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¿Sabotaje, mal clima o helicópteros viejos? Las hipótesis detrás de la muerte del presidente de Irán
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Drones de primera, helicópteros de tercera

¿Sabotaje, mal clima o helicópteros viejos? Las hipótesis detrás de la muerte del presidente de Irán

Las fotos del vehículo en el que volaba Raisi no mostraban que estuviera dotado de cámara termográfica o radar meteorológico. Era un aparato con el equipo básico para vuelo visual.

Foto: Restos del helicóptero en el que viajaba el presidente de Irán. (Reuters/Stringer WANA)
Restos del helicóptero en el que viajaba el presidente de Irán. (Reuters/Stringer WANA)

El pasado domingo 19 de mayo, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, se desplazó en helicóptero a la frontera norte del país para visitar dos proyectos hidroeléctricos. En el viaje de vuelta puso rumbo a la ciudad de Tabriz, capital de Azerbaiyán Oriental, provincia iraní que comparte nombre con el país vecino. El helicóptero nunca llegó a su destino.

Un comunicado oficial habló que el aparato había realizado un “aterrizaje forzoso”. E incluso circuló la versión que, ante las inclemencias meteorológicas, el helicóptero había buscado un lugar donde aterrizar y los pasajeros, que incluía también al ministro de Asuntos Exteriores iraní, habían continuado su viaje por carretera. Cuando se hizo evidente que del aparato no había rastro, también se dijo que alguno de los ocupantes había dado señales de vida mediante el móvil. En realidad, todas esas noticias resultaron no ser más que rumores que contribuyeron a la ceremonia de la confusión. Porque quien quiso transmitir una imagen de normalidad fue incapaz de acallar la expectación generalizada ante la desaparición del presidente de Irán.

Tratándose de Oriente Medio y especialmente de Irán, un país inmerso en un conflicto con Israel donde los golpes en las sombras son frecuentes, se hacía inevitable pensar en el sabotaje, quizá desde Israel, sin descartar un responsable interno. El hecho de que el helicóptero regresara de Azerbaiyán, gran aliado de Israel, y que el incidente se produzca en el momento de máxima tensión con Tel Aviv solo ha abierto las puertas de las teorías conspiranoicas. Lo cierto es que, con los datos que podremos recabar, nunca lo sabremos: especialmente cuando al régimen de Teherán no le conviene hacer ningún hincapié en esa opción y forzar al país a una guerra que quiere evitar.

Ebrahim Raisi, político conservador con un rango dentro de la jerarquía chií iraní inmediatamente inferior al de ayatolá, era considerado como el principal candidato a sustituir al actual líder supremo, Alí Jamenei. Con su muerte, correrá el escalafón e Irán vivirá su particular juego de tronos. Sin embargo, si repasamos las circunstancias del accidente, el aparato implicado y el estado general de las fuerzas armadas de Irán podemos entender que el accidente del pasado domingo tuvo causas probablemente por factores muy mundanos.

El helicóptero en el que viajaba el presidente de Irán era un Bell 212, aparato diseñado en Estados Unidos como una evolución bimotor del icónico Bell 205 de la guerra de Vietnam. Las fuerzas armadas del Irán revolucionario heredaron los materiales comprados por el sah de Persia. En el caso de los helicópteros, fueron más de 800 de varios modelos para compensar la debilidad en medios mecanizados frente a los ejércitos de Irak y la Unión Soviética. Ante las sanciones internacionales, Irán ha desarrollado una industria local para fabricar piezas y también ha tratado de obtener repuestos en el mercado internacional mediante empresas pantallas, con ramificaciones en España. Esto significa que el país no es autosuficiente.

El aparato estrellado este domingo no formaba parte de las flotas heredadas del sah, sino que había sido fabricado en Canadá en 1994 y registrado con el número de construcción 35071. Las fotos del aparato no mostraban que estuviera dotado de cámara termográfica o radar meteorológico. Era un aparato con el equipo básico para vuelo visual.

El riesgo de volar en un aparato de 30 años no es mucho ni poco, depende del mantenimiento recibido. Esto es, la puntualidad de las revisiones, el acceso a repuestos y la profesionalidad del personal implicado. Estos elementos han sido puestos en cuestión en Irán y se ha atribuido el accidente a las sanciones internacionales por la falta de acceso a los repuestos necesarios.

Irán es un país con una industria aeronáutica capaz de desarrollar misiles balísticos y drones suicida relativamente avanzados y a la vez capaz de presentar proyectos estrambóticos condenados al fracaso, pensados fundamentalmente para que el régimen presuma de logros tecnológicos fantasmagóricos. Por ejemplo, en el año 2013 la industria iraní presentó el caza de nueva generación Qaher 313. Los expertos occidentales que examinaron el diseño concluyeron que era imposible que el aparato volara. Las fotos del interior mostraban que los instrumentos de vuelo habían sido obtenidos de una avioneta.

La paradoja, por lo tanto, es que en Irán conviven la tecnología avanzada desarrollada por profesionales cualificados con un régimen autoritario que se legitima con golpes de propaganda basados en una fachada detrás de la que no hay nada. Esto introduce un riesgo en el transporte aéreo cuando a los medios precarios se une la mentira y la corrupción.

Foto: Raisi, durante al 45 aniversario de la Revolución Islámica en Irán. (Reuters)

Todavía es pronto para saber si algún factor mecánico tuvo repercusión en el accidente. Sí sabemos que las condiciones meteorológicas adversas en el norte de Irán, una región montañosa, se convirtieron en una trampa mortal para el helicóptero del presidente. Una situación muy parecida a la del accidente de helicóptero en el que perdió la vida Kobe Bryant en 2020, en el que un piloto que operaba en condiciones de vuelo visual se encontró en medio de una niebla dentro de la que perdió la orientación. En ambos casos opera un factor similar: la condición de VIP del pasajero. Los pilotos de aparatos donde viajan clientes importantes se encuentran siempre la presión de la empresa, o en este caso de la jerarquía militar, para no importunar al pasajero con un cambio de planes dando la vuelta.

Que el presidente de Irán hiciera sus desplazamientos por el país en un aparato con equipos de vuelo básicos mientras encontramos fuertes inversiones en otros campos, como los medios ofensivos empleados para atacar a Israel el pasado 13 de abril, da cuenta de las prioridades del régimen iraní. Pero esto resultó aún más llamativo según pasaron las horas de la desaparición del aparato del presidente del país. Según informó en redes sociales Janez Lenarčič, comisario europeo para gestión de emergencias, el gobierno iraní solicitó ayuda a la Unión Europea. También se solicitó ayuda a Turquía, que hizo despegar un dron Bayraktar Akıncı. Las imágenes captadas por la cámara termográfica del dron fueron compartidas por la agencia de noticias turca Anatolia, sabiendo el golpe propagandístico que suponía. Irán, cuyos drones se han hecho populares por los ataques contra Ucrania e Israel, tuvo que recurrir a la tecnología de un país vecino para encontrar a su presidente desaparecido en su propio país. Una elocuente metáfora de la realidad del régimen y sus prioridades.

El pasado domingo 19 de mayo, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, se desplazó en helicóptero a la frontera norte del país para visitar dos proyectos hidroeléctricos. En el viaje de vuelta puso rumbo a la ciudad de Tabriz, capital de Azerbaiyán Oriental, provincia iraní que comparte nombre con el país vecino. El helicóptero nunca llegó a su destino.

Un comunicado oficial habló que el aparato había realizado un “aterrizaje forzoso”. E incluso circuló la versión que, ante las inclemencias meteorológicas, el helicóptero había buscado un lugar donde aterrizar y los pasajeros, que incluía también al ministro de Asuntos Exteriores iraní, habían continuado su viaje por carretera. Cuando se hizo evidente que del aparato no había rastro, también se dijo que alguno de los ocupantes había dado señales de vida mediante el móvil. En realidad, todas esas noticias resultaron no ser más que rumores que contribuyeron a la ceremonia de la confusión. Porque quien quiso transmitir una imagen de normalidad fue incapaz de acallar la expectación generalizada ante la desaparición del presidente de Irán.

Tratándose de Oriente Medio y especialmente de Irán, un país inmerso en un conflicto con Israel donde los golpes en las sombras son frecuentes, se hacía inevitable pensar en el sabotaje, quizá desde Israel, sin descartar un responsable interno. El hecho de que el helicóptero regresara de Azerbaiyán, gran aliado de Israel, y que el incidente se produzca en el momento de máxima tensión con Tel Aviv solo ha abierto las puertas de las teorías conspiranoicas. Lo cierto es que, con los datos que podremos recabar, nunca lo sabremos: especialmente cuando al régimen de Teherán no le conviene hacer ningún hincapié en esa opción y forzar al país a una guerra que quiere evitar.

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