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Adiós a 'Monsieur Europe', el arquitecto de la UE moderna
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Jacques Delors

Adiós a 'Monsieur Europe', el arquitecto de la UE moderna

Desde el euro hasta el Erasmus pasando por la PAC: el legado de Jacques Delors deja una de las marcas más profundas y revolucionarias en el proyecto europeo

Foto: Muere a los 98 años el francés Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea. (EFE/Bernardo Rodríguez)
Muere a los 98 años el francés Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea. (EFE/Bernardo Rodríguez)

La Unión Europea no puede entenderse sin muchos nombres propios. Y uno de ellos es Jacques Delors (París, 1925). Visionario. Histórico. Arquitecto de la Europa moderna. Autoridad moral. Humanista. Europa llora la muerte de su noveno padre. El socialista, que comandó la Comisión Europea entre 1985 y 1995, falleció este miércoles a sus 98 años. Su legado deja una de las marcas más profundas y revolucionarias del proyecto europeo, consolidando el nacimiento de la moneda única, los primeros pasos del programa Erasmus o la puesta en marcha del Mercado Interior y de la Política Agraria Común (PAC).

La bandera de las 12 estrellas corría por sus venas. Pilotó la Unión Europea en sus momentos más complejos. La vio nacer y crecer en una coyuntura de cambios copernicanos en el tablero global: desde el fin de la Unión Soviética hasta la caída del muro de Berlín y la consecuente reunificación de Alemania. Bajo su batuta, la Comunidad Económica Europea pasó a ser la Unión Europea, que comenzaba a afianzarse como el gigante comercial y cohesionado que es tres décadas después. Estaba convencido de que solo una macroestructura afincada en los vínculos económicos fuertes evitaría que los europeos se matasen entre ellos, como llevaban siglos haciendo. Pero también era consciente de que un proyecto económico por sí solo no “enamoraría” a los ciudadanos.

"Estaba convencido de que solo una macroestructura afincada en los vínculos económicos fuertes evitaría que los europeos se matasen entre ellos"

La UE se forjó bajo las cenizas de la Segunda Guerra Mundial como un proyecto de paz cuya savia bruta era el músculo comercial. Delors tomó las riendas del Ejecutivo comunitario en tiempos de paz y deja este mundo en época de guerra. Pero su herencia ha permitido que el bloque comunitario afronte los nuevos desafíos con más cohesión y medios. Durante su década al frente de la Comisión, depositó las primeras semillas para desarrollar una conciencia y una identidad europea inexistente por entonces y en torno a un experimento que comenzaba a tomar forma y fuerza. Su mandato cultivó los mayores hitos de la historia de la integración europea: el mercado interior, el tratado de Maastricht, el programa Erasmus, la libre circulación de personas, el bautizo del euro o el arranque de la política agraria.

Durante los últimos años, el francés mostró su preocupación por el desapego de los ciudadanos con la UE. La maquinaria europea lleva años instalada en la policrisis: la financiera, la del Brexit, la de refugiados, la climática o la bélica. E intenta sortearlas y sobrevivir a todas ellas renqueando entre vetos, divisiones y derivas populistas.

“En estos tiempos de crisis para la identidad europea, es fundamental que la UE demuestre que no está paralizada, sino lista para actuar como una fuerza de vanguardia en los múltiples retos a los cuales nos enfrentamos”, escribía hace unos años en una tribuna publicada por Euractiv. Delors fue un hombre de acción. Y su mayor miedo en estos últimos años era que la UE se quedase estancada y burocratizada provocando una desconexión con los ciudadanos. Ante la desunión europea materializada durante los primeros compases del covid-19, advirtió de un “peligro de muerte” para el proyecto al que había dedicado toda su vida.

Foto: Conchi, en Estrasburgo. (Cedida)

Uno de sus grandes hitos se fijó un año después de aterrizar en Bruselas con el embrión del Acta Única Europea, base del mercado único. “Entra así en el Panteón de los grandes de Europa”, ha afirmado Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. En 2015, Delors entró también en el Panteón de ser ciudadano de honor de Europa, un reconocimiento a la integración europea que solo comparte con el francés Jean Monnet y el alemán Helmut Kohl.

Sus necrologías están repletas de calificativos: europeísta convencido, zar de Europa o el último gran europeo. Pero uno sobresale por encima del resto: Monsieur Europe. Leyó como pocos el contexto histórico del momento y maniobró como casi nadie para dejar una herencia basada en los hechos más que en elocuentes discursos.

"Delors tomó las riendas del Ejecutivo comunitario en tiempos de paz y deja este mundo en época de guerra"

Su infancia se desarrolló en una familia de clase media alta en la capital gala. Sus intensos debates políticos en un entorno católico forjaron su identidad personal y política, que acabó resumiendo él mismo en un pensamiento “con raíces de espiritualismo cristiano y protesta social”. Su recorrido por el activismo le llevó a una máxima que aplicó en la capital comunitaria: las cosas se cambian desde dentro. Y, bajo la convicción de que la misión de fortalecer la UE pasaba por dar poderes al Berlaymont, se convirtió en el presidente más longevo de la Comisión Europea, seguido muy de cerca por José Manuel Barroso.

Católico y progresista

Católico y progresista, se definía a sí mismo como una persona “demasiado socialista para la derecha y demasiado pragmática para la izquierda”. De norte a sur geográfico o de derechas a izquierdas del arco político, todas las voces coinciden en el día de su muerte en su enorme compromiso europeo.

"Hombre de Estado. Artesano inagotable de nuestra Europa. Luchador por la justicia humana. Jacques Delors fue todo eso", ha asegurado Emmanuel Macron, presidente francés. “Leyó claramente el cambio de tiempos provocado por la caída del Muro de Berlín”, ha reaccionado Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo. “Un día triste para Europa. El recuerdo de Jacques Delors quedará para siempre con nosotros, su legado lo recoge cada europeo que cree en una Europa más unida y más justa”, ha lamentado José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores.

"Demasiado socialista para la derecha y demasiado pragmático para la izquierda"

Admirador de François Mitterrand, llegó al Gobierno francés como ministro de Hacienda entre 1981 y 1984 tras comenzar su etapa laboral en el Banco de Francia, siguiendo la estela de su padre. Poco dado al foco mediático, su grandeur política brilló más en Bruselas que en París, donde despertó un shock nacional tras rechazar presentarse a las elecciones galas de 1995, donde partía como favorito de los sondeos.

Todos somos herederos de la obra de Jacques Delors: una Unión Europea vibrante y próspera. Forjó su visión de una Europa unida y su compromiso con la paz durante las horas oscuras de la Segunda Guerra Mundial. Con una inteligencia notable y una humanidad sin igual, ha sido el defensor incansable de la cooperación entre las naciones europeas y el desarrollo de la identidad europea. Su presidencia de la Comisión Europea se caracterizó por un profundo compromiso con la libertad, la justicia social y la solidaridad, valores que ahora están arraigados en nuestra Unión”, ha sido la reacción de Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea.

Delors se despidió pocas horas de que lo hiciese Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán que durante la crisis del euro impuso una austeridad salvaje y criticada por —casi— todos en los pasillos de Bruselas años después. También el bautizado como padre de la segunda izquierda jugó un papel determinante en las medidas de austeridad que Francia impuso a comienzos de los años 80 para contener la inflación.

La Unión Europea no puede entenderse sin muchos nombres propios. Y uno de ellos es Jacques Delors (París, 1925). Visionario. Histórico. Arquitecto de la Europa moderna. Autoridad moral. Humanista. Europa llora la muerte de su noveno padre. El socialista, que comandó la Comisión Europea entre 1985 y 1995, falleció este miércoles a sus 98 años. Su legado deja una de las marcas más profundas y revolucionarias del proyecto europeo, consolidando el nacimiento de la moneda única, los primeros pasos del programa Erasmus o la puesta en marcha del Mercado Interior y de la Política Agraria Común (PAC).

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