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No solo España está en ambiente electoral: el PP europeo busca salvar los muebles en 2023
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No solo España está en ambiente electoral: el PP europeo busca salvar los muebles en 2023

El PP español se convierte en una de las esperanzas de un Partido Popular Europeo que ha perdido el control en los 'pesos pesados' de la Unión Europea de cara a 2024

Foto: Feijóo durante la asamblea política del PPE en Lisboa. (EFE)
Feijóo durante la asamblea política del PPE en Lisboa. (EFE)

En mayo de 2024 se celebran las próximas elecciones europeas. Queda mucho, pero ya se nota cierto ambiente preelectoral en la política europea. A nivel más técnico empiezan a entrar las prisas para cerrar negociaciones legislativas, algo en lo que la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que empieza en julio, tendrá mucho que ver. Pero es que también empieza a dibujarse la estrategia de cara a esos comicios.

El Partido Popular Europeo (PPE), que lleva décadas dominando la política comunitaria, lleva ya unos años naufragando. La pérdida del poder en Alemania frente a una coalición de socialistas, liberales y verdes, sumado a la desaparición de una figura de autoridad moral como era Angela Merkel, ha sido el golpe final. El pasado 2 y 3 de diciembre los líderes del PPE se reunieron en Atenas (Grecia) para discutir sobre el futuro de la familia política, que no controla ninguna de las cinco grandes economías europeas, Alemania, Francia, Italia, España y Países Bajos, ni tampoco al principal país del flanco este, Polonia.

Las elecciones europeas se juegan en dos planos. Por un lado en el Parlamento Europeo, donde, tras un momento crítico a finales de 2021 en el que los socialistas llegaron a ir por delante en las encuestas, el Partido Popular Europeo puede confiar en ser el principal partido, pero ya lejos de la dominación clara de hace solamente unos pocos años. Ahora los resultados se esperan mucho más ajustados, con los democristianos dependiendo cada vez más del apoyo de socialistas y liberales, que es la única coalición europea que suma los 351 escaños suficientes para controlar la Eurocámara.

Por otro lado, las elecciones europeas se juegan también en el Consejo Europeo. Lo que todo el mundo quiere saber tras los comicios es quiénes serán los llamados “top jobs”. Quién será nombrado presidente de la Comisión Europea y quién del Consejo Europeo. Y eso tiene que votarlo el Parlamento Europeo, pero son los jefes de Estado y de Gobierno los que deben, mirando el resultado de las elecciones, proponer un nombre, que tiene que recibir el respaldo mayoritario de la Eurocámara. Y la experiencia de 2019, cuando impusieron a una candidata, la actual presidenta de la Comisión Europea, por encima de la voluntad del Parlamento, demuestra que los líderes son los que tienen la sartén por el mango.

placeholder El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, charla con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, charla con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. (EFE)

De ahí que sea tan importante tener un buen número de líderes de tu partido sentados alrededor de la mesa. Porque cuantos más miembros hay de tu familia política, más opciones tienes de decantar la nominación. Y hace tiempo que lo que antaño era un dominio abrumador del PPE ha ido desapareciendo. Sí, sigue teniendo más líderes, ocho, que los socialdemócratas, seis. Pero mientras los socialistas tienen países de peso, como Alemania o España, los populares tienen mayoritariamente el control de países pequeños (Grecia, Chipre, Austria o Letonia).

Por eso cuando la menguante cúpula del PPE se reunió en Atenas a principios de diciembre escudriñó el calendario electoral con cuidado. Y todos los ojos se pusieron en España y en el allí presente Alberto Núñez Feijóo. Son las elecciones de 2023 en las que los populares europeos más se juegan. A la hora de repartir los “top jobs” los pesos pesados suelen coordinarse y decantan la balanza y hoy por hoy ninguno de esos países (España, Alemania, Francia, Italia y Polonia) está gobernado por populares.

Las elecciones nacionales de 2023 solamente ofrecen dos oportunidades para corregir el tiro al PPE, y es en España y Polonia, donde los ultraconservadores del PiS han remontado en las encuestas. Los otros comicios son importantes, pero menores: en Grecia, donde confían en la reelección de Kyriakos Mitsotakis a pesar de los escándalos de espionaje a la oposición, las presidenciales de Chipre, y las generales de Finlandia, donde desde junio de 2021 los populares van por delante de los socialdemócratas de Sanna Marin.

Foto: El secretario general del PPE, Antonio López Isturiz, el flamante presidente del PPE Donald Tusk y el líder del PP en España Pablo Casado. (EFE)

Para los socialistas, en cambio, la estrategia de 2023 es defensiva: deben retener España a toda costa, intentar evitar la salida de Marin en Finlandia y, en la medida de lo posible, intentar ayudar a que Alexis Tsipras vuelva al poder en Grecia, un líder que aunque formalmente no pertenece a la familia de los socialdemócratas europeos durante su última etapa como primer ministro griego prácticamente se integró en ella en el marco del Consejo Europeo. Los que lo tienen todo de cara son también los más desorganizados, que es la familia liberal europea, a la que pertenece Emmanuel Macron, presidente francés. En la actualidad ocho líderes del Consejo Europeo pertenecen a los liberales europeos, el mismo número que el PPE.

Los equilibrios de poder entre las grandes familias políticas serán fundamentales en 2024 con un Consejo Europeo que ejerce su poder ya sin demasiados miramientos ni discreción. Los comicios que se celebren en 2023, los últimos antes de las elecciones europeas, serán claves para los reajustes finales entre el PPE y los socialistas. Y España es la gran presa mayor en esos equilibrios, aunque después depende mucho de la capacidad de negociación del presidente del Gobierno la obtención o no de réditos.

placeholder Reunión del PPE en Rotterdam. (Reuters)
Reunión del PPE en Rotterdam. (Reuters)

Spitzenkandidaten

Además, sectores dentro del PPE, que impulsó la idea del “spitzenkandidat” (cabeza de lista, en alemán) con la que se intentó forzar al Consejo Europeo a nominar como candidato a presidente de la Comisión Europea a alguien que hubiera liderado una lista a las elecciones europeas, como ocurrió en 2014 con Jean-Claude Juncker, todavía tienen esperanzas en conseguir que la idea siga viva. Y ese asunto también se trató en Atenas.

Fue el PPE y Juncker quienes crearon la esperanza del “spitzenkandidat”, y fue el propio PPE el que lo destruyó, cuando en 2019 eligió al alemán Manfred Weber como su candidato para presidir la Comisión Europea. Un hombre sin experiencia entre los líderes y habiendo dedicado prácticamente toda su carrera al Parlamento Europeo. Para los jefes de Estado y de Gobierno era sencillamente inviable. Nadie creyó que tuviera opciones reales. Los líderes acabaron escogiendo a una ministra de Angela Merkel, Ursula von der Leyen, que ni había participado en las elecciones ni estaba en las principales quinielas.

Foto: Última rueda de prensa del presidente de la Comisión Europea. (EFE)

El debate es qué hacer de cara a 2024. ¿Hay que elegir un nuevo “spitzenkandidat” y arriesgarse a que los líderes vuelvan a desecharlo, hiriendo la idea de muerte? La única manera de tener verdaderas opciones de que funcione es repetir la jugada de una década antes: que un líder del partido lo arriesgue todo, como hizo Juncker. ¿Qué figura puede jugar ese papel? Dentro del PPE siempre salen dos nombres, que son el de Mitsotakis, aunque ahora está desgastado en Bruselas, y el del croata Andrej Plenković. Otra opción, cada vez más probable, es mantener el apoyo a Von der Leyen, aunque los sectores más conservadores dentro del PPE la ven más como una candidata de Los Verdes o liberal antes que una democristiana.

En todo caso, como en España, en la política europea empiezan a moverse las piezas de cara a las siguientes elecciones. Empiezan a escucharse ruidos de sables, nombres, rumores. El olor a ambiente preelectoral empieza a llegar a Bruselas.

En mayo de 2024 se celebran las próximas elecciones europeas. Queda mucho, pero ya se nota cierto ambiente preelectoral en la política europea. A nivel más técnico empiezan a entrar las prisas para cerrar negociaciones legislativas, algo en lo que la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que empieza en julio, tendrá mucho que ver. Pero es que también empieza a dibujarse la estrategia de cara a esos comicios.

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