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Cómo contar una relación tóxica: "En España mata el pasado y en México el presente"
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Cómo contar una relación tóxica: "En España mata el pasado y en México el presente"

Mauricio Hernández Cervantes recopila en su libro 'El silencio del diente que quiso ser una flor' los artículos que ha escrito como periodista mexicano en España

Foto: Un grupo de mariachis en la Puerta del Sol de Madrid. Susana Vera / REUTERS
Un grupo de mariachis en la Puerta del Sol de Madrid. Susana Vera / REUTERS

Cuando está en España, es el mexicano. Cuando está en México, es el español. Mauricio Hernández Cervantes (Ciudad de México, 1981) se considera periodista de profesión y de espíritu. Ha trabajado para medios como Reforma, en México. En España, ha colaborado con El Confidencial, El Mundo y La Vanguardia. Lleva toda su vida entre dos mundos, dos realidades a más de 9.000 kilómetros de distancia sobre las que ha logrado construir una "mirada híbrida". "Cuando le sacas provecho a esa mirada, aprendes a mirar a través de ella y te permite jugar como local y como extranjero a la vez", explica Hernández Cervantes a El Confidencial.

Para medios mexicanos ha logrado infiltrarse en una sociedad española sobre la que destaca el lastre del pasado. El periodista hace hincapié en muchos de sus artículos esta relación que, sostiene, baila entre lo enfermizo y lo cotidiano de formas que no siempre se terminan de entender. "El silencio del diente que quiso ser una flor" es el titular de una de las crónicas que ha escrito sobre una noche en un bar de Madrid en la que esa relación tiró más hacia lo enfermizo. También es el título de su libro en el que reúne sus artículos como periodista freelance en algunos de los medios más relevantes del sector. Historias sobre esa España vista desde un mexicano con mucho espíritu español. Y sobre un México en el que el problema no es su pasado, sino el presente. "En España mata el pasado y en México mata el presente", afirma Hernández Cervantes en entrevista con este periódico.

Foto: Uno de los tigres rescatados del refugio Black Jaguar-White Tiger (BJWT) en la Ciudad de México. (EFE/Sergio Adrián Ángeles)
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Mauricio Hdez. Cervantes. Ciudad de México

Mauricio Hernández estaba en un bar de Madrid en 2017 cuando sucedió lo que después daría nombre a su libro. "Estaba con un francés, un mexicano, un chileno y un alemán en un bar cuando entraron dos chicos gritando 'Heil Hitler Sieg Heil. Coño', y le dieron un beso a un crucifijo", recuerda el periodista. Ese momento, continúa, fue revelador tanto para él como para los amigos que le acompañaban. "Decían que era surrealista".

Ese microepisodio ocurrió un mes antes de que se inaugurara en Madrid la exposición itinerante "Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos" sobre los horrores del campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Luis Ferreiro, director de la exposición en Madrid, le comentó a Hernández que cuando estuvo en el campo fue testigo de cómo la tierra devolvía fragmentos óseos y dientes de quienes habían sido exterminados y enterrados en las fosas. "La mayoría de historias en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau comenzaron con un 'Heil Hitler'. Todas se cuentan solas. Y muchas lo hacen en silencio, como cada uno de esos dientes que, cuando llega la primavera, nacen queriendo ser una flor", concluye el periodista en su crónica.

El oficio 'que me ha dado la vida'

Mauricio Hernández Cervantes define su trabajo como romántico. De hecho, rechaza hasta llamarlo un trabajo. Es más bien una vocación. "En ese sentido soy muy romántico, me adoctriné con la idea de que solo siendo periodistas las 24 horas del día se entiende de qué va esto". Añade que la persona que haga este trabajo pensando en el dinero, mejor que se dedique a otra cosa. A pesar de este romanticismo, no niega que no es fácil llegar a dedicarse al periodismo.

En las charlas en universidades donde cuenta cómo es ser periodista freelance, Hernández Cervantes aconseja a los jóvenes que empiecen lo más pronto posible "y si tenéis que utilizar los recursos de vuestros padres, aprovechadlos con todo el cinismo del mundo". En este oficio, subaya, no solo se necesita talento, también recursos para poder empezar en un sector complicado. "Se tiene que tener la capacidad de llevarse a uno mismo al límite, porque si se apuesta por la comodidad o por el dinero, mal", opina el periodista.

Foto: Acto de entrega de los premios. (EFE/Juanjo Martín)

Vivir una profesión tan intensamente también tiene su cara B. Mauricio Hernández Cervantes reconoce estar en conflicto en este sentido y, a pesar de que no le gusta la palabra sacrifico, sí afirma haber hecho muchos esfuerzos y haber perdido muchas cosas en su camino por vivir de su vocación. "He sufrido sobre todo económicamente. De hecho, he vuelto a México porque seguir viviendo de freelance en España es, diría, heroico", afirma en la entrevista desde la capital mexicana.

El periodismo ha sido para Hernández Cervantes un motor que le ha llevado a contar historias desde sus dos hogares, España y México. Desde una crónica en el Valle de los Caídos hasta las desapariciones en México hasta el reportaje "Cómo amar al hijo de tu violador: 'Me pegaba en mi propia barriga para que no naciera'", publicado en El Confidencial.

Esta es una parte de su aportación a un oficio "que me ha dado la vida". Su otra aportación es el silencio, la manera en la que ha aprendido a contar historias partiendo de esa base. A través de ese silencio ha construido su mirada. "He entendido que en el silencio hay muchas verdades, como el silencio que quiso ser una flor".

Cuando está en España, es el mexicano. Cuando está en México, es el español. Mauricio Hernández Cervantes (Ciudad de México, 1981) se considera periodista de profesión y de espíritu. Ha trabajado para medios como Reforma, en México. En España, ha colaborado con El Confidencial, El Mundo y La Vanguardia. Lleva toda su vida entre dos mundos, dos realidades a más de 9.000 kilómetros de distancia sobre las que ha logrado construir una "mirada híbrida". "Cuando le sacas provecho a esa mirada, aprendes a mirar a través de ella y te permite jugar como local y como extranjero a la vez", explica Hernández Cervantes a El Confidencial.

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