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El sueño de Rusia en el Ártico que las sanciones sí están logrando hundir
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El GNL se congela

El sueño de Rusia en el Ártico que las sanciones sí están logrando hundir

EEUU decidió desplegar en 2023 varios paquetes de sanciones específicamente dirigidos contra el proyecto Arctic LNG 2. Y, a diferencia de los anteriores, estos parecen haber dado en la diana

Foto: 'Christophe de Margerie', un buque rompehielos ruso. (EFE/Sovcomflot)
'Christophe de Margerie', un buque rompehielos ruso. (EFE/Sovcomflot)
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La península de Gydan, ubicada en el noroeste de Siberia, dentro del círculo polar ártico, es una de las regiones más inhóspitas del planeta. A pesar de su tamaño, comparable al de la isla de Gran Bretaña, solo unas pocas decenas de nenets, un pueblo indígena siberiano, residen en esta vasta y remota región. Con temperaturas que descienden hasta -30 °C y una gruesa capa de permafrost que cubre gran parte de su superficie, parece el lugar menos adecuado para desarrollar una infraestructura clave. Sin embargo, esa lógica no suele aplicarse en Rusia, un país dispuesto a hacer lo que haga falta para explotar las enormes reservas de gas que se encuentran bajo su suelo.

En las gélidas costas de esta región se encuentra la recién estrenada terminal rusa de Arctic LNG 2, el proyecto más ambicioso de Rusia para la exportación de gas natural licuado (GNL) desde la apertura en 2017 de la terminal de Yamal, situada en la península vecina. A raíz de la guerra en Ucrania, que ha provocado el cierre casi total del envío de gas por tubería desde Moscú hacia Europa, incrementar la producción de GNL se ha vuelto una de las principales prioridades para el Kremlin. Por ello, el Gobierno de Vladímir Putin había depositado muchas esperanzas en el lanzamiento de la nueva infraestructura. Sin embargo, este sueño ruso en el Ártico está viéndose truncado por un inesperado problema: las sanciones de Estados Unidos.

Hasta ahora, a pesar de las decenas de sanciones impuestas por Occidente para frenar la economía rusa y limitar su capacidad de financiar la guerra en Ucrania, los ingresos energéticos de Rusia se han mantenido relativamente estables. Moscú ha conseguido desviar gran parte de su comercio de petróleo hacia nuevos mercados, como China e India, y ha esquivado unas restricciones que a menudo han sufrido problemas de implementación. Pese al escaso éxito de estas medidas, EEUU decidió desplegar en 2023 varios paquetes de sanciones específicamente dirigidos contra el proyecto Arctic LNG 2. Y, a diferencia de los anteriores, estos parecen haber dado en la diana.

"Es innegable que las sanciones de Estados Unidos han supuesto un enorme golpe para el proyecto", afirma Arild Moe, investigador del Fridtjof Nansen Institute y experto en el sector energético ruso. El castigo de EEUU ha tocado todos los palos. Ha disuadido a posibles compradores internacionales, especialmente en China e India, con amenazas de sanciones secundarias contra las empresas que adquieran GNL procedente de la terminal. Ha forzado la salida de las compañías de países aliados que participaban en el proyecto, como la francesa TotalEnergies o la japonesa Mitsui and Co. Y, lo que es más importante, ha paralizado las ventas y el alquiler de buques rompehielos especializados esenciales para transportar el gas desde el Ártico, ahogando la salida del hidrocarburo ruso.

Y las medidas apenas acaban de comenzar. La semana pasada, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció un nuevo paquete de sanciones contra el proyecto, incluyendo a numerosos buques clave para el transporte de módulos a la península de Gydan —dado lo inhóspito del terreno, la terminal es una construcción modular, con estructuras fabricadas en China y ensambladas en Rusia—. Un castigo constante del que ya advertía el subsecretario de Estado estadounidense para Recursos Energéticos, Geoffrey Pyatt, ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el pasado mes de noviembre. "Arctic LNG 2 es el proyecto insignia de GNL (de la empresa rusa) Novatek, que puso en marcha con la aspiración de desarrollar a Rusia como el mayor exportador de GNL del mundo. Nuestro objetivo es matar ese proyecto", sentenció Pyatt.

¿Un proyecto muerto antes de nacer?

A finales del año pasado, cuando Arctic LNG 2 se disponía a comenzar sus operaciones, las autoridades rusas presumían de que las sanciones estadounidenses no habían logrado impedir la apertura de la terminal. "La experiencia exitosa de los últimos dos años muestra que podemos continuar trabajando y desarrollar exitosamente nuestros sectores incluso en medio de condiciones difíciles, desafíos y restricciones impuestas contra nuestros sectores", dijo entonces el viceprimer ministro de Rusia Alexander Novak.

Sin embargo, a principios de abril, Reuters reportaba que la terminal había dejado de operar ante la montaña de desafíos que planteaban las sanciones. "De acuerdo con los datos que tenemos, abrieron la primera línea de producción en diciembre, pero no lograron exportar nada desde el proyecto debido a problemas con la flota y a una falta general de barcos disponibles. Esto es algo que será extremadamente difícil de superar", asevera Szymon Kardas, investigador del programa europeo de energía del European Council on Foreign Relations (ECFR), en entrevista con este periódico.

Paralelamente, nuevas previsiones del Ministerio de Economía ruso citadas por Bloomberg revelan que la producción de GNL de toda Rusia, que el año pasado se mantuvo en 31 millones de toneladas, podría estancarse hasta, como mínimo, 2027. Una proyección que supone un duro golpe para la esperanza del Kremlin de exportar 100 millones de toneladas de gas licuado al año para 2030.

El estrangulamiento que sufre el proyecto en el Ártico es doblemente problemático, dado que la terminal estaba destinada a ser la piedra angular sobre la que se sostendrían futuras inversiones. Alexander Kislov, un analista independiente que trabajó previamente en investigaciones de GNL para una importante empresa de energía rusa, indicaba hace meses en el Financial Times que "la toma de decisiones futuras sobre otros proyectos rusos de GNL dependerá del éxito del lanzamiento de este proyecto".

Arild Moe coincide. "La carrera comenzó en 2017 con Yamal y Arctic LNG 2 es el segundo gran proyecto en la zona. El proyecto buscaba representar la rápida expansión de las exportaciones rusas de GNL, tal y como había solicitado el Gobierno ruso, pero también guiado por las oportunidades comerciales", señala el experto. "Si Arctic LNG 2 funcionaba bien, se esperaba que varios proyectos más también fueran puestos en marcha en los próximos seis años. Pero ahora, con estos problemas, esta expansión se ha vuelto muy incierta", agrega.

Foto: Un buque transportador de gas natural licuado de la rusa Gazprom, cerca de Kaliningrado. (Reuters/Vitaly Nevar)

Los expertos consultados afirman que las sanciones que más han contribuido a paralizar la logística del proyecto han sido las que afectan a los buques altamente especializados que son necesarios para transportar GNL por aguas gélidas y atravesando gruesas capas de hielo. Los astilleros surcoreanos responsables de entregar siete de estos buques cisterna rompehielos a Novatek han tenido que retirarse del acuerdo. Del mismo modo, el astillero ruso Zvezda, encargado de manufacturar otros 15 navíos, enfrenta enormes dificultades para cumplir sus pedidos por las sanciones que impiden la importación de tecnología occidental.

Y mientras Rusia batalla a la hora de ampliar su capacidad de exportación, otros actores globales como Qatar, Australia o Estados Unidos están obteniendo la mayoría de los contratos a largo plazo de suministro de GNL con otros países. Por ello, la ventana de oportunidad para expandirse se está convirtiendo en una relativamente pequeña, y Rusia corre el riesgo de encontrarse en un futuro con un mercado saturado con estos acuerdos en el que encontrar compradores de gas sea muy complicado. "Si Rusia pierde esta oportunidad, entrar al mercado puede ser extremadamente difícil para el país, incluso si la guerra termina y las sanciones se levantan en los próximos cinco años", explica Kardas.

Poner freno al gas, pero sin pasarse

La estrategia de sanciones de Estados Unidos, que también ha sido replicada por Reino Unido, se centra en impedir que Rusia expanda esta capacidad de exportación, pero sin afectar la oferta existente. Aunque busca ejercer el mayor castigo posible, la prioridad continúa siendo la de mantener estable el mercado gasístico global para evitar un aumento de precios similar al que comenzó a finales de 2021, en la antesala de la invasión rusa de Ucrania, y que llegó a propulsar la electricidad por encima de los 300€ por megavatio-hora en Europa. Actualmente, la cifra es 10 veces menor.

Foto: Vista de la planta de Mugardos de Reganosa, en la ría de Ferrol, que recibe barcos metaneros que realizan la descarga de gas natural licuado. (EFE/Kiko Delgado)

El miedo a repetir esta crisis energética es el que ha llevado a la Unión Europea a caminar con pies de plomo y evitar cualquier tipo de sanción contra el gas ruso. Aunque las importaciones han disminuido drásticamente —de 155.000 millones de metros cúbicos en 2021 a 42.900 millones en 2023, una caída superior al 70%—, la cantidad de GNL importado ha aumentado. Esto es especialmente cierto en España, Francia y Bélgica, tres países que, en conjunto, representaron el 87% de las compras de gas licuado de la UE a Rusia el año pasado.

Sin embargo, los Veintisiete parecen estar dispuestos ahora a dar el primer paso. Según reportó Politico, la Comisión Europea ha propuesto por primera vez un castigo contra el GNL ruso como parte de su 14º paquete de sanciones desde la invasión de Ucrania. Las medidas prohibirían que los países de la UE reexporten el combustible si procede de Rusia —lo que sucede con una cuarta parte del gas licuado que pasa por los países de la Unión— y vetarían la participación de empresas europeas en futuros proyectos energéticos rusos.

Se trata, en todo caso, de un paso modesto, destinado una vez más a frenar la expansión gasística de Moscú, pero no perturbar en lo más mínimo los envíos de energía hacia los mercados europeos, donde todos los contratos a largo plazo para el suministro de GNL firmados antes del inicio de la guerra siguen en pie. "La Comisión entiende que probablemente no habrá consenso político sobre sancionar las importaciones de gas ruso, ya sea GNL o por gasoducto. Así que puede que esto sea lo máximo que podamos alcanzar a nivel de la Unión Europea", concluye Kadras.

La península de Gydan, ubicada en el noroeste de Siberia, dentro del círculo polar ártico, es una de las regiones más inhóspitas del planeta. A pesar de su tamaño, comparable al de la isla de Gran Bretaña, solo unas pocas decenas de nenets, un pueblo indígena siberiano, residen en esta vasta y remota región. Con temperaturas que descienden hasta -30 °C y una gruesa capa de permafrost que cubre gran parte de su superficie, parece el lugar menos adecuado para desarrollar una infraestructura clave. Sin embargo, esa lógica no suele aplicarse en Rusia, un país dispuesto a hacer lo que haga falta para explotar las enormes reservas de gas que se encuentran bajo su suelo.

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