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Rusia cava día y noche y esto es lo que sus trincheras revelan del futuro de la guerra
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El Kremlin pasa a la defensiva

Rusia cava día y noche y esto es lo que sus trincheras revelan del futuro de la guerra

La escala y el ritmo al que estas estructuras han proliferado a lo largo de los últimos meses demuestran el temor de Rusia a la inminente contraofensiva ucraniana

Foto: Un soldado ucraniano, en una trinchera frente a la ciudad de Bajmut. (Reuters/Lisi Niesner)
Un soldado ucraniano, en una trinchera frente a la ciudad de Bajmut. (Reuters/Lisi Niesner)

La línea del frente en la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania mide cerca de 1.000 kilómetros de distancia. De un lado y otro de esta frontera bélica, dos números no han parado de crecer desde el inicio de la guerra: el de muertos y el de trincheras.

Estas zanjas defensivas que nuestra mente asocia con la Primera Guerra Mundial no son ninguna novedad en un país que no ha parado de verlas crecer desde 2014, cuando inició el conflicto entre Kiev y los separatistas prorrusos. Sin embargo, la escala y el ritmo al que estas estructuras han proliferado a lo largo de los últimos meses resulta espectacular hasta para los elevados estándares de esta guerra. Y, contra todo pronóstico, el principal responsable de esta expansión no es el bando defensor, sino el invasor.

Desde finales de 2022, Rusia ha levantado centenares posiciones defensivas en las zonas ucranianas que ocupa. Se trata, en su mayoría, de trincheras, pero también dientes de dragón —bloques piramidales de hormigón armado que impiden el movimiento de tanques e infantería mecanizada—, murallas y campos minados, entre otros recursos para la protección del territorio. El objetivo de este frenesí constructor está claro: evitar que la contraofensiva ucraniana en ciernes provoque una vergonzosa derrota rusa similar a la de septiembre del año pasado.

En aquel entonces, las tropas de Ucrania lograron reconquistar miles de kilómetros de territorio y decenas de localidades en el noroeste del país ante unos soldados rusos sorprendidos, superados en número y con escasas posiciones defensivas. La contraofensiva supuso una humillación mayúscula para el Kremlin y le sirvió al Gobierno de Volodímir Zelenski para demostrar a sus aliados occidentales que las fuerzas ucranianas no solo podían resistir la invasión, sino que también podían vencer.

Esta victoria fue uno de los principales desencadenantes de la entrega de enormes cantidades de armamento pesado —incluyendo, tras una serie de dramáticas tensiones entre los aliados de la OTAN, los tanques Leopard 2— a Ucrania. Ahora, tras resistir una ofensiva rusa que comenzó a finales de enero (y que no ha dado grandes resultados), Kiev se prepara para una nueva operación que supondrá, según la mayoría de los analistas, su mejor (y puede que última) opción de recuperar más terreno a Rusia antes de una vuelta a la mesa de negociaciones.

Foto: Miembros del Ejército ucraniano disparan un Howitzer M777. (Reuters/Gleb Garanich)

De ahí que Rusia se esté lanzando a construir día y noche. En su nueva contraofensiva, los ucranianos tendrán que atravesar auténticos laberintos de obstáculos en los frentes este y el sur, los cuales se extienden, incluso, hasta la península de Crimea. De acuerdo con el análisis del general australiano retirado Mick Ryan, miembro del Center for Strategic and International Studies, estas trincheras y demás posiciones defensivas están diseñados para canalizar a los atacantes hacia "zonas de muerte" (donde resultan especialmente vulnerables), así como para ralentizar y romper la cohesión de los ataques.

Brady Africk, un analista de inteligencia de fuente abierta, ha recopilado todas las posiciones defensivas rusas en un mapa que actualiza constantemente. Con esta información, las imágenes satelitales permiten comprobar cómo las trincheras cavadas por las tropas rusas se han extendido como la espuma en determinados puntos de los territorios ocupados. Al analizar su evolución, se puede deducir dónde prevén los rusos que los ataques ucranianos tengan lugar.

Frente oriental: toda precaución es poca

Dado el éxito que tuvo en el pasado, Ucrania quiere conservar el factor sorpresa para su contraofensiva. Sin embargo, pese a la amplia extensión del frente, las vías con las que cuenta para iniciar una operación son limitadas, por lo que no existen muchas posibilidades de volver a cazar desprevenida a Rusia. Uno de los objetivos más desafiantes, pero también más suculentos, es la recuperación de Lisichansk y Severodonetsk, dos ciudades capturadas por Rusia en julio del año pasado en una de las campañas de artillería más intensas del conflicto.

Imágenes satelitales revelan que, entre los pasados meses de enero y marzo, Rusia ha levantado nuevas e importantes fortificaciones en las regiones de Donetsk y Lugansk, incluyendo una serie de trincheras y barreras en la parte occidental de las afueras de Lisichansk.

La propagación de posiciones defensivas en torno a estas dos urbes suponen un considerable grado de precaución por parte de Rusia. Cualquier operación ucraniana hacia esas dos ciudades requeriría de una enorme preparación previa, incluyendo una ofensiva contra la línea que une a las ciudades de Svatove y Kreminna, al norte. Se trata de una de las posiciones más fortificadas por Moscú debido a que protege la carretera P66, una arteria vital para suministrar a los soldados desplegados en Severodonetsk y Lisichansk, pero también a las tropas que están protagonizando el asalto a Bajmut, el único punto del frente en el que el Kremlin ha obtenido cierto éxito en los últimos meses.

Frente sur: el premio gordo es también el más difícil

Aunque el frente oriental cuenta con varios objetivos importantes para Ucrania, ningún analista militar duda de que el verdadero premio gordo se encuentra en el sur. Los funcionarios de inteligencia ucranianos no esconden que el mayor objetivo estratégico para su contraofensiva primaveral sería cortar el corredor ocupado entre la península de Crimea y la frontera rusa a lo largo del mar de Azov.

La reconquista de ciudades como Melitópol y Berdiansk, al oeste de Mariúpol, supondría la mayor victoria a la que Kiev puede aspirar en un relativo corto plazo. De lograrlo, los ucranianos partirían en dos la ocupación rusa del sur del país e interrumpirían por completo las líneas de suministro a las unidades que se encuentran más al oeste, en dirección a Jersón.

Pero el problema de los objetivos más importantes es que son, a la par, los más evidentes. La región sureña de Zaporiyia cuenta con la mayor densidad de líneas defensivas rusas, con ciudades convertidas en auténticas fortalezas y las amplias llanuras que las rodean plagadas de cientos de kilómetros de trincheras y cantidades incalculables de minas antitanques. Casos como el de la diminuta población de Chystopillia, una de tantas que el ejército ucraniano tendría que conquistar en su camino hacia el Mar de Azov, muestran cómo incluso las localidades más pequeñas han sido fortificadas durante los últimos meses.

Crimea: la península de la discordia

La reconquista de Crimea, la península anexionada por Rusia de forma ilegal en 2014, parece, a primera vista, poco más que un sueño lejano. Kiev ha prometido recuperarla, pero entre sus aliados occidentales se da por hecho de que no existe ninguna posibilidad de que el presidente ruso, Vladímir Putin, acepte un acuerdo de paz que no incluya el reconocimiento de este territorio dentro de sus fronteras. Tampoco parece haber mucha expectativa de que las tropas ucranianas puedan alcanzarlo en un futuro próximo. Sin embargo, imágenes satelitales revelan cómo durante los últimos meses se ha producido una proliferación sin precedentes de trincheras y otras formaciones defensivas en el cuello norte de Crimea.

Rusia no repara en gastos y medidas para garantizar la protección de la península. La cadena CNN reportó la existencia de múltiples ofertas de trabajo en línea en las que se solicitan obreros para la construcción de líneas defensivas en la zona, con salarios de hasta 7.000 rublos (90 dólares) por día más alojamiento, muy por encima de los estándares de la región. Un reportero del medio independiente ruso Verstka indicó que fuentes locales le habían informado de que se necesitaban decenas de personas para el trabajo de fortificación. El ejército ucraniano, por su parte, ha afirmado que algunos residentes han sido obligados a hacer trabajos forzados para levantar estructuras.

¿Significa esto que el Kremlin cree que la contraofensiva ucraniana de esta primavera puede llegar hasta Crimea? Resulta difícil afirmarlo con certeza, pero un analista ucraniano citado por Foreign Policy aseguró recientemente que hay conversaciones creíbles en Kiev sobre la posibilidad de intentar retomar la península incluso antes de capturar por completo la región de Dombás. Dado que el consenso es que al Gobierno de Zelenski le queda una última bala antes de verse forzado a volver a la mesa de negociación con Putin, un all-in hacia el sur cuyo objetivo incluya partes de Crimea no es algo que pueda descartarse. Por eso, Rusia no se la juega. Cada día que pasa, las trincheras se alargan.

La línea del frente en la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania mide cerca de 1.000 kilómetros de distancia. De un lado y otro de esta frontera bélica, dos números no han parado de crecer desde el inicio de la guerra: el de muertos y el de trincheras.

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