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Petro busca apuntalar la ola izquierdista en América Latina con una victoria en Colombia
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Segunda vuelta de las presidenciales

Petro busca apuntalar la ola izquierdista en América Latina con una victoria en Colombia

Las últimas elecciones en el continente han devuelto a las fuerzas izquierdistas a los palacios presidenciales, rompiendo con una década marcada por los gobiernos del centroderecha

Foto: La izquierda colombiana ante una oportunidad histórica. (EFE/M. Dueñas Castañeda)
La izquierda colombiana ante una oportunidad histórica. (EFE/M. Dueñas Castañeda)

Gustavo Petro puede convertirse este domingo en el primer presidente izquierdista de la historia de Colombia. Tiene posibilidades. El líder progresista ha conseguido llegar a la segunda vuelta de las presidenciales empatado en los sondeos con su rival, el veterano constructor populista Rodolfo Hernández, a pesar de que en los días posteriores a primera vuelta aparecía varios puntos por detrás en las encuestas.

El país cafetero ha tenido líderes que han llevado a cabo políticas progresistas, pero a nadie que se vinculase tan fuertemente a la idiosincrasia izquierdista, una ideología que estuvo durante décadas en el ostracismo.

El exguerrillero —su grupo, el M-19, se desmovilizó a finales de los 80— ya logró en 2018 ser segundo en las presidenciales que le dieron el liderazgo del país al derechista Iván Duque y ahora ha logrado la que posiblemente fuese la tarea más difícil: unir a una izquierda tradicionalmente fragmentada.

Foto: Gustavo Petro. (Reuters/Santiago Arcos)

La desintegración del centro, que apenas logró un 4% en la primera vuelta del 29 de mayo, así lo indica. Petro ha conseguido aglutinar a sectores centro izquierdistas que hace cuatro años eran reacios a votarle, bien fuese por rechazo a su pasado guerrillero, por miedo a que el país se convirtiese en Venezuela —motivación muy presente en la campaña de 2018— o por aversión a su personalidad, que en incontables ocasiones ha sido considerada en esos espacios como 'mesiánica'.

A esa adhesión de votantes más moderados ha contribuido, según parte de los analistas, el pacto de paz con las Farc de 2016. Durante décadas se señaló como terroristas a quienes apoyaban a la izquierda. La violencia sigue todavía muy presente en las zonas rojas del país, donde el narcotráfico es fuerte, pero ya no aparecen en televisión las terribles imágenes de los momentos más álgidos del conflicto, cuando el hospital militar estaba lleno.

En el año 2000 al menos 3.572 personas fueron secuestradas en Colombia. 16 años después, cuando se firmó el acuerdo de paz, la cifra había descendido a 207. La violencia ha sido desplazada ahora por la corrupción y el desempleo en el índice de máximas preocupaciones de los colombianos.

Foto: El candidato populista Rodolfo Hernández. (Reuters)

Quienes más sufren la falta de puestos de trabajo son los jóvenes, que son, al mismo tiempo, el puntal electoral de Petro. El líder progresista conseguiría el apoyo del 64% de los menores de 24 años y del 56% de quienes tienen entre 25 y 34 años, según un reciente sondeo de GAD3.

Más de 8,9 millones de menores de 28 años están llamados a votar en un padrón electoral que cuenta un total de 39 millones de electores. La juventud, por ende, podría ser decisiva este domingo.

En la activación de ese segmento electoral tuvieron mucho que ver las masivas protestas antigubernamentales de 2019 y 2021, que dejaron 66 muertos, según Naciones Unidas, y supusieron el desprestigio del presidente Duque —dejará el Gobierno con menos de un 30% de aprobación— y del 'establishment' formado por los partidos tradicionales, uribistas, liberales y conservadores, cuyo candidato, Fico Gutiérrez, fue tercero en la primera vuelta y quedó fuera del balotaje.

"Más de 8,9 millones de colombianos menores de 28 años están llamados a votar. La juventud, por ende, podría ser decisiva"

"El país cambió mucho con las protestas y los sectores alternativos crecieron. Psicológicamente tiene que haber una sociedad distinta porque vimos morir gente en vivo, en Instagram, en la televisión y las redes", comenta Gareth Sella, un estudiante que perdió la visión en un ojo en el 2021 por un proyectil de goma lanzado por la policía.

El 60% de los colombianos deseaba cambio, y finalmente el 68% de quienes acudieron a las urnas votaron por Petro (40%) o por Hernández (28%), dos políticos muy diferentes, pero ajenos a las 40 familias que han gobernado históricamente el país, según una investigación citada por la BBC.

Este domingo se decidirá si los colombianos se decantan hacia Hernández o hacia Petro, rompiendo, en ese caso, con la tradición en una sociedad que ha apostado históricamente por el centro y el centro derecha.

Historia

El inicio de uno de los mayores periodos de vacío progresista tiene fecha. Un 9 de abril de 1948 es asesinado en el centro de Bogotá el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, favorito a ganar las siguientes presidenciales con un discurso en defensa de los desfavorecidos, fervientemente nacionalista y profundamente contrario a la oligarquía y a los partidos tradicionales.

Ese magnicidio provocó unas masivas protestas callejeras en la capital, conocidas como el Bogotazo, en las que perecieron entre 500 y 3.000 personas, dando paso a un periodo tristemente bautizado como La Violencia, que marcó profundamente el siglo XX en Colombia.

Se llama La Violencia porque fue profundamente violento. Más de 170.000 civiles fueron asesinados en el conflicto entre los grupos armados conservadores y liberales. Para frenar la guerra, las élites crearon, en 1958, el Frente Nacional, una suerte de sistema turnista entre los dos partidos que han dominado la política colombiana desde su independencia, y hasta ahora.

placeholder Seguidores de la coalición de izquierda Pacto Histórico en el cierre de campaña de Gustavo Petro. (EFE/Carlos Ortega)
Seguidores de la coalición de izquierda Pacto Histórico en el cierre de campaña de Gustavo Petro. (EFE/Carlos Ortega)

Esa nueva organización del Estado supuso la exclusión de los movimientos ajenos a conservadores y liberales, y se quedó la izquierda fuera de la política nacional. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) surgen en 1964 como una reacción a ese ostracismo, marcando profundamente la historia de la izquierda durante las siguientes décadas. Seis años después se funda también el M-19, la guerrilla en la que militó el mismo Petro.

A mediados de los 80, en el marco de un fallido proceso de paz con las FARC promovido por el presidente Belisario Betancur (82-86, uno de los políticos, por cierto, que llevó a cabo políticas progresistas), se creó la Unión Patriótica, que durante un breve lapso de tiempo fue alternativa al bipartidismo. La UP literalmente pereció a los pocos años, después de que más de 4.000 de sus miembros, incluido un candidato a la presidencia, fuesen asesinados, en lo que parte de la sociedad colombiana considera un genocidio.

La izquierda entró entonces, de nuevo, en una travesía por el desierto. Quien se declaraba progresista, en aquella época, era casi inmediatamente tildado de terrorista. Los 90 fueron un periodo de alta intensidad de acciones de las FARC, y las imágenes e historias que llegaban del campo crearon una profunda animadversión al progresismo.

Foto: Un policía vigila las calles de Saravena, en Colombia. (EFE/Mauricio Dueñas)

"La izquierda, incluso ahora, en el posconflicto, tiene todavía el estigma de ser asociada con la violencia armada en las mentes de muchos", asegura el politólogo Yan Basset, analista de la Universidad del Rosario. El progresismo no comenzó a despegar hasta entrado el siglo XXI, cuando comenzó a compactarse bajo siglas políticas ya extintas, dejando de lado su habitual fragmentación, a rebufo, en ocasiones, de líderes que censuraban la acción de los grupos guerrilleros.

La izquierda logró, poco a poco, éxitos electorales, sobre todo en la capital, Bogotá, donde consiguió situar a varios alcaldes, entre ellos a Petro, entre 2012 y 2015, que tuvo un mandato polémico, logrando reducir los índices de pobreza, pero, al mismo tiempo, siendo señalado de déspota incluso por algunos de sus, hasta entonces, correligionarios.

América Latina se mueve hacia la izquierda

Una victoria de Petro teñiría por primera vez de rojo a Colombia en el mapa político latinoamericano, suponiendo una ruptura en el equilibrio de fuerzas en una región donde la izquierda ha registrado importantes victorias electorales en los últimos años, incluso en fortines del anticomunismo, como Chile, donde el progresista Gabriel Boric gobierna desde marzo.

Un sector de los analistas considera, eso sí, que esas victorias son más un castigo a los gobernantes salientes que un giro real a la izquierda. En cualquier caso, es posible la victoria, en noviembre, de Lula da Silva en las presidenciales de Brasil. El sindicalista lidera, por ahora, con holgura, los sondeos de cara a las presidenciales frente a su rival, el actual mandatario Jair Bolsonaro.

Foto: El presidente de Brasil, Jair Bolsonar. (Reuters/Adriano Machado)
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Valeria Saccone. Río de Janeiro

Si se diese el caso, solo Ecuador, Uruguay y Paraguay estarían gobernados por fuerzas de centroderecha en toda la región sudamericana. El progresismo de América Latina no es, eso sí, homogéneo, y está dividido, entre otras cuestiones, en el apoyo que dan al eje conformado por Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Boric parece haberse erigido en el baluarte de la llamada 'nueva izquierda latinoamericana', que censura a los gobiernos de Caracas y Managua sin renunciar al panamericanismo que caracteriza a parte del progresismo regional o a las críticas a los bloqueos a Cuba y Venezuela.

Petro, como el líder chileno, considera a Nicolás Maduro un dictador, aunque su posición es menos drástica con el predecesor del mandatario venezolano, Hugo Chávez, con quien se reunió en el pasado. El líder opositor colombiano aboga por restablecer las relaciones diplomáticas con el país vecino, alegando cuestiones prácticas, como el mejoramiento de la situación económica de los ciudadanos que viven en las poblaciones fronterizas.

Foto: Guaidó, en una concentración en Maracaibo. (EFE/Henry Chirinos)

La pregunta del millón es qué posición adoptará finalmente. Parte de los analistas cree que podría situarse en la esfera de Boric o en la del líder mexicano, Andrés Manuel López Obrador, cuya línea es el respeto por la soberanía de los países, evitando censurar categóricamente a Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero sin apoyar decididamente a esos gobiernos.

Pocos esperan un apoyo frontal al castrismo, Maduro o Daniel Ortega, como sí mantiene, con asteriscos, la Bolivia de Luis Arce y Evo Morales. En una calculada equidistancia están el peruano Pedro Castillo, aunque el partido que lo llevó al poder sí apoya decididamente a los tres países, el argentino Alberto Fernández o Lula da Silva.

Dos aspectos parecen seguros. Por un lado, una izquierda fuerte en América Latina favorece, geoestratégicamente, los intereses de China sobre EEUU, en un momento en el que incluso gobiernos derechistas como el brasileño o el uruguayo están acercándose a Pekín.

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, en un acto en Pekín. (Reuters) Opinión

El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, ha llegado a censurar que Washington no tiene "una visión" de América Latina, al mismo tiempo que negocia un tratado comercial con China que podría incluso ser un punto de ruptura para el Mercosur.

Por otro lado, la voz de Petro en la izquierda latinoamericana sería muy relevante, al ser Colombia una de las mayores economías de una región que está volviendo a mirar a la izquierda tras el paréntesis de la pasada década.

Gustavo Petro puede convertirse este domingo en el primer presidente izquierdista de la historia de Colombia. Tiene posibilidades. El líder progresista ha conseguido llegar a la segunda vuelta de las presidenciales empatado en los sondeos con su rival, el veterano constructor populista Rodolfo Hernández, a pesar de que en los días posteriores a primera vuelta aparecía varios puntos por detrás en las encuestas.

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