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Cloacas y espías: por qué Rusia y China buscan comprar voluntades en la Eurocámara
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La insitución más vulnerable

Cloacas y espías: por qué Rusia y China buscan comprar voluntades en la Eurocámara

La Eurocámara se ha visto sacudida esta legislatura por varios escándalos de interferencia extranjera. ¿Por qué países como Rusia o China pagan para ganar influencia en la institución?

Foto: Vista del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE/Olivier Hoslet)
Vista del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE/Olivier Hoslet)

La segunda mitad de la legislatura del Parlamento Europeo se ha visto sacudida por distintos escándalos relacionados con países terceros que intentan, por lo civil o lo criminal —y, en algunas ocasiones, por ambas vías— ganar influencia dentro de la institución. Uno de los retos de la próxima Eurocámara, que se constituirá a mediados de julio, será cómo proteger mejor la institución, la única elegida de manera directa por los ciudadanos a través de sufragio universal, de estos escándalos. Porque uno de los bienes más preciados del Parlamento Europeo es la credibilidad y la confianza.

En el imaginario colectivo de los ciudadanos de a pie, el Parlamento Europeo es la institución más reconocible. Saben que la votan, conocen a algunos de los miembros que la conforman porque han escogido su papeleta y la han introducido en una urna, y de vez en cuando lo ven en los informativos. Tienden, de hecho, a sobreestimar las capacidades de la Eurocámara, creyendo que puede hacer más de lo que realmente tiene capacidad de hacer.

Por eso, los distintos escándalos han hecho mucho daño a la institución, que ha intentado, con poca suerte, reforzar los controles internos. El primero y más sonado llegó en 2022: el Qatargate, un escándalo por pagos a eurodiputados por parte de Qatar y Marruecos que llevó a una vicepresidenta en activo del Parlamento Europeo a prisión. Rusia es otro de los principales actores en la institución. Este mismo miércoles, la policía belga ha hecho registros en la vivienda de un asistente de un eurodiputado, así como en su despacho en la sede de la Eurocámara en Bruselas y también en Estrasburgo. La redada estaba relacionada con el pseudomedio Voice of Europe, con sede en Praga, que habría estado pagando a eurodiputados para que diseminaran propaganda rusa.

Antes, a principios de año, se supo que los servicios de inteligencia de Letonia investigaban a Tatjana Ždanoka, una eurodiputada letona de la minoría rusa en el país, bajo la acusación de haber estado cobrando durante años del Servicio Federal de Seguridad Ruso (FSB), la sucesora de la KGB. Ždanoka había sido una de las eurodiputadas más activas en el apoyo al ‘procés’ catalán, que fue uno de los objetivos de la interferencia rusa en la Unión Europea.

Foto: Tatjiana Zdanoka durante una visita el Mar Menor en 2022. (Europa Press/DIMA)

En Bruselas se bromeó mucho en los días del Qatargate sobre que los cataríes descubrirían, a raíz de los artículos que se escribieran, que se habían equivocado de institución. Tienen más poder la Comisión Europea o el Consejo de la Unión Europea, y habían ido a meter dinero a la que menos peso tenía. Sin embargo, hay varias razones para ello. La primera es precisamente la misma que hace que al Parlamento Europeo le haga tanto daño estos escándalos: la imagen que tienen los ciudadanos de la institución. La Eurocámara quizás no tenga demasiados poderes, pero sí tiene un lugar relevante en el imaginario público de los ciudadanos. Y si uno puede hacer algo por evitar que apruebe una resolución en la que te critican por la situación de los derechos humanos en tu país, por ejemplo, mucho mejor.

La segunda es que se trata la institución en la que es más fácil infiltrarse. Hay 705 eurodiputados, que a partir de estas elecciones aumentarán hasta los 720, con unos cuantos asistentes por eurodiputado y grupo en la cámara, y, en general, pocos controles sobre los ingresos de los miembros del Parlamento Europeo. Los grupos de la sociedad civil, como Transparencia Internacional, critican que se trata de un sistema de “autovigilancia” que hace que los eurodiputados que quieran saltarse las reglas lo tengan relativamente fácil.

Foto: La Policía belga, durante un registro en el Parlamento Europeo. (Europa Press/Laurie Dieffembacq)

Además de Rusia o Catar, hay un nuevo agente que cada vez está más activo: China. A principios de mayo, las autoridades alemanas y belgas hicieron una redada en las oficinas de un eurodiputado de Alternativa para Alemania (AfD), el partido ultra alemán. Maximilian Krah no es un eurodiputado cualquiera. Era el cabeza de lista de AfD para las elecciones de entre el 6 y el 9 de junio. La fiscalía alemana acusa a uno de sus asistentes de haber espiado para China.

El Qatargate y las recientes investigaciones de las autoridades belgas y alemanas muestran que, en muchas ocasiones, los asistentes parlamentarios juegan un papel fundamental a la hora de crear redes de influencia dentro de la Eurocámara. ¿Por qué? Los eurodiputados vienen y van, pero muchos asistentes parlamentarios van siendo “heredados” por eurodiputados del mismo grupo, o circulan por distintas formaciones de un mismo bloque en la Eurocámara. Por ejemplo, el último investigado en relación con el caso de “Voice of Europe” fue expulsado del partido de Marine Le Pen por antisemitismo, acabó en el grupo de AfD, como asistente también de Krah, y en la actualidad trabajaba para un eurodiputado holandés de Forum voor Democratie, en los no inscritos.

Los asistentes son inversiones especialmente interesantes para los países terceros que quieren tejer una red de influencia y pagos. Cada cinco años, son muchos los eurodiputados que no repiten, pero si los asistentes se mantienen, Rusia, Catar o cualquier otro país puede volver a comenzar a construir su red a raíz de ese activo. Hay casos muy claros y algunos acaban en los tribunales, pero luego hay grises. Los miembros del Parlamento Europeo y muchos trabajadores tienen sospechas de las simpatías de unos u otros, de los lazos de ciertos partidos con Moscú y de los patrones que muestran algunos eurodiputados.

Foto: Agentes de la policía alemana. (EFE/Focke Strangmann)

Los grises son problemáticos, porque también hay miles de lobbies que tienen acceso al Parlamento Europeo. Tienen que estar en el registro de transparencia de la institución, pero tienen acceso a los eurodiputados, y, en algunos casos, les dicen claramente qué hacer. En 2023, el eurodiputado liberal Ondřej Kovařík circuló una enmienda sobre una legislación del sector automovilístico que había sido literalmente escrita por un lobbista de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles. El cabildeo no tiene nada que ver con la interferencia extranjera, pero para los críticos muestra una cultura extendida en algunos sectores de la Eurocámara que facilita el hecho de que ciertos eurodiputados vean con cierta naturalidad los intentos de influencia de países terceros.

Una operación para desestabilizar Europa

Los funcionarios europeos han reconocido que, en el caso específico de los rusos, están aumentando la presión en varios frentes antes de las elecciones europeas. A diferencia de otras campañas de desinformación, la operación que involucra a Voice of Europe, es mucho más sofisticada y se ha centrado en aprovechar su influencia. Sin embargo, los últimos escándalos que han envuelto al Parlamento Europeo forman parte de una estrategia mucho más amplia por parte del Kremlin para desestabilizar Europa. "Desde los primeros días de la primera invasión de Ucrania en 2014, salieron a la luz los esfuerzos de la Federación Rusa por influir en la opinión pública y socavar la seguridad europea", afirmó Ruslan Trad, investigador de seguridad en Atlantic Council y experto en las operaciones de inteligencia rusas en Occidente, en una entrevista anterior con El Confidencial.

Los analistas apuntan a que uno de los principales objetivos es romper la unidad europea en torno a Ucrania y dividir a los diferentes países. "Como podemos ver, en algunos países las noticias de Ucrania ya no son protagonistas, aunque ha habido ataques y batallas recientes. La inteligencia rusa intentará sabotear los suministros militares, influir en la opinión pública e incluso conseguir que parlamentarios y políticos estén de su lado", añade Trad.

Foto: Una manifestación en apoyo a Putin, en junio de 2023. (EFE/Sergei Ilnitsky)

Andrei Soldatov, periodista de investigación ruso y experto en servicios de seguridad del Kremlin, sostiene que, dentro del plan de Rusia para desestabilizar Europa, uno de los puntos más importantes es comprometer a países como Alemania para crear un problema de confianza dentro de los socios europeos y de los miembros de la OTAN. Lo intentaron hacer el pasado marzo, cuando el Kremlin filtró una conversación telefónica de la fuerza aérea alemana, la Bundeswehr, en la que se daba información sobre las ayudas a Ucrania. Este tipo de filtraciones pueden ampliar las grietas dentro de la alianza porque cae la confianza entre los miembros de la alianza a la hora de compartir información.

También se puede potenciar una sensación de inseguridad dentro de los países de la OTAN y utilizar este escenario como una ventana de oportunidad para desestabilizar Occidente. "A medida que la guerra en Ucrania se prolonga, Rusia tiene interés en crear crisis en lugares más lejanos. Los Balcanes presentan un conjunto de oportunidades particularmente serias. Rusia también tiene un interés activo en desestabilizar a los socios de Ucrania, y con una serie de elecciones próximas en toda Europa hay una amplia gama de oportunidades para exacerbar la polarización", apunta el estudio La amenaza de la guerra no convencional de Rusia más allá de Ucrania, publicado por un grupo de expertos de Royal United Services Institute (RUSI).

Andrei Soldatov concluye que la amenaza que plantea Rusia y su inteligencia será un motivo de preocupación cada vez mayor para los gobiernos occidentales. "Se están volviendo más competentes y más agresivos; es una combinación muy peligrosa", afirma.

La segunda mitad de la legislatura del Parlamento Europeo se ha visto sacudida por distintos escándalos relacionados con países terceros que intentan, por lo civil o lo criminal —y, en algunas ocasiones, por ambas vías— ganar influencia dentro de la institución. Uno de los retos de la próxima Eurocámara, que se constituirá a mediados de julio, será cómo proteger mejor la institución, la única elegida de manera directa por los ciudadanos a través de sufragio universal, de estos escándalos. Porque uno de los bienes más preciados del Parlamento Europeo es la credibilidad y la confianza.

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