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Este hombre te da todo el dinero que necesites a cambio de ser su amigo. ¿Trato hecho?
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El lobito de Wall Street

Este hombre te da todo el dinero que necesites a cambio de ser su amigo. ¿Trato hecho?

El pelotazo madrileño de los socios de Jho Low resucita la figura del timador que quemó 4.500 millones del fondo soberano de Malasia en cortejar a 'celebrities' globales. O cuando los famosos se dejan timar con gusto

Foto: Jho Low, en una foto colgada en su cuenta de Twitter.
Jho Low, en una foto colgada en su cuenta de Twitter.

Lograr que Britney Spears salga de tu tarta de cumpleaños no está al alcance de cualquiera. Pocos podrían pagar seis cifras a Spears por cinco minutos de curro, y a menos aún se les ocurriría autorregalarse semejante parida por su cumpleaños… Pero Jho Low (Malasia, 1981) reunía ambas características humanas: tenía cash ilimitado en el bolsillo y maracas megalómanas en la cabeza. Meses antes de dicho cumpleaños, Low se había gastado dos millones de dólares en champán en una fiesta en Saint-Tropez. ¿Recuerdan El gran despilfarro? Esa comedia ochentera en la que Richard Pryor tenía que gastarse 30 millones de dólares en cosas inútiles para poder cobrar una herencia. Pues bien: Jho Low hizo 100 veces eso en la vida real (y con dinero ajeno).

En búsqueda y captura desde hace años por fundirse 4.500 millones de dólares del fondo soberano de Malasia (1MDB), Low está de actualidad por una información de este periódico: la Audiencia Nacional investiga a varios jeques árabes e intermediarios españoles (implicados en el pelotazo de la Torre Cepsa) por beneficiarse del dinero malversado por Low.

Foto: EC Diseño.

En 2009, el ex primer ministro malasio Najib Razak creó el fondo 1MDB para dinamizar las inversiones internacionales del país. El manejo del fondo, hinchado con la ayuda de Goldman Sachs, corrió a cargo de Low y de familiares de Razak. Parte del dinero acabó desviado a las cuentas personales de estos gestores, pero no solo: en una agresiva campaña de relaciones públicas, Low financió durante años los caprichos y extravagancias de celebrities estadounidenses como Jamie Foxx, Robert DeNiro o Alicia Keys.

El citado cumpleaños de Low en Las Vegas, en noviembre de 2012, lo pagó el fondo soberano de Malasia. Low, que cumplía 31 años, se alojó esos días en una suite del Palazzo a 25.000 dólares la noche. A la fiesta, en un hangar en el desierto de Nevada, acudieron los actores Bradley Cooper y Zach Galifianakis, en pleno rodaje de Resacón en Las Vegas 3. Cooper y Galifianakis quizá se plantearon si la película —sobre el papel, un desfase absoluto— no palidecía comparada con el desmadre del cumpleaños de Low. “Estamos acostumbrados a fiestas extravagantes en Las Vegas, pero esta fue la mejor”, describió el columnista de cotilleos del Las Vegas Sun, que cifró el presupuesto del sarao en varios millones de dólares. Si crees que el cumpleaños de tu hijo pequeño se te fue este año de las manos, no estuviste en la fiesta de Low...

Foto: Manifestación en Kuala Lumpur contra el 'pirata' Low. (EFE)

Kim Kardashian, Paris Hilton, Tobey Maguire y Michael Phelps movieron el esqueleto en la fiesta de Low. Tocaron en directo Psy —rapero surcoreano que lo reventaba entonces con Gangnam Style—, Pharrell Williams y Kanye West, entre otros muchos. Hubo trapecistas y titiriteros del Circo del Sol, y (no es coña) 20 enanos ataviados como los Oompa-Loompas de la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Festival del humor.

El momento álgido fue la aparición sorpresa de Britney Spears, que salió de una tarta vestida con un diminuto vestido dorado, y cantó el cumpleaños feliz a Low. Quizá no sea el gasto que el ciudadano malasio medio considera prioritario para su país, pero eso fue lo que pasó.

El señor lobo

Por la fiesta pulularon también Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese, grandes beneficiarios de la actitud desprendida de Low, que producía entonces el gran proyecto de estas dos leyendas del cine: El lobo de Wall Street. Aunque uno tiende a creer que un productor es un señor mayor que fuma puros y controla al director para que no se pase de presupuesto, Low era más de quemar dinero como una escopeta de feria, cosa que, lógicamente, encantaba a Scorsese y a DiCaprio.

En 1998, para conmemorar el 25 aniversario de Lamborghini, la (muy) exclusiva marca de coches fabricó 658 unidades del Lamborghini Countach 25th Anniversary, una delicatesen de 455 caballos, que dejó de fabricarse en 1990 y por el que hoy se piden medio millón de euros. Cuando uno quiere estampar un deportivo caro en una película, emplea una réplica, pero Martín Scorsese estrelló un Lamborghini Countach real en una escena de El lobo de Wall Street. ¿Acaso algún espectador hubiera notado la diferencia entre el original y la copia? Seguramente no, pero cuando uno es un autor galáctico y tiene barra libre para gastar, no le preocupan esas minucias.

placeholder DiCaprio y el bólido en 'El lobo de Wall Street'. (Paramount)
DiCaprio y el bólido en 'El lobo de Wall Street'. (Paramount)

Si El lobo de Wall Street era una sátira sobre un financiero timador al que el dinero le quemaba los bolsillos, el rodaje del filme reprodujo esa misma dinámica. Llegada tras el crash de 2008, la película se vendió como alerta de los excesos financieros, aunque también se criticó a Scorsese por celebrar las tropelías de sus personajes, ambigüedad elevada al cubo por el turbio proceso de financiación del filme.

Con Hollywood frenando rodajes por las turbulencias financieras, la llegada de unos misteriosos inversores malasios fue recibida con alborozo por la comunidad hollywoodiense. Low estaba dispuesto a hacer lo que nadie quería hacer en plena recesión: gastar lo que fuera para contentar a las estrellas. Y cuando decimos lo que fuera, queremos decir LO QUE FUERA.

En 1954, Marlon Brando ganó el Oscar al mejor actor por La ley del silencio. Años después, la estatuilla desapareció de la mansión de Brando en circunstancias no aclaradas. Nunca más se supo de ese Oscar… hasta que Low se lo regaló a DiCaprio por su 38 cumpleaños (tras pagar 600.000 dólares a un coleccionista). Low también regalaría a DiCaprio un Picasso de 3,3 millones de dólares y un Basquiat de 9,2 millones. Tras estallar el escándalo del fondo soberano de Malasia, DiCaprio devolvió los regalos.

Foto: La cantante, durante una actuación de 2016. (Reuters/Mario Anzuoni)

Antes del estreno de El lobo de Wall Street, con Low en la cima de sus poderes como mecenas manirroto de las artes, hizo una de esas cosas que todo el mundo ha soñado hacer alguna vez: celebrar dos veces el fin de año cambiando de continente y de tramo horario. Fletó un Boeing 747 Los Ángeles-Sídney-Las Vegas y lo llenó de celebrities como DiCaprio, Jonah Hill (nominado al Oscar por El lobo de Wall Street) y Jamie Foxx.

Durante una de las fiestas de fin de año, en un casino de Sídney, un amigo tailandés de Low publicó una foto en Instagram con el siguiente texto: “Una buena manera de desperdiciar un millón de dólares”. O los actores de El lobo de Wall Street perpetrando (en la vida real) escenas que parecían salidas de El lobo de Wall Street. Nadie podría acusar a Low de no hacer lo suficiente para que los intérpretes se metieron en el papel... a costa del fondo soberano de Malasia.

El gran simulacro

¿Quién era Low y cómo logró engañar a todo el mundo con una loca huida hacia adelante de gasto y descontrol?

Foto: The FinCEN Files: las tuberías del sistema financiero. (Imagen: Pablo López Learte / Irene de Pablo)

“Detrás de la apariencia sencilla y los modales suaves de Low había un fabulador en serie que descubrió cómo funcionaba el mundo. Era amigo de todos, pero pocos le conocían realmente más allá de su reputación como uno de los mayores despilfarradores de dinero que la clase alta había visto en una generación… El éxito de Low, en esencia, estaba enraizado en los fracasos de la economía global del siglo XXI. Su habilidad para engañar a bancos de Wall Street, auditores y reguladores; su éxito gastando riquezas incalculables para comprar la amistad de actores y modelos famosos. Low fue el producto de una sociedad obsesionada con la riqueza y el glamour”, cuentan Bradley Hope y Tom Wright en el libro de referencia sobre el escándalo: Billion Dollar Whale.

Tras gastarse dos millones de dólares en champán en una fiesta con Paris Hilton, un amigo de Low hizo la siguiente reflexión: “En lugar de divertirse genuinamente, Low parecía participar en una farsa de riqueza”. Una comedia carísima sobre el simulacro de tener dinero. “Low no era el típico playboy. A algunas de las modelos a las que obsequiaba con joyas y fichas de casino les asombraba que no intentara coquetear con ellas. Más que sexo, ansiaba reconocimiento, ya fuera de mujeres o de estrellas de Hollywood. Buscaba crear espectáculos que reforzaran su poder y prestigio”, añaden Hope y Wright.

"Armado con más 'cash' que cualquier otro individuo en la historia, Low se infiltró en el corazón de los EEUU"

Más allá de la pedrada de Low, el contexto del timo es un resumen de época en toda regla:

“Low podría haber venido de Malasia, pero el suyo fue un típico esquema global del siglo XXI. Sus conspiradores fueron el 0,1% más rico del planeta. También las personas que aspiraban a entrar en sus filas: jóvenes estadounidenses, europeos y asiáticos que habían estudiado un máster en administración de empresas, trabajaban en las finanzas y se divertían en fiestas en Nueva York, Las Vegas, Londres, Cannes y Hong Kong. El telón de fondo fue la crisis financiera mundial, que hizo que la economía estadounidense cayera en picado, lo que aumentó el atractivo de un multimillonario asiático derrochador como él”.

“Armado con más cash y liquidez que cualquier otro individuo en la historia, Low se infiltró en el corazón de los EEUU. Le avalaron sus oscuros orígenes y que la gente tuviera solo una vaga noción de lo que era Malasia. Si Low aseguraba ser un príncipe de Malasia, debía serlo. ¿El heredero de una fortuna de 1.000 millones de dólares? Claro, podría ser cierto o no, pero a nadie parecía importarle. Desde luego no a Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese, a quienes prometió decenas de millones de dólares para hacer películas. No a Paris Hilton, Jamie Foxx y otras estrellas, a las que pagó generosamente para aparecer en eventos. No a las supermodelos a las que regaló joyas millonarias. No a los banqueros de Wall Street que ganaron decenas de millones de dólares en bonos malasios. Y ciertamente no al protector de Low, el ex primer ministro de Malasia Najib Razak”, zanja el libro.

Los artistas

¿Cómo llevó Low al huerto a Scorsese y DiCaprio? ¿No tenían suficientes contactos como para no dejarse engatusar por este extraño señor malasio? Digamos que en Hollywood nunca nada es suficiente.

Foto: Leonardo DiCaprio, en una imagen de archivo. (Getty)

“DiCaprio no necesitaba los favores y los regalos de Low, como el jet a Sudáfrica para ver la final del Mundial de fútbol”, cuenta el libro. Entonces, si DiCaprio tenía un estatus que le permitía acceder a todo eso y mucho más, ¿por qué se dejó querer así? "Lo que diferenciaba a Low de otros parásitos de Hollywood era la gran escala de su riqueza y su voluntad de gastarla. Había muchos aspirantes a productores por ahí, pero ninguno despilfarraba el dinero como él”.

El caramelito era goloso: la posibilidad de puentear a los ejecutivos de Hollywood y poder rodar lo que les viniera en gana. “El empresario malasio planteó a DiCaprio la posibilidad de independizarse de los grandes estudios. Aunque pertenecía a la realeza de Hollywood y era dueño de una productora, DiCaprio aún tenía que plegarse a la voluntad de los poderosos ejecutivos de los estudios, dinámica de poder que frenó sus vacilantes planes para hacer El lobo de Wall Street", según Hope y Wright.

En efecto, Warner Bros había paralizado el proyecto por no ver claro el negocio: era un filme demasiado arriesgado para lo que costaba, demasiado subido de tono, podría acabar calificado R (menores de 17 acompañados por un adulto) y lastrando la taquilla.

“Esto es una maldita estafa, cualquiera que lo haya montado ha tenido que robar el dinero”

Martin Scorsese estaba "frustrado” por no conseguir financiación para El lobo de Wall Street pese a acabar de ganar el Oscar por Infiltrados. Hasta que Low llamó a su puerta, no solo con los 100 millones que hacían falta, sino con un cheque sin fondo: la creación de una productora dispuesta a respaldar los siguientes proyectos de DiCaprio y Scorsese a cualquier precio. “Era el santo grial de Hollywood: financiamiento ilimitado y control artístico sin restricciones”, zanja el libro.

La puesta de largo del acuerdo entre Low, Scorsese y DiCaprio se produjo en el Festival de Cannes 2011, en una fiesta en la que tocaron Pharrell Williams y Kaney West (se dijo que cobró un millón de dólares por la actuación).

Un periodista del Hollywood Reporter que asistió al sarao lo resumió años después así: "Una fiesta con semejante presupuesto, a cargo de una productora que aún no había hecho ninguna película, parecía altamente sospechosa”.

Foto: DiCaprio en el Día Internacional de la Paz 2016. (EFE)

Pero el único que puso el grito en el cielo en la fiesta fue paradójicamente (o quizá no tanto) el timador al que DiCaprio iba a interpretar en el filme: el bróker Jordan Belfort, el lobo de Wall Street, que tras pasar por la cárcel se reinventó como conferenciante redimido. Belfort fue el primero en darse cuenta de que algo olía a podrido en la producción de El lobo de Wall Street. No había llegado hasta ahí sin saber cómo engañar a las personas. “Esto es una maldita estafa, cualquiera que lo haya montado ha tenido que robar el dinero”, cuchicheó durante la fiesta de presentación del filme.

Tiempo después del sarao, Low ofreció a Belfort medio millón de dólares por ir a un evento en Las Vegas con DiCaprio. Era dinero fácil, pero el exbróker (curtido en mil trapicheos) rechazó la oferta. No se fiaba.

Durante la promoción de El lobo de Wall Street, DiCaprio aseguró: “Es una denuncia de Wall Street en su conjunto, pero también de algo típico de nuestra cultura: la incesante necesidad de consumir y de obtener más y más dinero despreciando por completo cualquier cosa que no sea uno mismo”.

El postureo era esto.

Lograr que Britney Spears salga de tu tarta de cumpleaños no está al alcance de cualquiera. Pocos podrían pagar seis cifras a Spears por cinco minutos de curro, y a menos aún se les ocurriría autorregalarse semejante parida por su cumpleaños… Pero Jho Low (Malasia, 1981) reunía ambas características humanas: tenía cash ilimitado en el bolsillo y maracas megalómanas en la cabeza. Meses antes de dicho cumpleaños, Low se había gastado dos millones de dólares en champán en una fiesta en Saint-Tropez. ¿Recuerdan El gran despilfarro? Esa comedia ochentera en la que Richard Pryor tenía que gastarse 30 millones de dólares en cosas inútiles para poder cobrar una herencia. Pues bien: Jho Low hizo 100 veces eso en la vida real (y con dinero ajeno).

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