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Estas son las técnicas que Rusia utiliza para esquivar las sanciones occidentales
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Mantener su economía a flote

Estas son las técnicas que Rusia utiliza para esquivar las sanciones occidentales

Ha surgido toda una nueva clase de "especialistas en importaciones y exportaciones" a Rusia, tanto de origen ruso como turco, y en muchos casos con sede en Estambul o Hong Kong

Foto: Tren con cisternas llenas de crudo ruso. (EFE/Maxim Shipenkov)
Tren con cisternas llenas de crudo ruso. (EFE/Maxim Shipenkov)
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A principios del pasado agosto, el escritor finlandés sobre cuestiones militares Petri Mäkelä reportó que varios conocidos suyos habían observado a supuestos "turistas" rusos peinando los basureros locales en busca de aparatos electrónicos desechados de los que extraer componentes. El fenómeno, de ser cierto, no duró mucho, porque dos meses después Finlandia cerró sus puertas al turismo desde Rusia, después de la oleada masiva de llegadas generada por la "movilización parcial" decretada por el presidente Vladímir Putin. Por aquel entonces, este supuesto incidente fue utilizado por algunos comentaristas como ejemplo de que las sanciones a Rusia estaban funcionando, especialmente en el sector tecnológico. Más o menos por aquellas fechas, Ursula von der Leyen aseguró: "El ejército ruso está cogiendo chips de lavadoras y frigoríficos. Su industria está por los suelos".

Tal vez hubiera algo de exageración en la afirmación de la presidenta de la Comisión Europea, necesitada de probar que el curso adoptado por la UE es el correcto. Y es cierto que si hay un sector que haya sufrido por este bloqueo, ha sido la industria de chips y semiconductores, que Rusia no tiene capacidad para producir ni adquirir legalmente. Existe un debate muy intenso sobre el impacto real de las sanciones en la economía rusa, que, pese a lo que afirma la propaganda de ese país, sí se ha visto muy afectada, especialmente en sus perspectivas a medio y largo plazo (el equipo de Bloomberg Economics, por ejemplo, calcula que el país generará alrededor de 190.000 millones de dólares menos para 2026 respecto a la trayectoria que llevaba antes de la invasión de Ucrania).

Foto: Aviones de combate de la Fuerza Aérea iraní sobrevuelan la zona durante un desfile para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas en Teherán. (EFE/Abedin Taherkenareh)

Pero medio año después de aquella conferencia de prensa de Von der Leyen, hay algo claro: Rusia no ha colapsado económicamente. Y en gran medida se debe a que Moscú se ha movilizado rápidamente para esquivar las sanciones y sanciones. Rusia lleva desde 2014 sometida a este tipo de medidas, por lo que tiene amplia experiencia en burlarlas y mitigarlas. Además, desde la invasión del año pasado, ha buscado imitar el ejemplo de otros estados ampliamente sancionados, como Irán, e innovado a la hora de encontrar soluciones a estos nuevos problemas. Estas son algunas de las técnicas que usa.

Reciclaje de componentes

Hay pocas dudas de que lo que decía Von der Leyen es cierto. En septiembre, la publicación Politico se hizo con una lista elaborada por el gobierno ruso sobre equipos y componentes tecnológicos prioritarios para poder mantener su esfuerzo de guerra, en su mayoría fabricados en EEUU, Alemania, Holanda, el Reino Unido, Taiwán y Japón. Las autoridades ucranianas se movilizaron y trataron de advertir a las empresas de esos países sobre la posibilidad de que se produjesen este tipo de compras, que podrían implicar una violación de las sanciones. Posteriormente, microchips y otras piezas tecnológicas extraídas de electrodomésticos comunes de fabricación occidental, como lavadoras y microondas, han aparecido en misiles lanzados contra Ucrania.

Pero no solo la industria militar rusa se ha visto afectada. Se calcula que hasta un 90% de las empresas rusas dependen de las importaciones, mediante componentes o suministros. Entre los sectores más afectados por esta interrupción se encuentran el automovilístico, la construcción aeronáutica y espacial, y la tecnología médica y farmacéutica. Así, por ejemplo, se ha reportado repetidamente que las compañías aéreas rusas están desmontando aeronaves y maquinaria de origen occidental para poder tener acceso a piezas.

Los datos de sus principales socios comerciales muestran que las importaciones totales a Rusia han caído un 25%. La expectativa de muchos economistas rusos es que, con el paso de los años, Rusia acabará consiguiendo una cierta autarquía similar a la lograda por Irán, donde casi todos los productos son producidos por industrias locales. Sin embargo, por ahora, la economía rusa sigue dependiendo de los fabricantes extranjeros.

Foto: Una mujer camina delante de una pantalla de información de una tienda de cambio de divisas en Moscú. (EFE/Yuri Kochetkov)

Y a medida que los países europeos vecinos cerraban sus puertas a los ciudadanos rusos, la importación de este tipo de bienes se ha profesionalizado. Ha surgido toda una nueva clase de "especialistas en importaciones y exportaciones" a Rusia, tanto de origen ruso como turco, y en muchos casos con sede en Estambul o Hong Kong. Al principio de la invasión se disparó el número de personas que se dedicaban a este negocio, desde el pequeño contrabandista ocasional hasta el gran importador. Pero el pasado diciembre la UE propuso convertir la evasión de las sanciones a Rusia en un crimen seriamente punible, lo que tuvo un efecto disuasorio inmediato y llevó a una gran reducción en el número de contrabandistas. Ahora quedan muchos menos, pero el margen de beneficio es mucho mayor.

Nuevas rutas comerciales (y de contrabando)

Estos bienes tienen que entrar a Rusia por alguna parte, lo que a su vez ha generado nuevas rutas de importación, a través del Cáucaso o Asia Central. "Hay una ruta terrestre para transportar bienes directamente desde Turquía hasta Rusia vía Georgia, a través del puesto fronterizo de Vekhniy Lars-Kazbegi. Este punto también es usado por Armenia para llevar bienes a Rusia por tierra. El año pasado, según las autoridades georgianas, el número de camiones entrando a su territorio desde Turquía y Armenia se incrementó significativamente de 332.070 el año anterior a 448.335 en 2022", explica Stanislav Secrieru, analista senior del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea. "Eso no significa que todo el tránsito vía Georgia se componga de bienes sancionados en la UE, aunque no se pueden descartar este tipo de casos. Pero la existencia de esta ruta en sí misma ayuda a Rusia hasta cierto punto a aliviar la disrupción de rutas de importación directas con la UE y llenar algunos huecos resultantes de la retirada de empresas occidentales del mercado ruso", dice a El Confidencial.

Secrieru pone como ejemplo la industria automovilística. "Según la agencia estadística Rosstat, las fábricas situadas en Rusia produjeron 450.000 coches en 2022, una reducción del 67%, que es el menor número de vehículos producidos desde 1991. Al mismo tiempo, la reexportación de coches desde Georgia hacia Rusia creció en 2021 de 2000 a 3.200 coches entre enero y septiembre de 2022. Se considera que Armenia viene después de Georgia como la principal fuente de reexportación de vehículos a Rusia", indica.

En general, las principales vías para este nuevo comercio pasan por países de la Unión Económica Euroasiática, que carecen de tarifas aduaneras con Rusia. En estos países se ha producido un notorio incremento de importaciones de electrodomésticos, lo que hace sospechar que muchos de estos electrodomésticos tienen como destino final Rusia. Entre estos aparatos destacan los frigoríficos, las lavadoras y las bombas de extracción de leche materna, cuya importación en la primera mitad de 2022 se triplicó desde Armenia y se disparó un 633% en Kazajistán, pese a unas caídas de la natalidad del 4,3% y del 8,4% respectivamente.

Foto: El presidente ucraniano Volodímir Zelenski pronuncia un discurso ante una reunión conjunta del Congreso de los EEUU. (EFE/Michael Reynolds)

Eso no significa que estas importaciones sean la panacea. "Hay diversas complicaciones para Rusia. En primer lugar, el tráfico vía Vekhniy Lars-Kazbegi está a menudo cerrado en invierno debido a las intensas nevadas. En segundo lugar, incluso a pesar de que la capacidad del paso fronterizo se ha expandido, no es suficiente. Como resultado, largas colas de camiones pesados que se forman en la frontera aumentan el tiempo de reparto. En tercer lugar, las necesidades de importación de Rusia son masivas. Mientras Georgia puede hasta cierto punto mitigar la disrupción de las rutas de importación desde la UE, al ser un conducto para las importaciones desde Turquía, no puede de ningún modo reemplazarlas. Por este motivo, Rusia trabaja en paralelo para incrementar la capacidad de importación de otras rutas conectando con China", comenta Secrieru. Esta reorientación hacia el gigante asiático ya es visible. Ahora mismo, por ejemplo, 11 de las 14 marcas de vehículos en el mercado ruso son chinas, y el resto rusas.

'Importaciones paralelas'

En este contexto, no faltan quienes se han lanzado a la búsqueda de alternativas. La firma rusa de logística 000 Novelco, por ejemplo, asesora a otras empresas connacionales sobre cómo seguir importando bienes desde otros países. En septiembre organizaron un seminario en Moscú, donde el principal ejecutivo de la firma, Grigory Grigoriev, hizo una presentación de 45 minutos titulada Tácticas de comercio en el extranjero y estrategias para compensar las sanciones, según reportó la agencia Reuters en diciembre.

Pero el mecanismo que mejor parece estar funcionando es el de las llamadas "importaciones paralelas": la posibilidad de introducir en Rusia bienes de marcas occidentales incluso sin el consentimiento de dichas firmas. El gobierno ruso ha introducido una ley que legaliza esta práctica, e incluso puso al ministro de comercio Denis Manturov al frente de estos esfuerzos, considerados "una cuestión de seguridad nacional". Según las autoridades rusas, en 2022 se importaron bienes por un valor de unos 20.000 millones de dólares gracias a esta posibilidad.

El objetivo es impedir en la medida de lo posible que los consumidores se vean afectados por el aislamiento impuesto por los países occidentales. Esto ha permitido que, por ejemplo, el empresario siberiano Aleksandr Gorbunov continúe vendiendo ropa de la compañía española Zara en sus tiendas, que se limita a adquirir en el vecino Kazajistán y vender en Rusia por un pequeño sobreprecio, tal y como explicaba este hombre de negocios en un artículo en The Guardian.

Foto: Carteles en apoyo a la "operación militar especial" en Chernomorskoye, Crimea. (Reuters/Alexey Pavlishak)

Ese mismo reportaje mostraba cómo las tiendas de Moscú y las principales ciudades rusas siguen vendiendo móviles iPhone y ordenadores Mac, así como coches de lujo, estos últimos importados de países como Emiratos Árabes Unidos, India, China o Sudamérica y traídos a través del puerto iraní de Anzali o de Armenia, en ocasiones en barcos sometidos a sanciones. En almacenes y colmados faltan algunos productos de gama básica, y los que hay tienden a una calidad cada vez peor, pero de momento este esquema ha permitido que las marcas más importantes sigan siendo accesibles para los consumidores rusos, y especialmente los muy demandados artículos de lujo.

Búsqueda de aliados

Si bien más de 40 países han impuesto sanciones contra Rusia, una táctica extremadamente eficaz es recurrir a aquellos que no lo han hecho. En ese sentido, algunos de los mejores aliados de Moscú están siendo aquellas naciones que no solo se han negado a seguir el ejemplo de Occidente y sus aliados, sino que, además, están haciendo una fortuna con ello. Ya al principio de la invasión, las principales firmas petroleras rusas abandonaron sus sedes en Ginebra para moverse a Dubái, donde pueden operar con muchísima más libertad. En general, los Emiratos Árabes Unidos se han convertido en un lugar excelente en el que orquestar una importación de productos occidentales y su posterior reexportación a Rusia, y muchos operadores locales se están enriqueciendo enormemente con ello.

Otro de los ejemplos más notorios es la ya mencionada Turquía, por su condición de país miembro de la OTAN, a pesar de lo cual se ha convertido en uno de los principales exportadores a Rusia —tanto de productos locales como de otros previamente adquiridos en estados sancionadores—, así como en uno de los mayores compradores de crudo ruso. Según la Unión de Cámaras de Comercio turca, entre enero y julio se fundaron 601 empresas con capital ruso en Turquía, más de la mitad bajo el epígrafe "Comercio", que incluye las actividades de importación y exportación. Y entre otras cosas, Ankara ha aceptado pagar en rublos las compras de gas ruso. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan incluso llegó a anunciar la aceptación por varios bancos turcos del sistema de tarjetas bancarias Mir para que los turistas rusos pudiesen abonar sus compras y pagos en el país, una medida que fue revertida un mes después por presiones occidentales.

Foto: (Reuters/Anton Vaganov)

Pero el país que se ha convertido en el principal flotador de la economía rusa no es otro que China, que se ha convertido en el principal socio comercial de Moscú. Si bien hace meses se pensaba que Pekín, aunque se negaba a sumarse a la coalición internacional contra Rusia, estaba respetando en líneas generales las sanciones impuestas por esta, los datos muestran ahora una imagen mucho más compleja. Por un lado, a China le beneficia poder adquirir hidrocarburos rusos a precio de saldo, así como inyectar capital y hacerse con el control de activos rusos. Por el otro, los registros aduaneros señalan que china está proporcionando a Rusia tecnología de doble uso y otra de aplicación ostensiblemente militar, como equipos de radar y cámaras infrarrojas, en algunos casos en clara violación de las sanciones, como revela un reciente artículo de The Wall Street Journal.

Además, el gobierno chino está estableciendo los mecanismos financieros para que Rusia pueda realizar transacciones internacionales en yuanes y criptomonedas chinas, aliviando el aislamiento ruso. El Ministerio de Finanzas ruso ha duplicado el porcentaje del yuan en las divisas del Fondo de Riqueza Nacional, hasta alcanzar el 60%, y cualquier excedente obtenido por las ventas de gas y petróleo en 2023 será acumulado en esta moneda. "La desdolarización de la economía, de la que las autoridades rusas están tan orgullosas, esencialmente significa una yuanización. Rusia se está dirigiendo hacia una zona yuan, cambiando su dependencia del dólar por la confianza en el yuan", explica Alexandra Prokopenko, experta de la sede en Moscú del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, en un reciente análisis. Eso "significa que la economía rusa se volverá cada vez más dependiente de la divisa china, con todos los riesgos que eso implica", señala. Pero de momento, esta alianza sirve a los propósitos de Rusia.

Petróleo y otros agujeros negros

El área en el que más están contribuyendo estos terceros países a revitalizar la economía rusa son los hidrocarburos, especialmente el petróleo. A pesar del embargo occidental que prohíbe a las aseguradoras expedir pólizas a los cargamentos navales de crudo ruso, Moscú cuenta con algunas alternativas: no solo ha movilizado su propia flota en la sombra, sino que barcos de compañías estatales de otros países como China o Irán también están contribuyendo a transportar el petróleo ruso.
Los barcos chinos hasta llegan a hacer de intermediarios en los transportes a India. Ambos países en conjunto suponen un 90% de las exportaciones petroleras rusas, y refinerías chinas e indias están procesando el crudo ruso y reexportándolo por su cuenta. Con frecuencia, estas exportaciones se producen mediante un trasvase de crudo en aguas internacionales desde barcos rusos a otros de otra nacionalidad —sobre todo chinos, pero al menos hasta fecha reciente también griegos—, como el que en ocasiones tiene lugar frente a las costas de Ceuta, según ha denunciado Ignacio Cembrero en El Confidencial.

El décimo y, por ahora, último paquete de sanciones aprobado por la Unión Europea la semana pasada está en gran medida encaminado a tratar de paliar algunos de estos agujeros. "Proponemos una prohibición adicional de exportaciones por valor de más de 11.000 millones de euros, para privar a la economía rusa de tecnología crítica y bienes industriales", explicó Von der Leyen en el discurso de presentación de dicho paquete, que también incluirá controles en 47 nuevos componentes electrónicos que Rusia puede usar para sus sistemas de armamento. "Con esto hemos prohibido todos los productos tecnológicos encontrados en el campo de batalla. Y nos aseguraremos de que no encuentran otras vías de llegar allí", sentenció la alemana. Como demuestra lo que hemos visto en estos meses, Moscú, desde luego, no lo va poner fácil.

A principios del pasado agosto, el escritor finlandés sobre cuestiones militares Petri Mäkelä reportó que varios conocidos suyos habían observado a supuestos "turistas" rusos peinando los basureros locales en busca de aparatos electrónicos desechados de los que extraer componentes. El fenómeno, de ser cierto, no duró mucho, porque dos meses después Finlandia cerró sus puertas al turismo desde Rusia, después de la oleada masiva de llegadas generada por la "movilización parcial" decretada por el presidente Vladímir Putin. Por aquel entonces, este supuesto incidente fue utilizado por algunos comentaristas como ejemplo de que las sanciones a Rusia estaban funcionando, especialmente en el sector tecnológico. Más o menos por aquellas fechas, Ursula von der Leyen aseguró: "El ejército ruso está cogiendo chips de lavadoras y frigoríficos. Su industria está por los suelos".

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