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Cuando manifestarse por la paz en Israel es "una provocación"
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No existe la tregua

Cuando manifestarse por la paz en Israel es "una provocación"

Desde que comenzaron los incesantes bombardeos sobre Gaza, la sociedad israelí está alienada por una sola cosa: la guerra

Foto: Mujeres por la paz en una manifestación en Tel Aviv. (M.A)
Mujeres por la paz en una manifestación en Tel Aviv. (M.A)

Entre las encuestas de opinión de los israelíes sobre la guerra entre Israel y Hamás, el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos, el alto el fuego temporal o el futuro de Gaza, la ausencia de sondeos sobre el apoyo a la contienda bélica indica exactamente hacia dónde apunta la brújula social.

Durante estos tres meses de guerra, las únicas manifestaciones públicas eran las de las familias de los rehenes y todos los que las apoyan, exigiendo su liberación al Gobierno, a la comunidad internacional, a quien quiera escucharlos. En estas reuniones públicas y constantes, a veces multitudinarias, pero no siempre, aunque sin falta tristísimas, el concepto de "alto el fuego" se manejaba al principio. Pero se fue apartando de las consignas hasta que no hubo más lema que "¡ahora!, ¡devolvedlos ahora!". En el resto de las cosas, los familiares de los rehenes, naturalmente, no forman un bloque ideológico.

Y tras tres meses de contienda, los que sí quieren que la guerra se detenga empiezan a mostrarse en las calles. En pequeños grupos y con miedo. Las peticiones de permisos a la policía comenzaron en octubre y noviembre, pero sin éxito. "La policía no da permisos para este tipo de manifestaciones, aún no, es demasiado pronto", explica la abogada Lea Tsemel. ¿Y crees que los darán? "No pondría la mano en el fuego, pero espero que sí. Si no, estamos realmente perdidos", contesta. La policía está bajo la autoridad del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, notorio infractor de extrema derecha, quien últimamente sugiere un transfer de palestinos de Gaza a otros países y llama a los civiles israelíes a armarse.

La fiscal general del Estado, Gali Baharav-Miara, comunicó esta semana al Tribunal Supremo que Ben-Gvir había "sobrepasado la línea" de su autoridad y estaba interfiriendo en la discreción profesional de la policía con respecto al contenido que debería prohibirse en actos públicos, cuando el ministro anunció que no permitiría una manifestación del partido de izquierda árabe judío Jadash (nuevo, en hebreo). La brecha política y social está lejos de cerrarse.

El panorama opositor

Los sábados por la noche, enfrente del Ministerio de Defensa en Tel Aviv, se reúne el grupo llamado Gush negued hakibush (bloque contra la ocupación), sin permiso de la policía, con tambores y megáfonos, pancartas que dicen "una masacre no justifica otra", "desde el río hasta el mar libertad para todos", "hay niños en Gaza", y así. Algunos viandantes y conductores les insultan y la policía les arrancó los carteles que tenían escrita la palabra "genocidio" la semana pasada.

Pegaditas a estos, está un grupo recién formado de madres que se llama "Sacadlos de Gaza". A los soldados. Son madres israelíes pacifistas que no creen que sus hijos, ni los de nadie, deban sacrificar sus vidas ni matar a otros. Son poquitas.

placeholder Mujeres por la paz, sentadas frente a una bandera de Israel en Tel Aviv. (M. A)
Mujeres por la paz, sentadas frente a una bandera de Israel en Tel Aviv. (M. A)

A escasos veinte metros, otros israelíes se manifiestan. Son representantes del corazón del sionismo de izquierdas, aquellos que dijeron, y cumplieron, que si el Gobierno de Netanyahu coartaba la democracia, ellos no cumplirían su servicio voluntario en la reserva militar. Estos piden que Netanyahu se vaya ahora, lo consideran el culpable de la cadena de errores y corrupciones que permitieron a Hamás atentar de ese modo contra Israel, matando el 7 de octubre a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, secuestrando a unas 240, hiriendo a más de 5.000 y provocando la previsible y esperada escalada bélica, con más de 22.000 muertos en Gaza, según estimaciones de Hamás, que no distingue entre civiles y combatientes.

Estos manifestantes no se juntan con los que están en contra de la guerra como axioma a escasos metros. En la manzana siguiente, están los manifestantes que exigen la liberación de los rehenes. Son muchos más que los otros, tienen ponentes y también cantautores y cobertura de la tele algunos días. No todos.

"Nosotras quisimos juntarnos desde el principio de la guerra, pero no podíamos hacer nada en el espacio público porque todo era muy muy violento", explica Lena, integrante de un grupo de mujeres que se sientan en el suelo en diferentes lugares, vestidas de blanco y con carteles en hebreo, árabe e inglés que dicen "agua corriente, paz, respeto, justicia, acuerdo". Este grupo se comunica, como muchos otros activistas de izquierda israelíes, a través de Signal, para no arriesgarse. Antes de las manifestaciones, piden a las que vayan a participar que compartan un número de contacto, en caso de arresto, si necesitan medicación o si dejan en casa mascotas que necesitan atención.

En uno de sus encuentros, en el barrio mixto de Yafo, al sur de Tel Aviv, donde viven israelíes judíos e israelíes árabes, quiso la suerte que se convocara la manifestación cerca de un hotel lleno de desplazados de la muy sufrida ciudad de Sderot, colindante con Gaza. En realidad, la mayor parte de los hoteles de las grandes ciudades están ocupados por los más de 200.000 desplazados internos. Por tanto, manifestarse por la paz cerca de esta población es un riesgo aún mayor, ya que las manifestantes dicen que realmente no quieren herir los sentimientos de nadie. Y los sentimientos están a flor de piel.

placeholder Una manifestante sostiene un cartel que pide a los israelíes un alto el fuego. (M. A)
Una manifestante sostiene un cartel que pide a los israelíes un alto el fuego. (M. A)

El grupo lo componen básicamente mujeres jóvenes, con gestos grupales considerados que ni siquiera incluyen "alto el fuego" en sus pancartas, por si acaso. Y por supuesto nada de "genocidio".

"¡No me lo puedo creer, no puedo creer lo que estoy viendo!", gritó una joven madre de Sderot, que salía del hotel que la acoge con su bebé en el carrito y su marido al lado. "¡Iros a Gaza! ¡¿Hacer la paz?! ¡¿con quién?! Estáis locas".

Las manifestantes saben que no deben responder. Este tipo de concentración silenciosa pretende huir de la confrontación. "Es un grupo de solo mujeres porque ese hecho ya reduce la violencia en varios grados. Cuando hay solo mujeres, llegar y tirar cosas o pegar, es pelín peor recibido", explica Lena, quien evita dar más señas de identidad. "Además, venimos en plan muy muy vulnerable, vestidas de blanco, nos sentamos en el suelo, estamos calladas, no interactuamos, porque responder a los insultos puede llevar a un calentamiento inmediato".

"¡No me lo puedo creer, no puedo creer lo que estoy viendo!", protesta una madre al ver a las manifestantes en la ciudad de Sderot

La joven madre de Sderot con el bebé y el marido amenazó con avisar a todos los residentes del hotel de su cuerda para que bajasen y disolvieran por la fuerza esa manifestación "de taradas", y una estajanovista de la paz la distrajo durante casi una hora para evitar males mayores.

Otro día, en una concentración del mismo grupo en la explanada del teatro nacional en Tel Aviv, unos hombres que pasaban les gritaron "¿queréis que os corten los pechos a vosotras también?, ¿y que os violen? No sabéis lo que hacéis...", aludiendo a algunos de los crímenes cometidos por Hamás.

Lena dice que quieren devolver a la sociedad el diálogo sobre la solución de dos Estados. "Algún acuerdo nacional que sea justo para todo el mundo, hablar sobre qué hacer, algo que realmente no está sucediendo ahora. Pero necesitamos un futuro, esperanza, nadie se va a ir a ningún lado, tenemos que vivir aquí".

Humanismo

La bárbara polarización, manifiesta en los medios de comunicación, en gestos como el del presidente de la nación, Isaac Herzog, escribiendo "confío en vosotros" con un rotulador sobre un misil que sería lanzado sobre Gaza, y casi en cualquier charla casual que indefectiblemente acaba en "sí, pero los palestinos reparten dulces cuando alguien mata a un israelí", choca con la pesadumbre de tantos otros que no apoyan nada de lo que está pasando. "Yo me niego a toda esta depresión, estoy con la humanidad, no contra estos y a favor de los otros, y tampoco puedo complacer a los europeos biempensantes que creen que toda la empresa sionista es un crimen e irme a otro país como refugiado", dice Idan Elad, psicólogo. "Nací aquí, mis padres también, no tengo pasaporte de otro país, mis hijos nacieron aquí, esa no es una opción razonable para solucionar el conflicto".

Una entidad llamada "coalición de pro humanidad" publicó una carta firmada por figuras públicas, artistas y académicos, declarando su compromiso por luchar contra la deshumanización de los habitantes de Gaza, los palestinos y los musulmanes, y contra la deshumanización de los israelíes y judíos en general. "Como defensores de los derechos humanos", dice la carta, "debemos luchar contra el apartheid y la opresión. Sin embargo, esto no debería implicar demonizar a los civiles que están asociados con el lado más fuerte, y esa lucha ciertamente no debe tolerar la masacre y las atrocidades cometidas contra civiles israelíes y otros ciudadanos el 7 de octubre".

Foto: Lior Haiat, portavoz oficial de la diplomacia de Israel. (A.R.)

"Al mismo tiempo, el apoyo generalizado entre el público israelí a la naturaleza de las represalias israelíes en Gaza, junto con los llamamientos de figuras públicas prominentes (así como parte del público israelí) a la limpieza étnica y el traslado de población, son causa de profunda preocupación", continúa la carta.

Entre los firmantes están los escritores David Grossman e Iris Leal, los filósofos Slavoj Žižek, Eva Illouz, los políticos Esawi Freige, Dov Khenin y Mossi Raz, el abogado Michael Sfard, la directora de B'tselem, Yuli Novak, y el director de Breaking the Silence, Avner Gvaryahu, la cantante Ajinoam Nini "Noa", y muchos otros.

"La deshumanización de israelíes y judíos, así como de palestinos y musulmanes, es inaceptable. Una persona no es simplemente una representación de una identidad colectiva, historia, acontecimientos u orientación política. Un enfoque humanista coherente debe abordar todos estos acontecimientos inaceptables".

Entre las encuestas de opinión de los israelíes sobre la guerra entre Israel y Hamás, el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos, el alto el fuego temporal o el futuro de Gaza, la ausencia de sondeos sobre el apoyo a la contienda bélica indica exactamente hacia dónde apunta la brújula social.

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