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Taiwán panza arriba: la guerra de 10 billones de dólares que puede arruinar al mundo
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Taiwán panza arriba: la guerra de 10 billones de dólares que puede arruinar al mundo

Hay elecciones este domingo en Taiwán y los sinólogos tratan de descifrar las hojas del té de un resultado electoral que puede aumentar el riesgo de un conflicto abierto entre China y la isla que reclama como una provincia rebelde

Foto: Buques de guerra taiwaneses participan en unas maniobras navales este miércoles en Hualien (Taiwán). (EFE/Ritchie B. Tongo)
Buques de guerra taiwaneses participan en unas maniobras navales este miércoles en Hualien (Taiwán). (EFE/Ritchie B. Tongo)
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Este domingo, hay unas elecciones lejanas que pueden afectar nuestro futuro mucho más de lo que imaginamos. Los sinólogos tratan de descifrar las hojas del té sobre si un nuevo mandato del Partido Progresista Democrático (PPD) o una victoria de la oposición del Kuomintang (KMT) puede (o no) aumentar el riesgo de un conflicto abierto entre China y la isla que reclama como una provincia rebelde. Una guerra que podría arruinar al mundo con una factura de 10 billones de dólares (un 10% del PIB global), según cálculos de Bloomberg, que consideran este escenario más peligroso que la crisis financiera y la pandemia. Todos sabemos que Taiwán, solo, poco podría hacer contra su todopoderoso vecino. Pero, si llega el momento, están dispuestos a defenderse hasta las últimas consecuencias.

La guerra de Ucrania ha hecho despertar a Occidente a la cruda realidad de la guerra convencional de alta intensidad. Y ha convertido en urgente el debate sobre qué papel asumiría en caso de una invasión china a su pequeño vecino insular. Taipei, desde hace décadas, hace preparativos para lo inimaginable. El desarrollo económico, tecnológico y demográfico de la China continental supone un desafío formidable y pone al pequeño territorio de poco más de 23 millones de habitantes ante un dilema enorme sobre la adecuada combinación de medios convencionales y capacidades asimétricas que necesita para resistir (todo lo posible) al invasor con éxito.

Hard ROC: dura como roca

En el año 2009, el documento oficial de la revisión cuatrienal de la defensa de Taiwán establecía el principio de que las fuerzas armadas del país debían establecer una defensa "dura como roca". En la versión original en chino, el presidente Ma Ying-jeou había afirmado que las defensas del país debían ser "sólidas como cimientos de roca", pero en la traducción al inglés se estableció un juego de palabras entre roca (rock) y las iniciales de República de China (ROC), que es el nombre oficial del país. Aquella idea de roca dura (hard ROC), que no puede ser "desalojada, destrozada o penetrada" según establecía el documento oficial, daba una idea de fortaleza; pero también de rigidez y pasividad ante el enemigo.

Según avanzaron los años y las capacidades del Ejército de Liberación Popular de la República Popular China crecieron en paralelo al desarrollo económico y tecnológico del país, la perspectiva en Taiwán ha ido poniendo cada vez más énfasis en la disuasión y la guerra asimétrica. ¿Qué quiere decir esto? Que ya no se espera que las fuerzas armadas de Taiwán sean capaces de alcanzar una victoria militar total sobre una posible fuerza invasora, sino que sean capaces de sobrevivir al ataque inicial y devolver el golpe, causando tales daños que el uso de la fuerza quede descartado para los planificadores políticos y militares de la China continental.

Cuatro años después de aquel documento —que hablaba de una roca dura—, la siguiente revisión cuatrienal de la defensa de Taiwán comentaba en 2013 la necesidad de un concepto de defensa "innovador y asimétrico". La batalla contra un posible invasor ya no podría llevarse a cabo en los mismos términos de combate convencional de alta intensidad. Aunque, como contaba por aquel entonces un documento de análisis del think tank Center for Strategic and Budgetary Assesments, muy cercano al Pentágono estadounidense, los planes taiwaneses de contraataques asimétricos contra infraestructura militar y nodos de mando y control en la China continental incluían acciones de las fuerzas de operaciones especiales y ataques aéreos en misiones con "billete de solo ida". Eran medidas desesperadas, no una estrategia coherente.

Foto: El candidato Lai Ching-te durante la campaña electoral en Taiwán. (EFE/ Daniel Ceng)

Algo viejo, algo nuevo y algo importado

Encontramos aquí otro de los grandes dilemas taiwaneses. Hasta hace poco, para enfrentarse con éxito a las fuerzas de la República Popular China Taiwán intentaba amasar un arsenal de material de tecnología avanzada. La diplomacia taiwanesa libró por ello una batalla durante la era Trump para lograr autorización estadounidense para comprar 108 carros de combate M-1 Abrams y 66 aviones de combate F-16 en 2019. No son cifras contundentes. Y es que los recursos de Taiwán son limitados.

placeholder Aviones F-16 vuelan durante un ensayo en la ciudad de Nuevo Taipéi. (Reuters/Ann Wang)
Aviones F-16 vuelan durante un ensayo en la ciudad de Nuevo Taipéi. (Reuters/Ann Wang)

En la práctica, las Fuerzas Armadas de Taiwán siguen manteniendo una aproximación convencional en la que se busca lograr la masa de hardware suficiente. Para ello se acumulan medios que en otros ejércitos, como el español, se considerarían desfasados. Mientras que para lograr una cierta autonomía estratégica se combinan los medios locales con los importados, diversificando fuentes con compras en Estados Unidos y Francia.

Así, encontramos entre los más de 200 cazabombarderos de la fuerza aérea una combinación de F-16 estadounidenses, Mirage 2000 franceses y Ching Kuo autóctonos, con algunos veteranos F-5 estadounidenses. Mientras, que en la armada cuenta con cuatro destructores encargados por el último sah de Persia y que Estados Unidos nunca entregó a la República Islámica de Irán. Taiwán opera también fragatas de diseño estadounidense que en España fueron adaptadas hace décadas para convertirse en la serie F-70 y F-80.

Foto: Dos F-15EX en una imagen 3D. (Boeing)

Las fragatas F-70 fueron dadas de baja entre 2004 y 2009, y las F-80 están al final de su vida operativa. Mientras tanto, esos veteranos diseños conviven en Taiwán con buques de líneas furtivas y diseño futurista como las fragatas de origen francés clase La Fayette y las corbetas de origen nacional clase Tuo Chiang. Por último, en su ejército encontramos que las unidades acorazadas utilizan el veterano carro de combate M60A3 y un híbrido local que combina el chasis de los M60 con la torre de los aún más antiguos M48.

Así que hay voces en la isla que plantean que una verdadera aproximación asimétrica supone emplear sistemas de armas diferentes, concebidos para una doctrina de empleo completamente diferente. Y que las fuerzas armadas del país desperdician recursos en la adquisición, mantenimiento y operación de caros y complejos sistemas de armas cuya supervivencia en caso de un conflicto convencional es cuestionable.

Foto: Corbeta Hail de Navantia para Arabia Saudí. (EFE/Román Ríos)

Una estrategia alternativa

Entre mayo de 2017 y junio de 2019, el puesto de jefe de estado mayor de la defensa de Taiwán lo ocupó el almirante Lee Hsi-min. Durante su mandado y desde su paso al retiro, el almirante Lee ha defendido la adopción por parte de su país de una estrategia denominada 'concepto de defensa general', en la que la sociedad civil contribuiría a la defensa junto a las Fuerzas Armadas frente a un ataque a la isla. Esto supondría desde la movilización de reservistas a la acumulación de reservas de medicamentos para resistir un bloqueo durante meses. Pero, fundamentalmente, el concepto de defensa general es una estrategia de guerra asimétrica.

En una conferencia impartida ante la Hoover Institution en Estados Unidos, el almirante Lee defendía que las fuerzas armadas de Taiwán debían establecer como prioridad la preservación de la fuerza y la adopción de medios asimétricos. Esto supondría abandonar los sistemas de armas "en emplazamiento fijos, enormemente grandes o carentes de movilidad táctica, no importa lo avanzados que sea". La doctrina militar china enfatiza los ataques de largo alcance de todas las ramas de sus fuerzas armadas, especialmente la de la fuerza de misiles estratégicos. Así que un objetivo taiwanés debería ser contar con unas fuerzas armadas capaces de esconder y proteger sus arsenales. En cuanto a los medios asimétricos, el almirante Lee los describía como "de menor coste, numerosos, pequeños, móviles, dispersos, precisos y letales", destacando que las fuerzas armadas de Taiwán deberían contar con un "gran número de cosas pequeñas".

placeholder Una fragata de la Armada taiwanesa dispara un misil antisubmarinos durante unas maniobras navales este miércoles en Hualien (Taiwán). (EFE)
Una fragata de la Armada taiwanesa dispara un misil antisubmarinos durante unas maniobras navales este miércoles en Hualien (Taiwán). (EFE)

Estas ideas se concretaban en una lista de la compra formada, entre otras cosas, por misiles anticarro y antiaéreos portátiles, corbetas furtivas, misiles antibuque para defensa de costas, minas antibuque y drones aéreos, marinos y submarinos, etc. En su repaso, el almirante Lee mencionaba que un proyecto de dron marino dotado de inteligencia artificial había sido cancelado recientemente, lo que daba idea que desde su salida al frente del estado mayor de la defensa de Taiwán se había iniciado un proceso de revertir algunas de sus decisiones para dar prioridad a los medios convencionales. Por ejemplo, en mayo de 2023 se aprobó la construcción en astilleros locales de la primera de doce fragatas ligeras de 2.500 toneladas de desplazamiento, un buque de la misma categoría que los construidos por España para Arabia Saudí.

Meses después del retiro del almirante Lee, Tanner Greer afirmaba en un titular llamativo de la revista Foreign Affairs que "la defensa de Taiwán no tiene sentido militarmente". Se refería a que las fuerzas armadas del país gastaban recursos en medios que no resistirían los primeros embates de una invasión de la isla. Ese autor defendía, en cambio, que Taiwán debería comprar sistemas de armas "baratos, desechable y producidos en masas" que fueran fácilmente "movidas, escondidas y desplegadas frente una fuerza de invasión anfibia". En sus contactos con taiwaneses, Greer había escuchado que la compra de sistemas de armas convencionales permitía a los políticos de la isla presentarse como líderes de mano dura y que la compra a la industria estadounidense de grandes cantidades de armas caras cimentaba el vínculo especial con Estados Unidos (clave en caso de una ofensiva china).

Foto: Un avión sobrevuela Taiwan en una imagen de archivo. (Reuters/Ritchie B . Tongo)

Los llamamientos desde la propia Taiwán y desde fuera de la isla a adoptar un enfoque asimétrico en la defensa de la isla frente a la República Popular China no han sido totalmente desoídos. La industria local ha desarrollado varios tipos de misiles, incluyendo hasta hora misiles antibuque, misiles balísticos de corto alcance y misiles antiaéreos. Su despliegue conjunto permitiría a Taiwán establecer una burbuja Anti-Acceso y Denegación de Área (A2 / AD, por sus siglas en inglés) que dificultaría la maniobra de las fuerzas aeronavales chinas en una hipotética invasión.

Tampoco hay que pasar por alto que los astilleros locales botaron el pasado mes de septiembre el primero de ocho submarinos que vienen a sustituir a dos reliquias estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial y dos veteranos submarinos holandeses de los años ochenta. La potenciación del arma submarina permitiría a Taiwán no aspirar al control efectivo del espacio marítimo, pero sí a un objetivo que señalaba el almirante Lee: la negación de su uso con libertad al enemigo.

Mientras tanto, las presiones de la República Popular China sobre lo que en Pekín se considera una provincia rebelde tienen lugar en otros campos: el diplomático, el propagandístico, el económico... Que se suma al acoso militar con la incesante actividad de aviones de combate y buques de guerra cerca de la isla. No sabemos si la potenciación de capacidades en Taiwán ha logrado el objetivo deseado de disuadir a la China continental de llevar a cabo una futura invasión, pero en la isla se tiene la certeza de que la pugna se ha trasladado actualmente a una zona gris que requiere también una preparación concienzuda en otros campos como la ciberseguridad o la guerra de la información.

Este domingo, hay unas elecciones lejanas que pueden afectar nuestro futuro mucho más de lo que imaginamos. Los sinólogos tratan de descifrar las hojas del té sobre si un nuevo mandato del Partido Progresista Democrático (PPD) o una victoria de la oposición del Kuomintang (KMT) puede (o no) aumentar el riesgo de un conflicto abierto entre China y la isla que reclama como una provincia rebelde. Una guerra que podría arruinar al mundo con una factura de 10 billones de dólares (un 10% del PIB global), según cálculos de Bloomberg, que consideran este escenario más peligroso que la crisis financiera y la pandemia. Todos sabemos que Taiwán, solo, poco podría hacer contra su todopoderoso vecino. Pero, si llega el momento, están dispuestos a defenderse hasta las últimas consecuencias.

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