump abandonó un acuerdo respaldado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Aparentemente, Irán también se ha abstenido de presionar para obtener garantías por escrito de que un futuro presidente estadounidense no se retirará nuevamente del acuerdo.

La realidad es que Biden enfrentará la oposición en el Congreso y la reacción política de Israel sin importar qué tipo de acuerdo alcance, simplemente porque está haciendo un trato con la República Islámica de Irán. Para el presidente de EEUU, cuanto más demore la dolorosa decisión, más cerca estará de las elecciones intermedias en noviembre, cuando su apetito por molestar a los demócratas de línea dura en el Congreso se reducirá aún más. Mientras tanto, el programa nuclear de Irán continúa expandiéndose. Dado que la guerra de Ucrania ya es una monumental crisis geopolítica para Occidente, este no es el momento de agregar más leña al fuego al abrir un nuevo frente nuclear en el Medio Oriente que, probablemente, se tope con una respuesta militar israelí.

Para Irán, retrasar el regreso al acuerdo nuclear tiene un alto precio en términos de oportunidades perdidas para su economía. En Teherán, el poder ahora se concentra en gran medida en manos de la facción política conservadora, que está ansiosa por demostrar que puede administrar la economía mejor que lo que sus predecesores moderados. Pero, después de casi un año en el cargo, el gobierno del presidente Ebrahim Raisi no ha podido mejorar sustancialmente las condiciones económicas de los iraníes comunes.

Mientras Irán permanezca en el cuadro de sanciones de EEUU, no podrá encontrar más compradores para su petróleo

El conflicto de Ucrania también ha encendido un debate interno en Irán sobre la mejor manera de proteger sus intereses nacionales. En marcado contraste con sus competidores en el mundo árabe, el estancamiento del acuerdo nuclear significa que Irán no puede aprovechar al máximo los altos precios de la energía tras las sanciones occidentales contra Rusia. China ha seguido comprando petróleo iraní a pesar de las sanciones de Estados Unidos, pero lo ha hecho a bajo precio. Mientras Irán permanezca en el cuadro de sanciones de EEUU, no podrá encontrar más compradores para su petróleo, como Corea del Sur, India y los países europeos que buscan reducir su dependencia energética de Rusia. Irán tampoco puede obtener libre acceso al pago de su petróleo mientras las sanciones secundarias estadounidenses obstruyan las transacciones financieras globales con el país.

Las partes europeas del acuerdo nuclear deben redoblar esfuerzos para presionar tanto a Teherán como a Washington para que superen el último obstáculo político. Están en circulación una serie de compromisos razonables. Según los informes, una sugerencia que se está revisando es la de eliminar la designación de FTO del IRGC pero mantener en la lista a su fuerza de élite Quds, que lleva a cabo operaciones en el Medio Oriente. Otra vía podría venir de la mano del Consejo de Seguridad de la ONU, que respalda el JCPOA bajo la resolución 2231. Como parte del regreso de EEUU al acuerdo nuclear y la eliminación de la designación FTO del IRGC, todas las partes pueden emitir públicamente un compromiso paralelo: un acuerdo nuclear que establece que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas e Irán reducirán las tensiones militares en Medio Oriente.

Foto: Reciente visita del Director General de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Rafael Grossi. (EFE/Abdein Taherkenareh)

Tal compromiso ayudaría a los EEUU a reducir su presencia militar en el Medio Oriente, mientras que el enfriamiento de las tensiones puede abrir un mayor espacio para las conversaciones regionales. No hay forma de garantizar que esta desescalada dure, de la misma manera que no hay forma de garantizar que esta o una futura administración estadounidense no cambie de sentido en el JCPOA como lo hizo Trump. Al llegar a un acuerdo final, Teherán y Washington deberán aceptar estas realidades y ejercer voluntad política.

Las principales diferencias sobre cómo implementar el acuerdo nuclear ahora se han resuelto. Las partes incluso lograron mantener las negociaciones en marcha después de que Rusia, un miembro clave del acuerdo, casi detuviera las conversaciones por las sanciones impuestas a raíz la guerra de Ucrania. Cuanto más esperen Washington y Teherán, más vulnerable se vuelve el proceso a aquellos que quieran arruinarlo, mientras cada parte siente que no puede ceder ni un milímetro para salvar las apariencias internamente.

Es hora de reemplazar el JCPOA con el JDIA: "Just Do It Already" (Hacedlo de una vez).

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Ellie Geranmayeh y titulado 'Iran, the US, and the nuclear deal: Biden’s chance to remove Trump’s poison pill'

Hace un año, Irán y Estados Unidos iniciaron esfuerzos diplomáticos para revivir el acuerdo nuclear de 2015 (el Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA), saboteado por completo por la administración Trump. Los últimos 12 meses de intensa diplomacia itinerante por parte de los gobiernos europeos han ayudado a Teherán y Washington a acordar los pasos técnicos necesarios para que ambas partes vuelvan a cumplir con el acuerdo. Sin embargo, ambos países todavía se encuentran en un punto muerto por cuestiones políticas. La última patata caliente es el debate sobre qué hacer con la designación de organización terrorista extranjera (FTO, en inglés) del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, una rama de las fuerzas armadas iraníes dedicada a salvaguardar el sistema islámico nacional) impuesta bajo Donald Trump.

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