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Es el turno de Putin: el contragolpe reabre el frente norte y pone al límite la defensa ucraniana
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golpear en el norte, avanzar en el sur

Es el turno de Putin: el contragolpe reabre el frente norte y pone al límite la defensa ucraniana

El Kremlin quiere aprovechar el momento de debilidad material, militar y anímica de Kiev para intentar romper el frente antes de que el multimillonario paquete de ayuda estadounidense comience a surtir efecto

Foto: Tanque Leopard 2A6 ucraniano en Donetsk. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
Tanque Leopard 2A6 ucraniano en Donetsk. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
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Seis meses después del fiasco (oficial) de la contraofensiva ucraniana, llega el contragolpe ruso. El Kremlin quiere aprovechar el momento de debilidad material, militar y anímica del enemigo para intentar romper el frente antes de que el multimillonario paquete de ayuda estadounidense comience a surtir efecto. La estrategia del invasor pasa por golpear con fuerza la región de Járkov y reabrir las hostilidades norte. Un movimiento con el que Rusia busca poner en tensión todo el eje defensivo, forzar el movimiento de tropas rivales y generar oportunidades de ataque en los 1.000 kilómetros de línea de contacto. Es el turno de Vladímir Putin.

En Kiev llevaban tiempo esperando este movimiento. A principios de mes, el segundo jefe de la inteligencia militar ucraniana, el general Vadim Skibitsky, reconocía en una entrevista con The Economist que estaban en el momento más difícil en la guerra y la situación estaba a punto de ponerse peor. El oficial pronosticaba un avance ruso en las regiones de Járkov y Sumi, en el noreste del país, "a finales de mayo o comienzos de junio".

La operación comenzó un poco antes de lo que esperaban. El pasado viernes 10 de mayo, decenas de miles de efectivos y fuerzas mecanizadas rusas, con cobertura de artillería y aviación, iniciaban el asalto en dirección a la ciudad de Vovchansk y otros enclaves fronterizos. El avance del enemigo forzaba la evacuación de cientos de personas que todavía residían en la localidad, que tenía unos 17.000 habitantes antes del conflicto. Imágenes geolocalizadas del miércoles confirmaban la presencia de fuerzas rusas en el noroeste y noreste del municipio, mientras percutían al mismo tiempo desde la margen derecha del río Vovcha.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reconocía el fin de semana en un mensaje a la nación que la situación en la ciudad es "extremadamente difícil". Tanto, que el mandatario ha cancelado toda su agenda diplomática, incluyendo la visita oficial que tenía programada a España esta semana para entrevistarse con el rey Felipe VI y firmar un acuerdo bilateral de seguridad con el presidente Pedro Sánchez.

En los siguientes días, las fuerzas de Moscú lograron avances territoriales en al menos siete poblados cercanos a la frontera, aunque el control de ciertas áreas —como suele ser habitual en estos casos— es muy disputado. Las pérdidas territoriales provocaron la desesperación de algunos militares ucranianos, como el comandante Denys Yaroslavsky, quien escribió en Facebook que la primera línea defensiva "simplemente no existía", lo que permitió a los rusos penetrarla fácilmente. "Durante dos años se supone que deberían haberse levantado fortificaciones de hormigón de por lo menos tres niveles en la frontera, y no fue así. Y ni siquiera había minas", sostuvo.

Desde Estado Mayor ucraniano se limitaron a reconocer en un comunicado que "el enemigo está teniendo actualmente algunos éxitos tácticos".

Un nuevo frente norte

Tras el embate inicial, la ofensiva parece haberse ralentizado en las últimas 48 horas. Diluido el momento sorpresa, en el que los rusos reportan haber encontrado parapetos rudimentarios y algunos defensores a la fuga, parece que las fuerzas de Kiev están reforzando sus líneas y los atacantes comienzan a sentir la resistencia del fuego de artillería y las emboscadas de drones. Cuanto más se adentren en terreno controlado por Ucrania, las defensas (trincheras, campos de minas, fortificaciones) serán más densas y la resistencia, mayor.

Los analistas advierten de que es todavía pronto para calibrar la fuerza y el alcance final de los planes de los generales de Putin. Por los movimientos iniciales, pareciera que quieren avanzar en paralelo hacia Vovchansk y hacia Lipets (Lyptsy), un pueblo de 4.500 habitantes, y luego combinar ambas columnas zonas para crear un nuevo frente activo a unos 30-50 kilómetros de Járkov, capital del óblast y la segunda mayor ciudad del país.

"Por ahora, los avances rusos son limitados. Pero las fuerzas rusas tienen una superioridad cuantitativa en términos de artillería, personal y vehículos y será capaz de ganar terreno; también hay que tener en cuenta que la densidad de unidades ucranianas es mucho menor a otras áreas del frente. Esta ofensiva obligará a Ucrania a comprometer más recursos en un momento en el que ya sufren estrecheces de apoyo militar occidental. Así que Rusia está tratando de generar una oportunidad y aprovechar las vulnerabilidades militares de Ucrania", aseguró Federico Borsari, analista del defensa y seguridad del Center for European Policy Analysis (CEPA).

Por las informaciones que llegan del frente estos días, los rusos estarían empleando una estrategia de múltiples incursiones simultáneas en territorio enemigo con patrullas de máximo cinco soldados. En teoría, buscan evitar grandes concentraciones de tropas que puedan ser detectados por los drones y eliminados por la artillería. Sin embargo, esta táctica, señalan expertos militares, también es muy costosa en términos humanos cuando el entrenamiento de la infantería es inadecuado. El Estado Mayor ucraniano calcula que los atacantes habrían perdido más de 1.700 combatientes tan solo en la jornada del 13 de mayo.

"ISW no puede verificar el número de bajas, pero ese ritmo de pérdidas sería consistente con el descenso en el ritmo general de las operaciones ofensivas observado el 14 de mayo. Si este ritmo de operaciones permanece relativamente bajo, las fuerzas rusas probablemente se enfocarán en consolidar nuevas posiciones y construir un saliente lateral en el óblast de Járkov fusionando los esfuerzos en una 'zona de amortiguación', en vez de adentrarse más en el territorio, como habíamos valorado anteriormente", dijeron los analistas del Institute for the Study of War en su reporte más reciente.

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Kiev calcula que Rusia tiene unos 514.000 efectivos comprometidos en la fuerza de ocupación (un 10% más de los que estima la OTAN). De estos, unos 35.000 estarían destinados el frente norte, donde se esperaba un refuerzo de entre 50.000-70.000 soldados, especificó Skibitsky. Con esas cifras, decía el alto oficial de inteligencia, no podría aspirar a tomar una urbe como Járkov. El Kremlin lo sabe. Fueron más de nueve de carnicería para conquistar Bajmut, de unos 40 km2 de extensión, y otros seis en Avdiivka, de 30 km2, a costa de unas pérdidas materiales y humanas que los ucranianos no se pueden permitir. La ciudad de Járkov tiene 350 km2 y ya resistió en 2022 el sitio ruso.

"Los rusos pueden lograr resultados significativos sin tener que tomar la ciudad. Pueden hacerla invivible y destruirla poco a poco como hicieron con Mariúpol y otras ciudades, destruyendo sistemáticamente los objetivos militares y fortificaciones y avanzar kilómetro a kilómetro. Al final todo dependerá mucho de la calidad de las tropas de ambos bandos, considerando que los dos tienen escasez de efectivos", agregó Borsari, del CEPA.

Sin embargo, Putin, que acaba de efectuar un inesperado relevo de ministro de Defensa, puede concentrar recursos en estos puntos clave y volver a imponerse por la fuerza de los números. No es tanto avanzar como crear una zona de ocupación en la frontera con Járkov al alcance de su artillería para generar pánico y volver a vaciar la localidad. "Intentarán apoderarse de la zona con mucha carne de cañón", advirtió el bloguero militar ucraniano conocido como Myroshnykov en su canal de Telegram.

Cómo estresar la línea

El impulso territorial es importante para Moscú, pero hasta cierto punto secundario. La sola posibilidad de que los rusos se acerquen a Járkov dispersa la atención del Ejército ucraniano, que se ve obligado a reorganizar sus fuerzas, su logística y su poder de fuego, lo que repercutirá en otros puestos de combate. Aunque el foco del teatro de operaciones se desplace hacia el norte, los combates se siguen sucediendo, con distinta intensidad, en otros puntos de la línea de contacto del este y el sur. Los nuevos suministros de municiones y armas todavía tardarán semanas en llegar.

"La idea detrás de los ataques en la región de Járkov es estirar nuestras fuerzas y socavar la moral y las bases motivacionales de la capacidad de los ucranianos para defendernos", reconoció el propio Zelenski en su alocución.

Desde noviembre del año pasado, Rusia ha ido escalando progresivamente su momento ofensivo. En febrero, lograba tomar Avdíivka tras meses de asalto a sangre y fuego, coronando su primera victoria territorial desde la caída de Bajmut en mayo del año pasado. Pese a ello, avanzar en estas áreas les está resultando a los rusos tan difícil como les fue a los ucranianos recuperar terreno el verano pasado. La igualdad tecnológica en el campo de batalla, con drones vigilando las tropas y artillería de precisión para atacar cualquier concentración de enemigos, hacen imposible la guerra de maniobras.

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A principios de abril, los rusos sufrieron una de sus mayores pérdidas de tanques en una sola operación cuando trataba de desplazarse por el eje Tonenke-Avdíivka para dar continuidad a la ofensiva en el sur. Pese a que los carros de combate llevaban contramedidas electrónicas para evitar ser detectados por los drones, la columna fue finalmente ubicada por la artillería ucraniana y diezmada en cuestión de minutos. Todo avance conlleva grandes riesgos de pérdidas humanas y materiales. Por eso el volumen es ahora más importante que nunca en el conflicto.

"¿Qué están haciendo los rusos? Parece que están presionando en muchos puntos de la línea al mismo tiempo para ver si algo funciona, si pueden identificar un punto débil. Hay ecos de doctrina soviética en todo esto. Los rusos están intentando mantener la iniciativa sosteniendo la presión y si pueden hacer un avance real, entonces pueden seguir los planes soviéticos de la Guerra Fría, que sería realizar un refuerzo masivo del éxito", comentó Phillips P. O'Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad St. Andrews, en su newsletter semanal sobre el conflicto.

Además de en la región de Járkov, Ucrania está perdiendo terreno en otros frentes en el este del país. En las últimas semanas, los informes apuntan a que los rusos han avanzado en varios ángulos hacia la ciudad de Chasiv Yar y, más hacia el sur, cerca el enclave industrial de Krasnohorivka. También se reportan avances de los ocupantes en la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna, en la región de Luhansk. El Kremlin espera desequilibrar la defensa con un nuevo foco de hostilidades activo que podría dejar desprotegido alguno de los múltiples flancos abiertos.

"Los altos mandos ucranianos tiene que tomar decisiones difíciles sobre si Járkov se convertirá en un eje de ataque principal, y convertirse en el principal esfuerzo ruso, o es una maniobra para sacar recursos del sur", consideraba Mick Ryan, exgeneral del Ejército estadounidense y analista de estrategia en Lowly Institute. "Sea como fuere, el nuevo frente supone un dilema sobre dónde desplegar las nuevas reservas", agregó en un análisis inicial de la situación.

Revertir la gesta de Járkov

Los ucranianos todavía recuerdan las imágenes de esa carretera prácticamente desierta jalonada por un puñado de blindados destruidos en el arcén en la que aparece un soldado quemando una bandera rusa. Fueron las primeras que llegaron después de que las Fuerzas Armadas lograran liberar, en septiembre de 2022, la ciudad de Vovchansk durante la primera contraofensiva. La operación militar fue uno de los mayores éxitos militares nacionales con los que logró recuperar cerca de 12.000 km2 de territorio y llevar a los invasores de nuevo a sus fronteras. Ahora, vuelve a estar acechada por las tropas rusas.

Más allá del factor bélico, reabrir el frente tras la gesta de Járkov es un nuevo varapalo para la tocada moral ucraniana. Estados Unidos aseguró que intentará acelerar "el ritmo de las entregas" de armas, después de que el paquete de ayudas fuera bloqueado por el Congreso durante meses. "El retraso puso a Ucrania en un hoyo y estamos tratando de ayudarles a salir de ese agujero lo más rápido posible", dijo Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca.

Las tropas de Kiev ya notan el desgaste de más de dos años de guerra. Las bajas, el cansancio y la frustración están haciendo que Zelenski demore medidas más drásticas de reclutamiento que los expertos, de forma unánime, consideran necesarias y urgentes. Pero es una decisión complicada que ha generado tensiones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas, que hasta ahora habían confiado en los voluntarios y en levas limitadas para ir cubriendo los puntos más críticos. Igual llevará tiempo movilizar y entrenar a los nuevos reclutas.

"Tener más efectivos se ha convertido en el tema prioritario, exacerbado por las menguantes entregas de munición y equipos durante el invierno. La ofensiva ucraniana de verano (2023) culminó cuando se quedó sin infantería y desde entonces le está resultando muy difícil reemplazar las pérdidas en combate", avisaba Rob Lee, experto en asuntos militares rusos y analista del Instituto de Investigación de Política Exterior, en sus redes sociales antes del contragolpe. "Esto implica que sus brigadas están debilitadas y carecen de reservas suficientes para responder a los avances rusos en otras partes. O se rota a la infantería ucraniana más a menudo o hay un creciente riesgo de que queden exhaustos".

Seis meses después del fiasco (oficial) de la contraofensiva ucraniana, llega el contragolpe ruso. El Kremlin quiere aprovechar el momento de debilidad material, militar y anímica del enemigo para intentar romper el frente antes de que el multimillonario paquete de ayuda estadounidense comience a surtir efecto. La estrategia del invasor pasa por golpear con fuerza la región de Járkov y reabrir las hostilidades norte. Un movimiento con el que Rusia busca poner en tensión todo el eje defensivo, forzar el movimiento de tropas rivales y generar oportunidades de ataque en los 1.000 kilómetros de línea de contacto. Es el turno de Vladímir Putin.

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