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Sorpresa en las urnas: el profeta Modi ofreció un dios, pero India quiere puchero
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Victoria amarga

Sorpresa en las urnas: el profeta Modi ofreció un dios, pero India quiere puchero

Modi ha usado el hinduismo como su gran baza electoral, especialmente con la inauguración en precampaña del templo de Ram, pero la religión no era la principal preocupación de los votantes

Foto: El primer ministro indio, Narendra Modi. (Reuters/Adnan Abidi)
El primer ministro indio, Narendra Modi. (Reuters/Adnan Abidi)

Nadie lo esperaba. Especialmente él, que se imaginaba liderando Bharat como el mesías del nuevo hinduismo con el que lleva años alicatando el país. El primer ministro Narendra Modi contaba con arrasar en los comicios indios. Las encuestas decían eso. Los analistas decían eso. Las redes sociales decían eso. Pero lo que cuenta, las urnas, han dicho otra cosa. Ha vencido. Será el nuevo primer ministro. Pero su victoria es una derrota moral y una señal de alarma en sus filas. Las expectativas en política construyen el relato, y la de Modi y su partido, el BJP (Partido Popular Indio), eran otras.

Quedan aún por recontar todos los votos de las elecciones más grandes y más largas del planeta, pero con el conteo ya bastante avanzado y, sin esperar grandes cambios, Modi ha perdido la mayoría absoluta de la que gozaba. Hasta hace unos días, se hablaba de la posibilidad de que el BJP obtuviera 400 de los 543 escaños en liza. Venía de conseguir 303 en los anteriores comicios. La realidad es que ha conseguido alrededor 240, a la espera del resultado definitivo. Donde Modi pensaba sumar alrededor de 100, ha acabado restando alrededor de 60.

“¡La gente ha depositado su fe en la NDA (su coalición) por tercera vez consecutiva! Esta es una hazaña histórica en la historia de la India”, ha escrito Modi en X tras conocer los resultados. En política nadie pierde, y menos cuando ganas. Pero de puertas para adentro, hay poco que celebrar en la sede del BJP.

¿Por qué nadie ha previsto esto? Un análisis del sorprendente resultado del India Times, titulado “Cómo Modi ha sido castigado por una India que él ignora”, hacía autocrítica de la propia visión que se ha tenido en el país del proceso: “Así como los expertos se acomodaron en el confort del pensamiento mágico —la fe en el carisma de Modi y sus grandes narrativas nacionales—, los votantes de la India nos han dado una lección de realismo político. Mientras las clases digitales en Delhi y Bangalore celebraban el alunizaje y la cumbre del G20, y los magnates en Gujarat celebraban el templo de Ayodhya, otras cuestiones han estado en la mente de la gente de la India profunda”, señala la politóloga Anastasia Piliavsky.

Foto: El primer ministro de la India, Narendra Modi, tras el recuento electoral. (EFE/EPA/Harish Tyagi)

Lo cierto es que lo que debía ser una marcha triunfal del primer ministro se ha quedado en un salvar los muebles. Modi ha usado el hinduismo como su gran baza electoral, especialmente con la inauguración en precampaña del templo de Ram. Eso le convertía en un líder religioso y él ha explotado esa imagen hasta el último momento. “Estoy convencido de que Dios me ha enviado con un propósito, y cuando ese propósito esté terminado, mi trabajo estará hecho. Dios no revela sus cartas. Simplemente me obliga a hacer cosas”, dijo en uno de los últimos actos de su campaña.

Su pueblo dejaba de votar a un político para votar a un profeta. Eso le ofreció Modi a sus votantes, con una fórmula que hasta ahora había funcionado, hasta que inesperadamente se ha quebrado.

“Modi había pensado que la inauguración del templo de Ram polarizaría a los hindúes contra los musulmanes y los llevaría a votar por él de manera abrumadora. Sin embargo, esto no ha sucedido porque la oposición fue lo suficientemente inteligente como para dividir a los hindúes al expresar su preocupación porque Modi cambiara la Constitución y eliminara la política de reservas (regla de los tiempos británicos que reserva representación a las minorías). Como resultado, además de los musulmanes, muchas otras clases atrasadas, dalits y pueblos indígenas han votado por la oposición”, explica a El Confidencial Asok Swain, profesor del Departamento de Investigación sobre la Paz y los Conflictos de la Universidad de Uppsala.

De hecho, es justo en la circunscripción de ese templo donde se desmorona el relato del BJP. La inauguración del Templo de Ram, en enero pasado en Ayodhya, fue un baño de masas de miles de fieles. Un evento histórico que rompía con la constitucional secularidad india. Modi consagró el santuario levantado sobre los restos de una mezquita arrasada por radicales hindús en 1992. La masa estaba enloquecida. Hubo música, fanfarrias, vítores para el primer ministro… pero no votos.

Cinco meses después, la oficina del BJP era el equivalente a una funeraria. La formación política ha perdido ahí las elecciones frente al Samajwadi Party. Modi les dio un templo, pero los ciudadanos querían trabajos y escuelas. “El hecho es que muy pocos de Ayodhya van al templo, la mayoría de los devotos aquí son forasteros. Adoramos a Ram, pero ¿cómo sobreviviremos si nos quitan nuestro sustento? Durante la construcción a los lugareños se les prometió que se les asignarían tiendas y eso no ha ocurrido”, afirma un votante del BJP en un artículo del Indian Express que señala el batacazo. Modi les regaló un Dios y ellos lo que buscaban antes era un puchero.

Foto: Simpatizantes del Partido Bharatiya Janata (BJP) asisten a un mitin del primer ministro de la India, Narendra Modi. (Reuters/Stringer)
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La oposición, que hace unos meses parecía un cadáver, ha sabido jugar sus cartas. Su líder, Rahul Gandhi, se ha pateado el país. Ha creado, además, una buena red de alianzas con las que ha concurrido a los comicios. Su coalición, Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India, (I.N.D.I.A), ha alcanzado alrededor de 193 escaños. Buena parte de esos votos los saca de su granero de votos del Sur.

Modi empeñó buena parte de sus esfuerzos en sacar votos en la parte meridional en la que históricamente sus resultados han sido pobres. No lo ha conseguido tampoco ahora y el Congreso Nacional Indio de Rahul Gandhi, descendiente de la saga Nehru-Gandhi, ha salido vivo del anunciado funeral que le esperaba. Su formación, por sí sola, ha conseguido cerca de 100 diputados. “La alianza táctica previa a las elecciones de los partidos de oposición también ayudó a consolidar los votos contra Modi. El principal rostro de la oposición, Rahul Gandhi, tras sus marchas a pie por todo el país, fue visto como una alternativa creíble para sustituir a Modi”, explica el profesor Swain.

“La oposición a los parlamentarios a nivel local, la disminución de la cuota Modi y la narrativa de la oposición sobre el cambio en la constitución y el fin de las reservas los ayudaron en los escaños reservados a las castas. Los problemas del desempleo afectaron a los jóvenes”, explica a este periódico sobre las causas de ese vuelco el analista indio Amitabh Tiwari.

Ahora queda saber cuáles serán los movimientos del primer ministro. Modi no esperaba tener que negociar con nadie su poltrona. Sin embargo, para liderar el país tendrá que elegir entre una vía moderada que le aleje del extremismo que le ha llevado hasta allí, o endurecer aún más el mensaje y convocar unas hipotéticas nuevas elecciones en el que sea él contra todos. “Al perder escaños y volverse dependiente de los socios de la coalición, Modi tendrá que seguir una política moderada para mantenerse en el poder. Si sus socios de coalición deciden abandonarlo y se ve obligado a sentarse en la oposición o convoca elecciones anticipadas, podría optar por una posición extremista para polarizar a los votantes”, opina Swain. “Independientemente de este resultado, Modi habría asumido el papel centrista para convertirse en un estadista. Ahora la situación le obliga a ser más flexible”, concluye Tiwari.

Nadie lo esperaba. Especialmente él, que se imaginaba liderando Bharat como el mesías del nuevo hinduismo con el que lleva años alicatando el país. El primer ministro Narendra Modi contaba con arrasar en los comicios indios. Las encuestas decían eso. Los analistas decían eso. Las redes sociales decían eso. Pero lo que cuenta, las urnas, han dicho otra cosa. Ha vencido. Será el nuevo primer ministro. Pero su victoria es una derrota moral y una señal de alarma en sus filas. Las expectativas en política construyen el relato, y la de Modi y su partido, el BJP (Partido Popular Indio), eran otras.

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