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"Navidades en Melitópol, verano en Crimea": el cerco ucraniano sobre la invasión rusa se estrecha
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tras la liberación de jersón

"Navidades en Melitópol, verano en Crimea": el cerco ucraniano sobre la invasión rusa se estrecha

El frente ruso ha vuelto a colapsar a lo grande por tercera vez en su propia invasión —Kiev en abril, Járkov en septiembre y ahora Jersón— y ahora en Moscú ven cómo los defensores van estrechando el cerco sobre sus posiciones

Foto: Artillería rusa en el este de Ucrania. (EFE)
Artillería rusa en el este de Ucrania. (EFE)

Navidades en Melitopol, verano en Crimea”. Un ucraniano anónimo resumía así en redes el brío moral que ha supuesto la liberación de Jersón, coronada este fin de semana con las imágenes de sus habitantes, envueltos en banderas y lágrimas, saliendo a celebrar la llegada de las tropas. El frente ruso ha vuelto a colapsar a lo grande por tercera vez en su propia invasión —Kiev en abril, Járkov en septiembre y ahora Jersón— y ahora en Moscú ven cómo los defensores van estrechando el cerco sobre sus posiciones. Ya no solo amenazan lo ocupado este 2022, sino también los territorios que se anexionó ilegalmente en 2014. Y esto no es tan solo una sensación ciudadana producto de la euforia del momento.

“Los HIMARS estarán pronto disparando desde Jersón. Las posiciones en Crimea están dentro de su alcance. Esto degradará las defensas rusas/LOC [líneas de comunicación] mientras el ‘flanco izquierdo’ de la contraofensiva [ucraniana] toma Mariúpol y Melitopol hacia enero”, aseguró el teniente general retirado Ben Hodges, excomandante del Ejército estadounidense en Europa. “Entonces comienza la fase decisiva de la campaña… la liberación de Crimea”, agregó en su cuenta de Twitter.

Escrito suena fácil. Pero sobre el terreno hay todavía mucha tela que cortar. La retirada rusa de la ribera occidental del Dniéper abre una nueva fase en el conflicto, en el que Ucrania ya ha recuperado más del 50% del territorio que ocupó Rusia tras lanzar la invasión del 24 de febrero. El frente sur, donde ambos bandos habían concentrado gran cantidad de tropas, equipos y logística se transformará, por el momento, en un combate de artillería. El río se erige como una formidable defensa natural para los invasores en retirada y supone una vía demasiado arriesgada a corto plazo para una potencial ofensiva ucraniana. Pero esta es una variable que juega en ambos sentidos, ya que las tropas del Kremlin tampoco podrán ahora cruzar el río. Así que Kiev también podrá disponer de parte de las fuerzas desplegadas en ese frente para reforzar otros puntos de su contraofensiva.

A continuación, analizamos con la ayuda de Guillermo Pulido, analista militar, editor de la Revista Ejércitos y autor de 'Guerra Multidominio y Mosaico', cómo la reconquista de Jersón puede afectar al desarrollo de la guerra en sus principales ejes.

La humillación de Jersón

Moscú está teniendo problemas para digerir la humillación de Jersón. La retirada se había convertido en un imperativo militar, ya que el alto mando ruso se arriesgaba a perder una gran cantidad de efectivos en un frente en el que ya tenía grandes problemas de suministro y logística. Pero no es que Jersón cayera aleatoriamente. La espantada rusa fue producto de una concienzuda contraofensiva ucraniana que comenzó en abril y que ha ido recuperando terreno, poco a poco, hasta forzar la salida del invasor. Una victoria militar, moral y geopolítica en toda regla.

"Todo lo que ha hecho Rusia en Jersón, en general, ha sido un desastre. Desde hace meses se sabía que los ucranianos podrían cortar o dañar las líneas de comunicación terrestres rusas para que solo pudieran cruzar por el puente de [la represa] Nova Kajovka y por [la ciudad de] Jersón; y, por lo tanto, podían atrapar a un buen número de rusos ahí. Eso era vox populi. Sin embargo, Rusia decidió concentrar una gran masa de maniobra en la zona", explica Pulido. "Jersón es un fracaso total porque han estado a punto de embolsarlos", agrega.

Foto: Soldados ucranianos en el frente de Jersón. (EFE/Stanislav Kozliuk)

El Kremlin está ahora expuesto a la ira de los halcones políticos, que creen que Vladímir Putin debería haber ordenado la defensa a sangre y fuego de Jersón; y los blogueros militares prorrusos, que señalan ahora todos los errores estratégicos de los altos mandos que han llevado a sus tropas a enfrentar este dilema. Que el alto mando haya tenido que reconocer y asumir en público el fiasco de este frente, evitándole al presidente el bochorno, es una muestra de lo delicado de la cuestión dentro de Rusia.

"¿Fue una buena decisión al retirar a los supervivientes del Séptimo de Caballería en Little Bighorn después que el teniente coronel Custer atacase? Esa no es la pregunta. La pregunta es si haber atacado a Caballo Loco fue una mala decisión, arriesgada y tomada sin la inteligencia adecuada, ya que el campamento indio era mucho más grande de lo que creían. No hay ni una sola buena decisión [rusa] ahí en Jersón", apunta Pulido.

Las analistas de inteligencia militar abierta (OSINT) han compartido imágenes satélite donde se aprecia que las tropas rusas han levantado posiciones de defensa en la orilla oriental del Dniéper y consideran que continuarán consolidándose en el área en los próximos días. Sin embargo, también han comprobado que Rusia está desplazando armamento y equipos fuera del rango de unos 90 kilómetros de las baterías de misiles HIMARS, como los helicópteros que tenían estacionados en Chaplynka, lo que dificultará algunas de sus operaciones. Según la inteligencia estadounidense, Rusia probablemente tenga hasta 30.000 soldados en esta zona, aunque no está claro si permanecerán en el área o serán destinados a otros puntos del conflicto.

Foto: Lanzadores de cohetes HIMARS. (US Army)

"Usar la línea fluvial es poco probable en el corto plazo porque hay bastantes líneas defensivas rusas en el otro lado y bastante artillería. Con el paso del tiempo, puede que Ucrania pueda desgastar mucho el despliegue ruso al otro lado del río e intentar algo. Sobre todo si se hace en coordinación con avances desde el frente de Zaporiyia. Si se combina una doble ofensiva, los rusos van a tener que elegir entre defender el río o la línea de avance terrestre", detalla el experto.

Próxima estación, Melitopol

Con la caída de Jersón, ahora muchos ojos están puestos en el frente de Zaporiyia y la ciudad de Melitopol. Este es el principal enclave ocupado por los rusos que se interpone entre Kiev y la península de Crimea, al sur; y la ciudad de Mariúpol —uno de los símbolos del horror de esta guerra— , al este. La intensidad en esta línea de contacto ha aumentado en las últimas semanas, pero todavía no se observa una acumulación de tropas y la distancia desde las actuales zonas de contraofensiva hasta Melitopol es de unos 80 kilómetros. Además, este frente se extiende más de 150 kilómetros, hasta el óblast de Donetsk. Aquí, uno de los principales puntos de combate son las ofensivas rusas para tomar la localidad de Vuhledar, en Donetsk, mediante una serie de asaltos en los que podrían estar asumiendo muchas bajas.

"En el frente de Zaporiyia ya había actividad desde hace varias semanas y muchos rumores de que los ucranianos podrían avanzar por allí. De ahí que hubiera hace unos días una batalla en Pavlovka (a unos cinco kilómetros al sur de Vuhledar) con un ataque preventivo de los rusos. Pero por ahora no hay una gran concentración de fuerzas ucranianas", matiza Pulido.

Foto: Fuego de mortero ucraniano cerca de Bakhmut. (Reuters)

Sin embargo, nadie duda de que Melitopol está en la hoja de ruta de las Fuerzas Armadas ucranianas. La urbe, de unos 150.000 habitantes antes de la guerra, fue atacada el día 25 de febrero y capturada tras intensos combates el 1 de marzo. Desde entonces ha sido un importante centro logístico para la invasión rusa —donde se cruzan dos importantes autovías y una estación ferroviaria— y también zona de fuerte contrainsurgencia ucraniana. Su valor estratégico es clave para el futuro del conflicto.

Moscú también parece temer ese escenario. Por el momento, las tropas rusas están fortificando la ciudad, donde los nuevos reclutas forzosos cavan trincheras y levantan estructuras defensivas, y desplazando unidades y equipos. Además, Rusia lleva desde agosto restaurando antiguas fortificaciones y construyendo nuevas defensas en los puestos de control Chingar y Armiansk, dos posiciones clave que unen Crimea con Ucrania. Los rusos saben que la península no es inexpugnable, ni muchos menos invulnerable. En octubre, los ucranianos ya bombardearon el estratégico puente de Kerch, privándole de una ruta de suministro vital, especialmente en términos de combustible.

"Melitopol es un objetivo prioritario porque por ahí pasan las principales líneas de comunicación en el corredor terrestre que va desde el Donbás a Crimea. Si tomas Melitopol y destruyes los puentes que unen Crimea con el resto de Rusia, entonces la península estaría en una situación bastante complicada. No sabemos si el Alto Mando ucraniano está ya pensando en ello o no, pero es un objetivo factible. Si toman Melitopol y Mariúpol, ya sabríamos hacia dónde se dirigen", explica el experto.

Apretando en el Donbás

Pero Kiev también está pendiente de otros puntos de la ofensiva, especialmente en el Donbás, donde hay varios combate abiertos. Al norte, en Lugansk, las fuerzas ucranianas llevan semanas impulsando una contraofensiva en dirección a Svatove y Kreminna, separadas por 50 kilómetros. Este esfuerzo es parte del contraataque del pasado mes de septiembre en Járkov, con el que las fuerzas ucranianas han liberado prácticamente la provincia. Con la presión adecuada, algunos creen que las líneas rusas podrían volver a desmoronarse y permitir otro avance significativo. Ante el acoso, los rusos están realizando contragolpes tácticos para complicar las operaciones del enemigo, más que para recuperar territorio efectivo.

"Ucrania tiene menos dificultades para la logística y la movilidad de tipo estratégico, operacional y táctico. Esto le permite ir de un lado a otro del teatro para descompensar al Ejército ruso y avanzar en Svatove y Kreminna tiene sentido", considera Pulido sobre el potencial uso que Kiev le puede dar a las fuerzas que pueda retraer ahora del frente de Jersón.

Foto: Un tanque ucraniano en Bakhmut. (Reuters/Zohra Bensemra)

Algunos analistas, como Andriy Zagorodnyuk, presidente del Centro de Estrategias Defensivas de Ucrania, creen que el presidente ruso podría haber aceptado la retirada de Jersón propuesta por el jefe de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania, Sergey Surovikin, bajo la promesa de tomar el resto del óbalst de Donetsk. Esto explica las intensas ofensivas rusas en su asalto a Bakhmut, donde las fuerzas mercenarias de Wagner, reforzadas con presidarios y reclutas forzosos, llevan semanas tratando de hacerse con el pueblo; Avdiivka o Soledar. Sin embargo, los avances y retrocesos son pírricos, y aunque la leva ordenada por Vladímir Putin más de 300.000 efectivos, según el Kremlin— puede estar haciendo más densas las líneas de defensa rusa, no están logrando cambiar la inercia del conflicto.

"Las operaciones ofensivas rusas en el óblast de Donetsk probablemente se intensificarán en las próxima semanas según vaya llegando el personal movilizado y las tropas profesionales retiradas del occidente de Jersón. Las fuerzas ucranianas en el área probablemente se encontrarán bajo mucha presión y Kiev probablemente tendrá que dirigir tropas para defenderse de estos renovados ataques rusos", consideró el Institute for the Study of War en su más reciente informe. Esto hará que también aumenten las bajas en un momento delicado para Moscú. La inteligencia estadounidense calcular que tanto rusos como ucranianos habrían asumido unas 100.000 bajas militares (muertos, heridos, desaparecidos), mientras que más 40.000 civiles también han resultado muertos o heridos.

En este escenario, Kiev tiene varias opciones sobre la mesa para continuar estrechando el cerco sobre el invasor, que espera que la llegada del invierno ralentice el combate mientras Putin trata azuzar la fatiga de la guerra y doblegar la unidad de los aliados occidentales hacia una eventuales negociaciones. Pero es una estrategia arriesgada, ya que, sobre el campo de batalla, el adversario lleva la iniciativa bélica y la moral alta. Y sabe que cada victoria sobre el terreno es fundamental para mantener viva su causa en la comunidad internacional.

"No tiene por qué haber un estancamiento (de los frentes) en el invierno. En el aspecto bélico, beneficia más a Ucrania que a Rusia. A nivel operacional, puede que Moscú decida terminar de destruir la red eléctrica ucraniana y aprovechar el frío para fastidiar a la población y dar un golpe a económico. Y a nivel estratégico general, también podrá jugar la baza de la mayor demanda de combustibles fósiles [en invierno]. Pero no parece que nada de esto le vaya a funcionar", concluye Pulido.

Navidades en Melitopol, verano en Crimea”. Un ucraniano anónimo resumía así en redes el brío moral que ha supuesto la liberación de Jersón, coronada este fin de semana con las imágenes de sus habitantes, envueltos en banderas y lágrimas, saliendo a celebrar la llegada de las tropas. El frente ruso ha vuelto a colapsar a lo grande por tercera vez en su propia invasión —Kiev en abril, Járkov en septiembre y ahora Jersón— y ahora en Moscú ven cómo los defensores van estrechando el cerco sobre sus posiciones. Ya no solo amenazan lo ocupado este 2022, sino también los territorios que se anexionó ilegalmente en 2014. Y esto no es tan solo una sensación ciudadana producto de la euforia del momento.

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