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Qué es el Movimiento Imperial Ruso, a quien EEUU acusa de la ola de cartas bomba en España
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Con presunta connivencia de Moscú

Qué es el Movimiento Imperial Ruso, a quien EEUU acusa de la ola de cartas bomba en España

El Movimiento Imperial Ruso fue fundado en San Petersburgo en el año 2002 por Stanislav Vorobyov

Foto: Cordón policial a las afueras de la embajada ucraniana en Madrid. (Reuters/Violeta Santos Moura)
Cordón policial a las afueras de la embajada ucraniana en Madrid. (Reuters/Violeta Santos Moura)
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¿Quién está detrás de la reciente oleada de cartas bomba en nuestro país? Durante meses, esta pregunta ha intrigado a observadores y analistas de todo el mundo. El hecho de que la mayoría de los objetivos de las bombas estuviese relacionada con Ucrania —desde una fábrica de armas en Zaragoza que fabricaba material para las fuerzas ucranianas hasta la propia embajada de este país en Madrid—, y que coincidieran en el tiempo con el envío de paquetes ensangrentados y otras acciones contra legaciones diplomáticas ucranianas en otra media docena de países, llevó a muchos a sospechar de una posible mano rusa como responsable de la campaña. Pero otros elementos, como los paquetes bomba a la Moncloa y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y la escasa potencia de los artefactos, hacían pensar que quizá se trataba de una persona o grupúsculo autorradicalizado e influido por la propaganda rusa de guerra, o tal vez de un simple perturbado.

Pero este domingo, el diario The New York Times, citando fuentes de seguridad estadounidenses y europeas, aseguró que los servicios de Inteligencia de EEUU y otros países aliados creen que se trata de una operación orquestada por Rusia, con la participación de una notoria organización ultraderechista conocida como el Movimiento Imperial Ruso, y con la colaboración de extremistas locales.

De acuerdo con estas fuentes, la campaña estaría dirigida por miembros del GRU (la Inteligencia militar rusa), en concreto del 161º Centro de Entrenamiento de Especialistas para Propósitos Especiales, con sede en Moscú. Los artífices, en cambio, serían integrantes del MIR, tal vez en coordinación con ultraderechistas españoles. Según el diario, investigadores españoles han identificado a varias “personas de interés”, de quienes sospechan que estarían implicadas en los envíos.

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El New York Times reporta que estos servicios de Inteligencia tienen constancia del reciente paso de miembros del MIR por España. De hecho, El Confidencial ya informó el pasado julio de la presencia en nuestro país de uno de sus líderes, Stanislav Shevchuk, al menos desde 2019.

Los investigadores, según el NYT, creen que esta campaña habría sido un aviso por parte del Kremlin en contra de una mayor implicación de España y la OTAN en apoyo de Ucrania en la guerra, dando a entender que si esta sigue aumentando, podría llegar a desatar una oleada terrorista. “Esto parece un disparo de advertencia. Es Rusia enviando una señal de que está preparada para usar a colaboradores terroristas para atacar en las áreas de retaguardia de Occidente”, indica Nathan Sales, coordinador antiterrorista del Departamento de Estado durante la Administración Trump, en declaraciones a dicho diario.

Foto: Stanislav Shevchuk (i) en la presentación del acto "España, foco de la revuelta" en Madrid. (DN)

Bajo el mandato de Sales, el Movimiento Imperial Ruso fue designado “organización terrorista global” por EEUU en abril de 2020, la primera vez que dicha etiqueta se aplicaba a un grupo supremacista de odio. "El MIR es un grupo terrorista que provee de entrenamiento paramilitar a neonazis y supremacistas blancos. Juega un papel destacado en intentar congregar a europeos y estadounidenses de mentalidad afín en un frente común en contra de quienes perciben como sus enemigos", señaló entonces Sales. Estas conexiones internacionales, de hecho, fueron un elemento de peso a la hora de adoptar dicha categoría.

¿'Monarquistas' o supremacistas violentos?

¿Terroristas rusos amenazan a EEUU? Por qué Washington teme a los monarquistas de Rusia”, titulaba una columna de Sputnik Mundo tres días después de dicha designación, en la que se hacía una enardecida defensa de la organización y se los presentaba como simples tradicionalistas que aspiraban al restablecimiento del zarismo y las fronteras rusas anteriores a la URSS. Este posicionamiento podría parecer desconcertante puesto que, en teoría, el grupo es un adversario del régimen de Vladímir Putin. Sin embargo, como sucede a menudo en la Rusia contemporánea, las cosas son mucho más complejas de lo que aparentan.

El MIR, por ejemplo, ha proporcionado y contribuido a facilitar numerosos combatientes para Ucrania, tanto durante el conflicto localizado en el Donbás desde 2014 como durante la invasión actual, lo que ha engrasado sus relaciones con los servicios de Inteligencia rusos. Cuenta con una rama militar llamada la Legión Imperial, cuyos miembros también han combatido a favor de los intereses rusos en Siria, Libia y probablemente la República Centroafricana.

Foto: Banderas de Rusia entre los manifestantes a favor del golpe de Estado en Burkina Faso. (EFE/Assane Ouedraogo)

Y aunque Rusia busca presentarse a ojos de gran parte del mundo como un bastión contra el fascismo, no solo se tolera a organizaciones como el MIR, sino que se permite a este grupo mantener dos centros de entrenamiento en San Petersburgo, por los que han pasado numerosos extremistas tanto rusos como occidentales. En uno de estos centros, recibieron formación paramilitar dos neonazis suecos del Movimiento de Resistencia Nórdica, posteriormente condenados por al menos tres atentados en su país en 2017.

En España, el MIR tiene relaciones con el partido ultraderechista Democracia Nacional, que en noviembre de 2019 organizó una conferencia con presencia internacional titulada “España, foco de la revuelta”, a la que asistió el citado Shevchuk. Un informe de la consultora de Inteligencia privada estadounidense The Soufan Group identifica a Shevchuk como “el representante del MIR en Europa Occidental”, quien tendría su base en Barcelona, desde donde trabaja para establecer redes con grupos de orientación similar en Europa Occidental en beneficio de esta organización.

Una evolución lenta, pero importante

Para los especialistas en terrorismo y radicalización, la ideología extremista de este grupo es evidente. “El Movimiento Imperial Ruso es una organización supremacista blanca aria de extrema derecha”, afirma el doctor Hicham Tiflati, director del Centro para la Alfabetización Cívica Religiosa en Quebec, en un análisis sobre esta organización donde se señalan sus posturas “antisemitas y contra las minorías y los inmigrantes”. “El MIR promueve el etno-nacionalismo ruso, pide la restauración del régimen zarista en Rusia y busca inflamar el extremismo del supremacismo ario en Occidente. Mantiene vínculos con grupos neonazis y arios blancos en Europa y EEUU”, indica Tiflati.

El Movimiento Imperial Ruso fue fundado en San Petersburgo en el año 2002 por Stanislav Vorobyov, hoy bajo sanciones de EEUU. En un principio, sus objetivos eran promover el restablecimiento del sistema político anterior a la Revolución rusa y los valores ultraconservadores del cristianismo ortodoxo de aquella época, lo cual les convertía necesariamente en opositores al régimen de Putin. De hecho, sus oficinas fueron objeto de redadas policiales en varias ocasiones.

Foto: Captura del vídeo donde "mandan" un mazo ensangrentado a Bruselas.

Alrededor de 2012, el movimiento intentó entrar en política, participando en varias coaliciones electorales de escaso éxito. La guerra del Donbás en 2014 supuso un punto de inflexión y llevó al grupo a alejarse de sus objetivos, hasta entonces puramente nacionales: el MIR entendió el proyecto de Novorossiya como una oportunidad para recuperar esos territorios y restablecer parte de la grandeza imperial de Rusia. Muchos de sus miembros —al menos 300, tan solo en el año 2014— se alistaron como voluntarios para luchar en el este de Ucrania contra lo que ellos denominaban “los oligarcas judíos ucranianos”. En algunos casos, se desplegaron junto a la llamada Unidad Continental, una milicia franco-serbia compuesta por veteranos de Afganistán, Chad y otros conflictos y dispuesta a entrenar a combatientes de otros países, sobre todo occidentales.

En Ucrania, el MIR expandió sus redes internacionales y convenció a cierto número de extremistas occidentales de que viajasen a sus campos de entrenamiento en San Petersburgo. Dos de ellos, Viktor Milen y Anton Thulin, del Movimiento de Resistencia Nórdica, acabaron cometiendo tres atentados contra una librería izquierdista y dos campos de refugiados en Suecia. El MIR fue también uno de los participantes y promotores de la conferencia supremacista Fórum Internacional Ruso de Conservadores, organizado por el partido ultraderechista ruso Rodina, en la que tomaron parte grupos como el griego Amanecer Dorado o el alemán Partido Nacional Democrático.

¿Oportunismo o relación orgánica?

En 2019, investigadores internacionales documentaron la presencia de miembros de la Legión Imperial en Siria, donde afirmaban haber viajado para “proteger a los cristianos del país”. Meses después, el MIR admitió la muerte de dos de sus integrantes en Libia, donde combatían en las filas del Ejército Nacional Libio del mariscal Jalifa Haftar, respaldado por Rusia. “Algunos analistas han observado que las actividades del MIR apoyan los objetivos de Moscú en dos áreas clave: apoyar a los separatistas apoyados por Rusia en Ucrania y tratar de alimentar el extremismo supremacista blanco en Europa y EEUU. Esto último sin duda mina la democracia liberal occidental, que es un objetivo clave del Kremlin”, escribe Tiflati.

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A medida que la Rusia de Putin busca promover su imagen internacional como bastión ultraconservador del “Occidente cristiano”, sus propósitos se alinean cada vez más con los del Movimiento Imperial Ruso. “El MIR es un grupo ultranacionalista único en el sentido de que, aunque no es un brazo del Gobierno ruso, parece existir con la aprobación implícita de Moscú. Mientras el grupo ha expresado desdén por Putin, tanto este como el MIR promueven un discurso narrativo ortodoxo, en el caso de Putin para consolidar su poder, y en el del MIR para atraer a reclutas y cimentar su movimiento”, afirma el informe del Soufan Group.

En ese sentido, la ideología del Movimiento Imperial Ruso, que incluye un profundo odio a la identidad nacional ucraniana, resulta útil para la estrategia del Kremlin en el país vecino. Uno de los líderes del MIR bajo sanciones, Denis Vallioullovich Gariev, ha declarado: “Vemos la ucraniedad como una rabia… O [se le aplica] cuarentena o liquidación, o infectará a todo el mundo”. Gariev es además el responsable del llamado programa Partizan de entrenamiento paramilitar de la organización. Este curso no solo incluye formación en armamento, explosivos y técnicas de combate, sino también aspectos especializados como “inglés para comunicarse con tropas capturadas de la OTAN”, dice el mencionado documento.

No obstante, hasta ahora no se ha hecho pública ninguna evidencia de un apoyo activo por parte de las autoridades rusas hacia esta organización. Si se confirman las alegaciones de los servicios de Inteligencia occidentales en el caso de las cartas bomba en España, supondría un salto cualitativo en dicha relación, motivada por las nuevas dinámicas impuestas por la guerra en Ucrania. De estar en lo cierto, el MIR se habrá convertido en una herramienta, otra más, en la estrategia de escalada híbrida del Kremlin contra los países occidentales.

¿Quién está detrás de la reciente oleada de cartas bomba en nuestro país? Durante meses, esta pregunta ha intrigado a observadores y analistas de todo el mundo. El hecho de que la mayoría de los objetivos de las bombas estuviese relacionada con Ucrania —desde una fábrica de armas en Zaragoza que fabricaba material para las fuerzas ucranianas hasta la propia embajada de este país en Madrid—, y que coincidieran en el tiempo con el envío de paquetes ensangrentados y otras acciones contra legaciones diplomáticas ucranianas en otra media docena de países, llevó a muchos a sospechar de una posible mano rusa como responsable de la campaña. Pero otros elementos, como los paquetes bomba a la Moncloa y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y la escasa potencia de los artefactos, hacían pensar que quizá se trataba de una persona o grupúsculo autorradicalizado e influido por la propaganda rusa de guerra, o tal vez de un simple perturbado.

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