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Juegos del hambre (versión 'tory'): la carrera más sucia para suceder a Boris Johnson
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solo quedan cinco candidatos

Juegos del hambre (versión 'tory'): la carrera más sucia para suceder a Boris Johnson

A los conservadores se les conoce como el 'nasty party' (partido cruel). Cualquier persona lo suficientemente ambiciosa como para postularse para el liderazgo siempre ha sido atacada con saña

Foto: Campaña del Partido Conservador. (EFE/Neil Hall)
Campaña del Partido Conservador. (EFE/Neil Hall)
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Derribar siempre fue más fácil que reconstruir. Y este está siendo el problema para los 'tories' tras la caída de Boris Johnson. Durante el motín que forzó su salida, todo se concentró en aniquilarle política y personalmente. Pero, durante el proceso, nunca se articuló una idea alternativa, radical y creíble. Y ahora las primarias, lejos de examinar las medidas clave para una economía en riesgo y una inflación que va a superar el 11%, están dejando un bochornoso espectáculo al estilo de 'Los Juegos del Hambre' —la popular saga literaria de Suzanne Collins adaptada al cine—.

A los conservadores se les conoce como 'nasty party' (partido cruel). Cualquier persona lo suficientemente ambiciosa como para postularse para el liderazgo siempre ha sido atacada y debilitada; idealmente, destruida. Pero esta carrera está siendo, con gran diferencia, la más sucia de todas: amenazas, difamaciones, dinero ruso, detectives privados, informes tóxicos.

De momento, Penny Mordaunt —actual secretaria de Estado de Comercio, 'brexiter' del ala moderada y defensora del colectivo LGTBI+— está siendo la gran protagonista de la carrera. Es Rishi Sunak, exministro del Tesoro, quien está recibiendo más votos entre las filas en las sucesivas eliminatorias que se están realizando estos días. Pero Mordaunt es la favorita entre las bases. Y eso es, al fin y al cabo, lo que importa. Los 160.000 afiliados conservadores son los que tendrán la última palabra cuando —previsiblemente la próxima semana— se les presenten los dos finalistas. Y, según las encuestas, si la batalla final se concentra entre los dos, la que fuera reservista de la Royal Navy tiene todas las papeletas para acabar mudándose a Downing Street.

Foto: Boris Johnson visita el instituto Francis Crick en Londres. (Reuters)

Durante un tiempo, Sunak fue el más popular del Gobierno. Pero en cuanto las ayudas económicas de la pandemia llegaron a su fin para implantar una subida de impuestos que coincidió además con una polémica sobre el estatus fiscal de su multimillonaria esposa india, el 'exchancellor' cayó en desgracia en la calle.

Por lo tanto, por mucho que ahora sea la opción predilecta para los diputados conservadores, son las bases quienes dictaminarán el veredicto final el próximo 5 de septiembre. El gran problema es que Mordaunt es una gran desconocida para el público general. Muy pocos la reconocen en fotos. Y de cara a unas elecciones generales, eso no es buena señal.

Primarias tóxicas

En cualquier caso, aún quedan por delante más votaciones. El próximo lunes habrá una tercera criba entre los cinco candidatos que permanecen en la carrera. Además de Sunak y Mordaunt, están Liz Truss (ministra de Exteriores), Kemi Badenoch (secretaria de Estado para Igualdad) y Tom Tugendhat (responsable del Comité de Exteriores). Todo puede pasar en la batalla que se vive en el seno del Partido Conservador, donde parece que todo vale. Al inicio de las primarias, Sunak fue víctima de un informe con un tipo de acusaciones que fue difundido en los grupos de WhatsApp de los diputados.

"Fue mi segunda en las negociaciones por el Brexit del pasado año y me pareció que no daba la talla, por lo que pedí que la cambiaran"

Por su parte, David Frost, exnegociador británico para el Brexit y antiguo jefe de Mordaunt, mostraba este jueves sus “grandes reservas” acerca de que la candidata pueda convertirse en la próxima primera ministra. “Estoy bastante sorprendido de que esté donde está en esta carrera por el liderazgo. Fue mi segunda en las negociaciones por el Brexit del pasado año y me pareció que no daba la talla, por lo que pedí que la cambiaran”, comentó en televisión. Sus declaraciones no tardaron en ser aprovechadas por el 'bando' de Truss, que remarcó que se trata “de una advertencia muy grave”.

Se dice que al menos dos de los candidatos han contratado a detectives privados para que desentierren mentiras sobre ellos mismos y sobre sus rivales, sabiendo que también podrían averiguar lo que sus compañeros conservadores opinan sobre ellos. Además, en las últimas fases, el truco sucio —y nunca reconocido— entre los seguidores del que va en primera posición es votar por el candidato que consideran más débil para que la batalla definitiva entre los afiliados se dé por ganada. Es lo que ocurrió en las primarias de 2019, cuando el equipo de Boris Johnson respaldó a Jeremy Hunt para que quedara en segunda posición.

Foto: El exministro de Finanzas, Rishi Sunak. (Reuters/Toby Melville)

En 2005 se fue aún más lejos. Cuando el entonces soltero Liam Fox se postuló para líder, surgieron rumores sobre su sexualidad. No se entendía que un hombre de 44 años pudiera estar sin pareja. El mismo día de la votación final entre las filas, la portada del 'Evening Standard' publicó: “Las difamaciones gay y yo, por el esperanzado 'tory”. Hasta el día de hoy, los aliados de Fox creen que se le excluyó de la ronda final porque los miembros del equipo de David Cameron votaron por David Davis, al considerar que era el oponente más débil.

¿Inmolación 'tory'?

Para la actual carrera por Downing Street, los rumores empezaron a correr por los pasillos mucho antes de que Johnson presentara el pasado jueves su dimisión. Cualquiera que pudiera postularse era objetivo de todo tipo de habladurías tóxicas: “¿Has oído hablar de esas fotos de la discoteca?”. “No se presentará porque sabe lo que ha hecho y sabe que su familia no resistirá el escrutinio”. “Este dicen que se ha llevado dinero ruso”.

“Chismes venenosos, memorandos de ataque, acusaciones lanzadas”, decía Sajid Javid, exministro de Sanidad, antes de abandonar la carrera. “Esto no es 'House of Cards' o 'Juego de Tronos”. Tiene razón, es mucho peor.

Foto: Periódicos en Downing Street. (Reuters/Henry Nicholls)

Esta es una campaña extraña librada en una Cámara de los Comunes donde los rumores viajan muy rápido, haciendo más efectivas las 'operaciones encubiertas'. La caída del primer ministro, después de todo, se produjo después de que Chris Pincher, el responsable de disciplina del Partido Conservador, quien ya tenía cierta reputación, se propasara en un bar mientras estaba borracho. Así que acusaciones similares sobre cualquier otra persona tienen ahora peso. Valen acusaciones personales y políticas, verdaderas y falsas.

Nadhim Zahawi, ministro del Tesoro y eliminado en la primera criba, tomó la medida inusual de anunciar que estaba siendo “claramente difamado”. Negó las noticias de que está siendo investigado por las autoridades fiscales, pero su negación no hizo sino agregar más publicidad al escándalo. “Es muy triste que circulen tales calumnias, y más triste aún que se hayan publicado”, dijo. Aparte de los ataques personales, otra tendencia preocupante es hablar de los años de Johnson como un desastre; un mensaje que no pasará desapercibido para la oposición o el electorado en general. También plantea interrogantes para los postulantes. Si la mayoría formaba parte del Gobierno, ¿por qué no actuaron antes?

En definitiva, como apunta James Forsyth, editor político del 'Spectator', biblia para los conservadores, “ahora que ha llegado el momento de idear un plan, resulta que no tienen mejores ideas, aparte de decir cuán desesperados (o torcidos o desviados) son la mayoría de los candidatos. El Partido Laborista puede sentarse y observar cómo el enemigo se autoinmola”.

Derribar siempre fue más fácil que reconstruir. Y este está siendo el problema para los 'tories' tras la caída de Boris Johnson. Durante el motín que forzó su salida, todo se concentró en aniquilarle política y personalmente. Pero, durante el proceso, nunca se articuló una idea alternativa, radical y creíble. Y ahora las primarias, lejos de examinar las medidas clave para una economía en riesgo y una inflación que va a superar el 11%, están dejando un bochornoso espectáculo al estilo de 'Los Juegos del Hambre' —la popular saga literaria de Suzanne Collins adaptada al cine—.

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