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Sheinbaum, la heredera: ¿será capaz la candidata de salir de la sombra de López Obrador?
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mantiene la ventaja en las elecciones

Sheinbaum, la heredera: ¿será capaz la candidata de salir de la sombra de López Obrador?

Claudia Sheinbaum tiene muchas posibilidades de ganar las elecciones de México este domingo, pero su candidatura sigue a rebufo de Andrés Manuel López Obrador

Foto: Claudia Sheinbaum, el 29 de mayo. (REUTERS / Raquel Cunha)
Claudia Sheinbaum, el 29 de mayo. (REUTERS / Raquel Cunha)
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A Claudia Sheinbaum (Ciudad de México, 1962) le cambió la vida una tarde de julio, hace ahora 24 años, en un local de una conocida cadena de restaurantes mexicana. Ella era una académica muy reputada, experta en temas medioambientales y militante de izquierda desde muy joven, aunque desconocida. El hoy presidente, Andrés Manuel Lopez Obrador, era ya uno de los políticos clave del país, acababa de ganar la alcaldía de Ciudad de México y buscaba a una científica que le ayudase a hacer frente al problema de la contaminación en la capital, entonces conocida como el Distrito Federal. Apenas 15 minutos bastaron para que el líder progresista quedase convencido: la académica sería su secretaria de Medioambiente, y comenzaría una carrera que está muy cerca de llevarla a la presidencia.

Sheinbaum es la principal favorita para ganar las elecciones de este domingo. Tiene alrededor de un 55% de intención de voto en las encuestas, y supera a su rival, Xóchitl Gálvez, en más de una veintena de puntos, siempre a rebufo de López Obrador, que va a terminar su mandato con un apoyo superior al 60%, mayor que el de casi todos los líderes latinoamericanos latinoamericanos.

"Me comprometo a guardar el legado de López Obrador", dijo Sheinbaum en su mítin de cierre de campaña, sobre un templete calculadamente situado en el Zócalo de Ciudad de México, frente al Palacio Nacional, en una escena que recordó a muchos los tiempos en los que el hoy opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominaba con mano de hierro la política mexicana.

La académica incluso se atrevió a nombrar a López Obrador como "el mejor presidente de la historia", poniéndolo por encima de Benito Juárez, quien para buena parte de los mexicanos y también para el actual mandatario ocupa ese lugar en el panteón de los líderes del país norteamericano.

Foto: Un soldado en las calles de Ciudad Juárez durante la campaña presidencial. (Reuters/Jose Luis Gonzalez)

Esas alusiones al López Obrador son básicas para su campaña. Sheinbaum sabe que el mandatario es el líder de su movimiento, el alfa, el "gallo más gallo", y que la mayoría de los votos que ella obtenga este domingo se deben única y exclusivamente a su apoyo. Tanto ella como su equipo son conscientes de que la candidata, alcaldesa de Ciudad de México hasta hace unos meses, de hablar calculado, y carácter mesurado, incluso algo tímido, no tiene el carisma de López Obrador.

Sheinbaum, una ávida lectora, fan de Gabriel García Márquez y Rosa Montero, es una científica que estudió Física en la UNAM de México, la universidad más importante de Iberoamérica, y también se recibió allí como doctora en ingeniería energética. Es descrita por los suyos como muy trabajadora y obcecada, pero no como el "animal político" que se considera a López Obrador en su país.

Parte de la popularidad de este Gobierno se debe a su gestión económica. El PIB de México recuperó su nivel prepandemia en el segundo trimestre de 2022 y desde entonces crece a un ritmo superior al 2,5% anual, inferior al 4,5% deseado siempre por las instituciones financieras mexicanas, pero superior al de la segunda mitad de la pasada década y a la media de la región latinoamericana en un contexto de crisis mundial.

México se está subiendo a la ola del nearshoring, la política de relocalización de empresas estadounidenses a países cercanos para no depender del mercado asiático y de sus políticas. Desde hace unos meses volvió a superar a China como mayor socio comercial de EEUU.

La inversión extranjera directa está en máximos históricos. El desempleo, en mínimos, aunque persiste un fuerte problema en el mercado laboral de informalidad, que sigue siendo la principal fuente de puestos de trabajo. El peso mexicano es una de las divisas más revaluadas del mundo con respecto al dólar, aumentando los salarios reales, tras la ralentización de la inflación, en un país donde la paga mínima ha aumentado un 120% durante el actual sexenio.

Cinco millones de personas han salido de la pobreza, el mayor ratio en los últimos tres lustros, en un contexto también de fuerte inversión social, aunque 46 millones de mexicanos, un 36% de la población, continúan bajo la línea y muchos reclaman mayores medidas para disminuir el número de personas en situación de carestía dentro de la ola de nearshoring.

Abrazos... ¿no balazos?

Las propuestas de Sheinbaum, en este sentido, son de continuismo en la austeridad con mirada social que ha caracterizado al mandato de López Obrador, aunque deberá arreglar el desaguisado en el sistema de salud que ha dejado a millones de personas marginadas del sistema, tras una reforma muy criticada, y que supone uno de los mayores señalamientos a la actual administración. Reconoce al libre mercado pero asegura siempre que su gestión no lo dejará todo a merced de la mano invisible, haciendo apología de la intervención estatal.

La violencia que vive el país es la principal crítica al Gobierno de López Obrador. Que México es uno de los países más peligrosos del mundo ha vuelto, tristemente, a ponerse de manifiesto en una campaña en la que, al menos, 35 aspirantes han sido asesinados y más de 700 han sufrido algún tipo de violencia —incluido el secuestro— e intimidación.

Este sexenio cerrará con más de 180.000 asesinatos, la cifra más alta de su historia. López Obrador culpa de esa tasa a la herencia recibida del Gobierno del priista Enrique Peña Nieto. La cifra de homicidios cayó un 5,3% en 2023 y suma cuatro años consecutivos de mejora. Es importante, pero aún hay 30.500 asesinatos anuales y otros delitos, como la extorsión y el secuestro, han aumentado a rebufo del menor lucro con el tráfico de drogas, debido a que los precios de la cocaína y, sobre todo, de la heroína se han resentido con la irrupción del fentanilo en EEUU, una droga más sencilla de producir de forma masiva.

La estrategia de "abrazos y no balazos" de López Obrador, junto con la creación de la militarizada Guardia Nacional, no han conseguido los resultados que se esperaban. Sigue existiendo, ya cronificado, un alto nivel de corrupción en las autoridades.

Foto: A qué se dedicaba Claudia Sheinbaum, la aspirante a la presidencia de México en las próximas elecciones generales 2024 (EFE/Luis Ramírez)

Sin embargo, parece que esta situación que se vive en la práctica totalidad del país —la extorsión ha llegado incluso a las calles aledañas al Palacio Nacional— no ha perjudicado a López Obrador como perjudicó hace años a los expresidentes Francisco Calderón y a Enrique Peña Nieto. "La no disminución de la aceptación de López Obrador está más delimitado por un tema de mercadotecnia política el cual ha sido no solo relevante, sino muy creativo. Aunado a esto, como sucede en la mayoría de las izquierdas latinoamericanas, más de 20 millones de personas están recibiendo hoy en día algo de dinero o de ayuda por parte del Gobierno", comenta Arturo González, analista de la consultora González de Araujo.

Existen, asimismo, puntos de vista complementarios. "Tristemente nos estamos acostumbrando a esta violencia", explica a El Confidencial Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Asociación Mexicana de Pequeños Comerciantes (AMPEC). "Es algo ya cultural, y se ve en las redes sociales, donde muchos hacen alarde de su actuar mafioso", considera el empresario.

En cualquier caso, en la ecuación de la fortaleza de la actual administración, también entra el descrédito de la coalición opositora, formada por la antaño formación hegemónica, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó durante siete décadas ininterrumpidas, el Partido Acción Nacional (PAN) que lo sustituyó en el poder a principios de siglo, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la antigua formación de izquierda en la que militaron tanto López Obrador como Sheinbaum.

La familia Sheinbaum

El rebufo de la popularidad de López Obrador es clave para Sheinbaum, para lo bueno y para lo malo, pero los suyos también llevan meses intentando elevar su perfil como política izquierdista para igualarla al presidente saliente. La "heredera" es la segunda de tres hermanos de una familia de orígenes judíos. Su abuelo paterno llegó a México en la década de los 20 desde lituania y su familia materna llegó después desde Bulgaria huyendo del nazismo.

Sus padres, ambos científicos, combinaban su actividad académica con la participación en los movimientos estudiantiles de los 60 y ahí nació el interés por la política de Sheinbaum que, aunque apenas era una niña, se considera una "hija del movimiento del 68". Algunos analistas llegan a asegurar que ella es una izquierdista incluso más radical que López Obrador cuya política, más allá de la retórica, ha hecho gala de una proverbial austeridad y, para muchos, está alejada del progresismo más radical.

Desde muy joven comenzó a participar en movimientos estudiantiles y feministas y, de hecho, se casó con Carlos Imaz, uno de los fundadores, junto a López Obrador, del PRD, del que se separaría años después tras un escándalo en el que el exmarido apareció en unos vídeos recibiendo dinero de origen ilícito. Hace unos meses volvió a casarse con su novio de la universidad.

La actividad profesional de Sheinbaum, en cualquier caso, estuvo durante dos décadas centrada en la academia y realizó numerosos estudios sobre sostenibilidad y medio ambiente. De ahí que un amigo en común con el presidente recomendase a López Obrador reunirse con ella en el 2000. Como secretaria de ambiente de Ciudad de México promovió proyectos como el Metrobús y la reforestación arbórea.

Foto: A qué se dedicaba Xóchitl Gálvez, la aspirante a la presidencia de México en las próximas elecciones generales 2024 (REUTERS/Luis Cortes)

Ya en 2006 era una de las más cercanas colaboradoras del presidente, llegando a convertirse en portavoz de su fallida campaña presidencial, que perdió por un puñado de votos, denunciando fraude. Tras la fallida experiencia, volvió a la academia, aunque mezclándola con política, e hizo parte del Panel Integral de Cambio Climático de la ONU (IPEC) que ganó el Nobel de la Paz en 2007.

Tras la creación del actual partido oficialista, Morena, logró convertirse en delegada de Tlalpan, el barrio de Ciudad de México donde siempre ha vivido, incluso ahora. Fue muy criticada después del terremoto de septiembre de 2017, cuando colapsó un colegio en el que murieron 19 niños y siete adultos. Fue acusada de no haber ordenado un mantenimiento que podría haber salvado vidas.

Se convirtió después, a rebufo de la popularidad del presidente, en jefa de Gobierno de Ciudad de México, quizás el puesto de elección popular más importante después del presidencial. Su administración se caracterizó por una fuerte inversión social en los barrios, la expansión de las ciclovías y de las infraestructuras de transporte. Sheinbaum siempre destaca que logró reducir los índices de homicidios en la capital a la mitad, alcanzando ahora una tasa de ocho asesinatos por cada 100.000 habitantes, baja en un país que registra en su totalidad más de 23 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

Sin embargo, sus críticos consideran que la ciudad no se siente más segura y que otros delitos como la extorsión han crecido considerablemente. Sheinbaum también fue muy señalada por la ruptura de un viaducto de la línea 12 del metro capitalino que supuso la muerte de 26 personas y dejó decenas de heridos, ante la falta de mantenimiento de esa instalación.

Presidenta en el país de los feminicidios

La que se va a convertir muy probablemente en la primera mujer presidenta de la historia de México ha sido también muy criticada por diversos grupos feministas por su política de "contención" de las masivas marchas del 8M, que muchas consideran "represión". La exalcaldesa de la capital mexicana va a ser la primera mujer mandataria en un país que registró, el año pasado, más de 3.000 feminicidios por cuestiones de género, y este año cuenta ya más de 400 casos. Es uno de los países con más asesinatos y tasas de violencia hacia las mujeres de occidente.

Diversos grupos feministas destacan que la llegada de una mujer a la presidencia sin duda será un ejemplo para generaciones venideras, pero alertan también que de nada servirá si durante el próximo sexenio no se desarrollan políticas destinadas a la igualdad en un país donde el 75% de la población, según una encuesta de El País, considera que los mexicanos son "algo" o "muy" machistas.

Una de las estrategias de Sheinbaum en campaña, consciente de su ventaja, es no meterse en temas espinosos. Por eso, creen algunos analistas, no se ha referido al aborto, que sigue sin estar regulado en 21 de los Estados del país y la candidata también ha recibido críticas por no detallar su plan antifeminicidios. Sí ha propuesto apoyar económicamente a madres cabeza de familia, reconocer los cuidados y las tareas del hogar, no remuneradas hasta ahora, y ayudar a pensionarse a mujeres de entre 60 y 64 años a las que no les alcanza lo cotizado, además de elevar a rango constitucional la "igualdad sustantiva".

Esas políticas, consideran muchas asociaciones, no han sido lo suficientemente implementadas en el actual sexenio y es, quizás, uno de los aspectos que más podría cambiar en la próxima administración. Mucho será, probablemente, continuismo. Sheinbaum se ha plegado constante y decididamente a la agenda gubernamental de López Obrador, también en campaña.

Foto: El templete derrumbado por el viento en Nuevo León, en México. (Reuters/Daniel Becerril)

"Su Gobierno sería del mismo corte. Más bien lo que estamos viendo es una sucesión. Históricamente en el PRI antiguo se decía que había un dedazo y es lo que sucedió en esta administración. López Obrador entregó el mando a Claudia Sheinbaum, y asi se hizo en un ritual, para que pudiera seguir con lo que ellos llaman la Cuarta Transformación. Ella podría ser un tanto más polarizante pero dentro del mismo corte", considera el analista González.

La oposición denuncia ataques a la democracia, especialmente a los organismos públicos independientes, y está por ver si ese aspecto continuaría en una Administración Sheinbaum. "Está bastante claro que hay un efecto autoritario, primeramente en los ataques a las autoridades y a las instituciones autónomas. También hay un ataque directo a la sociedad civil, con lo cual lo que ha procurado es buscar la mayor concentración de poder en la figura presidencial. Esto no es nuevo, había corporativismo en los años 70. La idea de mantener la democracia es poder mantener las instituciones independientes, y ahora ha habido un ataque directo al poder judicial", asegura González. Sheinbaum, como López Obrador, asegura que defiende la democracia ante sus predecesores.

Lo único en lo que ambos parecen diferir es en la transición de la producción energética hacia las renovables, algo que López Obrador no reforzó, defendiendo a los combustibles fósiles. Sheinbaum defiende, además, una entrada de la inversión privada en la petrolera estatal Pemex, que atraviesa una fuerte crisis y que podría ser un tema de futura fricción con el presidente.

La "heredera", con unas profundas convicciones medioambientales, ha callado, eso sí, ante la construcción del Tren Maya, la megaobra que López Obrador deja como herencia de su sexenio y que ha sido profundamente criticada por los ambientalistas al haber destruido áreas naturales de valor incalculable.

Llenar el vacío de AMLO

Está por ver, eso sí, cómo evoluciona la relación entre ambos una vez que llegue al cargo. No sería la primera vez que se produce un choque de trenes entre un ex mandatario y su delfín. Bien lo sabe el colombiano Álvaro Uribe, que rompió con su sucesor, Juan Manuel Santos, a los meses de la llegada de este al cargo, igual situación que ocurrió en Ecuador entre Rafael Correa y Lenín Moreno, y en Bolivia entre Evo Morales y Luis Arce, a quien ahora el líder indígena ha llegado incluso a calificar como "dictador".

Tampoco se descarta que haya fricciones inmediatas dentro del mismo partido oficialista. De hecho, algunos analistas prevén una guerra. López Obrador, por muy grande que sea su influencia, es ya historia de la política mexicana, y su poder de maniobra se limita mucho. Sheinbaum siempre fue su favorita para ser su sucesora, pero lo tuvo que luchar con varios altos mandos del partido, especialmente con el ex alcalde de Ciudad de México y ex ministro de Exteriores, Marcelo Ebrard.

Todos sus contrincantes por el liderazgo del partido estuvieron en su mitin de cierre de campaña, y repartieron abrazos, besos y elogios a la candidata, pero tras las elecciones esas buenas palabras podrían comenzar a convertirse en zancadillas, más si la coalición oficialista no logra la mayoría en el Congreso, algo que no es descartable.

Sheinbaum tiene un gran reto. Llenar el vacío de poder que deja López Obrador. El presidente dice que quiere desaparecer en una finca en Palenque heredada de sus padres, pero obviamente son muy pocos en México quienes creen que vaya realmente a darse esa situación.

A Claudia Sheinbaum (Ciudad de México, 1962) le cambió la vida una tarde de julio, hace ahora 24 años, en un local de una conocida cadena de restaurantes mexicana. Ella era una académica muy reputada, experta en temas medioambientales y militante de izquierda desde muy joven, aunque desconocida. El hoy presidente, Andrés Manuel Lopez Obrador, era ya uno de los políticos clave del país, acababa de ganar la alcaldía de Ciudad de México y buscaba a una científica que le ayudase a hacer frente al problema de la contaminación en la capital, entonces conocida como el Distrito Federal. Apenas 15 minutos bastaron para que el líder progresista quedase convencido: la académica sería su secretaria de Medioambiente, y comenzaría una carrera que está muy cerca de llevarla a la presidencia.

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