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El hombre más buscado por Israel reaparece: por qué Hamás ha regresado a sus raíces
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El retorno de la línea dura

El hombre más buscado por Israel reaparece: por qué Hamás ha regresado a sus raíces

Que Mohammed Deif fuera la voz que anunciara el ataque más letal contra Israel de los últimos 50 años sirve para apuntalar un mensaje: el 'statu quo' que reinaba en la Franja ha muerto

Foto: Un soldado de artillería israelí organiza proyectiles cerca de Gaza, en el sur de Israel. (EFE/Atef Safadi)
Un soldado de artillería israelí organiza proyectiles cerca de Gaza, en el sur de Israel. (EFE/Atef Safadi)

La reaparición ocurrió en el momento más crítico. En un vídeo publicado pocas horas después del inicio de los ataques contra Israel, mientras cientos de combatientes continuaban atravesando la valla derribada que separa el país de la Franja de Gaza, Mohammed Deif, comandante de las brigadas de Ezzeldin Al-Qassam —el ala militar de Hamás— y supuesto autor intelectual de la incursión, llamaba a sus soldados, desde las sombras y con voz calmada, a actuar para que "el enemigo comprenda que los tiempos en los que podía atacar sin rendir cuentas han acabado".

Incluso antes de dirigir el ataque más letal contra la población civil israelí de los últimos 50 años, Deif ya era una figura elevada al estatus de leyenda entre los palestinos y el hombre más buscado por Israel. A sus 58 o 60 años—nadie sabe con certeza—, lleva décadas en la sombra y ha sobrevivido a múltiples operaciones en su contra por parte de los servicios secretos israelíes, quienes lo responsabilizan de la muerte de decenas de sus ciudadanos. Sin saber bien dónde acaba el hombre y dónde empieza el mito, de él se dice que ha perdido un ojo, las dos piernas, un brazo, una mujer y dos hijos a raíz de estos intentos de asesinato. También se le atribuyen el diseño del arma más característica de Hamás, el cohete Qassam, y el laberinto de túneles que recorre el subsuelo de Gaza.

De lo poco que se sabe a ciencia cierta del comandante es que, como decía dos años atrás a la BBC el analista de seguridad Matthew Levitt, "es considerado como un dirigente de Hamás particularmente hardline [de línea dura]". Siempre ha sido un oponente acérrimo del delicado equilibrio que la organización islamista e Israel han mantenido durante más de una década. Esta dinámica ha conllevado que, tras el estallido de cualquier enfrentamiento, el grupo palestino acabara conteniendo sus ataques a cambio del desbloqueo de fondos o, recientemente, de la emisión de nuevos permisos de trabajo en territorio israelí para sus habitantes. Pero si bien las brutales cifras de la incursión —más de 900 muertos, 2.000 heridos y al menos 130 rehenes todavía retenidos en Gaza— hablan por sí mismas, que Deif fuera la voz que anunció la ofensiva sirve para apuntalar un mensaje: el statu quo que reinaba en la Franja ha muerto.

Vuelta a sus orígenes

¿Qué es Hamás? Es la pregunta más buscada del momento por ciudadanos de todo el mundo, desconectados de un conflicto que hace tiempo que había perdido su capacidad de retener la atención del público.

La respuesta: Hamás es una organización militante, islamista y política palestina que surgió a finales de la década de los ochenta tras separarse de los Hermanos Musulmanes. Su tratado fundacional, publicado en 1988, llama a la destrucción de Israel y al establecimiento de una sociedad islámica en todo el territorio, aunque en 2017 el grupo presentó una nueva versión del documento en el que se mostraba abierto a admitir las fronteras previas a 1967, en una aparente aceptación de la solución de dos estados.

Foto: Israel lanza la operación 'Espadas de Hierro' tras el ataque de Hamás. (EFE/EPA/Atef Safadi)

La organización ha sido la autoridad de facto en Gaza desde que los israelíes se retiraron por completo del territorio en 2005. Un año después, Hamás obtuvo la mayoría de los escaños en las elecciones de la Franja, impulsado tanto por los servicios sociales que llevaba tiempo proporcionando a sus ciudadanos como por una ola de rechazo contra Fatah, el partido secular al frente de la Organización para la Liberación de Palestina que había gobernado el territorio durante décadas. La victoria del grupo islamista llevó a crecientes tensiones entre ambas formaciones y, en 2007, a la expulsión de Hamás en Cisjordania y la de Fatah en Gaza, un cisma que continúa hasta nuestros días. Los palestinos no han podido votar por un nuevo presidente desde 2008.

Poco después de la llegada de Hamás al poder, la organización, cuyo historial de violencia ya contaba con una larga lista de atentados suicidas, comenzó a disparar cohetes y morteros contra territorio israelí. La organización cuenta con la capacidad de producir estas armas gracias, en gran medida, al entrenamiento proporcionado por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, su mayor aliado internacional. Las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam también deben a Teherán gran parte de su formación en tácticas bélicas.

Las tácticas del grupo han llevado a su designación como organización terrorista por parte de Israel, la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros países. Paralelamente, han impulsado su popularidad entre una población palestina en la que dominan el hartazgo y la rabia tras décadas de ocupación y de continua expansión de los asentamientos israelíes en su territorio. Una encuesta realizada en junio de 2023 por el Centro Palestino de Investigación de Encuestas y Políticas (PCPSR) reveló que más de la mitad de los palestinos en Gaza y Cisjordania votarían por Ismail Haniye, líder de Hamás, en una elección presidencial. Mientras tanto, solo un tercio se decantaría por el actual mandatario, Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina.

Hamás e Israel se han enzarzado en cuatro guerras desde la llegada de la organización islamista al poder. Sin embargo, tras el establecimiento de un alto al fuego en mayo de 2021, el grupo se había abstenido de protagonizar ataques a gran escala, incluso cuando el Gobierno judío entraba en un conflicto con otra milicia armada de la Franja, la Yihad Islámica Palestina, o lanzaba importantes incursiones en Cisjordania. Una relativa calma que había sido atribuida a la renuencia de Hamás a sacrificar oportunidades económicas. Unos 19.000 trabajadores palestinos estaban trasladándose a Israel cada día desde Gaza, lo que suponía una importante fuente de ingresos fiscales para la administración palestina.

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La relativa calma mantenida por Hamás había llevado a muchos analistas a especular sobre sus motivos, especialmente durante un periodo en el que tanto una ultraderecha israelí en ascenso como las fuerzas de seguridad del país protagonizaban episodios tensos en torno a la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam. “La popularidad de Hamás siempre se ha basado en ser la verdadera resistencia [contra Israel], particularmente cuando Al-Aqsa está involucrada. Guardar silencio durante la marcha de cientos de activistas de derecha israelíes en la Explanada de las Mezquitas (...) no deja a la organización en buen lugar”, planteaba en Arab News Zaha Hassan, investigador del Carnegie Endowment for International Peace.

Muchos de estos expertos consideraban que la falta de respuestas de Hamás a las múltiples provocaciones procedentes de Israel había dado alas a la Yihad Islámica Palestina, que constituye el segundo grupo militante más importante de la región. También estaba contribuyendo al ascenso de nuevas facciones palestinas —como la Guarida del León o el Batallón de Balata— más jóvenes, más activas en las redes sociales, más desligadas del discurso tradicional de la yihad y, en apariencia, más dispuestas a enfrentarse a las fuerzas armadas israelíes.

Foto: Dos miembros de la Guarida del León, en el funeral del miembro Tamer Kilani, en octubre de 2022. (Reuters/Raneen Sawafa)

La presión ocasionada por la competencia de estos grupos es una posible explicación detrás de la incursión que sorprendió al mundo. No es la única. La ofensiva ha visto nacer múltiples explicaciones geopolíticas para tratar de darle sentido. El papel de Irán en su planeación ha sido uno de los más enfatizados, así como el probable objetivo de sabotear la progresiva normalización de relaciones de Arabia Saudí con Israel o, incluso, el de revertir los Acuerdos de Abraham. La posible involucración de Hezbolá, la poderosa organización libanesa aliada de Hamás y también vinculada a Teherán, es otra de las grandes preguntas. Algunos incluso han llegado a señalar el supuesto rol de Rusia a la hora de dar alas a la organización para distraer la atención internacional respecto a su propia invasión de Ucrania.

Pero en última instancia, la realidad de hoy es la misma que la de 2006. El objetivo de Hamás, su razón de ser, es la resistencia violenta en sí misma. El daño sin precedentes ocasionado contra Israel será considerado por sus partidarios como una enorme victoria. La destrucción que viene después, el inevitable precio a pagar por ella.

La reaparición ocurrió en el momento más crítico. En un vídeo publicado pocas horas después del inicio de los ataques contra Israel, mientras cientos de combatientes continuaban atravesando la valla derribada que separa el país de la Franja de Gaza, Mohammed Deif, comandante de las brigadas de Ezzeldin Al-Qassam —el ala militar de Hamás— y supuesto autor intelectual de la incursión, llamaba a sus soldados, desde las sombras y con voz calmada, a actuar para que "el enemigo comprenda que los tiempos en los que podía atacar sin rendir cuentas han acabado".

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