Es noticia
Ese tipo que te estafa por WhatsApp te escribe desde una granja de esclavos en Asia
  1. Mundo
Estafadores forzados

Ese tipo que te estafa por WhatsApp te escribe desde una granja de esclavos en Asia

El reciente 'boom' del cibercrimen en el sudeste asiático se alimenta de trabajadores engañados y esclavizados a los que a menudo fuerzan a vender sus órganos

Foto: Redada de ciberestafadores chinos en Malasia. (EFE/Agmad Yusni)
Redada de ciberestafadores chinos en Malasia. (EFE/Agmad Yusni)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Tráfico de personas, trabajadores forzosos, esclavitud y hasta venta de órganos… La tecnología ha traído al Sudeste Asiático un nuevo lucrativo negocio ilegal en el que se comercia con seres humanos. El hombre tiene esa capacidad de convertir la debilidad de una mayoría en rentabilidad para una minoría. La pandemia generó la debilidad, dejando a muchas personas sin empleo, mientras que el desarrollo del mundo digital, con cientos de millones de personas encerrados en las pantallas de sus teléfonos y ordenadores, ha creado ese lucrativo negocio de estafas millonarias en internet.

En el Sudeste Asiático existe la combinación perfecta de ambas cosas. Decenas de miles de trabajadores que son captados con engaños para entrar en la industria de los fraudes digitales y cientos de miles de personas adictas a comprar, invertir y jugar online. La ONU y la propia Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean) están denunciando y trabajando para detener un gigante problema que no para de crecer.

La forma de captar a los trabajadores se produce con el habitual anzuelo de una vida mejor. Una atractiva oferta de trabajo falsa, con buen salario, en la que se acaba en manos de una mafia que te esclaviza en un país extranjero en el que introducen a un feliz incauto ilegalmente. Un ejemplo de eso es el de N, un joven chino de 20 años que habla mandarín e inglés y que se quedó sin empleo en Dubái. A través de un agente, le ofrecieron un buen empleo en Chiang Rai, Tailandia. De pronto, se vio por la noche en un coche del que le obligaron a bajar y a cruzar un río junto a otra joven china. Empezó ahí una pesadilla en la que le encerraron en una nave y le forzaron a trabajar día y noche para estafar personas online. “Pasé un mes en el complejo, lidiando con la depresión, desesperanza y aislamiento, obligado a explotar individuos y estafarlos para quitarles los ahorros de toda su vida”, señala el joven en un documento publicado el febrero pasado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Este informe describe que, tras la pandemia, el Sudeste Asiático experimentó un aumento de las actividades digitales. "Sin embargo, este crecimiento económico ha impulsado también operaciones criminales, particularmente las estafas en línea. Las mafias utilizan herramientas digitales para el reclutamiento de víctimas para sus negocios, que se han expandido por toda la región, generando ganancias estimadas de 7.500 a 12.500 millones de dólares", apunta

Foto: Agentes de policía patrullan el centro comercial Siam Paragon tras el tiroteo en Bangkok. (EFE/Rungroj Yongritt)

N pudo escapar de una forma rocambolesca: engañando a sus captores para ir al dentista y tirándose de un coche en marcha. Pero miles de personas continúan esclavizadas y forzadas a mantenerse en la industria. “Siguieron reduciéndome el salario cuando no podía alcanzar mis objetivos. Cuando pregunté cómo podía volver a casa, me dijeron que debía devolver 200 millones de rupias (aproximadamente 13.400 dólares). Me amenazaron con venderme a una mafia de sustracción de órganos”, explica Sinta, captada por los grupos criminales e introducida en Tailandia.

La propia Interpol ha emitido una alerta ante un fenómeno que se replica con facilidad. “En las primeras fases, Interpol dijo que las víctimas eran personas que hablaban mandarín de Malasia, Tailandia, China o Singapur (donde hay grandes colonias de personas de origen chino), que fueron incitadas a viajar a otros países de la región para trabajar. Ahora, los grupos criminales captan también personas de habla inglesa. Los centros de estafa en línea se concentraron inicialmente en Camboya, pero más tarde se diversificaron a Laos y Myanmar. Desde entonces, se han ubicado centros en al menos cuatro países asiáticos más”, señala el organismo policial en un artículo del periódico 'Straits Times' de Singapur.

Detrás de este negocio está la alargada mano de la mafia china. Los criminales han ido modificando el modelo y los grandes casinos vacíos por el virus se han ido transformando en amplios espacios de juego y estafa en internet. Porque no solo es un rentable negocio la estafa digital de usuarios, también hay una completa red de juego online que es en realidad una inmensa lavandería de dinero negro. “En cualquier momento, en las ciudades fronterizas de Myanmar, Camboya y Laos se hace una apuesta en persona, en línea o por teléfono. Gane o pierda, lo más probable es que alguien en la mesa esté lavando dinero sucio, dicen los expertos en seguridad de las Naciones Unidas”, recuerda el South China Morning Post.

Foto: Los turistas pasan junto a los bares nocturnos de Soi Cowboy, un barrio rojo de Bangkok. (EFE/Narong Sangnak)

“Los casinos en línea y el ciberfraude también han proliferaron en todo el Sudeste Asiático, particularmente en el Mekong desde el inicio de la pandemia. Es alarmante cómo los grupos del crimen organizado ejecutan muchas de estas operaciones con creciente sofisticación, mediante la minería de datos, la tecnología blockchain y, cada vez más, la inteligencia artificial generativa”, señala un informe de enero de 2024 de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen (UNODC).

El completo informe detalla también como funcionan estas mafias que combinan el tráfico de personas, el juego, las estafas online y el lavado de dinero: “Han reclutado a cientos de miles de trabajadores utilizando la promesa de tener un empleo lucrativo y con esquemas de captación profesionalizados, a menudo utilizando plataformas de redes sociales como Telegram, WeChat, TikTok y Facebook. Al mismo tiempo, las víctimas del ciberfraude ha sido atacadas utilizando datos comprados y vendidos en varios mercados de datos en línea y atraídos a invertir en fraudes diseñados profesionalmente por plataformas de inversión”, dice la ONU.

Efectivamente, la huella digital, un lucrativo negocio que provoca que todos ustedes reciban decenas de emails de extrañas ofertas de negocio o cobro de herencias de un tío desconocido que vive en Kenia, es el huerto de los defraudadores. El perfil de los trabajadores forzosos, por su parte, responde a todo tipo de niveles educativos, pero al tratarse de un negocio digital, muchos son personas con estudios universitarios, idiomas y conocimientos informáticos. “Las operaciones de estafa en línea han alterado los perfiles de las víctimas de la trata. Si bien los casos generalmente han involucrado a personas con acceso limitado a la educación y que realizan trabajos mal remunerados, las víctimas de operaciones de estafa en línea ahora suelen tener un buen nivel educativo y conocimientos de informática”, señala el Business & Human Rights Resource Centre.

En realidad, las víctimas tienen rasgos sociales diversos en cada país de Asean. La ONU ha hecho un completo informe individualizando cada nación. “Las víctimas generalmente tienen veintitantos años, son bilingües y han completado su educación superior, y algunas poseen maestrías”, señala la ONU sobre el perfil de los traficados filipinos. Sin embargo, por poner otros ejemplos de países muy afectados por este tráfico ilegal de personas con menos preparación académica, en Indonesia el perfil responde a “veinteañeros que han completado la educación secundaria y hablan varios idiomas”, mientras que el de los camboyanos y vietnamitas son “monolingües que no han completado la secundaria”.

Todo esto ha generado un nuevo ecosistema criminal en la zona. Son decenas los casos que se denuncian y publican los medios. El traficado debe devolver una deuda contraída con los criminales si hace falta con su propio cuerpo. “Traficantes envían 122 indonesios a un hospital en Camboya para vender sus riñones”, decía un artículo del 'Khmer Times' en julio pasado.

Un ejemplo de lo regional de este problema fue un caso destapado en mayo de 2023. Entonces, 389 vietnamitas, 307 chinos, 143 indonesios, 40 nepaleses, 25 malasios, 7 birmanos, 5 tailandeses, 2 taiwaneses y una persona de Hong Kong, así como 129 filipinos, fueron rescatados en Clark, Filipinas, de las garras de una mafia que les obligaba a trabajar en convencer a clientes en invertir en criptomonedas. Los trabajadores indonesios pudieron introducir un teléfono en las instalaciones y grabar a escondidas un video que enviaron a su embajada en Manila pidiendo que los rescataran. Luego, tras la operación policial, las víctimas explicaron que al llegar a Filipinas les confiscaron los pasaportes y trabajaban 18 horas al día donde debían convencer, para alcanzar el cupo que imponían sus captores, a 20 personas de invertir en cripto.

Asean y su entorno es la zona del mundo con mayor crecimiento económico en las últimas décadas. Los estados han sabido adaptar la gran cantidad de mano de obra disponible a un entorno cada vez más tecnológico para conseguir un impactante crecimiento económico. Y el crimen, que es otra industria, ha copiado la fórmula y la ha adaptado a sus tipos de contratos. Esos en los que te amenazan con matarte, te explotan y esclavizan, y en los que renunciar cuesta, literalmente, un riñón.

Tráfico de personas, trabajadores forzosos, esclavitud y hasta venta de órganos… La tecnología ha traído al Sudeste Asiático un nuevo lucrativo negocio ilegal en el que se comercia con seres humanos. El hombre tiene esa capacidad de convertir la debilidad de una mayoría en rentabilidad para una minoría. La pandemia generó la debilidad, dejando a muchas personas sin empleo, mientras que el desarrollo del mundo digital, con cientos de millones de personas encerrados en las pantallas de sus teléfonos y ordenadores, ha creado ese lucrativo negocio de estafas millonarias en internet.

Tailandia
El redactor recomienda