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Rusia (y el mundo) mira a Ucrania. Azerbaiyán lo ha aprovechado para zanjar su guerra
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Nadie quiere parar la guerra

Rusia (y el mundo) mira a Ucrania. Azerbaiyán lo ha aprovechado para zanjar su guerra

Los armenios de Nagorno-Karabaj se rindieron y aceptaron un acuerdo con Azerbaiyán un día después de que Bakú llevara a cabo una operación militar en la zona disputada

Foto: El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, da un discurso tras la rendición de los armenios de Nagorno Karabaj. (EFE/Roman Ismaylov)
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, da un discurso tras la rendición de los armenios de Nagorno Karabaj. (EFE/Roman Ismaylov)

"Ningún actor internacional quiere parar la guerra". Artak Beglaryan, el ex Defensor del Pueblo de Nagorno-Karabaj, ha sido determinante a la hora de explicar las razones por las cuales los armenios de esta zona disputada con Azerbaiyán han firmado un acuerdo para que cesen las hostilidades. Solamente un día después de que el Gobierno de Bakú iniciara una "operación antiterrorista" sobre el enclave armenio en la que murieron 27 personas, las autoridades de Artsaj (como denominan los armenios a la zona disputada), aceptaron la rendición de sus fuerzas.

La escalada de tensiones volvió a poner en el foco un conflicto casi histórico entre Armenia y Azerbaiyán, cuyo penúltimo capítulo se zanjó en el acuerdo de paz de 2020. El último ha concluido por lo que los armenios en Nagorno-Karabaj han interpretado como la falta de apoyo internacional por la guerra de Ucrania. "Azerbaiyán se está aprovechando de la distracción de Rusia en Ucrania, pero también de la de todo el mundo. El apoyo a Kiev ha indicado que es poco probable que Armenia reciba mucha atención a nivel mundial. Cada vez hay menos apetito por la intervención", sostiene Jeff Hawn, investigador del Newlines Institute, a El Confidencial.

Foto: Fotografía de la ofensiva militar de Azerbaiyán en el Alto Karabaj. (EFE/EPA/Sargsyan OC Media)

Las fuerzas rusas han estado presentes en el conflicto desde hace tres años como parte de una misión de mantenimiento de la paz y los cerca de 2.000 efectivos en el territorio coordinarán el alto al fuego con las autoridades de Azerbaiyán. El papel de Moscú seguirá siendo clave en los últimos coletazos de la guerra, a pesar de que su histórica alianza con Armenia se ha tambaleado en los últimos meses. El primer ministro, Nikol Pashinyán, reconoció que Rusia les había defraudado y que ya no podía confiar en ella como garante de seguridad desde el inicio de la guerra en Ucrania.

Además, Ereván inició unos nuevos ejercicios militares con Estados Unidos que han sido interpretados como un acercamiento a Occidente y la OTAN. Tampoco ayudó en sus relaciones que la primera dama armenia, Anna Akobyan, viajara recientemente a Ucrania para entregar ayuda humanitaria y se hiciera una foto con el enemigo número uno de Rusia, Volodímir Zelenski. "El papel anterior de Rusia como garante de la estabilidad en la región desaparecerá y es probable que Bakú quiera impulsar un reordenamiento del status quo a su favor antes de que la situación global se estabilice", añadió Hawn.

Tras la "operación antiterrorista" de Azerbaiyán, Rusia culpó de la rendición de las fuerzas de Nagorno-Karabaj al Gobierno de Armenia por no tomar una postura activa en la escalada del conflicto. Asimismo, Artak Beglaryan escribió en Telegram que en una situación geopolítica tan difícil y en una guerra tan desequilibrada, "nuestros heroicos muchachos no serán capaces de lograr resultados significativos, incluso si les cuesta su vida. Estamos completamente rodeados y solos, incluso la Madre Armenia ha abandonado a Artsaj en esta lucha". El primer ministro armenio calificó la acción militar como una "operación terrestre de limpieza étnica" contra la comunidad armenia, pero descartó el envío de soldados del país a Nagorno-Karabaj.

Todo pasa por el gas

El origen de la "operación antiterrorista" de Azerbaiyán fue la muerte de cuatro soldados y dos civiles azerbaiyanos en la zona por minas terrestres, cuya siembra fue atribuida a activistas armenios. No obstante, algunos analistas han puesto en duda las verdaderas intenciones de Bakú para acabar con el conflicto justo en este momento. "Aunque es difícil saber exactamente qué tenían en mente los dirigentes azerbaiyanos al reavivar la guerra contra Armenia en ese momento, parece probable que Bakú no se ha sentido disuadido por la amenaza de una intervención rusa en nombre de Ereván. Rusia simplemente no tiene capacidad para intervenir militarmente, y tanto Bakú como Ereván lo saben", explica Robert Person, profesor asociado de Relaciones Internacionales en la Academia Militar de Estados Unidos y director de Asuntos Internacionales en West Point.

En este sentido, Person señala que los vecinos de Rusia podrían empezar a protegerse por la pérdida de influencia y capacidades militares rusas. "Acelerarán las políticas exteriores multivectoriales que sean menos dependientes de Moscú e intensificarán las relaciones con otras potencias regionales y globales".

El conflicto abierto y la posibilidad de una guerra en el Cáucaso podría haber sido un revés diplomático para Azerbaiyán, que ha aumentado su colaboración con la Unión Europea como proveedor de gas alternativo desde la invasión rusa. "La relación energética lleva ya 15 años y se construyó una tubería de gas a Turquía, de ahí a Grecia y luego a Turquía. Sin embargo, el año pasado se firmaron acuerdos adicionales por la escasez de gas ruso y eso sí se hizo en el marco de la guerra en Ucrania", sostiene Farid Shafiyev, jefe del Centro de Análisis de Relaciones Internacionales en Bakú.

En julio, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, realizó una visita oficial a Azerbaiyán para fortalecer el acuerdo energético y describió el país como un "socio confiable y digno de confianza". En ese momento, algunos líderes europeos advirtieron de que Bruselas estaba reemplazando una autocracia por otra, en referencia a Rusia y a un nuevo aliado que ha sido denunciado por organizaciones internacionales por violaciones de derechos humanos. Tras el alto al fuego de este miércoles, Marina Kaljurand, presidenta de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con el sur del Cáucaso, pidió a la UE que reconsidere su relación con Azerbaiyán y trabaje para proteger a los civiles armenios. "Se deberían reconsiderar nuestras relaciones y deshacernos del gas azerbaiyano", aseveró.

"Se deberían reconsiderar nuestras relaciones y deshacernos del gas azerbaiyano"

La guerra ha implicado actores internacionales como Turquía, socio de Azerbaiyán, y Rusia como Irán, como aliados intermitentes de Armenia. Para el analista azerbaiyano, la paz en la región es la oportunidad de Bakú para aumentar la cooperación en la región, siempre y cuando se respete el principio de territorialidad que demanda el país. Desde el punto de vista azerbaiyano, una vez que hayan recuperado el control de la zona considerada como soberana, pueden fortalecer la cooperación regional. "La estabilidad será beneficiosa para la región, pero los actores internacionales también ganarán porque hay muchos proyectos en energía y transporte importantes para Europa, Asia Central y países de Oriente Medio. Es un logro geopolítico", concluye Farid Shafiyev en entrevista con este periódico.

El futuro armenio en Karabaj

Bakú ha argumentado desde el inicio del conflicto que Nagorno-Karabaj se encuentra dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas como Azerbaiyán. No obstante, esta zona está controlada por la población étnica armenia desde la guerra iniciada tras la caída de la URSS. Desde ese momento, el Gobierno azerbaiyano insiste en su derecho a reprimir las unidades militares que consideran ilegales en su territorio.

Foto: Un soldado armenio, en un pueblo de Nagorno-Karabaj. (Reuters/Artem Mikryukov)

Del otro lado, los activistas armenios denuncian que la comunidad internacional se ha puesto claramente de un lado en esta guerra. "Para mí, es innegable que la Federación Rusa, Estados Unidos y la Unión Europea apoyan total y criminalmente el programa de Azerbaiyán para subyugar al pueblo de Artsaj", condenó Artak Beglaryan, el ex defensor del pueblo de Nagorno-Karabaj.

Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, afirmó que había hablado con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, para pedirle que garantizara un acuerdo con los armenios por su seguridad. Sin embargo, la comunidad armenia reclaman que la UE no ha puesto sobre la mesa en ningún momento un apoyo más allá del verbal.

Las autoridades de la zona disputada se reunirán este jueves con el Gobierno de Bakú para discutir el pacto sobre "los derechos" de la comunidad armenia en el enclave. El futuro acuerdo es la segunda parte del alto al fuego que ha implicado la retirada de las fuerzas armenias, así como el desarme y disolución de las fuerzas locales en Nagorno-Karabaj.

Foto: Vista del hemiciclo vacío. (EFE/Javier Lizón)

El pacto fue un motivo de descontento en Armenia, donde miles de personas se manifestaron contra el Gobierno de Pashinyan por la inacción de las fuerzas de paz rusas en la zona y el fracaso de la comunidad internacional para detener la acción militar azerbaiyana. "Si tuviéramos un buen liderazgo, podríamos resistir lo que está sucediendo", dijo Sarhat Petrosyan, exmiembro del Gobierno de Pashinyan, a The Guardian.

"Si tuviéramos un buen liderazgo, podríamos resistir lo que está sucediendo"

Muchos armenios están convencidos de que el objetivo final de Bakú es limpiar étnicamente Nagorno-Karabaj de la población armenia, que se estima en 120.000 personas en la zona. "Lo que está sucediendo es un genocidio armenio. Es un genocidio del siglo XXI", dijo Yuri, un manifestante.

En la misma línea se posicionaron investigadores como Tom de Waal, de Carnegie Europe, que consideró que la escalada de tensiones había marcado el inicio de una nueva guerra en Nagorno-Karabaj. Además, calificó la operación militar de Azerbaiyán como "un día terrible para la diplomacia occidental", pero aseguró que el conflicto no ha acabado con el alto al fuego anunciado este miércoles. "Tiene el potencial de empeorar mucho", dijo.

"Ningún actor internacional quiere parar la guerra". Artak Beglaryan, el ex Defensor del Pueblo de Nagorno-Karabaj, ha sido determinante a la hora de explicar las razones por las cuales los armenios de esta zona disputada con Azerbaiyán han firmado un acuerdo para que cesen las hostilidades. Solamente un día después de que el Gobierno de Bakú iniciara una "operación antiterrorista" sobre el enclave armenio en la que murieron 27 personas, las autoridades de Artsaj (como denominan los armenios a la zona disputada), aceptaron la rendición de sus fuerzas.

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