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Un quiero y no puedo: la crisis España-Israel revela un terreno minado para la UE en Palestina
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¿Margen de maniobra?

Un quiero y no puedo: la crisis España-Israel revela un terreno minado para la UE en Palestina

La UE quiere jugar su papel para impulsar la solución de los dos Estados tras décadas de parálisis. Para ello tendrá que ir de la mano de EEUU y jugar bien sus cartas

Foto: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, en su visita al kibutz Kfar Aza. (Europa Press)
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, en su visita al kibutz Kfar Aza. (Europa Press)
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Este lunes un buen número de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea y de los países mediterráneos se reúnen en Barcelona. El plan era revisar la idea de la Unión por el Mediterráneo creada ahora hace 15 años. Después de los ataques del 7 de octubre, el alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, el español Josep Borrell, decidió barrer la agenda y poner un único asunto encima de la mesa: el futuro de Palestina. A la reunión no acudirá Israel, una demostración de lo complejo que será el diálogo con Tel Aviv en el futuro próximo.

La UE tiene tatuadas dos máximas: por un lado, que no puede haber una solución militar al conflicto de Oriente Próximo y, por el otro, que la única alternativa para la paz es consolidar la idea de los dos Estados. En los pasillos de Bruselas entonan el mea culpa por haber repetido el mantra de los dos Estados durante décadas sobre el papel, pero sin hechos. En un intento de hacer de la necesidad virtud los europeos quieren utilizar la crisis actual para revitalizar un proceso de paz al que le han dedicado —sin éxito— ingentes cantidades de dinero, energía y frustración. ¿Qué margen de maniobra tiene ahora?

El brutal encontronazo de este viernes entre Israel y España demuestra hasta qué punto se trata ahora mismo de un terreno minado. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, afeó al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu el número de muertes civiles que se está produciendo en Gaza durante la operación militar que Tel Aviv ha lanzado con el objetivo de aniquilar a Hamás. Ese reproche de Sánchez ha provocado una crisis diplomática y la acusación por parte de Israel de que el Gobierno español "apoya el terrorismo". Es una lección para todos en la Unión Europea. Ahora mismo Israel y Palestina son un hierro al rojo vivo. Manejarlo es extremadamente difícil y es fácil quemarse. La sensación generalizada es que toca tener paciencia e ir moviendo fichas pensando en el día después.

El día después

Este año se cumplen tres décadas de los Acuerdos de Oslo. Lo más cerca que se ha estado de consolidar la paz en Tierra Santa. Los extremos de ambos bandos, israelíes y palestinos, lo mataron por aquel entonces. El asesinato del presidente hebreo Isaac Rabin asestó la primera estacada. El intento fallido de Camp David lo dejó herido de muerte. La visita de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas y el consecuente estallido de la segunda Intifada fue la puñalada definitiva. 30 años después, con la guerra más cruenta e incierta en marcha, la UE mira al futuro y se prepara para el día después. "La idea (ahora) es discutir el día después y el horizonte político que solamente puede ser la solución de los dos Estados", explica una alta fuente europea.

El punto de partida no invita al optimismo. Israelíes y palestinos necesitarán tiempo para recuperarse de este trauma. Pero en Bruselas ya comienza a abonar el terreno para ocupar un espacio en la mesa diplomática que aborde en el futuro el destino del conflicto más complejo del globo. Borrell ha viajado a la región, se ha movido y hablado con todos. Tras años de olvido en la arena internacional, Oriente Próximo vuelve a ser el epicentro del mundo. Un tema que entraña un cóctel de componentes territoriales, nacionales, históricos, emocionales y religiosos como pocos.

Con el paso de los años, lo que sí se ha demostrado es que las recetas pasadas no funcionan. Y que el statu quo no es una opción. Por ello, la UE quiere utilizar este momentum para revitalizar el proceso de paz. Misión ambiciosa teniendo en cuenta que sendas sociedades están más hastiadas y radicalizadas ahora que cuando Rabin y Arafat estrecharon la mano bajo la atenta mirada de Bill Clinton. El atentado del 7 de octubre ha activado toda una serie de mecanismos, hasta tal punto que algunos creen que la UE busca "aprovechar" ese drama. "¿Es malo que salgan conclusiones políticas de un atentado?", se pregunta una fuente europea, que explica que "quizás es este el momento en el que todos podemos llegar a la conclusión de que no puedes dar por hecho que el problema no existe".

Capacidad real UE

Uno de los grandes propósitos de la antecesora de Josep Borrell, Federica Mogherini, cuando asumió el cargo como alta representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, era reconocer el estado palestino. Cinco años después, y en un contexto hostil marcado por la era Trump, la italiana asumió que lo máximo que podía lograr la UE era mantener viva la solución de dos Estados.

El freno de la capacidad europea para influir sobre esta cuestión tiene muchas razones. El primero, el que se aplica a casi todo cuando algo no sale bien: la falta de unidad. En este tema en cuestión la división es todavía más visible. Ningún asunto del tablero de ajedrez global desata tanta sensibilidad y discrepancias entre los Veintisiete. Eso ata las manos del alto representante, que debe ceñirse a trasladar la posición común, en este caso, una postura de mínimos que pasa por pedir pausas humanitarias y el respeto del Derecho Internacional.

Durante años los europeos han vivido en el día de marmota mirando con impotencia, distanciamiento y frustración cómo la situación sobre el terreno solamente iba a peor. Los asentamientos en Cisjordania se han multiplicado por tres desde Oslo, provocando la discontinuidad del territorio y, en consecuencia, haciendo muy difícil el establecimiento de un Estado palestino. El de los colonos es de hecho uno de los escollos que será más difícil de resolver, junto a las garantías de seguridad para Israel, el estatus de Jerusalén o el regreso de los refugiados. La ONU ha declarado en incontables ocasiones la ilegalidad de los asentamientos. La UE lo ha condenado a golpe de comunicados, pero no ha ejercido ninguna medida de presión, aunque en 2019 el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) obligó a etiquetar los productos producidos en zonas bajo la ocupación israelí.

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Los socios árabes han interpretado todo ello como una doble moral y un cierre de filas, en línea con Estados Unidos, para proteger los intereses del Estado hebreo. Durante el viaje de la semana pasada de Borrell en la región, se viralizó una entrevista en el canal catarí Al Jazeera que muchos en la región compartieron alegando esos dobles estándares. "¿La postura de la UE es que lo que llevó a cabo Hamás el 7 de octubre son crímenes de guerra?", preguntó el periodista. "Sí", respondió Borrell. "¿Consideran que lo que lleva a cabo Israel son crímenes de guerra?", continúa el comunicador. "Yo no soy abogado, pero hay una Corte Penal Internacional que se hará cargo de una investigación", respondió el español.

Así, mientras el mundo árabe denuncia que desde hace años los europeos han hecho la vista gorda a la anexión de facto de Cisjordania y al bloqueo por tierra, mar y aire en Gaza, los israelíes los perciben como una fuerza propalestina. La UE es el principal donante de la Autoridad Palestina, pero el escrutinio de esos fondos no ha ido de la mano de una firmeza para exigir mejoras democráticas y funcionales a una organización que está a día de hoy sin rumbo claro. Una alta fuente europea señala, sin embargo, que Bruselas lleva un lustro intentando que se celebren elecciones y que ha sido Tel Aviv la que se ha opuesto por miedo a una victoria de Hamás y por no querer ceder a que se celebre una votación en Jerusalén este.

A toda esta compleja problemática se une el hecho de que, si la UE quiere ser influyente, no podrá emprender el camino en solitario. El hermano mayor de Israel es Estados Unidos. "Sin Estados Unidos no puedes hacer nada en Oriente Medio", explica la misma fuente europea. El próximo año Donald Trump, que trasladó en un paso inédito la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, podría regresar a la Casa Blanca si gana las elecciones de noviembre. Por ello, la estrategia marcada en la capital comunitaria es seducir y ganarse la confianza de los estados árabes de la región. Egipto, Jordania o Líbano han jugado en las guerras pasadas y su desenlace el pasado un rol más importante para negociar en nombre del pueblo palestino que la propia Autoridad Palestina. Al mismo tiempo, el Servicio Europeo de Acción Exterior siente que la actual administración americana quiere volver a explorar la solución de los dos Estados.

Una guerra que nadie sabe cómo acabará, pero que todos asumen que cambiará Tierra Santa para siempre

"Hubo un tiempo en el que la gente muy inteligente hablaba de la solución de un Estado, porque muchos jóvenes palestinos lo que querían era el mismo trabajo que los judíos, Hamás mató la solución de un único Estado el 7 de octubre, así que volvemos a los fundamentos: a por la solución de los dos Estados. ¿Qué es diferente ahora? Que hemos llegado a la conclusión de que no puedes solucionar (este problema) hasta que no haya dos Estados", señala la alta fuente comunitaria.

Lo cierto es que el enroscamiento de los últimos tiempos se ha roto. Aunque haya sido de la peor forma posible: con una guerra que nadie sabe cómo acabará, pero que todos asumen que cambiará Tierra Santa para siempre. "La situación fluye más ahora que en las últimas décadas. Se podría imaginar un escenario posbélico sin Hamás en Gaza y con un Gobierno israelí más moderado que dé un impulso al proceso de paz. En este escenario, los europeos podrían ofrecer reconocimiento diplomático a Palestina a cambio de reformas de gran calado a la Autoridad Palestina, con el objetivo de convertirla en un socio viable para la paz y para la solución de los dos estados. Pero para ello deben pasar muchas cosas antes, como abordar las posturas israelíes que bloquean las perspectivas de paz", explica a El Confidencial Anand Sundar, analista del European Council of Foreign Relations (ECFR). Es bien sabido que Netanyahu se opone a la existencia de un Estado palestino desde 1990 y esa línea dura ha ido calando en una población que se siente amenazada y rodeada de enemigos.

Plan Borrell

La estrategia de Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, conocedor y apasionado de la región, tiene una doble vertiente. La primera pasa por aproximarse a los israelíes con la idea de que su seguridad solo la podrá garantizar la coexistencia pacífica con un Estado palestino y no a través del Ejército, por muy potente que sea. "La paz no es solamente algo que se necesita por razones morales (…). Quien más necesita la existencia de un Estado Palestino es Israel. Porque la mejor garantía de paz y seguridad para Israel es la existencia de un Estado Palestino inscrito dentro del orden internacional que respete a la convivencia justa. Y en eso, es en lo que nos tenemos que invertir”, ha asegurado esta semana durante un discurso ante la Eurocámara. El hándicap: en Tel Aviv escuchan a Washington, pero a Bruselas poco.

La segunda mira a Palestina. Borrell presentará durante el próximo Consejo de Asuntos Exteriores de diciembre un plan para la viabilidad de Gaza. Habrá que reconstruir, sí. En estas seis semanas, el 40% de los edificios han sido dañados o derribados. Pero la UE quiere ser algo más que un cajero automático. "Habrá un día después y ese día después, es cuando la Unión Europea tiene que estar en la cita con la historia y ser capaz de contribuir más. No solo como el buen samaritano que acude a ayudar y a minimizar los daños que ya se han producido, sino a evitar que se produzcan más", afirmó Borrell desde el atril del Pleno de Estrasburgo. Aquí surge un hándicap más, el núcleo del plan europeo pasa por un regreso de la Autoridad Palestina sobre Gaza. Pero la organización que lidera Mahmoud Abás está debilitada y raquítica de liderazgo, de apoyo social y de legitimidad. También de presupuesto, después de que Israel haya congelado buena parte de sus fondos tras la ofensiva iniciada el 7 de octubre con el ataque de Hamás.

En Bruselas creen que esta vez puede ser diferente y que tienen que aprovechar las palancas que tienen a su alcance. La UE es la máxima donante de la Autoridad Palestina y cree que está en la mejor posición para entender y diseñar el papel que la Autoridad debería jugar en Gaza el día después. Creen que la ONU podría desempeñar un papel inicial tras el conflicto, pero en el Servicio Europeo de Acción Exterior tienen claro que eso debe ser solamente transitorio y que no hay ninguna alternativa real a la Autoridad Palestina. "Seamos prácticos: ¿puede imaginarse a alguien en la calle organizando el tráfico que no sea palestino? Las alternativas son las que son. No puede ser un sueco o un español", explica una fuente europea. Al mismo tiempo, en la capital comunitaria saben que se puede ejercer mucha presión a Israel, por mucho que ahora mismo no se haga. "Israel es un miembro de la UE sin ser miembro de la UE, es lo mejor de los dos mundos. Tienen todos los programas, todas las ventajas, todos los presupuestos, todo sin tener que sufrir horas de Coreper (las maratonianas reuniones de embajadores de los países de la UE)", señala la misma fuente.

Estado palestino

El presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, viajó esta semana a la región. Junto al primer ministro belga, Alexander de Croo, el inquilino de la Moncloa trasladó al ultranacionalista Benjamín Netanyahu la necesidad de trabajar en los dos Estados como base "para vencer al terrorismo y garantizar la seguridad de Israel". Sánchez tiene la intención de reconocer al Estado de Palestina. Algo que como miembro de la UE solamente ha hecho Suecia, en 2014. Prefiere hacerlo dentro de una masa importante de Estados miembros, pero desde el paso de Rafah, en Egipto, abrió la puerta a dar el paso de forma unilateral. "Es algo que numerosos países de la UE creemos que tenemos que hacer de forma conjunta, pero si este no es el caso, España adoptará su propia decisión", afirmó.

Un reconocimiento europeo amplio de Palestina no está sobre la mesa. "Es mucho menos probable hoy que al final de un proceso político largo que aborde el conflicto entre Israel y Palestina en su conjunto. En estos momentos, países como Alemania o Austria están muy lejos de ese reconocimiento. Además, dado que el reconocimiento sería un gran premio para los palestinos, los europeos no lo darán sin algo a cambio", aventura Sundar.

Este lunes un buen número de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea y de los países mediterráneos se reúnen en Barcelona. El plan era revisar la idea de la Unión por el Mediterráneo creada ahora hace 15 años. Después de los ataques del 7 de octubre, el alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, el español Josep Borrell, decidió barrer la agenda y poner un único asunto encima de la mesa: el futuro de Palestina. A la reunión no acudirá Israel, una demostración de lo complejo que será el diálogo con Tel Aviv en el futuro próximo.

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