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El problema definitivo de la defensa europea está en Marte (y no lo resuelve un comisario)
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un tanque para unirlos ¿a todos?

El problema definitivo de la defensa europea está en Marte (y no lo resuelve un comisario)

Las elecciones europeas arrancan un nuevo ciclo político en la Unión Europea, uno marcado por la defensa. Von der Leyen promete un nuevo comisario para el sector. Pero hay problemas que solo resuelve un 'sheriff'

Foto: Carro de combate español Leopard utilizado para entrenar soldados ucranianos. (Reuters/Juan Medina)
Carro de combate español Leopard utilizado para entrenar soldados ucranianos. (Reuters/Juan Medina)

El nudo gordiano de la defensa europea está en Marte. El Tanque Principal de Europa o Main Armored Tank of Europe (MArTE) está en la lista de 54 proyectos de defensa que la Comisión Europea financiará con 20 millones de euros para realizar estudios y diseños preliminares. El plan, coordinado por el desconocido consorcio alemán Marte Arge GbR, involucra a 46 compañías de 12 países, incluidas varias españolas. Sin embargo, no hay ninguna compañía francesa o polaca. Y este es el gran problema. Todavía hoy, cada estado miembro de la Unión Europea sigue haciendo la guerra por su cuenta.

El programa Marte aspira a construir un carro de combate con tecnología punta en protección, detección y ataque. Un viejo sueño de la UE que lleva décadas tratando de poner en marcha alguna medida para optimizar sus fuerzas acorazadas. En realidad, de todos sus equipos militares. La teoría es sencilla: un equipo estándar para los ejércitos europeos que logre generar economías de escala, abaratar los costes de mantenimiento y simplificar la logística. Armamento capaz de competir en efectividad y tecnología con el estadounidense.

La práctica es mucho más compleja. Un reciente estudio del Jacques Delors Centre analizó la atomización de los sistemas de armas en Europa frente a los de Estados Unidos. Mientras que Europa utiliza 17 modelos distintos de carro de combate, los estadounidenses utilizan uno. En el terreno naval, los europeos tienen 29 tipos de destructores/fragatas diferentes, frente a cuatro de los norteamericanos. Y el ratio en cazas de combate es 20 a seis. La situación se repite, en algunos casos de forma sangrante, en vehículos de infantería (20:2), artillería y howitzers (27:2) o misiles de todo tipo.

Entonces, un proyecto como Marte vendría a solventar esta absurda diversidad de equipos, ¿no? No tan rápido. Primero, los plazos. Los equipos militares requieren años de desarrollo y pruebas antes de llegar a las líneas de producción. Solo para esta fase previa, las compañías disponen de un plazo de 24 meses. Y después está la cuestión de poner en la misma página a medio centenar de firmas de una docena de países, a veces competidoras en otros productos, con sus propias agendas y prioridades.

En el programa hay pesos pesados como las alemanas KNDS y Rheinmetall, las italianas Leonardo e Iveco, y la sueca Saab. Con seis compañías (Escribano M&E, Indra, Piedrafita Systems, GDLS/Santa Bárbara Sistemas, Sapa y Sener), España es el cuarto país más implicado. Las economías de escala serían significativas. La docena de naciones participantes tienen un parque estimado de casi 3.000 carros de combate (entre operativos y almacenados). Esto supone en torno a un 60% del total estimado para la UE, según los cálculos de la página especializada Global Firepower. ¿Y el resto de países y tanques?

La respuesta podría estar en otro proyecto del paquete de 1.100 millones anunciado por la Comisión Europea el pasado mes de mayo denominado FMBTech o tecnologías para tanques de combate principales existente y futuros. Son 26 firmas de 14 países lideradas por la francesa Thales (y con participación de la española GMV), que diseñarán soluciones modulares para modernizar varios tipos de carros de combate con un presupuesto de casi 20 millones de euros para 36 meses. ¿Y qué nos dice esto? Que hay países, como Francia (con 406 tanques) o Polonia (con 863), entre otros, pensando más en actualizar sus modelos que en impulsar un equipo estándar europeo. Cada uno por razones diferentes.

El factor francés

Retrocedamos a 2023. En septiembre de ese año, el ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, y su homólogo alemán, Boris Pistorius, escenificaban en la localidad gala de Évreux que habían logrado desatascar el proyecto MGCS o Main Ground Combat System (Sistema de Combate Terrestre Principal). El proyecto para reemplazar a los Leopard alemanes y a los Leclerc franceses llevaba varios años en el limbo por desacuerdos entre los socios sobre ciertas elecciones de sistemas, algunos tan fundamentales como el cañón principal. Algo similar a lo que sucedió con el proyecto de caza de sexta generación FCAS, en el que participan Francia, Alemania y España, y que estuvo encallado varios años hasta que se consiguió un reparto satisfactorio de los diferentes desarrollos o pilares entre las industrias nacionales.

Francia es especialmente celosa de su industria militar. Tras el fin de la Guerra Fría, París ha mantenido una inversión cercana o superior al 2% para alimentar a sus empresas armamentísticas, con equipos de primera línea por tierra, mar y aire. Entre ellos, unos 400 carros de combate Leclerc en diferentes versiones (aunque casi la mitad estarían almacenados). El fabricante Nexter Systems, una compañía francoalemana que lleva produciendo estos tanques desde los 90, tiene previsto actualizar unos dos centenares de ejemplares a la versión XLR de cuarta generación por unos 6.500 millones de euros. En el Elíseo no están dispuestos a renunciar.

"Construir una verdadera estrategia industrial y tecnológica de defensa europea va a crear, inevitablemente, ganadores y perdedores. Y ningún estado miembro está dispuesto, hoy día, a perder capacidades estratégicas en virtud de un más alto interés europeo", considera Sascha Ostanina, especialista en seguridad europea en el Jacques Delors Center en Berlín y coautora del informe. "Francia, que controla muchos procesos productivos de defensa, podría ser uno de esos países que deberían reducir su apetito en estos momentos. Pero no estamos viendo eso en la práctica".

Los 20 millones de la Comisión para el diseño del carro de combate Marte son una minucia comparados con los 750 millones comprometidos por Francia (500 millones hasta 2030) y Alemania (250 millones hasta 2027) con el MGCS, cuya fecha de entrada en servicio está fijada en 2035. Y ambos programas se podrían beneficiar eventualmente del FMBTech. El eje franco-alemán, coinciden los analistas, es crucial para avanzar cualquier iniciativa en Europa, pero quizás más instrumental aún en la construcción de una verdadera defensa europea.

"Cuando los franceses hablan de la Europa de la defensa lo que realmente quieren decir es que les compremos a ellos o que sus empresas se lleven la parte del león con los programas de armamento. Pasó con el FCAS, que hasta que no consiguieron que la plataforma fuera de Rafale, paralizaron el proyecto", comenta una fuente del Parlamento Europeo con conocimiento de la materia. “Ahora están contraprogramando al (proyecto) Marte con su propio carro de combate con los alemanes, que llevaba años muerto. Y si los franceses no están dentro, va a ser difícil darle al programa la prioridad que merece”, agrega.

El factor polaco

El otro gran obstáculo al 'sueño marciano' de la defensa europea se puede ver en el caso polaco. Varsovia es el gran poder acorazado del bloque, con más de 850 ejemplares en su arsenal. Casi la mitad corresponden al modelo nacional PT-91 Twardy y a varias versiones de Leopard alemán, incluyendo una modernización personalizada del 2A4S (el Leopard 2PL). Pero el futuro acorazado de Polonia (o gran parte del mismo) parece pasar más por los tanques estadounidenses M1 Abrams, de los que acaba de comprar 366 ejemplares (250 versión M1A2 SEPv3 y 150 de la M1A2 FEP) por 6.000 millones de dólares, así como los coreanos K2 Black Panther, de los que ha adquirido casi 300 (con vistas a producir unas 820 unidades bajo licencia en territorio nacional a partir de 2026).

Esto pone de manifiesto que la independencia industrial europea de Estados Unidos está lejos de ser una prioridad para todos los socios europeos. Algunos, como el caso de Polonia, no quieren cortar el cordón umbilical con el Pentágono. Hay motivos geopolíticos, diplomáticos y comerciales. Pero todos son un lastre para la autonomía estratégica comunitaria.

Foto: Carros de combate Leopard 2PL. (Warszawska Brygada Pancerna)

De nuevo, este es el ejemplo polaco. Pero es una constante en Europa. Entre febrero 2022 y junio de 2023, el 78% de las compras de armas fuera de la UE (un 63% a EEUU). Es decir, de los 100.000 millones comprometidos en el pico de la adquisición armamentística, apenas 21.000 fueron a empresas europeas, según el informe del centro Delors. Sirva de ejemplo España, que ha encargado helicópteros Romeo, quiere comprar baterías antiaéreas Patriot y parece destinada a adquirir los F-35 (que están a punto de convertirse en el caza estándar de Europa).

"Esta continua preferencia por 'comprar Americano' daña la industria de defensa de la UE sin siquiera garantizar que EEUU vaya a continuar compartiendo el peso de la defensa europea a largo plazo", advierten Ostanina en su análisis.

Se busca Pentágono

El pasado mes de marzo, el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, y el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, presentaban en público la Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS), una visión política a largo plazo con medidas administrativas y financieras, pero con varios agujeros políticos. El espíritu se puede resumir en comprar de forma conjunta y, a ser posible, en la base industrial y tecnológica europea de defensa que se aspira a crear con fondos conjuntos. Gastar más, mejor y aquí, como resumió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ante el Parlamento Europeo el pasado mes de febrero.

"Esto va a requerir de decisiones valientes, de coraje político y, sobre todo, de una nueva mentalidad de defensa europea por parte de las instituciones, de la industria y de los inversores", reconoció en el pleno de Estrasburgo. "Tenemos que actuar rápido. El riesgo de guerra puede no ser inminente, pero no imposible. No se deben exagerar los riesgos de guerra, pero sí debemos prepararnos para ellos".

Dado que el actual presupuesto multianual de la UE llega hasta 2027, estos años los programas de defensa recibirán fondos muy modestos (1.500 millones). Pero para el próximo ciclo, Breton llegó a hablar de una partida de hasta 100.000 millones de euros que vendría a amortiguar el esfuerzo de los presupuestos nacionales. Sin embargo, algunos de los objetivos fijados por la EDIS para 2030 —un 40% de las compras de armamento de forma colaborativa, que al menos el 50% del material sea europeo o que el 35% del comercio de defensa sea intracomunitario— parecen poco realistas, advierten los expertos del sector.

Foto: Una insignia de la misión "Misión de Asistencia Militar de la Unión Europea en Ucrania" (EUMAM) se adjunta al uniforme del ejército. (Reuters / Annegret Hilse)

"Hay una aproximación a la defensa que dicta que la defensa nacional es, primero y ante todo, una cuestión de soberanía nacional que se sustenta en capacidades nacionales que, además, contribuyen a la economía nacional. Compartir y colaborar con los vecinos es un tema complicado", explican los analistas del centro Delors. "Y segundo, cualquier debate sobre defensa en Europa es ubicado, de forma inmediata, en el contexto trasatlántico, con la política nacional es en gran medida determinada por el tipo de relación que tiene ese país con EEUU y/o la OTAN". El factor francés y el factor polaco.

El próximo Europarlamento que salga de las elecciones de este fin de semana —y la consiguiente Comisión que pacten las capitales— será crucial para dirimir cómo enfrentar esta fragmentación industrial. La propuesta que más interés ha despertado proviene de la propia Von der Leyen, quien aspira a un nuevo mandato con la promesa de crear el puesto de comisario de Defensa con un presupuesto propio para hacer realidad la estrategia industrial.

Una figura así, aseguran los expertos, puede ayudar a fomentar esta base industrial cooperativa y paneuropea, y resolver ciertas ineficiencias del sistema, como los trámites de exportación o el transporte de equipo militar por la región. Pero también avisan de que existen problemas de base que limitan el alcance de sus posibles acciones. Empezando por los tratados, que limitan el poder comunitario en cuestiones de seguridad —y a cuya reforma se opondrían importantes fuerzas políticas europeas— y siguiendo por el posible choque de competencias con otros comisarios, especialmente el de Mercado Interior.

Foto: Sistemas Patriot en maniobras polacas. (Reuters)

Pero, más importante aún, es la ausencia de un consenso estratégico militar europeo, regido por la difusa autonomía estratégica de 2022. No es que la UE no disponga de fuerzas militares propias (el languideciente proyecto del Ejército europeo), sino que tampoco tiene ninguna suerte de 'Pentágono' para mantener una cierta acción militar mancomunada o un espacio oficial para el debate entre de ministros de Defensa (que se reúnen en encuentros de categoría "informal" y en cumbres de la OTAN). Y sin una visión militar conjunta va a ser complicado crear esa Europa de la defensa.

"Hablamos de superar la fragmentación, pero sin preguntarnos cuál es el objetivo detrás de esta intención. Europa no puede rearmarse por rearmarse, necesitamos debatir y decidir contra qué no queremos defender. Y está claro que cada estado miembro, de España a Finlandia, está haciendo una valoración de riesgos diferente. No estar de acuerdo en qué potencial enemigo y en qué posibles condiciones podemos ir a la batalla hacen imposible decidir en qué trabajar de forma conjunta”, considera la analista de defensa. "Al final, el ángulo industrial difícilmente lo puedes separar del político y estratégico. Estamos lejos de un consenso entre estados miembros y, especialmente, en el eje franco-alemán".

El nudo gordiano de la defensa europea está en Marte. El Tanque Principal de Europa o Main Armored Tank of Europe (MArTE) está en la lista de 54 proyectos de defensa que la Comisión Europea financiará con 20 millones de euros para realizar estudios y diseños preliminares. El plan, coordinado por el desconocido consorcio alemán Marte Arge GbR, involucra a 46 compañías de 12 países, incluidas varias españolas. Sin embargo, no hay ninguna compañía francesa o polaca. Y este es el gran problema. Todavía hoy, cada estado miembro de la Unión Europea sigue haciendo la guerra por su cuenta.

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