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La UE usa la carta de Rusia para ampliarse. Este experto te explica por qué no es suficiente
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Entrevista con Paul Schmidt

La UE usa la carta de Rusia para ampliarse. Este experto te explica por qué no es suficiente

El secretario general del think-tank ÖGfE y coautor de un libro sobre la ampliación europea indica que el peso de la geopolítica tiene un límite a la hora de expandir la familia comunitaria

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Kiev. (EFE/Sergey Dolzhenko)
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Kiev. (EFE/Sergey Dolzhenko)

La invasión rusa a gran escala de Ucrania y la consecuente percepción de amenaza para la seguridad del continente han funcionado como un gigantesco desatascador para varios de los grandes debates de la Unión Europea. ¿El Pacto Verde sobre el que se alzó Ursula von der Leyen para lograr una mayoría en la Eurocámara ha dejado de tener tirón? No hay problema. El nuevo gran proyecto unificador es la Europa de la Defensa, capaz de responder a Moscú y del resto de rivales geopolíticos. Al mismo tiempo, cambie usted las palabras “Cambio climático” por “Seguridad energética” y vea cómo las placas solares y los aerogeneradores crecen como setas en el continente.

No hay mayor ejemplo del impacto de la guerra en la Unión Europea que el delde la ampliación, donde se ha pasado de una parálisis total a un impulso frenético. El día antes al 24 de febrero de 2022, la incorporación de nuevos estados miembros era una cuestión lejana y ausente en la mayoría de las agendas. Apenas una semana después, el Parlamento Europeo apoyaba que Ucrania se convirtiera en un país candidato y comenzaba el frenesí. El 23 de junio de ese año, se le otorgaba el estatuto oficial junto a Moldavia. Esto, a su vez, obligaba a acelerar el diálogo con los aspirantes de los Balcanes Occidentales (Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Serbia, Bosnia y Kosovo). Y en diciembre de 2023, Georgia se convertía en el último Estado con el estatuto de candidato.

Los líderes europeos parecen más que dispuestos a navegar esta ola de fervor geopolítico que ha resucitado el proceso de ampliación —con la excepción notable de Turquía, el eterno candidato díscolo— y ha permitido superar las discrepancias que lo habían enterrado. Donde antes reinaban las preocupaciones sobre las consecuencias de sumar nuevos estados miembros, hoy se imponen las promesas de que ampliar la familia europea implica una UE más estable y segura. Sin embargo, no importa lo fuerte que sea el impulso si los cimientos no están ahí para sostenerlo. Así lo afirma Paul Schmidt, secretario general del think-tank ÖGfE (Sociedad Austriaca para la Política Europea) y editor del libro Enlargement and the Future of Europe: Views from the Capitals, un amplio estudio sobre el estado de la ampliación de la UE.

En entrevista con El Confidencial desde la sede del Real Instituto Elcano, donde acude a presentar el libro, Schmidt respalda el proceso de ampliación, que considera necesario para el futuro de la UE, pero advierte que la carta de Rusia no es suficiente, por sí misma, para llevarlo a cabo.

placeholder Paul Schmidt, secretario general de la ÖGfE. (Cedida)
Paul Schmidt, secretario general de la ÖGfE. (Cedida)

PREGUNTA. Detrás del momentum que vive la ampliación de la Unión Europea se encuentra el discurso de que esta expansión supone una de sus mejores bazas geopolíticas. La inclusión de nuevos estados miembros ha sido descrita como una forma de lograr un continente más seguro y estable. ¿Pero, acaso ampliar la UE no implica también incrementar la división interna en el bloque?

RESPUESTA. La cuestión clave es: ¿exportamos estabilidad o importamos inestabilidad? Si dentro de este proceso de ampliación conseguimos ayudar a consolidar estos países candidatos, estabilizarlos, reforzar su democracia, reformar su Estado de derecho y acercarlos a nuestro sistema, entonces, en términos globales, reforzamos el sistema democrático. Al hacerlo más fuerte, también mejoramos nuestra resiliencia. Hay que recordar que la agresión rusa contra Ucrania es también una guerra entre dos sistemas. Y si la democracia prevalece, podemos ampliar nuestras zonas de influencia al ayudar a estos países con la transformación que desean.

Pero es importante recordar que, aunque los motivos más importantes en la actualidad sean geopolíticos, la ampliación no solo es una cuestión geopolítica. La ampliación es mucho más que eso. Tiene una dimensión social, una dimensión económica y otra técnica. La cuestión es si podemos compaginar este proceso técnico con los objetivos políticos.

P. Existen discrepancias sobre si la rápida concesión del estatus de país candidato a Ucrania fue una decisión audaz de la Unión Europea o, por lo contrario, una precipitada. ¿Hemos vuelto irreversible un proceso para el cual no estamos preparados?

R. Es verdad que parece irreversible, pero la ampliación no va a suceder hoy o mañana. Eso va a tardar tiempo. Y la cuestión va a ser si podemos hacer uso de este tiempo para, al mismo tiempo, mejorar el funcionamiento de la Unión Europea y reformarla. La UE tiene que cambiar para poder ampliarse. ¿Somos capaces de hacerlo? Esa es la cuestión crucial. Lo que está claro es que esta es una oportunidad histórica de avanzar en esa dirección. Hay un consenso de que este es el camino correcto, y yo también añadiría que es necesario. Pero eso no quiere decir que no vea los obstáculos y los problemas que hay por delante. No creo que los políticos europeos se hayan dado cuenta todavía de la gran cantidad de reformas que van a ser ineludibles en este proceso.

Foto: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Europa Press/Jonas Roosens)

P. Esta ventana de oportunidad se ha abierto, como hemos mencionado, en nombre de la geopolítica y la seguridad. ¿Bastará esta baza para superar los múltiples factores que llevan años paralizando la ampliación de la UE?

R. Depende de la profundidad de la crisis de seguridad y de la guerra en Ucrania. Si la escala de ese conflicto sigue creciendo, la importancia de la geopolítica y la presión que esta ejerce seguirá aumentando. Pero aunque esto pueda facilitar el cambio, atender el resto de factores es imprescindible. Solo hay que ver cómo han reaccionado los agricultores de Polonia a la competencia de Ucrania para entender lo rápido que pueden cambiar las cartas. Son obstáculos que necesitan soluciones, que necesitan consenso, que necesitan decisiones unánimes.

Estamos en el principio de un proceso. Hemos dado luz verde rápidamente a las negociaciones porque, para países como Ucrania o Moldavia, se trata de una cuestión de supervivencia. Pero los pasos hacia la ampliación, por ahora, han sido principalmente simbólicos. No sabemos aún cómo avanzará la situación. Al principio puede parecer que la geoestrategia se impone a todo lo demás, que es una avalancha capaz de arrasar con todos los demás temas. Pero en el momento que el proceso deja de ser político y es más técnico, los intereses nacionales van a prevalecer y van a influir muchísimo.

P. Al final, la carta de Rusia y la amenaza para la seguridad puede quedarse en una simple herramienta de presión.

R. Es cierto, pero si uno mira al pasado de la Unión Europea, siempre ha hecho falta esa presión exterior para poder avanzar. En tiempos de calma, la Unión Europea no consigue reformarse. Necesita estos momentos de crisis para que todo el mundo sienta la presión de ir un paso más allá. La ampliación va a avanzar y esto, a su vez, va a obligar a sacar adelante reformas. Si se está a cinco semanas de que un nuevo Estado miembro ingrese en la UE es mucho más fácil lograr reformas que si faltan cinco años para ello.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. (EFE/Miguel Ángel Molina)

P. Como lo describe, parece que la UE funciona como un mal estudiante al que se le viene el examen encima y que se ve obligado a estudiar en el último momento posible.

R. [Risas] Es cierto. La política europea funciona así porque son tantos intereses enfrentados y entrecruzados que la sensación de peligro o urgencia es a menudo necesario para desbloquear los puntos muertos.

P. Hablemos del elefante en la habitación: ¿cómo es posible ampliar la UE o reformarla considerablemente si la unanimidad es necesaria prácticamente a cada paso que se da?

R. Con el consenso. Incluso en las decisiones en las que basta la mayoría cualificada, el 95% se toma de manera consensuada. Esa es la tradición europea. Hemos llegado muy, muy lejos pese a la capacidad de bloqueo de cualquier Estado miembro, y eso dice mucho a favor de la integración europea. Si miras los 13 paquetes de sanciones que se han aprobado contra Rusia, todos han requerido de unanimidad. Hungría puede hacer mucho ruido y Viktor Orbán puede decir lo que quiera frente a las cámaras de televisión, pero al fin y al cabo, siempre ha tenido que decir que sí.

La cuestión es cuáles son los límites del consenso. Con 27 parece que todavía es factible, pero a lo mejor con 30, 32, 35… ya no. ¿Y qué es lo que hacemos si las reformas no pueden avanzar? La solución puede ser la de refundar la Unión Europea, hacer una integración variable y tener un núcleo duro que avanza más en materia de defensa, de energía, de otros asuntos clave. Un avance que pueda usarse como palanca y como presión para que otros países que demuestren más resistencia se pongan de acuerdo.

"Si 26 países se ponen de acuerdo, uno solo no va a poder paralizar un proceso por mucho tiempo"

P. ¿Qué pasa si Hungría realmente se planta esta vez? ¿Puede un solo Estado miembro bloquear el proceso de ampliación u otras reformas de gran calado?

R. Depende. Si Alemania dice que no, siempre es más complicado que si Malta dice que no. Pero si 26 países se ponen de acuerdo, uno solo no va a poder paralizar un proceso por mucho tiempo. Se va a buscar siempre una solución y hay bastante creatividad. Mira la historia de las reformas europeas. Cuando el referéndum de 2005 sobre la Constitución para Europa fracasó en Francia y Países Bajos, luego se reformuló y se continuó avanzando con el proceso. Cuando Bulgaria decidió bloquear el acceso de Macedonia del Norte, también se encontró una solución para, por lo menos, empezar con el proceso de negociación. Si es solo un país, siempre hay una solución. Porque, ¿cuál es el interés de ese país para bloquear una ampliación o una reforma? Conociendo este interés, habrá una respuesta.

El problema es cuando el rechazo viene de varios países. Ahí está el ejemplo de la distribución de los refugiados. Fue una decisión tomada por mayoría cualificada y que no fue aceptada por los países del Grupo de Visegrado. ¿Y qué haces entonces cuando se niegan a aceptar las cuotas? No puedes recurrir a la justicia, porque al fin y al cabo necesitas a los Estados para implementar esa política. Aunque acudas a las cortes, siempre es imprescindible una voluntad política para llegar a una solución. Por eso el consenso es tan importante.

P. Cuando usted dice que la ampliación es una cuestión a largo plazo, ¿de qué tipo plazo estamos hablando? ¿Cree que es posible la incorporación de algún nuevo Estado miembro esta misma década, o estamos hablando de un horizonte temporal mucho más amplio?

R. La cuestión más importante ahí es si el acceso va a ser en grupo o uno por uno. Si se elige un proceso que vaya país por país, Montenegro es probablemente el alumno más aventajado. Sus representantes suelen bromear y decir que no hace falta reformar la Unión Europea para su entrada, que llenan el vacío de Reino Unido y no hay mayor problema. Pero claro, Montenegro tiene la población de tres barrios de Madrid, eso siempre ayuda. Podría acceder a la Unión Europea antes de 2030 perfectamente. Y a lo mejor de ahí empieza una carrera donde los demás no quieren quedarse atrás. Macedonia del Norte también es otra opción a más corto plazo, y tal vez Albania.

Foto: Charles Michel, junto con Volodimir Zelenski y Ursula Von der Leyen, en Kiev. (EFE)

P. ¿Cómo se reconcilia el nuevo impulso a la ampliación con el probable fortalecimiento de las fuerzas políticas euroescépticas en las elecciones del Parlamento Europeo este año? A primera vista, parecen dos tendencias contradictorias.

R. La ampliación no está siendo un tema importante durante las campañas electorales europeas. Es un tema todavía abstracto y lejano que no tiene tanta importancia para el votante. Todavía es un tema de discusión entre las élites, pero llegará el momento en el que salte a la primera línea de debate político en prácticamente todos los Estados miembros.

P. Dado el contexto de desinformación y polarización actual, ¿se puede evitar que la ampliación se convierta eventualmente en un arma arrojadiza contra la UE?

R. Yo creo que no se puede evitar. Esos ataques van a ocurrir. Ten en cuenta que estos diez países que quieren acceder son, prácticamente, los diez más pobres de Europa. Los líderes europeos harían bien en buscar el debate público y tener buenos argumentos más allá de las ventajas geoestratégicas. Antes del 24 de febrero de 2022, la ampliación estaba totalmente paralizada y fuera de los focos políticos. Ha vuelto a la mesa y hay que aprovechar el momento. Pero si no se atienden los temas de la agricultura, del mercado laboral, de la economía, del estado de bienestar, del ámbito social, se chocará contra un muro. Porque producir titulares es mucho más fácil que cambiar las estructuras.

La invasión rusa a gran escala de Ucrania y la consecuente percepción de amenaza para la seguridad del continente han funcionado como un gigantesco desatascador para varios de los grandes debates de la Unión Europea. ¿El Pacto Verde sobre el que se alzó Ursula von der Leyen para lograr una mayoría en la Eurocámara ha dejado de tener tirón? No hay problema. El nuevo gran proyecto unificador es la Europa de la Defensa, capaz de responder a Moscú y del resto de rivales geopolíticos. Al mismo tiempo, cambie usted las palabras “Cambio climático” por “Seguridad energética” y vea cómo las placas solares y los aerogeneradores crecen como setas en el continente.

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