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Lula satánico vs. Bolsonaro zoofílico: una guerra santa en busca del voto evangélico en Brasil
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"Satánico, caníbal y ahora pedófilo"

Lula satánico vs. Bolsonaro zoofílico: una guerra santa en busca del voto evangélico en Brasil

La campaña de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil ha estado marcada por una guerra en redes que hace del país una especie de 'Cuento de la criada' tropical

Foto: Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, días antes de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas. (EFE/Sebastiao Moreira)
Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, días antes de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas. (EFE/Sebastiao Moreira)

"¡Tengan cuidado! ¡Fuerzas malignas se unieron para causar la victoria de Lula!". No habían pasado ni 24 horas desde la celebración de la primera vuelta de las elecciones en Brasil, el 2 de octubre, cuando un vídeo de un hombre que se declara satanista empezó a circular en las redes sociales bolsonaristas. Pero enseguida hubo un giro. Vicky Vanilla, quien se autodenomina "sacerdote de la iglesia luciferina" y tiene casi un millón de seguidores en su perfil de TikTok, se retrató en un vídeo posterior, alegando que sus palabras habían sido sacadas de contexto, a pesar de existir imágenes de él agitando una espada encima de una foto del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Lo que parece el guion malo de una película de serie B acabó haciendo mella en la imagen de Lula. Los administradores de un grupo bolsonarista de Telegram, que reúne a cerca de 60.000 personas, instaron a sus seguidores a compartir el vídeo de Vicky Vanilla en sus iglesias y grupos familiares para desalentar el voto a favor del Partido de los Trabajadores en la segunda vuelta, como si se tratase de batalla final del bien contra el mal.

Foto: Jair Bolsonaro después de conocer los resultados de la primera de las elecciones de este domingo. Ueslei Marcelino / REUTERS
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La campaña para la segunda vuelta de las elecciones de este domingo en Brasil ha irrumpido con fuerza estas semanas con temas religiosos y fake news que buscan mover el voto evangélico. Entre los dos candidatos a la presidencia se ha declarado una guerra santa que hace de Brasil una especie de Cuento de la criada tropical en la última fase de los comicios, en los que el expresidente Lula da Silva logró imponer con el 48,4% tras un reñido recuento. Mientras, el actual mandatario, el ultraderechista Bolsonaro, quedó en un 43.23%.

El capítulo satánico de Lula provocó que el expresidente se viera obligado a publicar un comunicado en el que explicaba lo básico: que es católico, que "no tiene un pacto con el diablo ni nunca conversó con él" y que ha sido víctima de una campaña de noticias falsas. Pero, esta vez, el ataque de las milicias bolsonaristas, organizadas entorno al llamado gabinete del odio, que está siendo investigado por la Corte Suprema, no quedó impune. Por primera vez, el equipo de Lula contraatacó usando la ley del ojo por ojo, diente por diente y divulgó imágenes de 2017 del presidente Jair Bolsonaro durante una ceremonia de la masonería.

Foto: El expresidente Lula durante el 100 aniversario del Partido Comunista de Brasil. (Reuters/Ian Cheibub)

El vídeo fue difundido con el objetivo de alcanzar al público evangélico, que apoya la reelección del presidente, en un choque en el que la religión ha ganado un gran protagonismo. En teoría, la masonería es contraria a la fe católica porque, en un documento de 1983, el Vaticano afirmó que los principios de la masonería siempre han sido "considerados irreconciliables con la doctrina de la Iglesia". "Siento que he sido traicionada. Defendí a Bolsonaro de lo indefendible. Siempre estuve del lado del presidente. Y ahora descubro sus vínculos con la masonería. Desgraciado. Desafortunadamente, votaré al Nueve Dedos en esta segunda vuelta”, escribe Viviane Loiseau en Twitter en referencia a Lula, que perdió un dedo cuando trabajaba como obrero metalúrgico.

Los nombres detrás de la 'guerra santa'

No hay duda de que una verdadera guerra santa se está librando en las sociales brasileñas. De un lado está Carlos Bolsonaro, el hijo del presidente, que desde 2018 coordina la vida online de su padre. En el extremo opuesto, apareció el diputado federal André Janones, el último fichaje del Partido de los Trabajadores (PT), fundado en 1980 por el expresidente Lula. Se trata de un evangélico de 38 años muy hábil con las tácticas de guerrilla digital, tan típicas del clan Bolsonaro, y capaz de alcanzar a los fieles cristianos. Este diputado tiene incluso más seguidores en Facebook que el propio candidato del PT: ocho millones de Janones frente a 5,3 millones de Lula.

Foto: 'Olho da Rua', de Jonathas Andrade. (La Casa Encendida)

La lista de golpe bajos lanzados durante la campaña es amplia y variada. El 7 de octubre, el escudero digital de Lula publicó un vídeo antiguo en el que Bolsonaro admitía haber mantenido relaciones sexuales con animales. El presidente de Brasil aparece durante una entrevista con detectores de mentiras y afirma: "Solíamos ir atrás de las gallinas en el gallinero. Todo el mundo lo hacía en mi ciudad. Algunos pillos iban a por la ternera o la burra… Eso era muy común". Cuando el presentador pregunta al técnico si Bolsonaro había tenido sexo con gallinas y este confirma, Bolsonaro suelta una carcajada.

La recién estrenada artillería digital de Lula también difundió el vídeo de una entrevista que Bolsonaro concedió en 2016 al periódico The New York Times, en la que admitía que casi comió carne humana durante una expedición en tierras indígenas. "Se murió el indio y lo están cocinando, cocinan al indio, es su cultura. Se cocina dos o tres días y se come con plátano. Yo quería ver al indio siendo cocinado y un tipo me dijo: 'Si vas, tienes que comer'. Yo respondí que sí, que me lo como. Pero nadie quería ir, porque había que comerse al indio, y no me querían llevar a mí solo. Entonces no fui. Yo me lo comería sin ningún problema. Es su cultura", admitió cuando todavía era diputado federal.

En la misma entrevista, Bolsonaro hizo referencia a una visita a Haití, donde Brasil mantuvo fuerzas de pacificación durante 13 años. El mandatario reconoció que no tuvo relaciones sexuales con mujeres haitianas por la falta de higiene en el lugar. En pocas horas, el hashtag #bolsonarocanibal ganó fuerza en las redes sociales. En un intento de contener la agresividad de la campaña, el Tribunal Superior Electoral prohibió la difusión de propaganda electoral que asocia Bolsonaro al canibalismo. "Estamos volviendo a las tinieblas, esto ya se parece a la Edad Media", denuncia Fran Gonçalves, profesora de primaria.

placeholder Luiz Inácio Lula da Silva recibe una oración de David Mikami, de nueve años de edad, durante un acto de campaña. (EFE/Sebastiao Moreira)
Luiz Inácio Lula da Silva recibe una oración de David Mikami, de nueve años de edad, durante un acto de campaña. (EFE/Sebastiao Moreira)

Para Pablo Gentili, doctor en Educación por la Universidad de Buenos Aires, profesor en la Universidad Estatal de Rio de Janeiro y exjefe de gabinete de Pablo Iglesias, los ataques lanzados por el PT no constituyen el eje central de campaña de Lula. "Tenemos por un lado a un líder político como Lula, que se ha esforzado por presentar propuestas basadas en todo lo que se hizo durante los cuatro gobiernos del PT, y por el otro a Bolsonaro, que emplea la violencia verbal y las mentiras. Cuando la derecha lleva la política a un nivel de degradación como nunca lo hemos vivido en el periodo democrático, no queda mucho espacio de maniobra. En una campaña marcada por el odio, las agresiones y los insultos, es muy difícil mantener la coherencia. Incluso la actitud de Lula de preservar la institucionalidad y de convocar al diálogo ha sido considerada como un signo de debilidad. El dato más doloroso no es que exista Bolsonaro. Es más bien que hay millones de brasileños que creen que Bolsonaro es una salida, porque piensan que la democracia no puede resolver sus problemas", señala Gentili a El Confidencial.

La expresión que puso a Bolsonaro contra las cuerdas

Otro momento clave de la campaña ha sido el tiro en el pie del propio Bolsonaro durante una entrevista en un programa de YouTube dirigido al público futbolero. Como de costumbre, el mandatario agitó el fantasma del "comunismo" del régimen de Venezuela para demostrar que lleva la población a la miseria. Para reforzar su opinión, citó un episodio que aconteció el año pasado, durante una vuelta en motocicleta en los alrededores de Brasilia.

"Detuve la moto en una esquina, me quité el casco y miré a unas tres o cuatro, niñas, bonitas, de 14 o 15 años, todas bien vestidas, un sábado en una comunidad [favela]. Y vi que eran muy parecidas", contó Bolsonaro. Después usó una expresión que le condenaría durante días en el tribunal permanente de las redes sociales: "pintou um clima", que habitualmente en portugués es empleada para describir atracción sexual. Acto seguido, el mandatario entró en la casa de las adolescentes. "Había como 15 o 20 niñas arrumándose, todas venezolanas, y yo pregunto: niñas bonitas, de 14 o 15 años, arrumándose un sábado ¿para qué? Para ganarse la vida. ¿Usted que nos está escuchando aquí y ahora, quiere eso para su hija?", añadió el presidente, insinuando un caso de prostitución de menores.

Foto: Debate entre Lula y Bolsonaro. (EFE/Sebastião Moreira)

En pocas horas, el hashtag #bolsonaropedofilo se había convertido en la principal tendencia de Twitter en un país con 212 millones de habitantes. Bolsonaro se defendió argumentando que suele usar esta expresión, pintar um clima, en todo tipo de asuntos. Consciente del impacto negativo que podría causar en la campaña, se apresuró a hacer una conexión en directo a última hora de la noche, en la que se declaró víctima de una campaña de fake news.

Mientras tanto, un ejército de opinadores de izquierda y representantes de la oposición condenaban las palabras del presidente, subrayando que, como mínimo, existía un delito de omisión ante una hipotética red de prostitución de menores. Finalmente, una de las niñas en cuestión acudió a la prensa brasileña para denunciar que no había ninguna prostituta en la famosa casa y que era un evento a favor de refugiados venezolanos, en el que se impartió una clase de estética.

De nuevo, tuvo que intervenir el Tribunal Superior Electoral para impedir que este vídeo, que ya ha sido retirado de las redes sociales, fuese usado por el equipo de Lula en la campaña. Mientras tanto, Michele Bolsonaro, esposa del presidente, y Damares Alves, la exministra más evangélica del Ejecutivo, se reunían con las líderes responsables del proyecto social enfocado a los refugiados venezolanos en un intento desesperado de contener los daños. "Satánico, caníbal y ahora pedófilo. Madre mía, está complicado", decía el internauta Leandro sobre la enésima polémica de esta campaña.

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Curiosamente, cada una de estas revelaciones se ha esfumado en pocos días, sin llegar a alcanzar el nivel de profundidad compatible con la gravedad de los asuntos denunciados, lo que otorga a esta campaña unos rasgos efímeros y volátiles. Ambos candidatos han seguido en todo momento la estrategia de recurrir al pánico moral en vez de discutir el futuro de Brasil, como quedó patente en el primer debate electoral a dos, el pasado 16 de octubre.

El bolsonarismo no es un fenómeno pasajero

En juego está el voto de los 70 millones de evangélicos, que en 2018 fueron decisivos para la victoria de Bolsonaro. A pesar de todas las embestidas en las redes de Lula y sus aliados, y de la carta abierta a los evangélicos, las principales iglesias neopentecostales se han mantenido fieles al mandatario brasileño. Incluso en algunas ciudades ha habido plantones de 24 horas en la puerta de algunas iglesias para intentar conquistar más votos a favor de Bolsonaro.

placeholder El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, mientras participa en una oración al lado del pastor de la iglesia evangélica Silas Malafaia. (EFE/André Coelho)
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, mientras participa en una oración al lado del pastor de la iglesia evangélica Silas Malafaia. (EFE/André Coelho)

"Brasil es un país escogido por Dios. Dios creó Bolsonaro, un verdadero mesías, pero nadie conoce los deseos divinos. Si el todopoderoso decide que Bolsonaro ha llegado al final de su ciclo, creará a otro líder que pueda gobernar este país en el respecto de la religión y de la familia. Estoy segura de eso porque Dios sabe lo que hace", asegura Rita Firmino, esposa de un pastor evangélico y admiradora del presidente de derecha.

Independientemente de quien gane el próximo 30 de octubre, tras la primera vuelta ha quedado claro que el bolsonarismo no es un fenómeno pasajero. Con 51 millones de votos, Bolsonaro consiguió un resultado mucho mejor de lo que auguraban todos los sondeos. "El foco de la lectura no es Bolsonaro, es el bolsonarismo. Es evidente que hay un poder simbólico y movilizador muy fuerte. El bolsonarismo, como campo sociopolítico y movimiento, está muy vivo, se ha capilarizado y llegó para quedarse. Muchos pensaron que Bolsonaro fue el efecto de una situación de 2018, que juntó desinformación, puñalada y rechazo al PT. Eso ayudó, pero hay otros factores en el bolsonarismo que lo acercan a la población", señala la socióloga española Esther Solano, profesora de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).

Foto: El expresidente y candidato a la presidencia, Luiz Inácio Lula da Silva, en un mitin en Curitiba, Brasil. (Reuters/Ueslei Marcelino)

El nacimiento del llamado "pobre de derecha" es sin duda un elemento a considerar. "Muchos de los que apoyan a Bolsonaro no son millonarios o ricos que están defendiendo sus privilegios. Son personas pobres que pasan por carencias y necesidades. Sienten que la opción bolsonarista les representa mucho más que una opción democrática y pluralista como la que encarna Lula", asegura Pablo Gentili. Por otro lado, cabe destacar que una gran parte de los seguidores del presidente no son radicales y sí conservadores moderados, atraídos por la defensa que hace el presidente de la familia tradicional y por su programa económico liberal, que prevé más privatizaciones, menos Estado y menos impuestos para las empresas brasileñas.

Cada vez más analistas políticos reconocen que, con la Cámara de Diputados y el Senado controlados por la derecha, si Lula gana, será complicado asegurar la gobernabilidad de un país cada vez más polarizado. El expresidente, que en 2010 dejó el poder con el 87% de popularidad, ya ha anunciado que no piensa presentarse para un segundo mandato. En caso de victoria, intentaría hacer un Gobierno de pacificación nacional y de transición. Lejos de desvelar sus planes concretos, el líder de la izquierda brasileña ha mantenido en toda la campaña sus lemas optimistas y un poco naíf: "El amor va a vencer el odio, "vamos a ser felices de nuevo", y "vamos a comer carne de primera en la barbacoa". "En estas elecciones se decide si queremos barbacoa de solomillo o indio con plátano", bromea el politólogo Felipe Borba.

"¡Tengan cuidado! ¡Fuerzas malignas se unieron para causar la victoria de Lula!". No habían pasado ni 24 horas desde la celebración de la primera vuelta de las elecciones en Brasil, el 2 de octubre, cuando un vídeo de un hombre que se declara satanista empezó a circular en las redes sociales bolsonaristas. Pero enseguida hubo un giro. Vicky Vanilla, quien se autodenomina "sacerdote de la iglesia luciferina" y tiene casi un millón de seguidores en su perfil de TikTok, se retrató en un vídeo posterior, alegando que sus palabras habían sido sacadas de contexto, a pesar de existir imágenes de él agitando una espada encima de una foto del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

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