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Ni EEUU ni China: así es la tercera vía con la que Europa puede redefinir el orden global
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Ni EEUU ni China: así es la tercera vía con la que Europa puede redefinir el orden global

Para que la Unión Europea se establezca como una tercera potencia, necesita encontrar una tercera vía. Y una pieza central de este proyecto es hacer causa común con los países del sur global

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz, durante su visita a Pretoria. (Reuters/Siphiwe Sibeko)
El canciller alemán, Olaf Scholz, durante su visita a Pretoria. (Reuters/Siphiwe Sibeko)

La visita de Estado del Emmanuel Macron a Pekín a principios de abril puso de relieve la cuestión sobre la posición que deben adoptar los europeos en un orden global cambiante. Durante su viaje de regreso, el presidente francés comentó que la rivalidad emergente entre China y Estados Unidos pone en riesgo la absorción de Europa en un bloque estadounidense, perdiendo su agencia en el proceso. Para mantener su autonomía, Macron argumentó que los europeos deberían esforzarse por ser una "tercera potencia", lo que les permitiría escapar de la dominación de los dos grandes rivales.

Para que la Unión Europea se establezca como una tercera potencia, necesita encontrar una tercera vía. Y una pieza central de este proyecto es la de hacer causa común con los países del Sur global, que de manera similar ven pocas ventajas en aceptar un orden bipolar definido por la competencia entre Estados Unidos y China. Si los europeos no hacen esto, corren el riesgo de continuar por el camino del vasallaje.

Foto: Vladímir Putin, frente a las banderas de los BRICS (India, China, Rusia, Brasil y Sudáfrica). (EFE/Mikhail Metzel)
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El hecho de no diferenciarse de Estados Unidos convierte a la UE, a los ojos del Sur global, en un sirviente del enfoque estadounidense para el orden global emergente. Muchos líderes conciben esta bipolaridad como una presión constante contra el mundo no alineado para que se una a uno de los dos bloques, una perspectiva que reciben con una profunda resistencia. Los europeos ya lidian con la carga de su historia colonial y batallan a la hora de actualizar su relación con el Sur global a una de iguales. Si el continente se alinea completamente con Washington, esta situación empeorará todavía más.

La ventaja de la tercera vía

La propuesta de forjar una tercera vía europea hacia el orden global como alternativa al orden bipolar genera un importante interés compartido con el sur global. Este camino surge del reconocimiento de la UE de su vulnerabilidad a los designios de China, pero también de EEUU, en una arena internacional definida por la competencia entre ambas potencias. Convertir ese reconocimiento en políticas concretas crearía una postura común hacia un nuevo orden internacional con el Sur global, lo que supondría múltiples ventajas para Europa.

Existen tres razones principales que deberían persuadir a los políticos europeos a tomar este camino. En primer lugar, Europa podría reformularse como un aliado más natural del Sur global que China. Durante décadas, Pekín se presentó con éxito como una alternativa más atractiva que los países europeos y Estados Unidos. Al retratar a Occidente como defensores del statu quo de un orden global hegemónico, China se adueñó de la agenda de reformas multilaterales con sus llamados a un mayor multilateralismo. También dio vida a las alternativas al orden global como los BRICS y el Nuevo Banco de Desarrollo, organizaciones que publicitó como centradas en el Sur global, a pesar de que, muy claramente, otorgan profundidad estratégica al Gobierno de Xi Jinping.

Pero la aspiración de China al liderazgo mundial supone una parte integral del orden bipolar. Por lo tanto, a medida que Pekín inevitablemente establezca su dominio, se enfrentará a una creciente incredulidad cuando se presente como el campeón del Sur global. Ahí es donde Europa puede intervenir con su tercera vía, ofreciendo un argumento geopolítico más creíble a estos países.

En segundo lugar, la tercera vía crea una clara razón de ser que ayudará a los europeos a mejorar sus tambaleantes relaciones con los estados del Sur global. Esta estrategia puede poner fin al paradigma de la caridad, tan cargado de bagaje colonial, y reemplazarlo con una demostración concreta de la centralidad de estas regiones para los intereses estratégicos de los europeos.

Finalmente, la tercera vía aumenta la influencia de Europa hacia China y EEUU. Los europeos pueden incursionar en la enorme influencia del Sur global de Pekín a la vez que reduce su dependencia de Washington y aumenta su autonomía. El nuevo enfoque no significaría una ruptura definitiva con la alianza transatlántica, sino una diversificación y madurez de las relaciones globales de Europa acordes con la nueva era.

Foto: Mark Zuckerberg durante una declaración en el Congreso de Estados Unidos. (EFE/Michael Reynolds)

Construyendo la tercera vía

El desafío geopolítico compartido que enfrentan Europa y el Sur global puede crear un terreno fértil para relaciones más sólidas entre ellos. Pero profundizar la alianza requiere más que una declaración de intenciones. Solo la acción que apoye los intereses de los demás hará que los lazos se unan.

La exposición desproporcionada del Sur global a los riesgos globales —desde pandemias hasta ondas de choque económicas— y su impulso existencial para asegurar su desarrollo económico deberán ocupar un lugar destacado en cualquier discusión sobre nuevas alianzas con Europa. También será importante crear una mayor equidad en organizaciones multilaterales (todavía) importantes como el Consejo de Seguridad de la ONU y las instituciones de Bretton Woods.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; el presidente de Senegal, Macky Sall; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel y el líder de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Fak

El apoyo a las prioridades europeas definiría la otra parte central del diálogo. Pero Europa, dado el legado histórico, debe concebir la dinámica como una de cortejo, primero, y negociación, después. Esto significa que la declaración de causa común no debe exigir un quid pro quo inmediato en cuestiones importantes como el apoyo a Ucrania.

La reciente visita del canciller alemán Olaf Scholz a África modeló bien el enfoque: invertir en el futuro sin expectativas inmediatas de rendimiento. Respaldado por Berlín y unido al enérgico compromiso existente de Francia en África, un enfoque de tercera vía como política paneuropea podría convertirse en una realidad.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Janka Oertel y Andrew Small titulado 'Neither America nor China: How Europeans can shape a new order with the global south'

La visita de Estado del Emmanuel Macron a Pekín a principios de abril puso de relieve la cuestión sobre la posición que deben adoptar los europeos en un orden global cambiante. Durante su viaje de regreso, el presidente francés comentó que la rivalidad emergente entre China y Estados Unidos pone en riesgo la absorción de Europa en un bloque estadounidense, perdiendo su agencia en el proceso. Para mantener su autonomía, Macron argumentó que los europeos deberían esforzarse por ser una "tercera potencia", lo que les permitiría escapar de la dominación de los dos grandes rivales.

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