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El presidente de Irán ha muerto, ¿ahora qué? Manual de crisis en pleno choque con Israel
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Reemplazo fácil, sucesión complicada

El presidente de Irán ha muerto, ¿ahora qué? Manual de crisis en pleno choque con Israel

La muerte de Raisi, un presidente profundamente impopular, pero considerado un fuerte candidato para suceder al líder supremo, Ali Jamenei, supone un duro golpe para el régimen islámico en plena crisis con Israel

Foto: Raisi, durante al 45 aniversario de la Revolución Islámica en Irán. (Reuters)
Raisi, durante al 45 aniversario de la Revolución Islámica en Irán. (Reuters)
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Tras un domingo de incertidumbre y búsqueda desesperada entre la densa niebla, las autoridades de Irán confirmaron que el presidente del país, Ebrahim Raisi, falleció en un accidente de helicóptero junto a varios altos funcionarios del gobierno.

La muerte de Raisi, un presidente profundamente impopular, pero considerado un fuerte candidato para suceder al líder supremo, Ali Jamenei, supone un duro golpe para el régimen islámico en plena crisis con Israel. Apenas un mes atrás, Teherán atacaba directamente por primera vez territorio israelí con una lluvia de drones, misiles de crucero y misiles balísticos, aunque sin apenas causar daños. Y pese a que los gobiernos de ambos países dieron un paso atrás para evitar una escalada de consecuencias impredecibles, la tensión continúa en uno de los puntos más altos en décadas.

Pero su fallecimiento, aunque significativo, no desestabilizará a la arquitectura teocrática iraní de la misma manera que lo haría la desaparición de Jamenei. El cargo de presidente en Irán tiene una importancia relativamente menor, ya que se encarga principalmente de asuntos domésticos y no de la seguridad nacional o la dirección ideológica del país, cuestiones que corresponden al líder supremo. Raisi, quien ascendió en la escalera de poder del régimen a base de oportunismo y de obediencia ciega a sus superiores, había sido una figura de poca relevancia durante dos de los momentos clave para el país durante su presidencia: la confrontación con Israel y la 'Revolución del velo' de las mujeres iraníes.

Según la Constitución iraní, el primer vicepresidente asumirá temporalmente las responsabilidades presidenciales. Actualmente, quien se encuentra al frente de este cargo es Mohammad Mokhber, un miembro destacado del régimen sancionado por Estados Unidos en 2021. Cuenta con una larga carrera a las órdenes del líder supremo, incluyendo una etapa como jefe de la Organización para la Ejecución de la Orden del Imam Jomeini, conocida comúnmente como Setad, que administra vastos activos económicos y bienes confiscados.

Foto: Ebrahim Raisi, durante la campaña electoral. (Reuters)

Mokhber deberá formar un consejo junto al portavoz del Parlamento y el jefe del Poder Judicial, con el consentimiento del líder supremo, para elegir el mecanismo de sucesión del presidente. A partir de aquí, existen dos posibles resultados: la convocatoria de elecciones o la intervención directa de Jamenei para designar a un nuevo líder. Mohamed Bagher Ghalibaf, el líder del Legislativo, exalcalde de Teherán y figura cercana al ayatolá, es un posible candidato a convertirse en presidente sin pasar por las urnas.

En caso de que se convoquen elecciones a la presidencia, no cualquiera podrá postularse. En Irán, todos los candidatos deben ser aprobados por el Consejo de Guardianes del régimen, un consejo que en los últimos comicios descalificó a más de 600 candidatos, dejando solo a siete en la boleta electoral. De estos, solo Raisi tenía posibilidades reales de ganar. Como consecuencia de este filtro previo, la participación de los votantes lleva tiempo cayendo en picado en los últimos tiempos. Solo un 48.4% de los llamados a las urnas acudieron a ellas en 2021.

El mayor problema para Jamenei de la súbita salida de escena de Raisi es el enorme vacío que deja en el proceso de su propia sucesión. Un desafío que deberá manejar con cuidado para mantener el delicado equilibrio de poder que sostiene la teocracia islámica. La rivalidad entre las facciones dentro del régimen, particularmente entre los seguidores de Raisi y Mojtaba Jamenei, el hijo del líder supremo, podría intensificarse. "Muchos habían anticipado una feroz lucha por el poder en Irán, pero la mayoría esperaba que se produjera tras la muerte de Jamenei. Ahora, es probable que asistamos al menos a un ensayo general en el que varias facciones blandirán su fuerza", publicaba este domingo en The Atlantic el historiador Arash Azizi.

Foto: Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel. (Europa Press / Ilia Yefimovich)

Mojtaba, respaldado por sectores poderosos del clero, podría beneficiarse de la desaparición del presidente, consolidando su posición como posible sustituto de su padre. Sin embargo, una sucesión familiar sería muy problemática de explicar para un régimen que llegó al poder bajo el argumento de que el gobierno hereditario bajo el sha era ilegítimo.

Por último, independientemente de qué provocó la caída del helicóptero, las teorías de conspiración están destinadas a envenenar el debate al respecto. La muerte de altos funcionarios iraníes en circunstancias sospechosas no es un fenómeno nuevo. El asesinato del general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, en un ataque aéreo estadounidense en 2020 sigue resonando con fuerza en la memoria colectiva de la nación. Las especulaciones sobre la posible implicación de actores internos o externos, especialmente dado el reciente enfrentamiento militar con Israel, ya corren como la pólvora dentro y fuera de la república islámica.

Tras un domingo de incertidumbre y búsqueda desesperada entre la densa niebla, las autoridades de Irán confirmaron que el presidente del país, Ebrahim Raisi, falleció en un accidente de helicóptero junto a varios altos funcionarios del gobierno.

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