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Todo lo que China ha intentado para impedir esta ceremonia de inauguración en Taiwán
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La sombra del gigante

Todo lo que China ha intentado para impedir esta ceremonia de inauguración en Taiwán

China no quiere al nuevo presidente de Taiwán, Lai Ching-te, en el poder, y ha hecho todo lo posible por dejarlo claro, incluyendo múltiples intentos de interferencia en las elecciones

Foto: El presidente de Taiwan, Lai Ching-te, durante la ceremonia de inauguración. (EFE/Ritchie B. Tongo)
El presidente de Taiwan, Lai Ching-te, durante la ceremonia de inauguración. (EFE/Ritchie B. Tongo)

"Quiero pedirle a China que deje de intimidar a Taiwán política y militarmente, y que asuma la responsabilidad global de trabajar duro con Taiwán para mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y en la región, para asegurar que el mundo no teme que estalle una guerra. También quiero decirle al mundo: Taiwán no va a hacer concesiones en la democracia y la libertad". Las palabras del nuevo presidente de Taiwán, Lai Ching-te, durante su toma de posesión este lunes por la mañana, estaban calculadas al milímetro, pero el tono del discurso inaugural indicaba que las tensiones entre la isla y la China continental probablemente están aseguradas por un tiempo.

China no quiere a Lai en el poder, y ha hecho todo lo posible por dejarlo claro. Después de que este político resultase vencedor en las elecciones del pasado 13 de enero, un portavoz chino aseguró que su formación, el Partido Democrático Progresista (PDP), “no puede representar a la opinión pública mayoritaria de la isla”, negando así su legitimidad. En los últimos días no solo se han incrementado las patrullas navales cerca de las islas de Kinmen, frente a la costa china pero bajo control taiwanés, sino que Pekín ha anunciado sanciones contra algunas figuras políticas taiwanesas y nuevas medidas legales contra los “separatistas”. También ha sancionado a la empresa Boeing y a dos firmas de producción militar estadounidenses por vender armamento a Taiwán.

El motivo es que el PDP es el principal promotor del nacionalismo taiwanés. En sus ocho años en el cargo, la predecesora de Lai, la presidenta saliente Tsai Ing-wen, ha hecho de la defensa de una identidad propia taiwanesa diferenciada de la china uno de los principales pilares de su administración, y se espera que el nuevo mandatario continúe con estas políticas. Al fin y al cabo, es uno de los principales motivos por el que muchos taiwaneses le votaron el pasado enero.

En la ceremonia inaugural en Taipei este lunes, el ambiente era de alegría festiva, pero también de solemnidad. Las actuaciones de titiriteros, acróbatas y bandas de rock se combinaban con exhibiciones marciales, salvas de artillería y cazas sobrevolando el área. Aunque uno nunca lo diría paseando por las calles de la capital, Taiwán es una nación bajo constante asedio, especialmente en momentos puntuales como los vividos en los últimos meses. China aspira a lograr lo que denomina la “reunificación pacífica” con la isla, y todo lo que representan Lai, Tsai y el PDP es anatema para Pekín. Por ello, ha hecho todo lo posible para desestabilizar al gobierno taiwanés y forzar su caída, antes, durante y después de la elección de Lai.

Foto: Lai Ching-te, vencedor de las elecciones de Taiwán. (Reuters/Ann Wang)

“Uno de los objetivos declarados de China por parte del Gran Secretario General Xi Jinping es el ‘gran rejuvenecimiento' de la nación china. Esto incluye la reunificación de Taiwán con ‘la patria’. Y con este objetivo, China ha estado intentando subvertir las elecciones o cambiar su resultado hacia esta dirección”, explica David Gardas, analista de Sinopsis, un proyecto del Departamento de Sinología de la Universidad Carolina de Praga, a El Confidencial. A principios de enero, las autoridades taiwanesas afirmaban haber investigado casi 3.000 intentos de interferencia en el proceso electoral.

Pekín habría preferido una victoria del Kuomintang (KMT), un partido con el que coincide en la idea de que “solo existe una China”. Durante el último año, cientos de líderes locales del KMT y otros partidos de oposición han participado en viajes subvencionados a China y han tomado parte en reuniones con funcionarios del Partido Comunista. La colusión con el gobierno chino en algunos casos es tal que las autoridades de Taipei han iniciado procesos judiciales contra dos centenares de ellos bajo la llamada Ley Anti-Infiltración, una medida aprobada en 2019 para evitar las operaciones de influencia extranjera. El gobierno chino ha permitido al KMT hacer campaña en territorio chino entre los más de un millón de taiwaneses residentes allí, que representan un 5% de la población de la isla. Y también ha utilizado todas las herramientas a su alcance para sugerir que la relación entre China y Taiwán sería mucho mejor con el Kuomintang al mando.

Incentivos económicos y amenazas híbridas

Antes de las elecciones de enero, el ministro de Comercio chino habló de la posibilidad de cancelar los aranceles a productos agrícolas, pesqueros y textiles, maquinaría y piezas automovilísticas, siempre y cuando el PDP no mantuviese “su posición pro-independencia”. También levantaron la prohibición a las importaciones de ciertas frutas después de que el alcalde de la zona donde se cultivan en Taiwán visitase china junto al vicepresidente del KMT. Así, la amenaza de represalias económicas está siempre presente sobre la isla.

Y no solo económicas. China mantiene una constante actividad de ‘zona gris’, de hostigamiento militar pero sin llegar a cruzar cierto umbral. Un ejemplo son los ciberataques, que se multiplicaron por 30 en el último trimestre de 2023 en comparación con el mismo período el año anterior. Alrededor del período electoral y posterior, las incursiones aéreas en la llamada Zona de Identificación de Defensa Aérea se produjeron casi a diario, una técnica que obliga a las fuerzas armadas taiwanesas a hacer despegar cazas que hagan frente a estas penetraciones, lo que supone un importante desperdicio de recursos y un desgaste que a largo plazo podría minar la eficacia y el sentido de alerta de los defensores. En decenas de casos, estas violaciones del espacio aéreo han tenido lugar en forma de globos, algo que muchos observadores interpretan como una medida netamente intimidatoria.

“China ha estado llevando a cabo muchas acciones que pueden ser vistas como ‘guerra cognitiva’. Y en este tipo de guerra, lo que se busca es ganarse a la opinión pública”, explica Gardas, experto en desinformación china, un fenómeno que lleva años jugando un papel destacado en las operaciones de desestabilización de Taiwán pero que en esta ocasión ha sido clave. Según la organización de verificadores taiwanesa Cofacts, en 2023 se produjo un incremento del 40% en la desinformación respecto al año anterior.

La principal idea difundida por China, incluso hoy, es la de que la continuidad del liderazgo del PDP incrementa las posibilidades de una guerra que sería catastrófica para la isla. “El mensaje de una amenaza militar china inminente fue la más prevalente, representando el 25% de todo el contenido [analizado], seguido de cerca por las narrativas que sugerían que EEUU estaban manipulando a Taiwán hacia una precaria confrontación militar [con China]”, afirma una investigación de los verificadores chinos Taiwan AI Labs.

Redes de cuentas en múltiples plataformas, que investigadores australianos han relacionado con las fuerzas de seguridad y el Ministerio de Exteriores chino, hicieron circular la alegación de que Lai y su candidata a la vicepresidencia Hsiao Bikhim, habían firmado un acuerdo secreto con EEUU para comprar armas por valor de 65.000 millones de dólares a cambio de que Washington les ayudase a ganar las elecciones. Otros mensajes afirmaban que la presidenta Tsai había autorizado la creación de biolaboratorios en connivencia con EEUU para desarrollar bioarmas que solo afectasen a la raza asiática.

La organización estadounidense Graphika, que analiza operaciones de influencia en las redes, denunció en diciembre de 2023 la existencia de “un esfuerzo sostenido y coordinado para manipular las conversaciones en internet sobre política taiwanesa antes de las elecciones presidenciales”, que habría comenzado en fecha tan temprana como mayo de 2022. “La operación parece enfocase en promover al Kuomintang (KMT) y criticar a sus oponentes”, se lee en aquel informe. Otros investigadores encontraron operaciones similares llevadas a cabo desde granjas de trolls chinas en Camboya, Malasia, Hong Kong y la propia China continental.

Foto: El candidato Lai Ching-te durante la campaña electoral en Taiwán. (EFE/ Daniel Ceng)

Estas campañas mostraron una variedad notable de narrativas. Algunas amplificaban el malestar por la carestía de algunos alimentos, como los huevos, mientras que otras agitaban el miedo a un futuro reclutamiento forzoso de los jóvenes en caso de guerra, acusaban a Tsai y Lai de ser “lacayos de los estadounidenses" o afirmaban que el PDP preparaba la venta de la empresa estrella de Taiwán, la firma de semiconductores TSMC, a EEUU. En internet llegó a aparecer un test de paternidad falsificado que “demostraba” que Lai tenía un hijo ilegítimo. Varios altos cargos del PDP, tanto hombres como mujeres, fueron acusados de acoso sexual, y se difundieron fotografías el ministro de exteriores Joseph Wu que habían sido manipuladas para incluir a mujeres en ellas junto con el hashtag #METOO.

También destaca la multiplicidad de plataformas utilizada: Facebook, X/Twitter, TikTok —una aplicación prohibida en China, pero no en Taiwán, donde uno de cada cuatro personas la utiliza—, y por supuesto YouTube. En el momento culminante de las elecciones, los operativos chinos creaban hasta doscientos canales de vídeo al día, según DoubleThink, una organización taiwanesa creada para contrarrestar la desinformación china.

La IA como método de injerencia

Pero lo que verdaderamente ha marcado esta operación de interferencia es la rápida adopción de las nuevas tecnologías, puestas al servicio de la desinformación. “En las elecciones de enero vimos varios métodos emergentes o innovativos. Por ejemplo, ‘deep fakes’ de audio o vídeo”, dice Gardas. “En uno de esos audios, por ejemplo, se modificaron las declaraciones de Lai Ching-te para que pareciese que estaba en contra de la identidad nacional taiwanesa”, explica. Más significativo es otro vídeo falso, detectado por Microsoft en noviembre de 2023, en el que la presidenta Tsai Ing-wen apoyaba a la oposición en lugar de a Lai y aseguraba que esta “representaba a la mayoría taiwanesa”, en el que está considerado como el primer caso en el que un actor estatal utilizó la inteligencia artificial para tratar de influir en las elecciones de otro país.

La IA también tuvo un papel destacado en otro aspecto de esta campaña. Semanas antes de las elecciones empezó a circular en redes un libro de 300 páginas titulado “La historia secreta de Tsai Ing-wen”, que recogía múltiples rumores y afirmaciones escandalosas sobre la presidenta taiwanesa. Esto desconcertó a los analistas de desinformación, puesto que parecía improbable que un volumen semejante fuese a tener demasiados lectores. No obstante, pronto vieron que el libro servía como guion para cientos de vídeos generados mediante inteligencia artificial a partir de ese texto. En algunos casos, la IA creó avatares de inexistentes presentadores de noticias que leían fragmentos del libro, que según Tim Niven, de DoubleThink Lab, “podría haber sido él mismo también fruto de la IA generativa”.

No obstante, la mayoría de estos vídeos apenas acumularon unas pocas visualizaciones, en gran medida debido a su escasa calidad. Del mismo modo, muchos de los perfiles de las redes descritas arriba cuentan con miles de seguidores, pero sin embargo la interacción con los contenidos que postean tiende a ser muy baja, de meras decenas de visualizaciones e incluso menos, lo que apunta a un sistema que está lejos de haber sido perfeccionado. ¿Funcionan, entonces, este tipo de campañas? Gardas cree que no. “Al contrario, porque cuando uno ve las encuestas a largo plazo y cómo se ve la gente a sí misma, si como chinos o taiwaneses o ambos, la mayoría dicen que se sienten o identifican sólidamente como taiwaneses”, señala este especialista.

Según una encuesta del Pew Research Center de principios de este mismo año, un 67% de los ciudadanos de la isla se consideran principalmente taiwaneses, un 28% se declaran tanto chinos como taiwaneses, y solo un 3% se ve a sí mismo como principalmente chinos. “Así que el objetivo de la República Popular de China sería alterar esta tendencia, esta trayectoria. Pero durante años, tal vez durante dos décadas, esto ha ido cambiando en sentido contrario, e incluso se ha acelerado en los últimos años con las tensiones geopolíticas, y posiblemente cuanto más intentan los chinos presionar para cambiar esta tendencia identitaria, menos éxito tienen”, comenta Gardas.

Foto: Un visitante al Mobile World Congress (MWC) de Barcelona habla por teléfono mientras pasa por un 'stand' de inteligencia artificial. (EFE/Andreu Dalmau)

Sin embargo, otros expertos señalan que en estos últimos comicios sí podría haber habido algún resultado. Aunque Lai ganó la elección presidencial por una diferencia considerable, los partidos de la oposición mejoraron sus resultados en las legislativas, y el Kuomintang es ahora la principal fuerza en el Parlamento. Algunos observadores creen que la campaña de interferencia china habría logrado incrementar tanto la polarización como el escepticismo hacia el PDP y sus políticas.

E incluso si este tipo de interferencia no es capaz de hacer descarrilar la elección de sus adversarios, sigue ofreciendo otras ventajas. “Los intentos de interferencia de la RPC en la elección no solo buscaban dañar las perspectivas del DPP y apoyar al Kuomintang y otras fuerzas de oposición vistas como más abiertas a las posturas de Pekín. También estaban dirigidos a sembrar el caos para desacreditar a la democracia taiwanesa y reducir el atractivo de la democracia a nivel global”, afirman Mareike Ohlberg y Etienne Soula, dos expertos sobre China, en un reciente estudio publicado por el German Marshall Fund. Otros investigadores como Niven también han detectado un cambio en la estrategia china, cada vez menos enfocada hacia la promoción de determinados candidatos y más hacia la erosión del sistema democrático taiwanés en su conjunto. China, en cualquier caso, va a seguir intentándolo.

"Quiero pedirle a China que deje de intimidar a Taiwán política y militarmente, y que asuma la responsabilidad global de trabajar duro con Taiwán para mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y en la región, para asegurar que el mundo no teme que estalle una guerra. También quiero decirle al mundo: Taiwán no va a hacer concesiones en la democracia y la libertad". Las palabras del nuevo presidente de Taiwán, Lai Ching-te, durante su toma de posesión este lunes por la mañana, estaban calculadas al milímetro, pero el tono del discurso inaugural indicaba que las tensiones entre la isla y la China continental probablemente están aseguradas por un tiempo.

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