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Seis meses para las elecciones europeas: injerencias, ascenso ultra y democratización
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¿Cambio de ciclo?

Seis meses para las elecciones europeas: injerencias, ascenso ultra y democratización

Dentro de medio año, más de 400 millones de personas están llamadas a elegir a los 720 eurodiputados que les representarán durante el próximo lustro en la única asamblea parlamentaria multinacional del mundo

Foto: Banderas españolas y de la Unión Europea. (Europa Press / Diego Radamés)
Banderas españolas y de la Unión Europea. (Europa Press / Diego Radamés)

La última vez que los ciudadanos acudieron a las urnas europeas, el mundo era muy diferente. La Unión Europea continuaba con 28 miembros. La guerra rusa en Ucrania se limitaba a una olvidada región del Donbás. Las pandemias eran cosas del pasado y de sitios remotos. Y en Oriente Próximo, Israel y Palestina mantenían el status quo con enfrentamientos intermitentes. Todo ello ha volado ya por los aires.

Los retos presentes y futuros que dejan todos estos nuevos elementos se entrelazan con un viejo dilema europeo: el de seducir y alentar a los ciudadanos para que voten en las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán entre el 6 y el 9 de junio de 2024.

Uno de los desafíos que arrastra el proyecto europeo desde hace décadas es el de entusiasmar a los votantes, especialmente al público más joven. Dentro de seis meses, más de 400 millones de personas están llamadas a elegir a los 720 eurodiputados que le representarán durante el próximo lustro en la mayor cámara multinacional del globo. La necesidad de enganchar, el cuestionamiento democrático de la UE, el ascenso de las fuerzas de extrema derecha o la creciente preocupación sobre injerencias externas marcan una cita que dará el pistoletazo de salida para configurar el nuevo ciclo europeo.

Percepción de la democracia

Las instituciones comunitarias arrastran los fantasmas de ser percibida como un monstruo burocrático, como un gigante repleto de tecnócratas. Como unas entidades deshumanizadas, frías y gris como la ciudad que las acoge. Muchos son los que se refieren con frecuencia y tono despectivo a los "burócratas de Bruselas". Un calificativo que emplean no solo fuerzas populistas, sino también ciudadanos de a pie.

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE/Philipp von Ditfurth)

Una de las manchas negras que revela el último Eurobarómetro de otoño constata que en una mayoría de países europeos los ciudadanos afean el hecho de sentirse fuera de la toma de decisiones a nivel europea. Impulsar la democratización de las instituciones europeas es una de las grandes tareas pendientes. Y es uno de los reclamos por los que más empuja el Parlamento Europeo, la única de las tres en la que sus miembros son elegidos por sufragio directo.

Esta semana, el Parlamento Europeo daba luz verde a un informe impulsado por el eurodiputado español Domènec Ruiz Devesa, de los Socialdemócratas, pidiendo implantar el sistema del Spintzenkandidaten es decir, el método por el que el candidato del partido más votado aspire a liderar la Comisión Europea. "Es importante que, al contrario de lo que sucedió en 2019, esta vez sí podamos asegurar que se cumple el principio de cabeza de lista", defiende Ruiz Devesa.

Este mecanismo se utilizó por primera y única vez en 2014 para elevar a Jean-Claude Juncker a lo alto del Berlaymont. La Eurocámara lo volvió a intentar sin éxito cinco años después, donde el ‘top job’ más cotizado de la UE fue a manos de la por entonces desconocida Ursula von der Leyen. Una decisión que propuso Emmanuel Macron y se tejió tras unas duras negociaciones entre los líderes nacionales.

Injerencias

El 81% de los europeos cree que las injerencias externas son un problema grave para la democracia. A finales de septiembre, la Comisión Europea lanzó una advertencia directa a Elon Musk, el magnate propietario de la red social X (antigua Twitter), recordándole que los ojos de Bruselas están puestos sobre el cumplimiento del código de conductas. Coincidía además con las elecciones en Eslovaquia, que estuvo marcada por campañas de propaganda prorrusa y de noticias falsas.

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (Getty/John Moore)

La reciente encuesta del Eurobarómetro estima que las principales preocupaciones de los ciudadanos de la UE en el contexto de las elecciones en Europa están relacionadas con la desinformación (78%), los ciberataques (el 72 %) o las injerencias de países extranjeros (70%). Para blindarse contra todas amenazas híbridas, la Comisión Europea ha presentado recientemente un "paquete de defensa de la democracia" que se compone de medidas para mejorar la transparencia, reforzar la rendición de cuentas y promover "elecciones libres, justas y resilientes". "La democracia nunca puede darse por sentada. Debemos protegerla y preservarla votando. Cada voto en las próximas elecciones europeas es importante", ha apelado Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo.

Equilibrios políticos

Desde las primeras elecciones en 1979 ha imperado en la Eurocámara un acuerdo no escrito entre las principales fuerzas. Populares y Socialdemócratas han reeditado la gran coalición de forma continua, con el flotador durante esta legislatura de los liberales de Renovar Europa. Las elecciones de 2024 pueden por primera vez derribar este hito con una nueva aritmética en el Hemiciclo. Uno de los grandes dilemas es si se impondrá la tradición alianza vigente o por primera vez la legislatura estará en manos de una coalición del centro-derecha radical. Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, lleva tiempo tanteando a la líder italiana Giorgia Meloni. Según una encuesta proyectada por The Conversation, las fuerzas de ultraderecha y ultranacionalistas —Conservadores y Reformistas (ECR) e Identidad y Democracia (ID)— podrían sumar de 180 escaños frente a los 130 actuales. De unirse pasarían a ser la tercera familia europea más importante.

El ascenso en Europa de las fuerzas populistas coincide con el gran momento de forma que atraviesa en las capitales europeas. Desde Finlandia hasta Italia o Eslovaquia, las últimas elecciones nacionales han certificado que en tiempos de inestabilidad global e inflación récord, la simpatía por esta opción aumenta. La evidencia más reciente de este fenómeno llega desde Países Bajos, donde hace tan solo unas semanas el ultra Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad (PVV), arrasó en las urnas con una agenda antieuropea y antiinmigración.

Admirador de la salida del Reino Unido de la UE, en su programa lleva la promesa de celebrar un 'Nexit' es decir, un referéndum vinculante para abandonar el bloque. No obstante, en el país de los tulipanes parece no haber una mayoría social que se incline por esta vía. Así ocurre en el grueso de capitales, motivo por el que las fuerzas ultranacionalistas han ido virando desde sus apuestas por abandonar el club hasta alternativas más laxas que pasan por reformar y reducir las competencias del proyecto europeo desde dentro.

Grandes preocupaciones

La legislatura que está cerca de concluir y arrancó con el modo policrisis encendido a sus espaldas: los latigazos del Brexit, de la crisis financiera o de la de refugiados todavía golpeaban con fuerza. Pero la peor pandemia del siglo y el regreso de la guerra en Europa llegaron en forma de huracán sin avisar. Y obligó a Europa a tomar medidas sin precedentes como la compra conjunta de vacunas, la puesta en marcha del Plan de Recuperación Europeo o la financiación por primera vez de su historia del envío de armas a un país en guerra como Ucrania.

"En este difícil contexto geopolítico y socioeconómico, los ciudadanos confían en la Unión Europea para encontrar soluciones. Una gran mayoría de los europeos cree que las acciones de la UE han tenido un impacto positivo en su vida cotidiana", aplaude Metsola. La predisposición a votar es en el conjunto de la UE hoy mayor de lo que lo era en la antesala de las elecciones anteriores. El 67% de los españoles afirma que votaría si los comicios se celebrasen la próxima semana. Una cifra que es mayor Dinamarca, Países Bajos, Polonia o Suecia, pero que se desploma al 50% en otros como Chequia.

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, habla de la postura del Gobierno sobre la adhesión de Ucrania a la UE. (EFE/Szilard Koszticsak)

Grosso modo, el 72% de los europeos pone en valor los beneficios de formar parte de la UE y del impacto que la Unión Europea tiene en su día a día. Aunque las diferencias en la opinión pública de los Estados miembros son notables: solo el 55% de los austriacos cree que su país se beneficia, mientras que en Lituania se dispara al 94%. En España, un país tradicional e indiscutiblemente europeísta, el umbral se asienta en el 78%.

En tiempos de guerras desde Kiev hasta Gaza y de tensiones a las puertas europeas desde Armenia hasta Kosovo, los ciudadanos comunitarios ponen de relieve la "contribución de la UE al mantenimiento de la paz y al fortalecimiento de la seguridad". Y fijan sus prioridades a los eurodiputados para los años venideros: lucha contra la pobreza y la exclusión social, fortalecimiento de la salud pública y acción contra el cambio climático.

La última vez que los ciudadanos acudieron a las urnas europeas, el mundo era muy diferente. La Unión Europea continuaba con 28 miembros. La guerra rusa en Ucrania se limitaba a una olvidada región del Donbás. Las pandemias eran cosas del pasado y de sitios remotos. Y en Oriente Próximo, Israel y Palestina mantenían el status quo con enfrentamientos intermitentes. Todo ello ha volado ya por los aires.

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