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¿Está Pyongyang preparándose para la guerra? Kim renuncia a la reunificación de Corea
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¿Está Pyongyang preparándose para la guerra? Kim renuncia a la reunificación de Corea

El mundo ha cambiado, Corea también. El Líder Supremo, Kim Jong-un, rompe toda esperanza de paz en el paralelo 38

Foto: El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un. (KCNA/YNA/dpa)
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un. (KCNA/YNA/dpa)
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"¿Se está preparando Kim Jong-un para la guerra?", se preguntaba hace un par de semanas un artículo de 38 North, una publicación del Centro Stimson especializada en Corea del Norte y llamada así por el paralelo que divide la península coreana. Los autores, los veteranos analistas Robert L. Carlin y Siegfried S. Hecker, escriben: "La situación en la península coreana es más peligrosa de lo que ha sido en ningún otro momento desde principios de junio de 1950. Esto podría sonar demasiado dramático, pero creemos que, como su abuelo en 1950, Kim Jong-un ha tomado una decisión estratégica de ir a la guerra".

El artículo no aporta demasiadas evidencias, pero la premisa de estos expertos es que uno de los objetivos principales del régimen norcoreano desde 1990 ha sido la normalización de relaciones con Estados Unidos, algo que Pyongyang creyó tener al alcance de la mano durante los encuentros bilaterales entre Kim y el presidente estadounidense Donald Trump en 2018 y 2019. Pero al fracaso inequívoco de estas iniciativas —y la humillación que esto habría supuesto para el dictador norcoreano— se suma un cambio en el paisaje geopolítico internacional, en el que desde Corea del Norte se percibe a EEUU como cada vez más debilitado, especialmente tras el fiasco de la retirada de Afganistán. "La visión del norte de que las mareas globales se están moviendo a su favor probablemente alimentaron las decisiones en Pyongyang sobre la necesidad y oportunidad —y quizás el momento— de una solución militar a la cuestión de Corea", escriben Carlin y Hecker.

Entre los indicadores citados por estos expertos está, sobre todo, el cambio de lenguaje del gobierno coreano hacia el sur, que incluye discursos de las principales figuras del régimen llamando a la población a prepararse para "una guerra revolucionaria para lograr la reunificación".

El año pasado, Corea del Norte revisó su doctrina nuclear para permitir ataques preventivos en una amplia gama de escenarios, incluyendo una agresión por parte de un Estado no nuclear. En noviembre, Pyongyang canceló unilateralmente un tratado de cinco años con Seúl para reducir las tensiones militares. Un mes después, durante una intervención en la asamblea plenaria del Partido de los Trabajadores de Corea, Kim Jong-un declaró que "las relaciones norte-sur han sido establecidas completamente como relaciones entre dos Estados hostiles" y "beligerantes, y ya no consanguíneos u homogéneos".

Foto: El Servicio Nacional de Inteligencia publica fotografías de piezas de armas norcoreanas suministradas a Hamás. (NIS)

Esos mismos días, Kim ordenó al ejército del país iniciar los preparativos bélicos para contrarrestar lo que denominó los "gestos de confrontación sin precedentes" por parte de Estados Unidos. "No vemos las menciones sobre preparativos de guerra, que llevan apareciendo en los medios norcoreanos desde principios del año pasado, como las típicas fanfarronadas de la República Popular Democrática de Corea", opinan Carlin y Hecker.

Pero lo verdaderamente preocupante es que, desde la publicación de su artículo, las señales no han dejado de multiplicarse. Dos días después, la emisora Radio Pyongyang, conocida por enviar mensajes encriptados para los espías norcoreanos en el sur, dejó de emitir sin previo aviso. Al mismo tiempo, la agencia de noticias norcoreana KCNA anunció la disolución de todas las instituciones encargadas de los intercambios civiles con el sur. El 15 de enero, Kim declaró ante la Asamblea Suprema del Pueblo que Corea del Sur es "el principal enemigo" y sus ciudadanos ya no deben ser vistos como "compatriotas". "Las expresiones mitad norte y unificación pacífica y gran unidad nacional deben ahora ser eliminadas de nuestra Constitución", añadió el líder norcoreano. Para subrayar la seriedad de esta postura, el régimen habría demolido un monumento en Pyongyang que simbolizaba la reunificación de la península, según muestran imágenes de satélite.

Además, Corea del Norte asegura haber testado un dron de ataque submarino con capacidades nucleares, como respuesta a unos ejercicios navales conjuntos llevados a cabo por Japón, EEUU y Corea del Sur en aguas al sur de la isla surcoreana de Jeju. El anuncio vino acompañado de la habitual sarta de reproches y acusaciones contra los adversarios de Pyongyang. Algo que a priori no sería más preocupante de lo habitual, si no fuese por todo lo que hay bajo la superficie.

Nuevos cálculos

Hasta ahora, la sabiduría convencional indicaba que un conflicto en la península coreana sería tan devastador para ambas partes que todos los bandos harían lo posible por evitarlo. El primer interesado sería China, el principal valedor internacional de Corea del Norte, que lo último que querría sería ver una intervención militar que acabase con el despliegue de tropas estadounidenses en su frontera y con millones de refugiados norcoreanos cruzando a su territorio. Pero la situación geopolítica global se ha transformado tanto que es posible que los cálculos de todas las partes hayan cambiado.

La primera gran diferencia radica en la propia Corea del Sur, cuyo presidente, el derechista Yoon Suk-yeol, se ha desmarcado de la política de acercamiento de su predecesor, adoptando un enfoque de confrontación más abierta con el norte. Pero sobre todo, el nuevo ejecutivo de Seúl está cimentando una alianza defensiva con Japón, pese a las tradicionales relaciones conflictivas entre ambos países, y con Estados Unidos, con el objetivo de contener a China. Además, ambos países asiáticos están cada vez más comprometidos con el envío de equipamiento militar a Ucrania, al entender que una victoria rusa daría alas al expansionismo chino en Taiwán y tal vez en otros lugares de Asia, lo que llevaría de forma casi inevitable a una guerra en el continente.

Al mismo tiempo, el hecho de que Seúl esté vaciando sus arsenales para enviar munición a Ucrania abre una ventana de oportunidad para Pyongyang, que podría decidir que no habrá un mejor momento para atacar el sur que durante el próximo año y medio, antes de que Corea del Sur, Japón y el propio EEUU hayan podido reabastecerse.

Foto: Fotografía de archivo de un misil. (EFE)

En ese sentido, cabe destacar la creciente alianza entre Moscú y Pyongyang, cimentada por el encuentro entre Kim Jong-un y Vladímir Putin en la capital rusa el pasado septiembre. Corea del Norte es uno de los pocos países que ha apoyado abiertamente la invasión rusa, no solo diplomática sino también militarmente, enviando munición y misiles balísticos de corto alcance al ejército ruso para su uso en Ucrania. Algunos analistas destacan que esto se produce en paralelo a un cierto enfriamiento de las relaciones norcoreanas con China, el único país que podría tener alguna capacidad de influencia sobre el régimen de Kim, si bien este está lejos de ser un peón de Pekín o de obedecer sus órdenes.

Y si China podría ver con muchas reticencias el estallido de una guerra en la península norcoreana, hay pocas dudas de que en Rusia sucede exactamente lo contrario. Casi con certeza, el Kremlin vería con buenos ojos el inicio de otro conflicto armado que distrajese la atención y los recursos de Occidente, que le serían inevitablemente sustraídos a Ucrania. Pero además, estos dos últimos años han demostrado que el colapso del orden internacional ha creado un contexto óptimo para tratar de resolver por la fuerza los conflictos de larga data frente a la impotencia y los titubeos de las grandes potencias que hasta ahora ejercían de árbitros, como demuestran los casos de Ucrania, Nagorno-Karabaj o Gaza, e incluso los amagos de Venezuela en el Esequibo, de Serbia en Kosovo y del proyecto secesionista de la República Srpska en Bosnia.

"Los norcoreanos no empezarán una guerra a menos que hayan decidido suicidarse"

Otros expertos consideran que la situación probablemente no es tan alarmante. El analista surcoreano Ko Jae-hong, del Instituto para la Estrategia de Seguridad Nacional de Seúl, considera que el propósito de estos tambores de guerra por parte de Pyongyang es provocar el miedo entre los votantes surcoreanos antes de las elecciones parlamentarias de abril, para que se imponga la idea de que la estrategia del presidente Yoon de incrementar la presión hacia el norte podría conducir a una guerra nuclear.

"Los norcoreanos no empezarán una guerra a menos que hayan decidido suicidarse, saben muy bien que no pueden ganar esa guerra. Pero les encantaría que sus enemigos creyesen que pueden hacerlo, porque eso podría llevar a contactos y posibles concesiones, como el relajamiento de las sanciones", ha declarado por su parte Park Won-gon, experto en Corea del Norte en la Universidad Femenina Ewha de Seúl, al diario The New York Times.

Pero sí hay unanimidad entre los expertos al interpretar que algo ha cambiado en Corea del Norte. "No es inusual que las relaciones entre el norte y el sur se enfríen, pero esto ha llevado la relación en una dirección diferente", ha declarado John Nilsson-Wright, director del programa de Japón y las dos Coreas en el Centro de Geopolítica de la Universidad de Cambridge, a la BBC. Nilsson-Wright considera que los comentarios de Kim "no tienen precedentes", y que "hay que tomarse en serio el riesgo de escalada". Y quizá la razón más sólida para ello sean las palabras del propio Kim Jong-un ante la Asamblea Suprema: "No queremos la guerra, pero no tenemos la intención de evitarla".

"¿Se está preparando Kim Jong-un para la guerra?", se preguntaba hace un par de semanas un artículo de 38 North, una publicación del Centro Stimson especializada en Corea del Norte y llamada así por el paralelo que divide la península coreana. Los autores, los veteranos analistas Robert L. Carlin y Siegfried S. Hecker, escriben: "La situación en la península coreana es más peligrosa de lo que ha sido en ningún otro momento desde principios de junio de 1950. Esto podría sonar demasiado dramático, pero creemos que, como su abuelo en 1950, Kim Jong-un ha tomado una decisión estratégica de ir a la guerra".

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