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Cómo una subvención estatal para arreglar casas está arruinando la economía italiana
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Buenas intenciones, malos resultados

Cómo una subvención estatal para arreglar casas está arruinando la economía italiana

En Italia se le conocía con un nombre suficientemente elocuente: el superbonus. Un monstruo de cerca de 219.000 millones de euros. O casi el 10% del PIB de Italia

Foto: Trabajadores de la construcción en Caserta, sur de Italia. (Reuters/Remo Casilli)
Trabajadores de la construcción en Caserta, sur de Italia. (Reuters/Remo Casilli)
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Comenzó con una mera alerta. Era 2022 y Mario Draghi, entonces primer ministro, hablaba de una "bomba de relojería" para las arcas del Estado italiano. El tic tac había empezado dos años antes, cuando se aprobó un plan de deducciones fiscales estratosféricas para hacer edificios, residencias y cooperativas más eficientes energéticamente. En Italia se le conocía con un nombre suficientemente elocuente: el superbonus. Aunque Draghi, exdirector del Banco Central Europeo, intentó llevar la suspensión del programa al Parlamento, por alguna razón, nadie le hizo caso. La Cámara desoyó las advertencias hasta que ya en 2024 el impacto sobre la deuda pública italiana es tal que es imposible esconderlo bajo la alfombra.

Un monstruo de cerca de 219.000 millones de euros. O casi el 10% del PIB de Italia.

Todo empezó en el contexto de la pandemia del coronavirus, que forzó el cerrojazo sobre Italia durante varios meses, cebándose con una economía prácticamente en suspenso. Entonces, el gobierno de Giuseppe Conte (con el socialista Partido Democrático y el Movimiento 5 Estrellas) buscaba reactivar la economía y la industria de la construcción, cumpliendo además con los requisitos verdes del zeitgeist del momento. El Estado se haría cargo del 110% del gasto de la reforma para hacer las casas más eficientes energéticamente o, según un segundo programa, del 90% de la reforma de frontales de edificios.

Miles de personas se acogieron (y lo siguen haciendo), y el agujero se compara, en palabras de un exaltado ministro de Economía italiano actual, Giancarlo Giorgetti, con el trágico megatsunami de la represa del río Vajont, en 1963, considerado uno de los peores desastres por negligencia humana del país. Con el verbo muy florido fruto del enfado — el pasado abril llegó a amenazar con dimitir si el programa no se suspendía o, al menos, se limitaba—, calificó sus efectos sobre la economía italiana como los típicos "del LSD".

Foto: Hundimiento del Puente Morandi, en Génova. (Reuters)

Un reciente informe de la agencia de calificación Fitch también lo ha dicho de forma bastante clara. Según su análisis, el superbonus es lo que contribuirá a que la deuda pública italiana en 2027 se dispare hasta el 142% del PIB (ahora es del 137%, según Eurostat), incluso por encima de la previsión del Gobierno, que estimó un alza hasta el 139% del PIB para ese año. Otros estudios también han señalado este bono como responsable del crecimiento del déficit que, según cifras oficiales, ha aumentado al 7,4% en 2023, por encima de la previsión inicial de 4,5%. “Y podría empeorar”, han considerado algunos observadores.

160.000 millones

Todo porque, como dicen estudios y expertos, Italia ha acumulado más de 160.000 millones de euros en créditos a devolver a los beneficiarios del programa entre 2020 y 2023. El superbonus ha destruido “las cuentas públicas para estos años y los que están por venir”, ha sido la conclusión de Giorgetti en una reciente audiencia en el Congreso italiano. A estos 160.000 millones se les pueden añadir programas paralelos (como el de la reforma de las fachadas de los edificios subvencionado al 90% del coste), que aumentarían el déficit hasta los más de 200.000 millones.

Veronica De Romanis, una de las economistas más escuchadas de Italia y autora de un nuevo volumen sobre la cuestión (Un pasto gratis), se muestra de acuerdo con el ministro. “Ha resultado ser una medida totalmente siniestra para el país”, afirma a El Confidencial (al tiempo que confiesa que Giorgetti “tiene una copia” de su libro).

“La primera razón es el impacto a largo plazo que el superbonus tendrá sobre la deuda italiana y la economía en su conjunto, pero otro aspecto es que sobre todo se han beneficiado los más ricos: los propietarios de segundas o terceras casas, los condominios de lujo... Gente que no tenía ninguna necesidad de beneficiarse de una medida tan generosa”, asevera la economista.

Foto: Mural de Antonio Gramsci.

Un informe del Tribunal de Cuentas italiano del año pasado también señaló la medida como económicamente "distorsionadora e inflacionaria" y, además, beneficiosa para los más ricos de las regiones más ricas. Lo que podría pasar una doble factura en el futuro. “Seguramente el superbonus ha añadido una presión a la economía italiana que no había sido prevista, en un momento en el que además están subiendo los intereses sobre la deuda”, dice en esta línea el profesor Giorgio Giorgi, catedrático de la Universidad Luiss de Roma y autor de Nelle tasche degli italiani (En los bolsillos de los italianos).

"No tuvieron el valor de cancelarlo"

“Fue un error no prever las repercusiones del plan, pero más grave aún fue no suspenderlo a tiempo”, añade Giorgi. Según él, de hecho, es comprensible la razón por la que en 2020, con la economía italiana de facto en coma por la pandemia, el entonces Gobierno de Giuseppe Conte creó el plan (poniendo, además, de acuerdo a los populistas del Movimiento 5 Estrellas y a los socialdemócratas del Partido Democrático). “La idea inicial era dar un poco de aire a la economía italiana, ya que el plan preveía un subsidio del 110% del valor de las obras para mejorar las prestaciones energéticas de las viviendas. El problema más grave es que luego los partidos no tuvieron el valor de cancelarlo”, opina Giorgi. De hecho, el plan, que inicialmente caducaba en 2021, fue luego prorrogado.

Así que a Italia ahora solo le queda hacer frente a las consecuencias. Secuelas que, según De Romanis y Giorgi, serán significativas a nivel macroeconómico: habrá que retrasar inversiones y bajadas de impuestos. Además, el país será muy vulnerable en caso de una eventual gran crisis financiera, como la de 2008. “En caso de otra gran crisis financiera, es evidente que Italia no podrá reaccionar como debería. Es imposible con una deuda tan alta”, dice Giorgi. Más aún, algunos han incluso criticado que la medida ni siquiera ha contribuido a disminuir las emisiones de CO₂.

Foto: Aguas más claras en Venecia, fruto de la ausencia de barcos en los canales de la ciudad. (EFE)

Pero sí que las amenazas de Giorgetti están teniendo cierto efecto. Para empezar, más voces, también dentro de la política, han empezado a coincidir con él. Incluso el Movimiento 5 Estrellas, considerado el principal responsable del plan, ha dejado de defenderlo. Además, desde hace dos meses se ha restringido fuertemente la posibilidad de presentar nuevas solicitudes de potenciales beneficiarios. Y actualmente se está discutiendo cómo hacer frente a los reembolsos que aún no se han hecho.

Problema añadido: a partir del próximo 1 de enero, Italia debería empezar a reducir su deuda pública en un 1% cada año, según lo establecido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento acordado en diciembre pasado. Es la regla que vale para todos los países que tienen una deuda superior al 90% de su PIB. Roma está entre estos. Lo que deja abierta la pregunta de qué fórmula se encontrará para una misión que, ahora mismo, parece imposible.

Comenzó con una mera alerta. Era 2022 y Mario Draghi, entonces primer ministro, hablaba de una "bomba de relojería" para las arcas del Estado italiano. El tic tac había empezado dos años antes, cuando se aprobó un plan de deducciones fiscales estratosféricas para hacer edificios, residencias y cooperativas más eficientes energéticamente. En Italia se le conocía con un nombre suficientemente elocuente: el superbonus. Aunque Draghi, exdirector del Banco Central Europeo, intentó llevar la suspensión del programa al Parlamento, por alguna razón, nadie le hizo caso. La Cámara desoyó las advertencias hasta que ya en 2024 el impacto sobre la deuda pública italiana es tal que es imposible esconderlo bajo la alfombra.

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