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El (único) contrato escrito de Carlos III con la nación
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CORONACIÓN

El (único) contrato escrito de Carlos III con la nación

El documento firmado en la coronación es el único contrato que existe entre el soberano y sus súbditos. Y, como cualquier otro, puede romperse si una de las partes se ve incapaz de cumplir con los términos establecidos

Foto: Carlos III en su acto de coronación. (Reuters)
Carlos III en su acto de coronación. (Reuters)

En la ceremonia de coronación, Carlos III, de 74 años, ha realizado este sábado un juramento verbal para preservar las normas establecidas por el pueblo, administrar equidad y misericordia en sus juicios y mantener las leyes de Dios. Acto seguido ha firmado una versión escrita (la pluma en esta ocasión no ha dado ningún problema). El documento es el único contrato que existe entre el soberano y sus súbditos. Y como cualquier otro, puede romperse si una de las partes se ve incapaz de cumplir con los términos establecidos.

Podría darse el caso de que el monarca quiera renunciar a su título para tener libertades fundamentales de las que se ve privado y que el resto de ciudadanos dan por sentadas, como derecho a la libertad de expresión, elección de religión, carrera profesional o consorte. En su día, Eduardo VIII abdicó al enamorarse de la socialité divorciada Wallis Simpson. Y, salvando las distancias (en lo que a línea de sucesión se refiere) Harry también ha roto ahora lazos con La Firma.

Foto: Carlos III en su acto de coronación. (Reuters/Yui Mok)

Por otra parte, podría suceder que la nación prefiera en un momento dado tener un jefe de Estado electo. El Brexit ya dejó claro que los británicos no son necesariamente contrarios a los grandes cambios constitucionales. Por lo tanto, aunque los republicanos son minoría, es una minoría que va creciendo. Plantear la posibilidad de que en un futuro se pueda abolir la Monarquía quizá no resulte tan descabellado.

El Reino Unido ha cambiado, y mucho, desde que se celebró la coronación de Isabel II en 1953. El mundo entero ha cambiado. El escrutinio al que se ve sometido ahora la institución por parte, no solo de los medios, sino de unas redes sociales que imponen la inmediatez, marca unas pautas completamente distintas. Y Carlos III lo tiene muy presente.

De ahí que haya querido protagonizar este sábado una coronación del Siglo XXI para una sociedad británica donde el primer ministro, Rishi Sunak, es de ascendencia india y religión hindú; el alcalde de Londres, Sadiq Khan, es musulmán, al igual que el responsable del Ejecutivo escocés, Humza Yousaf, el mismo que aboga por la independencia.

Foto: Archivo: El príncipe Carlos de Inglaterra y la duquesa de Cornualles abandonan la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor. (Reuters/Toby Melville)

Carlos III se ha convertido en el cuadragésimo monarca reinante en ser coronado en la Abadía de Westminster en una ceremonia que data de hace 900 años. Por su parte, Camilla también se ha coronado como reina. Es un momento que muchos pensaban que jamás iba a ocurrir. En su día, no en vano, los sondeos la mostraban como la "mujer más odiada del Reino Unido". Pero poco a poco fue ganándose la aceptación del pueblo. La clave de todo fue la de no intentar emular nunca a Diana.

La ceremonia ha sido más corta y con menos invitados (alrededor de 2000 respecto a los más de 8000 de 1953). La música ha incluido, por primera vez, un gospel y un canto en lengua galesa. Ha tenido mujeres obispas, ha sido más multirracial y más multiconfesional. Desde que Enrique VIII rompiera en 1534 con la Iglesia de Roma para poder casarse con Ana Bolena, el jefe de Estado se convierte también en la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana. Pero el rito del juramento se ha modificado para incluir la promesa de fomentar un ambiente en el que personas de todas las confesiones y creencias puedan vivir libremente.

Al contrario que las monarquías continentales, la coronación no es un asunto parlamentario, sino religioso. No se jura ante el Gobierno, sino ante Dios. Uno de los momentos más simbólicos es la unción del monarca con aceites consagrados traídos del Monte de los Olivos de Jerusalén, que se ponen en el pecho, frente y manos. El momento, tan sagrado como íntimo, es el único que no ha sido emitido por las cámaras, ya que el rey ha quedado cubierto por un dosel diseñado ex profeso para la ocasión.

En su momento, Isabel II llegó a ser jefa de Estado en 32 de esas naciones. Pero Carlos III solo lo es ahora en 14

Por otra parte, en el juramento también se han hecho cambios respecto a las referencias de la Commonwealth, la mancomunidad de 56 naciones con lazos históricos con el Reino Unido. En lugar de nombrar uno por uno los países de los que Carlos III sigue siendo monarca, se ha hecho una alusión genérica. Al fin y al cabo, la lista es cada vez más reducida. En su momento, Isabel II llegó a ser jefa de Estado en 32 de esas naciones. Pero Carlos III solo lo es ahora en 14.

Son cada vez más los países de esta asociación que quieren cortar su vínculo con la Corona británica, liberándose así de un imperio que dejó la huella de la esclavitud. En distintas ocasiones, Carlos III ha mostrado su "pesar" y ha reconocido "el horror" de la esclavitud. Pero, de momento, sigue sin haber una disculpa formal, algo que los críticos no perdonan.

En definitiva, entre la coronación de 1953 y la de 2023 ha habido notables cambios. Ninguna ceremonia es igual a la otra. La de Isabel II fue la primera ocasión en retransmitirse en televisión en unas imágenes en blanco y negro. El entonces primer ministro Winston Churchill era uno de los más reacios a la hora de permitir las cámaras en la Abadía de Westminster, pero el duque de Edimburgo, marido de la soberana, insistió en que había que modernizarse. La adaptabilidad a los tiempos es, al fin y al cabo, de lo que depende la supervivencia de la Monarquía.

Foto: Imagen: VA Diseño.

Pero se ha mantenido también la tradición. La Casa Real británica es la única de las ocho monarquías constitucionales de Europa que mantiene aún la ceremonia de la coronación. El papel ceremonial sigue teniendo un papel clave en la institución. El Palacio de Buckingham despliega como ningún otro la pompa y boato y, tal y como se demostró con el funeral de Isabel II el pasado mes de septiembre, se ha vivido toda una puesta en escena.

Centenares de personas llevaban días acampadas en las calles para garantizarse un sitio y ver el gran desfile militar y las carrozas. Lo cierto es que siempre existieron dudas sobre el futuro de la Monarquía una vez Isabel II no estuviera en el trono. Pero el cambio se ha llevado a cabo de una manera más que tranquila. Y, pese a la lluvia, miles de personas han inundado el The Mall para ver el tradicional saludo desde el Palacio de Buckingham.

La popularidad de Carlos III ha aumentado considerablemente en sus primeros seis meses de reinado, donde ha sido un ejemplo de neutralidad, algo que, pese al cargo, tampoco se daba por hecho debido a todas las polémicas por las intromisiones en asuntos políticos que demostró en su larga época como heredero al trono. Son muchos los que tienen ya las miradas en Guillermo y Kate. Pero Carlos III no quiere limitarse a ser un rey de transición.

Foto: Un vendedor ambulante ajusta recuerdos en Londres, Gran Bretaña. (EFE/Martin Divisek)

Quiere dejar su impronta cambiando, entre otros, la propia Familia Real a la que quiere modernizar y reducir de tamaño. A día de hoy, hay 12 miembros en activo que representan la Corona, entre ellos, los octogenarios primos de Isabel II. Algo inconcebible en el resto de monarquías europeas.

Aunque en los últimos años, ha habido bajas forzadas. Harry y Meghan, la primera pareja mixta de los Windsor, fueron en su momento la mejor campaña de marketing para La Firma. Pero desde que en 2020 decidieran poner tierra de por medio, su relación con Palacio es prácticamente inexistente. De hecho, Harry ha acudido este sábado solo a la ceremonia. Apenas han terminado los fastos ha puesto rumbo de nuevo a Los Ángeles. No se ha reunido con los suyos en el Palacio de Buckingham, por lo que no aparecerá en las fotos oficiales y personales que quedarán para el recuerdo de una cita, al fin y al cabo, histórica, y que nadie sabe con certeza si volverá a repetirse. Todo dependerá en última instancia del contrato entre soberano y nación y de la aceptación de las reglas actuales por ambas partes.

En la ceremonia de coronación, Carlos III, de 74 años, ha realizado este sábado un juramento verbal para preservar las normas establecidas por el pueblo, administrar equidad y misericordia en sus juicios y mantener las leyes de Dios. Acto seguido ha firmado una versión escrita (la pluma en esta ocasión no ha dado ningún problema). El documento es el único contrato que existe entre el soberano y sus súbditos. Y como cualquier otro, puede romperse si una de las partes se ve incapaz de cumplir con los términos establecidos.

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